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LOS ENCANTADORES MISTERIOS DE LA CASA DE LAS ARAÑAS

Detalle en donde aparece el pabellón de la Casa de las Arañas cerca de la cumbre del paseo en el cerro San Cristóbal, en una fotografía de época. Fuente imagen: Flickr Santiago Nostálgico de Pedro Encina.

Al ascender por el cerro San Cristóbal del Parque Metropolitano de Santiago o Parquemet hasta la rotonda del sector cumbre, se puede observar un lugar encantado y, de alguna manera, anunciado por una fuente de aguas de cara a la Plaza México y al Vivero. En esta obra se observan tres querubines abrazados y una dedicatoria recordando los tiempos cuando se llamó Parque Lautaro tras la inauguración del paseo: "Dedicado a los escritores preclaros de Iberoamérica", se lee allí. También está el nombre de quien diseñó este lugar y sus principales obras: el destacado arquitecto Luciano Kulczewski (1896-1972). Su mano es inconfundible en algunos trabajos ejecutados dentro del paseo entre 1921 y 1925, como el propio castillo del funicular en Pío Nono, el Mirador O'Brien, el desaparecido Casino Cumbre en la terraza bajo el observatorio astronómico y la otrora también festiva terraza de baile Roof Garden por la cara frontal del cerro, junto a la estación cumbre.

Aquellos conjuntos fueron grandes atracciones para la sociedad santiaguina del pasado que llegaba a cerro, especialmente entre los segmentos más elegantes y distinguidos, ya que el paseo aspiraba a cierto aire aristocrático. Además, todas esas obras formaron parte del plan de conversión del cerro en un auténtico parque urbano, después de las primeras forestaciones realizadas hacia inicios de los años veinte por el intendente Alberto Mackenna Subercaseaux y con apoyo del senador Pedro Bannen, quedando sus nombres para el recuerdo en las calles principales del cerro. Como es sabido, para tal propósito se había puesto en marcha el plan de expropiaciones de terrenos en el cerro, mismo que ya lucía gallardo en su cima la imagen de la Inmaculada Concepción desde 1908, estatua hecha en los talleres de la fundición artística parisina Val d'Osné y que representan la parte más alta del santuario allí existente.

Entre aquellos interesantes hitos del paseo, muchos ya inexistentes o profundamente transformados, estaba también la llamada Casa de las Arañas, de la que hoy quedan sólo unas ruinas: su base, parte del acceso con una reja metálica un trozo de muro con ventana. De pequeñas proporciones pero con un maravilloso aspecto muy propio de lo que solía salir de los tableros de Kulczewski, se encontraba justo por entre los jardines ubicados encima de la mencionada fuente de los niños y la Plaza México, en el sendero peatonal que antes llevaba a las escaleras de piedra y la terraza del espectacular Casino Cumbre, sólo un poco más arriba, lugar al que ya nos hemos referido en otro artículo de este sitio. Se trataba de un inmueble modernista paseando sus formas entre el estilo art nouveau, art decó, Tudor, tal vez con residuos del neoclásico, trazado allí con claro afán de integración con el paisaje, además.

Pareciendo realmente la escenografía para una película de terror o fantasía, la Casa de las Arañas ha sido uno de los edificios más misteriosos de Santiago y sobre el que rondan algunos mitos curiosos y creencias populares. Se trata de contenidos motivados en parte por la necesidad de más información, sin duda, ya que la existente es bastante pobre. Sorprende -aunque se entiende- la brevedad de la referencia que tiene publicada el sitio web de Parquemet sobre aquella atractiva pero críptica presencia:

Obra de Luciano Kulczewski de la cual sólo queda un pedazo de muro y una reja de fierro negro semejante a una tela de araña. En el pasado, también fue conocido como el Pabellón Fotográfico Sor Juana Inés de la Cruz, el que fue construido en 1924 y se ubicaba cercana al sitio ocupado por el Casino Cumbre.

Las ruinas de marras son un lugar casi esotérico en encantos y aires arcanos, con figuras que parecen tomadas de un catálogo alquímico o de arte de grutescos que tanto fascinaba al autor. Aunque habría sido único en su tipo en Chile, presenta algunas leves semejanzas con las imágenes visibles en su casa taller de calle Estados Unidos, allá abajo junto al Parque Forestal y adyacente al barrio Lastarria. Se llega a sus restos tomando el sendero de jardines y arboledas hasta a la loma de la segunda cumbre del San Cristóbal, y se lo reconoce de inmediato por su hermoso basamento con sillería y escalinatas de piedra, en el mismo sendero que conduce a la ex terraza del Casino Cumbre.

