Rodaje de la película "Tres tristes tigres" en El Frontón, en el verano de 1968. Se observa entre los actores al director de fotografía Diego Bonacina haciendo pruebas. Imagen publicada en la revista "Ecran".
En la dirección de San Pablo 3244, entre lo que queda del antiguo teatro-cinema Minerva, al oriente, y la famosa Panadería San Camilo haciendo esquina con Matucana, al poniente, se observa un sencillo edificio comercial con dos niveles y actualmente dividido en un par de negocios. Sobre la parte alta de su ala oeste, casi tocando las cornisas, aún se distinguen entre capas y capas de vejez tapada con pintura ya escamada las siluetas de unas letras con el nombre del antiguo establecimiento que allí reinó por tantos años, como símbolo de la bohemia clásica y popular en esos barrios: El Frontón.
Aunque hoy existe muy poca información por parte de memorialistas y patrimonialistas sobre aquel establecimiento, sabemos que se trataba de un típico restaurante viejo con ciertos elementos de cantina de barrio, en donde el tiempo y el propio mercado recreativo se encargaron de ir convirtiéndolo también en cabaret y boîte. Tenía así espectáculos en vivo y también una cocina disponible durante todo el día, con los comedores distribuidos en las salas del primer piso. La antiquísima barra en donde se servían los tragos no podía ser más típica: con un clásico televisor al centro y, sobre el mismo, un reloj mural contando en reversa el tiempo de los beodos. Además de las comidas típicas y algunas delicadezas internacionales se ofrecía de todo allí para beber: vinos, ponches, arreglados, borgoñas y los excelentes colas de mono del local con el propio nombre del bar, los que se encontraban disponibles durante todo el año.
Aquel sitio había sido un frontón de pelota vasca cuando entró en sus operaciones, lo que explica también su nombre. Tenía un acceso secundario por el lado de la calle Chacabuco, volviéndose un importante sitio para el ejercicio de dicho deporte en Santiago, de hecho. Allí se jugó, por ejemplo, el principal encuentro deportivo de la colonia vasca en 1927: el partido entre los tres mejores exponentes de la disciplina, Tomás Arrázola, Pedro Etcheberry y Pedro Vizcarra, contra el campeón visitante Baltazar Astigarraga. El diario "La Nación" del domingo 23 de octubre anunciaba el encuentro para ese día a las 11 de la mañana, agregando sobre la cancha:
El Frontón San Pablo, el más cómodo que se cuenta en esta, ha sido convenientemente arreglado con el objeto de dar cabida a los numerosos asistentes ofreciendo las mayores comodidades.
Muy pronto vendrá temporada deportiva de 40 puntos a mano, con un desafío entre la dupla de Etcheverry y su compañero Salvador Caussade contra Vizcarra y Arrazola, el domingo 11 de diciembre del mismo año. Asistió en la ocasión incluso el ministro de Relaciones Exteriores y hombre de gran experiencia en la diplomacia, Conrado Ríos Gallardo, entre otras autoridades. Los años treinta comienzan con El Frontón San Pablo también como sede del Campeonato de Pelota Vasca a Paleta, por lo que, a esas alturas, era un relevante centro de encuentros sociales para la colonia euskera en la capital chilena. Además de los nombrados, otros importantes deportistas de este juego pasaron por allí, como Ceferino Merino, Lázaro Serrano, Gil Córdova, Nicolás Moreno, Pedro Etcheverry, Alberto Amaro, Román García, Nicolás Uriarte, Máximo Galilea, José Uranga, Manuel Genué, Julián Izurieta, Emilio Soto Gurruchaga y Miguel Laguna. Todavía a principios de los años cuarenta la importancia fundamental del establecimiento era como cancha para pelotaris.
