Lorenzo d'Acosta en sus últimos años de actividad, en fotografía publicada en el diario "La Tercera" en 1990.
Es conocido el asunto de la vida espartana que llevaban muchos músicos de la antigua bohemia, incluso algunos de los más consagrados, en aquellos tiempos cuando era difícil para el rubro atrapar la bonanza utilitaria que conseguían las mismas boîtes, cabarets y night clubs en donde tocaban. Esta carencia alcanzaba incluso a los que hacían giras por su país o el extranjero, no pocas veces. Se sabe de instrumentistas o cantantes quienes cumplían temporadas completas sin recibir un solo peso, esperanzados en ser descubiertos por algún productor entre el público o con la expectativa de comenzar a subir peldaños en el desarrollo profesional dentro del ambiente. No era poco común que algunos músicos debiesen ser invitados incluso en las mesas de los propios establecimientos en donde aparecían en cartelera y formando parte de las atracciones, paradójicamente, pues había en ellos algo del casi arquetípico símbolo del poeta pobre, tan bien representado en el famoso cuadro del alemán Carl Spitzweg.
Todavía existe cierto prejuicio e inspiración para chistes ,por aquella razón. En el uso popular quedan como demostración dichos del habla hispana al estilo de "pasar más hambre que un músico" o, aún peor para su prestigio profesional, "músico pagado toca mal son", recordando que es mejor la remuneración después de la ejecución del trabajo o el empeño y sentido de responsabilidad para cumplir no será el mismo. Sin embargo, a pesar de cualquier generalización malévola, existe una notable excepción protagonizada un grupo de músicos chilenos que pudo hacerse súbitamente rico en los años cuarenta, involucrando en esta anécdota a dos nombres bordados en oro en las páginas históricas de la bohemia santiaguina: la boîte La Quintrala y el director Lorenzo d'Acosta.
La historia del Sótano de la Quintrala es un tema que ya hemos tomado de manera más extendida en este sitio. Resumiendo, la famosa boîte existió entre 1942 y 1949 en un subterráneo de Agustinas 867, a pasos de la Iglesia de San Agustín y en parte de lo que se suponían eran los bajos de la antigua propiedad colonial que doña Catalina de los Ríos y Lisperguer, la Quintrala, tuvo en este mismo lugar haciendo esquina con calle Estado, por lo que siempre se trató de un espacio plagado de leyendas oscuras y misteriosas. Abierto por el llamado Señor de la Noche, don Pedro Fernández, y después tomado por el empresario Roberto Yazigi, La Quintrala fue uno de los establecimientos más famosos y concurridos de su época, con una gran cantidad de artistas nacionales e internacionales además de estupendas orquestas dirigidas por maestros como Víctor Carbone, Roberto Díaz y Rafael Hermosilla. Se mantuvo activa y vigente hasta que debió ceder aquel enigmático sótano a otro mítico restaurante bailable: El Pollo Dorado, llegado allí a mediados del siglo, aunque unos años después se mudaría a otro subterráneo exactamente vecino, en el entonces flamante Edificio La Quintrala que aún existe en la esquina.
Entre los directores musicales que fueron reclutados por Yazigi para tocar en el Sótano de la Quintrala durante las espectaculares veladas bailables de aquellos años, estuvo también el gran maestro Lorenzo d'Acosta, figura casi legendaria de las antiguas noches santiaguinas y de quien hemos publicado también un artículo anterior sobre su vida y legado. Nacido en 1914 como Lorenzo da Costa Carvacho, era hijo de don Manuel da Acosta y de joven se hizo multiinstrumentista, paseando por estilos que iban desde el jazz y el swing hasta ritmos tropicales. Usando identidades artísticas como Da Costa, D'Acosta y De Acosta, por muchos años sería uno de los músicos más cotizados del ambiente bohemio chileno, especialmente en los tiempos cuando dirigió las Orquesta Saint Lorentz y después la Orquesta d'Acosta, esta última con un equipo de músicos que se armó precisamente en los tiempos de La Quintrala.