Acuarela de la Casa de las Arañas. Fuente imagen: Ronald Harris Diez, "Luciano Kulczewski, arquitecto: Eclecticismo y procesos modernizadores en el Chile de la primera mitad del siglo XX" (tomada de Cayo Riquelme, autor de la acuarela hacia 1921-1924).

Vista del sendero entre la Casa de las Arañas (más abajo) y el "Casino Cumbre" (más arriba y atrás), desde la cumbre del Santuario de la Virgen, en fotografía c. 1930. Fuente imagen: sitio "Fotos históricas de Chile" del coleccionista fotográfico patrimonial Alberto Sironvalle.

La Casa de las Arañas cuando estaba aún completa y los senderos para llegar a ella desde el Parque Lautaro y la actual Plaza México. Abajo, en el vértice derecho de la foto, se observa parte de la fontana de los niños. Detalle de imagen de época publicada en el sitio Fotos Históricas de Chile del coleccionista patrimonial Alberto Sironvalle.

Camino en la cima del cerro San Cristóbal, en fotografía c.1930, con el Pabellón de la Casa de las Arañas al centro sobre la loma, y parte del Casino Cumbre a la derecha, más arriba y justo abajo de la cúpula del observatorio. Fuente imagen: Flickr Santiago Nostálgico de Pedro Encina.

El edificio del Casino Cumbre en los años veinte. Se observa algún grado de parecido con el diseño y la materialidad de la Casa de las Arañas. Fuente imagen: colecciones de En Terrerno (aporte de David Guerra).

Actividades navideñas de 1951 en el Casino Cubre del San Cristóbal, en aviso publicado en el diario "La Nación" del 22 de diciembre de aquel año. La Casa de las Arañas podría haber tenido alguna relación con este establecimiento, además de su proximidad.

Vista lateral de la Casa de las Arañas hacia los años treinta, con el monumento de los boy-scouts al costado, en imagen perteneciente y publicada por el Estudio Brügmann.

El conjunto Los Kings en lo que quedaba de la Casa de las Arañas subiendo al Casino del cerro San Cristóbal, en el diario "La Nación" a inicios de 1963.

Fuente de los niños en la Plaza México, con las escalinatas y ruinas de la Casa de las Arañas más atrás.

Los restos de la Casa de las Arañas que aún quedan en pie. Dan una idea de lo esplendorosa que pudo ser esta construcción.

Vista posterior del mismo perímetro en ruinas. La planta del edificio no era de gran tamaño, como se ve.

La famosa reja de telarañas en la protección de las ventanas, dándole el actual nombre de Casa de las Arañas al viejo pabellón en ruinas.

La denominación actual de la casa en ruinas deriva de una reja para protección de la única ventana que queda, en arco rampante o de tranquil: el trabajo de fierro forjado, que imita una interesante gran telaraña negra. Cabe señalar que, curiosamente, hay una reja muy similar pero abajo del cerro, en una residencia particular de calle Antonia López de Bello entre Mallinkrodt y Capellán Abarzúa. La situada en lo alto del paseo -y que puede ser la inspiración de la otra- sin duda constituye otro de los bellos caprichos figurativos de Kulczewski, así como los rostros de grutescos en  las caras bajo el capitel y la decoración de diseño floral que se ve en la columna de concreto, la misma que sostiene aquel vano y que antes daba forma a un costado del acceso al inmueble.

Antiguamente, sin embargo, la Casa de las Arañas habría sido conocida como Rincón Sor Juana Inés de la Cruz, bautizado así en homenaje a la influyente religiosa y escritora novoespañola del siglo XVII. Llamado también Pabellón Fotográfico Sor Juana Inés de la Cruz por el supuesto empleo que se daba a su espacio, se cree que pudo haber sido construido a partir de 1921, concluido o inaugurado en 1924 según la mayoría de las reseñas, período situado al final de las primeras intervenciones del cerro para ser convertido en parque con paseo. Esto sucedía poco antes de la puesta en marcha del funicular, además, por lo que en esos años debía llegarse hasta este lugar del cerro por el camino principal de carretas y vehículos motorizados, quedando muchos de ellos estacionados alrededor de la actual Plaza México cuando funcionaban el Casino Cumbre y, al otro lado, el Roof Garden, ambos atrayendo a la bohemia de los "años locos".