Lo que después sería la boîte y dancing club El Frontón nació, entonces, como el casino y centro de eventos de dicho recinto deportivo, en años cuando estaba de moda aún la actividad de los peloteros. Servía además como sede de actividades recreativas institucionales para el Centro Vasco, entre ellas la celebración alrededor de la fecha santoral de San Ignacio de Loyola (por ser patrono de Guipúzcoa y Vizcaya) en 1929: en el lugar y la ocasión se jugaron dos partidos de pelota y, a continuación, se realizó una cena familiar seguida del baile, amenizado por la orquesta de músicos militares, con algunos arreglos ambientales que procuró el entonces concesionario, señor Nicolás Uriarte. La entrada al evento, realizado a partir de las 12:30 horas del 3 de octubre, fue por el lado de calle Chacabuco.
Anuncio de El Frontón con las presentaciones del Trío Añoranzas, publicado en el diario "La Nación" en febrero de 1948.
Raúl Ruiz, director de "Tres tristes tigres", junto a un asistente y al actor Alonso Venegas, en El Frontón, año 1968. Imagen publicada en la revista "Ecran".
Rodaje de "Tres tristes tigres" en El Frontón, en 1968. Están presentes los actores Nelson Villagra y Alonso Venegas. Imagen publicada en la revista "Ecran".
Escenas del filme chileno "Tres Tristes Tigres" de Raúl Ruiz, de 1968, rodadas en el restaurante El Frontón.
El casino del Frontón San Pablo fue priorizando poco a poco su propuesta recreativa por sobre la deportiva, misma que iría retrocediendo también en los intereses generales del público durante los años venideros, comparada con la atención popular que provocaba en su mejor momento. Es así como encontramos que ya se ha vuelto una suerte de centro de eventos para 1935, a pesar de que continuaba activo aún como cancha deportiva. Para la noche del 24 de marzo del año siguiente, por ejemplo, el casino es lugar de una gran manifestación con fiesta organizada por el Club de Deportes Ricardo Cumming para su ex tesorero Jaime Bastías, el director del club de Fútbol don Alcibíades Navarro y los jugadores del segundo cuadro que habían clasificado en su serie en el campeonato organizado por el Club Deportivo Gath y Chaves. Posteriormente, la Asociación de Fútbol de la Quinta Normal también realizaría allí reuniones y banquetes, destacando una comida de noviembre de 1938 con la que cerró su festival de actividades de ese año.
Cuando el negocio ya estaba consagrado por entero a la oferta culinaria y de espectáculos, la calidad de los números que allí se presentaban también se perfilaron como un perfecto enganche de público. Aparecen en la cartelera del verano de 1948, por ejemplo, el trío Añoranzas de Jorge Novoa, Washington González y Segundo Guatón Zamora, este último autor de la cueca "Adiós, Santiago querido" y quien era además director de la orquesta típica en el lugar. Justo en esos días se había ampliado la pista de los bailables para las veladas que empezaban todos los días a las 21 horas. Gente de todo pelo llegaba hasta El Frontón en esos años: menesterosos, empleados, funcionarios, periodistas, jubilados, artistas y acomodados por igual.
Gracias el trabajo titulado "¡Hagan un trencito! Siguiendo los pasos de la memoria cumbianchera en Chile", de Lorena Ardito Aldana, Eileen Karmy Bolton, Antonia Mardones Marshall y Alejandra Vargas Sepúlveda, nos encontramos también con que El Frontón fue el lugar en donde comenzó la vida artística de la Sonora Palacios antes de emigrar al restaurante Santiago de los hermanos Ravera, en calle Bandera. Su llegada al templo bohemio de San Pablo sucedió luego de que se disolviera el conjunto base llamado Hermanitos Palacios, hacia 1956, y cuando su principal miembro, Marty Palacios, decidió iniciar el nuevo y exitoso proyecto con su apellido:
Entonces tocaba violín, le ponía cápsulas con cables y compramos un equipo de estos chiquitos, y tocábamos con mi hermano. A mi hermano (Jorge Palacios) lo convencí que tocáramos al final los fines de semana, y empezamos a tocar primero en El Frontón, aquí en San Pablo con Matucana, segundo piso, y arriba en el escenario tocábamos con dos hermanos y ya saqué gente de afuera. Encontré un pianista que estaba estudiando también, que fue Carlos Rodríguez, que fue después pianista del Banana 5. Le empecé a enseñar lo que era tocar vals, bolero, y como estaba estudiando aprendió luego y después fue muy bueno. Yo hacía como una sonora con dos violines, imitábamos las trompetas nosotros con cápsulas y hacíamos lo mismo que parecían las trompetas pero con violines. Y empezamos a escribir.
