Silva, en una de sus histriónicas actitudes. Fuente imagen: sitio web Ferplei.
Sergio Nicolás Silva Acuña llegó a este mundo el 22 de enero de 1928, predestinado por el destino a tener un brillante futuro como locutor, actor de radioteatro, profesor de locución, relator deportivo, notero y varias otras disciplinas. Pasó su infancia jugando fútbol con amigos en las calles de Viña del Mar pero, tal como su hermano Iván, empezó a mostrar desde temprano una tendencia a lo que sería la pasión y vocación de su vida: las comunicaciones.
Sus inicios radiales comienzan siendo muy niño, entonces: a los 11 años, cuando participó de un programa del locutor, guionista y presentador Alejandro Michel Talento, iquiqueño que se especializó en show radiales infantiles y quien, tras una larga estadía en Colombia, trajo desde allá también su programa televisivo “El club del tío Alejandro” y otro titulado “Sacapunta”, primeros de su tipo en la televisión chilena.
La experiencia radial de don Sergio comienza, profesionalmente hablando, hacia los años cuarenta. Debuta en este medio participando en programas como "Intimidades de la familia chilena" y después en una de sus primeras incursiones de humor en "Topaze en el Aire" de Radio Corporación en 1946, cuando sólo tenía 17 años.
A mayor abundamiento, “Topaze en el aire” fue programa relacionado con la revista de sátira política del mismo nombre, en el que Silva permaneció hasta el año siguiente trabajando junto a Raúl Matas. Uno de los músicos del mismo era, por entonces, un adolescente pianista llamado Valentín Trujillo, el mismísimo maestro y director musical de quien recordaba el locutor llegaba a trabajar a la radio en pantalones cortos, dada su corta edad. Silva hacía allí imitaciones del propio presidente Gabriel González Videla, algo que al mandatario le gustó, curiosamente, invitando al elenco a una fiesta de campo con presencia del cuerpo diplomático, en donde pidió directamente a Sergio que lo emulara enfrente de todos.
Para muchos, la voz de Silva fue ya desde entonces una de las más grandes y características de entre todos los locutores que ha tenido la radio y la televisión chilena, tal vez sin parangón ni sustituto, sólo a la altura de otros próceres históricos como Pepe Abad, Raul Matas, Ricardo Calderón, Pepe Guixé, Patricio Varela, Enrique Maluenda, Juan La Rivera o Patricio Bañados. La impresión se veía avalada por su trayectoria y por su trascendencia en el tiempo, al punto de que muchas grabaciones de su voz usadas en continuidades de radio, en comerciales o en presentaciones de televisión, seguían empleándose todavía a una década después de su muerte. Casado con actriz María Esperanza Soura, tuvo seis hijos, destacando especialmente en los medios de comunicación la bella Esperanza Silva, que siguió los pasos profesionales de la madre como actriz de cine y teatro chileno.
Silva también prestó su maravillosa y profunda voz a todas las instancias de las comunicaciones donde se pudo requerir de su talento: lectura de noticias, documentales, publicidad, encadenamientos de continuidad radial, animación, cortinas, presentaciones, rutinas de humor, mensajes instructivos, narración oral, etc. Hasta en algo de canto y jingles incursionó. Hubo una época en que, prácticamente, no había una voz en off en las producciones de Canal 13 que no fuera la de don Sergio.
Su importancia y liderazgo en la radio estaban configurados ya cuando aún era un profesional joven de las comunicaciones. En 1953, según recuerda el investigador Guillermo Inostroza Rojas, Silva fue activo en una campaña para convencer a las autoridades de salvar el pueblo de Isla de Maipo durante los terribles temporales de lluvia de ese año y que casi hacen desaparecer el poblado por el eventual cierre de las compuertas del canal San Carlos y la crecida del río Maipo.
En aquella parte de su vida radial, además, había destacado también por sus personajes de la famosa "Radio Tanda" de Radio Minería, célebre e histórico programa en donde compartía micrófonos con Ricardo Montenegro, Williams Rebolledo, Patricio Villanueva, Casiano Peláez y Anita Desideria González, entre otros iconos de la edad de diamantes para radiofonía y las candilejas chilenas. Junto a "La Bandita de Firulete" de Jorge Romero y otros ejemplos parecidos, “Radio Tanda” es recordado entre los clásicos históricos del radioteatro de humor en Chile. Interpretaba allí a curiosos personajes con gran destreza fonética, como un niño de escasa inteligencia llamado Amadeo, una anciana llamada Silvia Cabello Crespo, además de realizar imitaciones de ruidos como aves, teléfonos, puertas chirriantes, etc.
