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LA LEYENDA DEL BLUE BALLET

El Blue Ballet, en algún escenario fuera del pequeño local de Vivaceta de sus inicios, muy probablemente en el Teatro Ópera. Fotografía de Julio Bustamante Sotelo. Fuente imagen: sitio Cultura Digital UDP.

Aprovechando el impulso y la alta clientela del cabaret El Bossanova de la memorable Carlina Morales Padilla en avenida Vivaceta, el viejo prostíbulo que metamorfoseó a boîte y quinta de recreo al poniente de los barrios de La Chimba, un grupo de transformistas de la boîte de la tía Carlina formaron, en los sesenta, su propio grupo de baile y comenzaron así una asombrosa aventura.

La gestación y surgimiento de aquel grupo en el cabaret se debió a la propia Carlina, pero también a un complot que logró sacar del lugar al elenco... Es una de las más curiosas historias de todo el legendario de la bohemia y las candilejas chilenas, sucedida en tiempos en que parecía imposible que un show de homosexuales fuera ganando popularidad sin escándalos y recibiera buena crítica de la prensa de candilejas.

Curiosamente, la tía Carlina no habría sido muy tolerante con los homosexuales en sus primeros años de burdel tradicional. Incluso les impedía el acceso, de acuerdo a lo que se recuerda, vinieran como clientes o buscando trabajo. Siguiendo los consejos de algunos de sus propios colaboradores, sin embargo, dio empleo a algunos de ellos limpiando mesas, barriendo o lavando platos y vasos. Poco a poco, y con el replanteamiento de la oferta de la boîte, el local comenzó a incluirlos también en el cuerpo de baile y las presentaciones en vivo. Transformistas y travestis con nombres artísticos como Lensika, Suzuki, Maribel y Brenda llegan a incorporarse y se hacen conocidos en el barrio y en el ambiente, con un espectáculo que debutaría allí hacia el año 1965.

Comenzaba a nacer el que iba a ser, más adelante, el Blue Ballet, ya en el apogeo del vodevil y la revista chilenas, con sus integrantes que usarían apodos tan extraños como la Odalisca Pehuenche, la Loba Catalina, la Quintrala, la Cleopatra, etc. Fueron una notable inyección de energía y atractivo para la boîte, además, haciéndola pasar por la que todos recuerdan como su mejor época y dándole el cariz de centro de eventos artísticos más cercano a lo auténtico, dejando atrás su oscuro pasado como lupanar de barrio obrero.

Sin embargo, en su mejor y más próspero momento, las aves se le escaparon de la jaula a la tía Carlina...

La salida grupo coreográfico desde El Bossanova fue abrupta y sorprendió de pésima manera a la regenta, al ver a su personal prácticamente con las maletas hechas en el día de la ruptura. Habían sido rápidamente convencidas de irse por un sagaz empresario de espectáculos ariqueño y, a pesar del miedo con el que enfrentaron a su patrona, la decisión era irreversible.

Sintiéndose la comadrona víctima de un robo, se cuenta que hubo un escándalo mayúsculo cuando intentó impedirles el escape, desatándose una gresca con cachetadas, tirones de mechas y hasta disparos de armas en la fuga, según comentarios de la prensa y los clientes de esos años. Y no se equivocaba la tía Carlina en su desesperación: la partida inesperada del equipo de baile desde El Bossanova, iba a ser el principio del fin para su local, tras casi 30 exitosos años en el rubro de la diversión nocturna.

Tino Ortiz Vera era el ariqueño conspirador pero visionario detrás del golpe. Fundador y propietario del famoso club Manhattan de Arica, había sido administrador del Casino de La Lisera, hasta donde había llevado importantes estrellas latinas como Libertad Lamarque, Pedro Vargas, la Orquesta de Pérez Prado y la bailarina Tongolele, desde mediados de la década del cincuenta en adelante. El concesionario del mismo Casino, don Gastón Berríos Castañón, había comprado en calle Maipú un local que Ortiz ofreció arrendarle para establecer allí una nueva boîte, que llegaría a ser la más conocida de la ciudad, en donde se popularizó el dicho: "¡Quien no conoce el Manhattan no conoce Arica!".