No todo fue luces en el establecimiento, sin embargo: en julio de 1956 logró ser detenida una malévola muchacha nocturna de 25 años llamada Silvia González Arratia, delincuente habitual y quien usaba su belleza física para timar a bobos y libidinosos pidiendo ser invitada a diferentes boîtes o cabarets, para luego emborracharlos y robarles. De manera inaudita, un sujeto llamado Manuel Escárate Saldoval terminó siendo la gota que colmó el vaso ese mes: en tres ocasiones ella logró hacer que fueran juntos hasta El Frontón, en donde le robó cada vez, la última de ellas sustrayéndole 55 mil pesos.
Aquel ambiente tan bravo a veces alcanzó hasta para los garzones: la prensa de inicios de julio de 1960 daba cuenta también de un altercado con arma blanca sucedido en el establecimiento, hacia las 5:40 de la madrugada del lunes 4, cuando un cliente llamado Juan Llancaleo Curinao fue herido de gravedad e internado en la Posta N° 3 luego de ser atacado por un mesero del propio cabaret. Aunque no se explicaron las razones de la agresión, el empleado procedió después a huir del local, o al menos eso de informó. Fue, sin embargo, sólo uno de entre varios casos policiales que tuvieron lugar en el mismo sitio durante sus más bien opacas últimas décadas de existencia.
A pesar de todo, el descrito ambiente rústico y popular tenía sus grandes atracciones. Como el tranvía que recorría el sector de San Pablo y Matucana fue uno de los últimos ferrocarriles urbanos que circularon en Santiago todavía en los sesenta, muchos podían seguir llegando hasta aquel barrio y sus diversiones románticamente, "a la antigua". En "El clandestino de la casa roja", dice Ángel Parra que el local era la "meca del surrealismo chileno", con personajes como el escritor Braulio Arenas, poeta y fundador del grupo literario Mandrágora.
El Frontón fue elegido también como una de las varias locaciones recreativas que aparecen en el filme nacional "Tres tristes tigres" de 1968, dirigido por Raúl Ruiz y basado en la obra de teatro homónima de Alejandro Sieveking. Las grabaciones de las primeras escenas del proyecto se hicieron allí, precisamente, el sábado 24 de febrero, como informaba el periodista de espectáculos Osvaldo Muñoz en la revista de espectáculos "Ecran" del 5 de marzo siguiente:
Y allí están actuando frente a las cámaras los mismos actores del Teatro Talía. O sea: Shenda Román, Nelson Villagra, Jaime Vadell, Delfina Guzmán y Luis Alarcón. Vale decir, todos los integrantes del grupo teatral El Cabildo.
A ellos se han agregado otros nombres, como los de Alonso Venegas, que hará un característico, y el de la vedette Belén Alasio, de las filas del "Bim-Bam-Bum", que hará una corista del cabaret, compañera de labores de Shenda Román.
Ferrocarril eléctrico en calle San Pablo llegando a Matucana en 1963. Pasaba por El Frontón y fue uno de los últimos tranvías circulando por Santiago. Fuente imagen: sitio Tranvías de Chile.
Aviso de El Frontón en sus últimos tiempos de actividad, en el suplemento "Estreno" del diario "La Tercera", febrero de 1973.
Dos avisos del verano de 1973, también publicados en el suplemento "Estreno" del diario "La Tercera".
Aspecto del ex local de El Frontón en 2012, en captura de Google Street View. Se alcanza a distinguir parte del nombre del antiguo establecimiento en el segundo nivel del ala derecha de la fachada.
Años después, en el portal noticioso "El Mostrador" (artículo "Raúl Ruiz: el adiós de los bares olvidados"), el abogado Santiago Escobar, quien fue muy cercano al director Ruiz por razones derivadas de la política entre 1968 y 1973, escribía sobre aquellos días:
De ahí surge el Bar El Frontón, en un segundo piso de la calle San Pablo al llegar a Matucana, entre la panadería San Camilo y el desaparecido cine Minerva. Allí transcurre parte de Tres Tristes Tigres.