El locutor en "Noche de Gigantes", programa de Canal 13, en 1979.
Sergio Silva hacia sus últimos años. Fuente imagen: "Las Últimas Noticias" (1986).
El elenco de "Radiotanda" en los años ochenta. De izquierda a derecha: Sergio Silva, Ricardo Montenegro (hijo), Williams Rebolledo, Anita González, Hernaní Banda, Esperanza Silva, Patricio Villanueva y Sergio Matus. Imagen publicada en el libro "Testimonios. Ana González, primera actriz".
Publicidad para el programa "Radiotanda" de Radio Minería,
en los años ochenta, transmitiendo desde la Sala del Ángel. De izquierda a
derecha, se observan en la imagen: Patricio Villanueva, Anita González, Williams
Rebolledo y Sergio Silva. Fuente imagen: blog de Benjinta (sección de radioteatros).
Su experiencia en la televisión, en tanto, comienza con los años sesenta, en donde alcanzó gran renombre cuando esa particular voz comenzaba a revelar también su rostro: partió como guionista y actor de "Mi familia y yo" de Canal 9, en 1961. Como el programa se hacía en su propia casa, debió ser adaptada la residencia como todo un estudio.
Pasó desde allí a "Clases alegres" de la Corporación de Televisión de la Universidad Católica de Chile, Canal 13, en el año 1968. También leyó noticias, en este período. Además, graba canciones y cuentos infantiles para vinilos en el Conjunto Carrusel, del que formaban parte también Alicia Quiroga, Jorge Dahm y Lucho Souza.
Nunca abandonó su capacidad de reportero, sin embargo: Silva habría sido el único representante de la televisión nacional que estuvo presente en la entrega del Premio Nobel de Literatura a Pablo Neruda, en 1971, a su vez en representación de la prensa continental. También realizaba entrevistas y microdocumentales para diferentes programas de Canal 13, actividad en la que se mantuvo hasta el final de sus días en aquella estación.
Al mismo tiempo, sus relatos deportivos pasearon principalmente entre el fútbol y el boxeo, acompañado de otros peso-pesados ya desaparecidos como Renato Mister Huifa González, Julito Martínez o Pepe Abad. Fueron memorables las transmisiones durante la última gran época del pugilismo desde el Teatro Caupolicán y el Estadio Chile, hoy Víctor Jara. Hacia 1980, aquellas “Noches de Boxeo” de Canal 13 eran relatadas por Silva y comentadas por Martínez, después de la inolvidable presentación musical que daba inicio al programa: la “Marcha de Fanfarria” de los Juegos Olímpicos de Múnich en 1972, obra de Herbert Rehbein. Se cree que fue el director televisivo Gonzalo Bertrán quien decidió incorporar el tema orquestal al área deportiva del canal.
Cuando se había creado la estación de Televisión Nacional de Chile, Silva estuvo contratado allí también para encargarse del relato deportivo, especialmente de fútbol, aunque se le recuerda por su tendencia a ser muy breve y pausado en sus frases de relato, un estilo que no cumpliría con el rito emocional que se exige actualmente al mismo oficio. Empero, el locutor intercambiaba su relato con observaciones ingeniosas y bromas, algunas de comprensión no instantánea, a diferencia de la locuacidad más enérgica y apasionada que cultivarían otros colegas suyos. Se recuerda por ejemplo que, en una de esas ocasiones de transmisión futbolística, un delantero de apellido Herrera falló el disparo del balón al arco contrario, y Silva comentó fingiéndose muy serio y académico parafraseando la famosa sentencia de Séneca: "Herrera humanum est". Otra versión de esta historia dice que sucedió durante un partido de los clubes Colo Colo y Naval, a propósito de un foul de Leonel Herrera a Oscar Herrera.
Como sea, Silva solía hacer una dupla ingeniosa y bromista de relato con Darío Verdugo en las transmisiones radiales, amenizando las tensiones del desarrollo de cada partido. Siempre fue del tipo de improvisador chistoso que lanzaba una broma pero no se reía de su propia “talla”, haciendo más jocosa cada situación. Incluso había sido apodado el Cara de Palo por su permanente falta de gestualidad, mote que le habría inventado su colega periodista Marina de Navasal, llamada en realidad Marina Kunstmann Oettinger, pero quien usaba el apellido de su esposo el periodista y comentarista español José María Navasal.