Los bailables del Manhattan estuvieron a cargo del director Tito Watson y su conjunto, mismos que emigraron más tarde al elegante Casino de Arica. Ortiz aprovechaba la cercanía de la ciudad con Perú para ir constantemente al vecino país a buscar otros artistas de calidad llevándolos hasta su local, especialmente los de la escena de la ciudad de Lima. También se presentaban en su escenario muchos exponentes de la Nueva Ola chilena y artistas folclóricos. Entre otros, pasaron por el Manhattan: Peter Rock, Fresia Soto, Gina del Moral, José Alfredo Pollo Fuentes, Luz Eliana, la entonces juvenil Cecilia, el cantante chileno-español Ray Palaviccino, Los Huasos Quincheros; Los Cumaná, compuesto por  Tito Rojas, Mico Poblete, Ricardo Íter y Luis Tirado; Los Carr Twins, dúo de los mellizos Carlos y Juan Carrasco, que cantaban hits como "Vida mía" y "Susana"; Los Harmonic's, compuesto por los hermanos Luis, Mario y Segundo Silva, más Willy Morales y la vocalista Brenda, tocando rancheras y tonadas como "Lupita, la primorosa" y "Miguel e Isabel”; y el maestro bolerista y baladista Luis Alberto Martínez con su grupo Ponchos Rojos, formado por chilenos residentes en Bolivia y que, curiosamente, en algún momento representaron a ese país en un festival realizado en Perú.

La mítica tía Carlina, hacia principios de la década del setenta, en una de las escasas fotografías que se han conocido de ella. Los inicios del elenco que iba a ser el Blue Ballet, estuvieron en su famoso y pecaminoso boliche de Vivaceta. Fuente imagen: diario "Las Últimas Noticias".

El Manhattan, celebérrimo club del pasado bohemio en la ciudad de Arica, en donde el elenco del Blue Ballet hizo sus primeras presentaciones al alero del empresario Tino Ortiz, después de abandonar El Bossanova. Fuente imagen: diario "La Estrella de Arica".

El Blue Ballet en su época de oro, señalando los nombres de cada integrante del elenco, más el coreógrafo Tucas. Fuente imagen: sitio de Germán Bobe.

Fachada del Teatro Ópera todavía en los años de apogeo del Bim Bam Bum, con el Blue Ballet anunciado en su cartelera. Imagen del Fondo Julio Bustamante, publicada en el sitio Cultura Digital de la Universidad Diego Portales.

 

Tino Ortiz junto a su hijo y un joven cantante ariqueño. Fue el empresario de espectáculos que descubrió al Blue Ballet y lo sacó del Bossanova, muy al pesar de la tía Carlina. Fuente imagen: diario "La Estrella de Arica".

El humor del club, en tanto, había sido confiado en diferentes épocas a Daniel Vilches, Eduardo Aránguiz (antes de formar Los Morisquetos, con su esposa Helvecia Viera), Gastón Moreno, Los Dislocados, Chicho Azúa, un juvenil Coco Legrand (que por entonces se iniciaba con el alias Mostacho Legrand) y el dúo Los Indolatinos, entre muchos otros. En una ocasión, incluso se presentaron ahí Mario Kreutzberger, Don Francisco, en dúo con Armando Navarrete, Mandolino.

Antes de llevar hasta el Manhattan al elenco de El Bossanova, Ortiz ya había realizado audaces experimentos con el transformista cubano Rubén Duval, bailando rumba en bikini y taco alto hasta terminar y sacarse la peluca, no dejando dudas sobre su verdadero sexo ante la asombrada audiencia y sorpresa de los menos avispados. Empero, en aquella ocasión no tardaron en llegar hasta el local funcionarios de carabineros alertados por alguna autoridad o denunciante, con los cargos de pervertir a la juventud. Duval fue apodado “la Coccinelle cubana” en aquel entonces, por la famosa artista transexual francesa de la misma década y que llegara al show del Bim Bam Bum del Teatro Ópera en Santiago.

Sucedió algo parecido con otro travestista que llegó al Manhattan, en aquellos años: un viñamarino que asumía el nombre artístico de Pamela Sander y que se vendía como desnudista de origen argentino en su show. Su elaborado strip-tease terminaba revelándolo como un hombre con peluca y prendas femeninas sólo al final. Muchos sujetos del público que habían quedado prendidos de la supuesta mujer y hasta les arrojaban besos o churros, debían soportar las burlas al terminar la presentación y revelarse hombre.