¿Por qué o cómo eligió El Frontón?, no sé. Tampoco hay a quien preguntarle. El lugar era otro bar más, inserto en el corazón urbano de la cueca, según es hoy San Pablo con Matucana. Tal vez lo eligió por el ambiente lóbrego de entresemana, que no tenían Las Violetas, La Perlita, El Gato Negro, Los Gorditos, la Peña de Chito Faró, El Huaso Enrique, el Club Social Magallanes o el tenebroso Bar Génova, todos en el entorno de El Frontón.
Quizás su productor consiguió la locación sin costo convenciendo al dueño de la buena promoción para el local estar en una película. O quizás un inspector del Internado Barros Arana, amigo de Ruiz, conocía al dueño. Lo cierto es que se filmó allí.
Hacia inicios de los años setenta el Frontón mantenía su carta de comida chilena e internacional disponible las 24 horas diarias. Los comedores permanecieron en el primer piso, ofreciendo como especialidades los mariscos, mientras que el segundo estaba reservado para la boîte. Convertido en otro de los centros de espectáculos revisteriles y frívolos de la capital, entonces, en el verano de 1973 sus shows nocturnos iban a altas horas, desde la 1:30 y las 3:30, animados por Marcelo Alonso y con dos orquestas para los bailables: Espectáculo y Póker de Ases, a los que se sumaba como número el conjunto electrónico Patrulla Juvenil. A la sazón, la conducción del negocio había sido tomada por la empresa Andreani Hnos.
Se presentaban por entonces también figuras como el mítico showman venezolano Ramón Márquez Villa, y el cantante sentimental y ex integrante de Los Tigres, Lucho Ciego Zapata. Estables en la casa eran la showoman Ximena Roy, la sensual Mery Brey, la vedette Miriam Coray, las bailarinas Uniuska Ledford y Eliza Shmit, la nudista Roxana Ribertt y otra chica audaz llamada Yenni B.B. con su "espectacular strip-tease pornográfico", según decía la publicidad y con lo que quiera que eso haya significado. En aquel período se realizó, además, una suerte de concurso de belleza llamado Gran Torneo Miss Frontón.
Lamentablemente, los vicios de un barrio pecaminoso y libertino se imponían muchas de aquellas noches: un nuevo hecho sangriento ocurrió allí a inicios de abril de aquel año, en horas de la madrugada, cuando un joven borracho y pendenciero apuñaló a otro cliente, Luis Mendoza Venegas de 28 años, luego de que este se negara a regalarle un cigarrillo tras muchas insistencias por parte del agresor. Mendoza había llegado al lugar acompañado por un grupo de deportistas ocupando todos una mesa, hasta donde se acercó el ebrio odioso llamado Ernesto del Rosario Catalán Tapia, quien trató de huir después del ataque pero fue atrapado afuera del local por los amigos del herido, pasando así a manos de Carabineros de Chile y luego al Segundo Juzgado del Crimen de Mayor Cuantía. La noticia estaba a las pocas horas en los medios impreso, para peor desprestigio del negocio.
Con el descrito perfil de espectáculos y esos mismos problemas que nunca lo abandonaron, El Frontón continuó defendiendo su espacio después de los cambios sociales sucedidos desde aquel año y los derivados también de las dificultades que trajo el envejecimiento de su propia propuesta como boîte popular. "El Frontón murió de abandono en fecha indeterminada de los años 70, mientras Tres Tristes Tigres viven la gloria de opera prima de un cineasta genio", concluía tiempo después Escobar.
Ni siquiera el clásico cine Minerva ubicado exactamente al lado y que servía como centro recreativo del barrio compartiendo clientes con el cabaret, pudo mantenerse durante todo ese largo período de decadencia comercial. El final de El Frontón vino a ser parte de aquel ocaso, sin duda, y el que fue su espacio lleva mucho tiempo ya siendo ocupado en régimen de arriendo por una farmacia y una tienda. ♣
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