También fue Sergio Silva quien transmitió el Mundial de Fútbol de 1974 para Televisión Nacional de Chile, desde Alemania. Sin embargo, por lo que aparentemente fue un anodino altercado que se magnificó en la comitiva chilena enviada bajo vigilancia de representantes del Régimen Militar (nunca quedó totalmente claro este asunto), Silva decidiría que era mejor para él no alejarse de su patria bajo dictadura y vivir un rato en Europa, residiendo en Alemania, Países Bajos y España mientras continuaba trabajando allá en radiocomunicaciones.
A su regreso a Chile, a fines de 1978 y nuevamente en 1979, el locutor venía decidido a hacer sólo una visita, siendo entrevistado por Mario Kreutzberger, Don Francisco, en su entonces exitoso programa de conversación nocturna “Sábado Gigante”. Por alguna razón probablemente emocional, sin embargo, decidió restablecerse en el país y ofreció otra vez su prestigio y categoría comenzando a perfilarse como un conductor de programas sobre temas científicos y tecnológicos, especialmente orientados a público joven, experiencia pionera que sería desarrollada y consagrada ya en los años ochenta por el joven periodista Hernán Olguín, prematuramente fallecido y también por los mismos años en que le tocó a don Sergio.
Su versatilidad profesional era asombrosa: a pesar de la falsa apariencia de hombre parco que tenía y que le hiciera merecedor de apodos curiosos, fue notable el desempeño del locutor en el género humorístico, el radioteatro popular y la comedia, participando de sketches y rutinas con destacados actores del género, tanto para radio y televisión. Por su carácter bromista, ingenioso y alegre, además de su extraordinaria capacidad de improvisador, encajaba perfectamente con estas artes.
Las pésimas noticias sobre la salud de Sergio Silva, en "La Tercera" del jueves 28 de julio de 1988.
Familiares y deudos arrojando las cenizas de Sergio Silva en las aguas de Viña del Mar. Fuente imagen: "Las Últimas Noticias" (1988).
Fuente audio e imagen: Canal REC Online / "Noche de Gigantes", Canal 13 - 1979.
Volverá a “Radio Tanda” entre 1980 y 1985, entonces, interpretando personajes como el Dr. Cátedra, emigrando también a “Sábados Gigantes” en este período. Aquellas últimas transmisiones del programa radial se hicieron desde la Sala del Ángel, teatro de Anita González en la galería comercial de Huérfanos con San Antonio. El radioteatro se hacía con público presente en la misma.
Hombre de enorme cultura, experiencia y seriedad en su trabajo, Silva trabajó por entonces para los reportajes cortos del programa "El Festival de la 1", en Televisión Nacional. También liberó parte de sus instintos de comediante hacia esos años y, además de los radioteatros, alcanzó a aparecer actuando en la primera temporada del show humorístico televisivo "Mediomundo", también de Canal 13, apareciendo entre el elenco en 1985. En este programa -que duró varios años al aire- trabajó con otros conocidos cultores del oficio como Pepe Tapia, Jorge Romero Firulete, Andrés Rillón, Julio Jung, Gloria Münchmayer, el locutor Juanito La Rivera y su propia hija Esperanza, entre muchos otros.
Así, entonces, sucedía que se encontraba en un excelente momento profesional en aquel momento, recibiendo galardones y con innumerables proyectos. Estaba encargado también de algunos reportajes, entrevistas y notas para la mejor época que tuvo el show "Sábados Gigantes", donde compartía un espacio del programa sentado junto a su amigo el animador Don Francisco, dedicado a curiosidades, "cámaras viajeras" y asuntos de actualidad. Llama la atención que Silva fue un importante reportero de temas urbanos en esta época (edificios especiales, atracciones, personajes, etc.), probablemente uno de los primeros de este tipo en la televisión popular chilena.
Pero la tragedia comenzó justo en este buen tránsito de su vida madura, el domingo 16 de febrero de 1986, cuando debió ser hospitalizado por una arritmia cardíaca y un pequeño ahogo, en el Clínica Reñaca. Como siempre, don Sergio se encontraba risueño y bromista cuando entraba al recinto de atención, aquel día de verano. Por una inexcusable negligencia médica, sin embargo, se le dijo que su malestar era sólo pasajero y, sin realizarse exámenes de ningún tipo, se le administró una droga incompatible con su condición de salud. Esto lo dejó en coma, empeorando a estado vegetal irreversible, poco después.