Estando ya D'Acosta en el sótano de Agustinas, fue batuta de la orquesta de jazz para los bailables mientras su colega Díaz se encargaba de la orquesta típica. Sucedió entonces que una feliz circunstancia del destino y el buen azar haría acaudalados -de la noche a la mañana- al maestro musical y a sus nueve músicos, en 1947. Este fue un episodio comentado por su propio protagonista al periodista de espectáculos y entretenciones Osvaldo Rakatán Muñoz, para su valiosa obra memorial "¡Buenas noches, Santiago!". Aunque aparece relatada con una pequeña errata numérica al señalar el año de este acontecimiento, podemos leer allí lo siguiente:
De la boite “La Quintrala” tiene un simpático y grato recuerdo. Eran las noches bohemias de 1948. Tocaba con su orquesta en este local que pertenecía entonces a Roberto de Yazigi y donde era asiduo visitante el recordado “Pelado” Escanilla. Le acompañaban en su conjunto: Raúl Díaz Oscar Cid, el “Canario” Reyes, un músico al cual le decían “El Gueñe”; Raúl Salas, el “Puntete” Jorge Barahona en la batería. Enrique Sanchiz y Tato Miranda.
Una noche recuerda Lorenzo, el abogado Robinson Figueroa que había pasado allí una noche inolvidable, antes de irse, feliz nos dio una regia propina. Nosotros decidimos invertirla comprando un entero de la Lotería. Era el número 18923… ¡Nunca lo he olvidado! Bueno, nos sacamos el gordo y cuando supimos la noticia salimos esa noche a la calle Estado tocando nuestros instrumentos y haciendo una “cola” que recorrió toda la cuadra. Al volver, hicimos cerrar el negocio y nos quedamos todos adentro, con nuestros amigos, festejando.
Los músicos de la Orquesta D'Acosta, con su director a la derecha, en imagen publicada en "Las Últimas Noticias" en 1940, a propósito de su debut en el café Olimpia de calle Huérfanos.
Orquesta de Lorenzo d'Acosta (con la lady-crooner Lita Nelson) en la revista "Ecran" en 1946, cuando hacían presentaciones en el Casino de Viña del Mar.
Avisos varios con la cartelera de estrellas de La Quintrala hacia los últimos meses de 1946, cuando la Orquesta d'Acosta ya tocaba en el lugar. Imágenes publicadas en el diario "Las Noticias de Última Hora".
Fragmentos del filme chileno "El Gran Circo Chamorro" de José Bohr, con
el actor cómico Eugenio Retes, año 1955. Se ven en las escenas el acceso
e interior del primer sótano que ocupó El Pollo Dorado en la dirección de calle Agustinas 867, en Santiago, en
donde mismo había estado antes la boîte La Quintrala. Aparece también la
artista cubana Xiomara Alfaro con sus músicos, cantando el tema
"Atrácale el bote" con música del propio director Bohr.
La descrita historia de aquel golpe de suerte en La Quintrala también está disponible en la revista de espectáculos “Ecran” del martes 29 de julio de 1947, sólo unos días después de conocida la noticia. Allí no se revela que la mano iniciadora de la cadena que llevó a la fortuna fue el abogado Figueroa, sin embargo, quien parece haber buen cierto prestigio que cuidar en el ambiente judicial ya que su nombre aparece en casos de tribunales de la misma época. En la página de comentarios de espectáculos podemos leer más particularidades de este caso:
Los músicos, por su parte, han celebrado una gran fiesta íntima. En el Club Musical comieron, hicieron chistes y estuvieron juntos hasta la madrugada (martes 8), invitados por los diez afortunados componentes de la orquesta de Lorenzo Da Costa, que obtuvieron seiscientos mil pesos en la lotería de un número que compraron en común. La historia se remonta a una noche de juerga de un cliente de La Quintrala, donde actúa la orquesta de Lorenzo. El hombre se sentía feliz y nunca había escuchado una música más agradable a su oído, que en esos momentos llegaba desde el palco escénico a través de los vapores alcohólicos que le envolvían, y el murmullo de las parejas en la pista de baile. Tanta fue su alegría, que llamó a uno de los garzones, metió la mano dentro del bolsillo de su pantalón y sacando un fajo de billetes, se los envió al director de la orquesta.