Relativamente familiarizado con los shows de transformismo y sabiendo que llamaban la atención como novedad, entonces, cuando Ortiz conoció el espectáculo de la informal compañía artística de la tía Carlina, olfateó de inmediato los billetes y quiso entrar en negociaciones con sus integrantes, a través de un integrante que se usaba el pseudónimo Solange. Tino Ortiz Barrientos, hijo del empresario, dio algunos detalles de este curioso episodio en un artículo de "La Estrella de Arica" ("La verdadera historia del 'Manhattan'", 2004):

En el año 1967, mi padre partió a Santiago y se apersonó en el famoso burdel de la Tía Carlina. Allá vio que algunos travestis, a pedido de la clientela bailaban o cantaban, y pidió hablar con uno de ellos, quedando citados para juntarse al día siguiente en el Café “Jamaica” de calle Huérfanos con Estado, un lugar de encuentro de los artistas bohemios. Allí le propuso que juntara a unos seis travestis para traerlos hasta Arica y formar un ballet. Ellos aceptaron y acá les puso al gran Freddy Tucas, un coreógrafo amigo de la familia, de extraordinario talento artístico, para crear rutinas de espectáculos.

A mayor abundamiento, el empresario había solicitado, como prioridad, reunir a los integrantes más profesionales y confiables, los principales del elenco y con verdadero interés artístico. El reclutamiento, finalmente, consiguió los nombres de Solange, Hilda, Caprice, Alexandra, Candy y Monique agrupándose casi de inmediato en el llamado Blue Ballet, a los que se sumaría también Gigi. Seis integrantes salieron así de la sala de espectáculos de la tía Carlina, con el tremendo escándalo mediante, y comenzaron a hacer presentaciones bajo dirección del destacado coreógrafo Tucas partiendo en el Manhattan, por supuesto.

El nombre de Blue Ballet no era original, sin embargo: así se había llamado también una compañía de chicas artistas de los años cincuenta, compuesta por las showomen Malisa, Silda, Violeta, Perla, Sherry, Rosita y Marión, que se presentaban con frecuencia en el Club de la Medianoche de calle San Diego 1071, cerca del Teatro Esmeralda y casi a su sombra. Sus presentaciones eran compartidas con otros artistas como la cantante bolerista Lisa Laino, la canción cubana de Zenaida González, los tangos de Juan Carlos Aguilera, la orquesta Fiesta Linda, Luis Bahamonde y su Conjunto, Luis Aránguiz con Rito del Trópico y la voz de Nino Lecuona y los humoristas Eduardo Aránguiz y Alfredo Fanuelle.

La presentación en Arica del nuevo Blue Ballet resultó un éxito total que ha pasado a ser parte del legendario más sabroso de la bohemia del Norte Grande. Pero, como era previsible, la autoridad se escandalizó y prohibió más actuaciones del grupo en el Manhattan, obligando a Ortiz a llevar el show del grupo a la boîte El Dorado de Antofagasta; y, cuando llegó la censura allá también, comenzó un periplo que los conduciría hasta el Café Checo de Valparaíso.

Poco después, el elenco pudo retornar a Arica y hacer shows allí otra vez, con mayor tolerancia ambiental. Empero, el siguiente gran logro del Blue Ballet fue llegar, a los pocos meses, al escenario del espectáculo de la compañía de espectáculos Bim Bam Bum, en el famoso Teatro Ópera del maestro Buddy Day, tras ganarle un gallito a las presiones de otros empresarios por dificultar las presentaciones en 1968. De hecho, cuentan en Arica que habría sido Ortiz quien había llevado o sugerido llevar hasta el mismo espectáculo en Santiago a Coccinelle, en aquella década. Además, cabe recordar que también llegaría al Ópera el joven transformista brasileño Walter Gonzáles hacia abril de 1969, con su personaje Valeria.

El Blue Ballet llegó a ser sumamente popular y cotizado en algunos circuitos de artes escénicas. Reviste un carácter de mito en la comunidad gay actual, además. Sus célebres shows incluían danza individual, grupal, representaciones con trajes de fantasía, performances con caracterizaciones internacionales (española, oriental, etc.) y un particular strip-tease hecho de forma tal que se ocultaba estratégicamente la anatomía masculina de cada actor. A diferencia de otros shows de corte transformista, este pretendió cierto glamur que lo puso entre los pioneros o precursores de la cultura de espectáculos drag-queen contemporáneos, según algunos críticos conteporáneos.