La noticia fue devastadora, pues Silva era a la sazón, uno de los hombres más populares y queridos de las comunicaciones chilenas. Intentando ayudar con algo en los enormes gastos que debía enfrentar la familia, sus colegas de los medios de comunicación realizaron encuentros de beneficencia. Poco más tarde, a fines del mes de julio, debieron removerle sus cuerdas vocales supuestamente para despejar sus vías respiratorias, aunque se comentó en la prensa de esos años que esto se debió a que había desarrollado un cáncer. Así, incluso si el estimado locutor hubiese despertado de su doloroso sueño, ya no podría ofrecer más esa voz característica y propia que enseñoreó cientos de transmisiones de radio y televisión. Consternado por estas malas noticias, su colega Julio Martínez comentó en esos días: "Causa desgarro saber que ha perdido para siempre su voz, acaso lo mejor de su cofre... (es como) amputarle las manos a algún destacado pianista, como Claudio Arrau".
En tanto, la clínica iba a ser demandada por 600 millones de pesos por daños, con la familia representada por el abogado Fernando Uribe-Etxeverría. Sin embargo, en un controvertido proceso judicial quedaron reveladas alteraciones de las fichas médicas y algunos implicados simplemente no se presentaron a declarar. Nadie pagó jamás alguna pena aflictiva real por esta situación.
Aquel fue el último capítulo de su existencia física, en tan precarias condiciones. Sergio Silva los pasó sin volver a recuperar la conciencia, en su casa de calle Las Arañas de La Reina, en donde la familia hizo grandes sacrificios para darle los cuidados y atenciones necesarias, convirtiendo la residencia en una verdadera clínica personal a su servicio. Diariamente, era atendido por la enfermera puentealtina María Elena Valenzuela y la empleada doméstica Eugenia Soto, a quien la familia definía como un verdadero "ángel de la guarda". El kinesiólogo Máximo Escobar brindó también un excelente servicio profesional, para evitar escarificaciones y llagas en el cuerpo del enfermo.
Tras dos años y medio de sueño agónico y profundo, Sergio Silva Acuña falleció el sábado 29 de octubre de 1988, a los 59 años de edad, con casi 40 de ellos dedicados enteramente a las comunicaciones. Todas las esperanzas de una recuperación milagrosa se evaporaron en el negro año aquel.
Conmocionados, sus deudos, amigos y admiradores fueron a despedirlo a la Iglesia de Santa Marta, en una ceremonia dirigida por el sacerdote holandés Arturo Klaessen, quien había estado yendo diariamente en su bicicleta hasta el domicilio de los Silva para darle atención espiritual a don Sergio. Luego, partió un inmenso cortejo hacia el cementerio: iban allí los hermanos Mario y René Kreutzberger, Enrique Maluenda, Juan La Rivera, Raúl Matas, Petronio Romo, Sonia Viveros, Patricio Bañados, Humberto Duvuachelle, Tennyson Ferrada, Carlos Caszely y muchos otros. El dolor se mezclaba con la indignación por lo sucedido en la clínica donde encontró la razón de su muerte. La joven Esperanza habló a nombre de sus familiares, agradeciendo a los presentes y clamando justicia, mientras Radio Minería transmitía en vivo los funerales. Flores de pergoleras y pañuelos al viento le dieron el adiós al paso.
Cumpliendo con lo que fuera su petición en vida, los restos de Sergio Silva fueron cremados y esparcidos en las aguas de su querida Viña del Mar, enfrente de las playas de Avenida 8 Norte, el lugar de sus juegos de infancia. La despedida final fue a las 12:45 horas del día siguiente, 1 de noviembre. Esto se hizo desde una barcaza salvavidas abordada por los deudos, marinos y representantes de la prensa, salida desde el Muelle Prat de Valparaíso. Fue una ceremonia de hondo recogimiento y congoja, observada por sus seguidores desde el borde costero.
La ausencia del gran locutor nunca pudo ser llenada material ni simbólicamente. El Sindicato de Locutores instituyó en su memoria el Galardón Sergio Silva, y un establecimiento educacional de La Cisterna tomó su nombre: Escuela Básica Sergio Silva Acuña. Una calle de Maipú también ha sido bautizada así, prolongando su recuerdo. ♣
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