-¡Para los muchachos..., si me hace el favor, joven!
La cantidad de dinero no era mucha. Cuando el local estuvo por cerrarse y los músicos hicieron el balance de la propina que les había enviado el generoso cliente, llegaron a la conclusión de que no valía la pena compartirla entre diez.
-¡Compremos un entero de la lotería!
La idea fue salvadora. Compraron el número y hoy cada uno de ellos cuenta con sesenta mil pesos en el bolsillo, restándoles los gastos que hasta hoy han hecho. El día que cobró su premio, el director Lorenzo Da Costa se paró en la puerta del café de los artistas y cuando se reunían delante de él muchos conocidos sacaba de sus bolsillos algunos billetes de mil pesos, muy bien sujetos con un elástico, a la manera de los bancos, y con ellos se limpiaba el polvo de los zapatos. Puntete, el batería de la orquesta, dijo en un comienzo:
-¡Me voy a comprar una batería de cuarenta mil pesos y después voy a ir a vivir durante quince días a Harlem!
Su plan incluía esa quincena tendido en una cama, con la cabeza apoyada en las manos, escuchando la música de los negros de Harlem.
Los ahora financieramente holgados músicos de la orquesta de La Quintrala llegaron a pensar en comprar la boîte al señor Yazigi, proyecto para el cual pondrían cada uno parte de los $66.600 que habían ganado por cabeza con aquel premio. Eran los tiempos de apogeo del club, en que además de la orquesta se había estado presentando allí la cantante y actriz argentina Choly Mur (Ana Fernández), misma quien contrajo matrimonio en Chile con un conde y odontólogo yugoslavo pero acabó trágicamente fallecida en Buenos Aires en un accidente de tránsito provocado por su adicción al alcohol, sólo unos años después. D'Acosta informaba a Rakatán que también estaban en esos días el mago Richard Suey, la Orquesta Típica de los Hermanos Carbone y la joven actriz Lucy Lanny, por entonces estrella revelación del cine chileno.
Y aunque la intención de comprar colectivamente La Quintrala nunca se materializó, la decena de afortunados trasnochadores organizó generosamente la señalada gran comida de celebración sólo dos días después de cobrar el premio. El Club Musical de Santiago, establecimiento institucional y social del gremio de los músicos, fue el espacio escogido para la reunión, en el nuevo local que había inaugurado hacía cerca de un mes en calle Huérfanos 790 con San Antonio, pleno barrio del "Broadway santiaguino", como se le llamaba por entonces por su intensa oferta recreativa y de espectáculos. Este club sirvió también como lugar de encuentro para el Centro Democrático Julio Martínez Montt y ocupaba el mismo sitio en donde estuvieron, ya después del medio siglo, las alguna vez conocidas tiendas de calzado Ritz y más tarde las óptimas Rotter y Krauss, junto al acceso norte a la Galería del Ángel.
Hasta la fastuosa fiesta de aquel martes 8 de julio en el Club Musical asistieron como invitados todos los amigos y cercanos de los anfitriones, incluidos varios periodistas y compositores. Rakatán informa nombres como los de Pancho Flores del Campo, Jorge Escobar Guzmán, Lucho Fuenzalida, Guillermo Zurita y el recordado maestro tanguero Armando Bonansco (a veces presentado como Bonasco), aunque faltan muchos más de la nómina.
La singular historia de la orquesta que se viera súbitamente llena de billetes entre instrumentos y partituras ha sido comentada también por autores como Roberto Merino en sus libros sobre curiosidades y minucias de Santiago. Así, pues, nadie puede negar que el toque con la vara mágica de la suerte recibido por el capitán D'Acosta y sus soldados musicales fue un muy feliz hito para el recuento cronístico de la bohemia en Chile... Eso sin contar que, a los diez afortunados del gremio, el mismo destino les permitió conocer las bondades del dinero en abundancia, aunque quizá fuera por sólo un breve tiempo. ♣
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