Cierta leyenda dice también que el nombre del Ballet Azul, que se prendió al talentoso equipo futbolístico del Club Deportivo de la Universidad de Chile, le fue dado por el periodismo deportivo precisamente aludiendo al grupo artístico salido desde El Bossanova. Sin embargo, la situación parece ser inversa: muchos observan que el apodo para el equipo proviene de fines de los cincuenta y reclaman que la coincidencia de nombres nunca fue del gusto de la hinchada de esos años, pues consideraron que el Blue Ballet era una parodia del mote del club.

Tras tocar techo en Chile, en tanto, el Blue Ballet comenzó sus giras por Europa a partir del otoño de 1973, viajando con Ortiz hacia Italia. Paco Mairena, del Bim Bam Bum, era ya el profesor coreógrafo en ese período. Sin embargo, referencias orales y opiniones de testigos reportan versiones bastante opuestas sobre el resultado de aquella gira internacional: algunos aseguran enfáticamente que fue un éxito y que catapultó la popularidad del elenco; pero otros recuerdan que no fue tan celebrada como se ha asegurado y que, por esta razón, Tino dejó la dirección del grupo regresando a Chile, mientras sus integrantes se dedicarían a negocios muy diferentes como agentes de viajes, actividad circense y la gastronomía, en donde echaron raíces.

Sí es claro que, tras aquella experiencia, el equipo original del Blue Ballet acabó disolviéndose y se dispersó por países como España, Francia, Alemania e Italia. Sólo un par de veces se reunieron, para realizar presentaciones en escenarios alemanes, pero no hubo grandes proyecciones para el grupo. Recibiendo halagos de otros artistas del espectáculo y gozando de prestigio en ese ambiente nocherniego y bohemio, supuestamente, algunos de los transformistas de grupo se relacionaron con acaudaladas parejas e incluso algún duque en uno de los casos, lo que les permitió completar la transexualidad con onerosas cirugías que tampoco eran del todo posibles aún en Chile, por las capacidades técnicas de la época.

Aviso con el Blue Ballet como plato principal del show de la compañía de espectáculos Bim Bam Bum, en Santiago. Fuente imagen: sitio de Germán Bobe.

Una presentación del elenco en el Teatro Ópera, como parte del espectáculo de la compañía Bim Bam Bum, en fotografía de Julio Bustamante Sotelo. Fuente imagen: sitio Cultura Digital UDP.

Fantasía oriental del Blue Ballet en el Teatro Ópera, en fotografía de Julio Bustamante Sotelo. Fuente imagen: sitio Cultura Digital UDP.

El Blue Ballet en una de sus presentaciones profesionales, interpretando una fantasía de baile español. Fuente imagen: Candydubois.blogspot.com. 

 

Izquierda: Candy Dubois, una de las estrellas del espectáculo en el Bossanova e integrante del Blue Ballet, en su camarín. Forjó su propia leyenda tras romper con la tía Carlina. Fuente imagen: blog Corpustranstrave.blogspot.com. Derecha: Dubois en una de sus presentaciones en el escenario de "Le Trianon" para "El Jardín del Amor" de 1990 (Canal de Youtube de Germán Bove)

Le Trianon de Barrio Brasil, el restaurante francés y centro de eventos fundado por Candy y Monique, exintegrantes del Blue Ballet, al regresar a Chile en los ochenta.

Los destinos de cada integrante del deshecho Blue Ballet fueron varios: Solange e Hilda se quedaron viviendo en Europa, Alexandra instaló un restaurante en Santiago y Caprice compró una propiedad rural para vivir en ella sus años de retiro. A Gigi se le pierde el rastro, tal vez por haber sido de temprana deserción. Y dos regresaron a Chile desde París, a inicios de los ochenta: Candy Dubois y Monique, quienes habían pasado por los quirófanos del cambio de sexo en Casablanca... Una operación tan riesgosa en esos años que, según confesara esta última, se despidieron entrando a pabellón con la frase "hasta mañana, o hasta nunca".

Ya en el país, la pareja emprendedora decidió fundar en el Barrio Brasil un refinado restaurant de comida francesa y boîte: Le Trianon, en Santo Domingo con General Baquedano. Compraron el edificio esquina prácticamente en ruinas y listo para la demolición, y lo salvaron con grandes esfuerzos e inversiones, transformándolo en el restaurante y centro de eventos en 1984.