Para entrar en detalles de cómo lucía el edificio -del que existen algunas imágenes en los proyectos y fotografías de época-, debe señalarse que este tenía una planta rectangular y estaba rodeado por un perímetro de columnas con caras de gárgolas o grutescos como los ya descritos, con facciones un tanto abstractas. Los bloques de los pretiles estaba rematados en maceteros con plantas, en otra intención de fusionar el aspecto del edificio con el del paisaje del cerro, por entonces cada vez más verde. Toda la rejería de forja tenían motivos de fantasía, además, y en ella el fallecido investigador y profesor de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Chile, don Fernando Riquelme Sepúlveda, veía influencias del art nouveau europeo y posiblemente de Antoni Gaudí, según lo que informa en "La Arquitectura de Luciano Kulczewski. Un ensayo entre el eclecticismo y el Movimiento Moderno en Chile", de 1996.

Otro detalle importante es que la estructura principal del pabellón pudo haber estado influida por el señalado estilo modernista pero también por el neogótico, según ciertas opiniones versadas en el tema. Nada inesperado de Kulczewski, ciertamente. Además de los trabajos con el cemento, aquellos murallones fueron construidos con piedra canteada y ensamblada, material proveniente de las mismas canteras del cerro. Básicamente hablando, entonces, su factura y materialidad es similar a la de las instalaciones del funicular, los desaparecidos muros del Casino Cumbres, el ex Pabellón de Bebidas (hoy ocupado por el establecimiento La Pérgola del San Criss), algunos tramos de los antepechos almenados y otras obras del parque, con toques más detallistas de albañilería para las formas descritas; más orgánicas y decorativas. Contorneado por el pretil de piedras y las rejas se alzaba la estructura completa como kiosco o pabellón de dos niveles, entonces, con techo piramidal y pajizo de líneas suavizadas.

Confirmación de lo muy ligadas que estaban las imágenes de rostros y formas casi lúdicas con el trabajo creativo favorito del autor, la encontramos en palabras del profesor del Departamento de Arquitectura de la Universidad Católica, Ronald Harris Diez, particularmente en su tesis de doctorado "Luciano Kulczewski, arquitecto: Eclecticismo y procesos modernizadores en el Chile de la primera mitad del siglo XX", presentado en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, año 2014:

Estos extraños seres que acompañarán a Kulczewski a lo largo de toda su vida, y que también se encontrarán en otras de sus obras, son más cercanos a las propuestas vanguardistas del mundo ligado a la plástica, que a la arquitectura. En ellos se reconoce una cercanía a las figuras que pueblan el ámbito de lo onírico, cercanas por lo tanto a las propuestas del arte surrealista que por aquellos años se estaba desarrollando en Europa.

Empero, las certezas sobre la Casa de las Arañas comienzan a volverse nieblas cuando nos vamos alejando de los aspectos más técnicos y pasamos a buscar cuál pudo ser la utilidad de este inmueble en el paseo del San Cristóbal. Se ha especulado que fue un lugar de venta de postales, de exposiciones fotográficas o de revelados, razón por la que se lo identificó como pabellón fotográfico. También se ha asumido que pudo ser un mirador techado, en tiempos cuando la vegetación del entorno era bastante más baja. Documentos fotográficos como una imagen remontada a los años treinta y en propiedad de los investigadores del Estudio Brügmann, Fernando Imas y Mario Rojas Torrejón, confirman que la estatua dedicada a los boy-scouts de Fernando Thauby (homenaje tras el histórico ascenso masivo de patrullas al San Cristóbal, pidiendo convertirlo en parque verde), hoy ubicada al inicio del camino Claudio Gay, antes estaba en un plinto justo a un lado de la Casa de las Arañas.

 

 
 

Sin embargo, Harris Diez descarta prácticamente por completo la posibilidad de que la Casa de las Arañas haya sido una sala de revelado fotográfico, ya que los fotógrafos de cámara minutera en esos años hacían tal procedimiento dentro de su mismo artefacto prescindiendo de un estudio o laboratorio. Observa también que Cayo Riquelme Volpi, en el seminario "El Cerro San Cristóbal" de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Chile, en 1962 había descrito al mismo inmueble como un "pabellón de descanso" en su origen, concepto un poco ambiguo pero bastante diferente al de un cuarto de revelados. Se puede suponer que pudo haber tenido dos o más empleos en su corta vida, por cierto, pero no parece haber un grado categórico de seguridad al respecto en ninguna fuente.

De acuerdo a lo que informa el arquitecto Enrique Burmeister, por su lado, al referirse a Kulczewski (a quien había conocido en vida) en un capítulo de la serie de documentales breves "Maestros de la forma y el espacio", de Pablo Berthelon y Germán Liñero, el pretendido pabellón fotográfico habría guardado también sus profundas intimidades: se trataba de un lugar en donde el entonces presidente Arturo Alessandri tenía encuentros con sus amistades, durante su primer gobierno según explica. Un rumor decía incluso que, con Alberto Mackenna y el propio Kulczewski, ambos grandes amigos del presidente, entre los tres recibían allí sus conocidos y, especialmente, a sus "amigas". De ser siquiera posible este dato con más olorcillo a chisme, así como cierta creencia de que Alessandri lo usaba para sus horas de siesta, sin duda tal servicio particular no ha de haber sido la razón de su existencia fundamental, por supuesto, aunque el lugar fue "visitado asiduamente por presidentes" según se lee en la guía "Santiago patrimonio accesible" del Consejo Regional Metropolitano y la Universidad Central.

Tampoco hay dato seguro sobre cuándo y por qué la construcción se desmoronó o fue demolida de forma incompleta, acusándose de esto a terremotos que van desde el ocurrido en 1985 para abajo. Fotografías en la prensa de época, como una del conjunto Los Kings publicada en el diario "La Nación" a inicios de 1963, muestran dos cosas interesantes: primero, que la Casa de las Arañas ya estaba en ruinas y sin techo en aquel entonces, pero más completa de lo que luce ahora; y, segundo, que este espacio era considerado por entonces parte del comentado Casino Cumbres, algo que quizá se remonte a sus propios orígenes a pesar no hallarse en el perímetro de la que fue su bohemia terraza, sino más bien en el camino hasta este recinto.

Lo anterior significa que el pabellón estuvo en el mismo circuito de bohemia y espectáculos en el cerro, además de explicar el parecido de materiales y aspecto que había entre el casino y la casa, más allá de tratarse del mismo arquitecto o las mismas obras. Su señalado rol como pabellón de descanso quizá esté conectado, además, con la necesidad de algunos clientes del centro bailable en la terraza, cuando buscaban un espacio para instantes con menos bulla y gentío dentro de todo ese ambiente, especulamos.

Burmeister señala en el "Seminario de Historia del Arte", obra consultada también por Harris Diez, que hubo un incendio en el cerro en aquellos años sesenta y que todavía en 1968, cuando redactaba aquel trabajo, no era reconstruido el Casino Cumbres, principal afectado por el siniestro, a pesar de que habría vuelto a funcionar hasta 1975 según ciertos testimonios que conocemos, siendo demolido unos cinco años después. Como el público que llegaba a las exposiciones o ventas del supuesto pabellón fotográfico -o lo que sea para que servía entonces- era el mismo que visitaba el vecino Casino Cumbre, su decadencia debió tocar fondo con la larga decadencia de este último es de suponer, ya que a la sazón el inmueble estaba inutilizado.

Los restos que se ven del pabellón guardando entre piedras y concreto sus nunca confesados secretos serían, en consecuencia, el resultado del envejecimiento, posiblemente de un incendio, más los terremotos. Parece que también existió la intención de demolerlo completo pero, por alguna razón, esto nunca se consumó del todo, quedando así los vestigios que ahora pueden hallarse en el lugar y que crean accidentalmente un escenario perfecto cuentos sobre bosques y brujas. Hay en esas ruinas algún par de placas recordando a personas fallecidas cuyas cenizas fueron esparcidas en el cerro, además, como se dice que sucedió con el propio Kulczewski. Sus rejas con telarañas de fierro siguen destacando como símbolo de los misterios atrapados a perpetuidad en este sitio. ♣

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