Con registro formal como Candelaria Patricia Manzo Seguel y habiendo nacido hombre en 1934, Candy Dubois logró forjar su propia leyenda en el ambiente, llegando a recibir apodos como la “Sara Montiel de Chile” y “La Divina”. Siempre recordaba que su infancia fue de muchos sacrificios, sin embargo: criada por sus abuelos paternos en Cartagena, nunca conoció a su madre, de cuya ventura con un sujeto había nacido. Escapó de casa a los diez años, hacia Valparaíso, durmiendo como mendigo entre los botes de Caleta El Membrillo, hasta que comenzó a hacer presentaciones de baile en el restaurante San Pedro, cantando temas de Brenda Lee y maquillándose con tiza de las mesas de pool, según recordó en una ocasión Monique, con quien se confesaba. Recibió el aplauso de los pescadores y la dueña le hizo un bikini para sus actuaciones bailando mambo, con un mantel tejido a croché. Así comenzó su carrera como transformista.

Candy aseguraba nunca haberse prostituido, además, viviendo sólo del espectáculo con el que llegó a El Bossanova justo a mitad de los sesenta, integrándose al posterior Blue Ballet. Sus virtudes en el baile habían llamado la atención de Mairena ya antes de hacerle clases al grupo de baile, cuando se conocieron en el espectáculo del Teatro Picaresque, logrando reclutarla para una compañía y dándole un buen impulso a su carrera artística. Candy llegó a llamarlo padre, incluso en público, dado el afecto que tenía por el coreógrafo con el que se reuniría en las presentaciones del Teatro Ópera.

Ya en Chile otra vez, el experimento de Candy y Monique buscó establecer en Le Trianon un pequeño Folies Bergere en el casco histórico de Santiago, decorado minuciosamente al estilo Teatro Lido francés y soñando con revivir en él la época de esplendor de la revista chilena y su propio aporte a ella como parte del Blue Ballet, vertiendo por ahí sus experiencias en las tablas. Al mismo tiempo que realizaban presentaciones en el local, había en programa otras a cargo del equipo de Mairena, además de un comentado show organizado por el productor Willy Geisse en el Hotel Hyatt.

Cabe señalar que hubo integraciones posteriores al cuerpo de baile del Blue Ballet y un intento muy tardío por retornar a Chile ofreciéndose como el auténtico, pero los conocedores y sobrevivientes de la época aseguraban que estuvieron años luz de tener alguna relación con el original, aquel de la tía Carlina y luego de Ortiz.

Candy, con su propia fama ya construida, falleció de un agresivo cáncer linfático el 21 de mayo de 1995, tras despedirse y anunciar su retiro en Le Trianon a fines del año anterior. Dejó algunos registros participando en videoclips de grupos musicales (en algunos ya sin su cabello o usando pelucas, como consecuencia de la quimioterapia) y una presentación en vivo con la banda La Ley en el Festival de la Canción de Viña del Mar, al parecer la última de su carrera, en el mismo año de su muerte. Esta última fue vista con gran entusiasmo del público de Le Trianon, en los televisores del establecimiento de Barrio Brasil. La banda le había dedicado la canción "Fausto", del álbum "Invisible". Apareció en forma póstuma, también, en el filme "Moizéfala la desdichada" de 1996, obra de Germán Bobe con música de su hermano Andrés Bobe, músico líder de La Ley, también ya fallecido al momento del estreno, por trágica casualidad.

Candy nunca se reconcilió con la tía Carlina, según se sabe, y su sueño de restaurar los espectáculos al estilo del Blue Ballet en Le Trianon quedaron más bien planos etéreos con su partida. Sus cenizas fueron esparcidas en la Caleta El Membrillo, y se puso una placa recordándola en el lugar. El restaurante de Barrio Brasil pasó a ser sólo un centro de eventos, abriendo cuando hay actividades agendadas en él.

En tanto, el local Manhattan de Arica en donde debutara profesionalmente el Blue Ballet, en la actualidad es una ferretería. Nada queda de aquél en su interior, salvo parte de los muros y la distribución de los espacios de la planta ya que, prácticamente, todo ha sido modificado. Además de la remodelación, se levantó un segundo nivel al local, de modo que ni siquiera conserva el aspecto que tuvo cuando tocaba las estrellas de las cálidas y luminosas noches ariqueñas de tiempos románticos, esos cuando quien no conocía el Manhattan, no conocía Arica. ♣

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