Aviso publicitario de la boîte Lido en el suplemento de espectáculos "Estreno", del diario "La Tercera" de la Hora", en diciembre de 1971. Se destacan las presentaciones que hará el artista peruano Lucho Barrios.
Después de una exitosa existencia en la esquina norponiente de San Diego con avenida Manuel Antonio Matta, en donde mismo había estado antes el cabaret Chanteclair, bastaron sólo unos pocos años de opacidad y caída en las utilidades para sacar de allí al querido Club de la Media Noche, fascinante "filórica" o salón de baile para las clases más populares que saturó de fiesta y alegría aquellos barrios hasta 1968. Vino así una nueva propuesta de diversiones en aquel segundo piso y que trató de extender las noches de celebración con orquestas en vivo, dejando su propia biblioteca de recuerdos bohemios: la boîte Lido.
Llamada también Club Lido, su nombre evidentemente evoca al famoso Théâtre du Lido de París y se ha repetido en la diversión santiaguina durante diferentes épocas, como fue el establecimiento homónimo que existió en el Broadway Santiaguino de calle Huérfanos en los años treinta o el audaz night club que todavía hipnotiza con sus luces a los paseantes de calle Mac-Iver, además de un cine que ostentó este nombre por largo tiempo. El Lido de San Diego, sin embargo, intentaba conservar el rasgo de los dos anteriores centros de eventos y bailables que estuvieron allí mismo y que fueron parte de una moda recreativa vigente hasta el final de la edad dorada de la entretención nocturna. Se apostó así a la continuidad en tiempos que, sin embargo, ya no parecían tan propicios a dicha oferta en Santiago Centro, pues mucha de ella se estaba trasladando con nuevos formatos hacia el poniente de la gran ciudad o sus las quintas de contornos. El logotipo del nuevo establecimiento era similar al que usaba el hoy desaparecido Cine Lido desde 1960 cuanto menos, en calle Huérfanos 680 pasado Mac-Iver, lo que nos sugiere alguna relación en la propiedad de ambos negocios.
La inauguración del nuevo Lido tuvo lugar el viernes 18 de diciembre de 1968, después de la partida del Club de la Media Noche y tras algunos raudos trabajos mejorando el interior del local ubicado en los altos de la dirección precisa de San Diego 1071, a los que se subía por un estrecho acceso en el extremo norte del edificio y que aún es visible allí. Esto era al lado del Teatro Esmeralda y cuando faltaban pocos días para la Navidad, además. Con todo el entusiasmo del inicio del verano, entonces, el Lido atrajo público hasta su establecimiento que, en la comprensión de los conocedores de la noche santiaguina, era una suerte de resurrección o incluso nueva vida del anterior.
Su primera generación de artistas, o más bien su parrilla inaugural, incluyó en aquellos primeros días de la temporada a figuras como el grupo Los Bronces de Monterrey, banda de música tropical dirigida por Juan Azúa y en la que participaron, entre otros, su hermano Kiko Azúa en el saxofón, Carlos Figueroa en la batería, Ricardo Barrios en la trompeta y el entonces muy joven Pancho Aranda en el piano. También estuvieron allí las chicas del Ballet de Joe Brady, 12 en total, con rutinas y coreografías de baile moderno go-go y otras clásicas de can-cán. La orquesta de los bailables estaba a cargo de un gran conocido del ambiente: el maestro Jackie Kohan, artista de la casa junto a sus músicos. La orquesta típica, en cambio, era la del no menos reputado maestro Juan Zenofoglio, con la voz del cantante Alberto Ruiz.
A aquel elenco abriendo los fuegos de ataque del Lido se sumaban otras estrellas estables del período como el ballet Sol de España, con estupendas presentaciones previsa en Argentina, y la artista múltiple Marioly Monti, vedette que en esos años ya había comenzado a proyectarse internacionalmente e incluso intentaba incursionar en la televisión. En la misma cartelera figuraban en el infaltable número sensual femenino con las nudistas Mara Montero y Jolie, hermosas artistas del stript-tease. Después llegaría Cecilia Dalton desde la actividad nocturna en Valparaíso. Lo que sus anuncios definían como los "desnudos con las mejores curvas de la capital" y "30 mujeres desnudas para usted solito" no faltaron en el Lido, de hecho, volviéndose en poco tiempo un de sus más atractivas carnadas para los varones.
Avisos del Club de la Medianoche en algunas de sus últimas temporadas, en el diario "Las Últimas Noticias", febrero y marzo de 1967. Para el año siguiente, tendría que dejar el espacio y la posta al Lido.
El cantante Marcelo Rossi en la boîte Lido. Aviso publicado en el suplemento "Estreno" en diciembre de 1971.
Para junio de 1972, las chicas sensuales son el principal de los números más atrevidos del Lido. Aviso publicado en el suplemento "Estreno".
Aviso del Lido en el suplemento "Estreno", en marzo de 1973. Ya eran tiempos un tanto adversos para la diversión bohemia en Santiago, pero gravemente empeorados tras los hechos de septiembre de ese mismo año.
Vista actual del inmueble en cuyo salón de los altos estuvo el Chanteclair, luego el Club de la Media Noche y, finalmente, la Boîte Lido, ya ocupado por una agrupación religiosa. Fuente imagen: Google Street View.
El saló consiguió una importante convocatoria y pudo ir ampliando su grupo artístico durante los meses que siguieron. Para 1970, entonces, era otro de los lugares más importantes de la diversión noctámbula en la ciudad y recibía bastante buena crítica por parte de los devotos de la trasnochada, aunque también debiendo enfrentar el desprestigio que mucho elemento humano indeseable llevaba hasta su sala y barra de libaciones. Así, a las 5.30 de la mañana del viernes 20 de febrero de ese año, el taxista Mario López Rojas, de sólo 25 años, recibió golpes y un disparo en el muslo derecho cuando un grupo de sujetos que salía desde el establecimiento le exigió los llevara en su automóvil, a lo que él se negaba al advertir que estaban totalmente borrachos y con actitudes problemáticas. Los pendencieros alcanzaron a ser detenidos por una pareja de carabineros y el herido terminó en la Posta Central, cosa poca considerando la cantidad de fallecidos que llegaba a arrojar la noche chilena en esta misma clase de locales.
El Lido ofrecía también algunos rasgos propios de las discotheques que estaban también en buena racha durante esos años, todavía como novedad. "La esquina de la bohemia" era su frase eslogan en la publicidad en esos momentos. La totalidad de sus artistas se presentaron a fines de marzo del año 1971, además, en el homenaje ofrecido en el Estadio Chile al dirigente gremial Joel Marchant Faúdez, por entonces un conocido representante de los trabajadores municipales. En diciembre de ese mismo año ya tenía en cartelera al bolerista y valsista peruano Lucho Barrios, quien había versionado recientemente en estudios la famosa canción himno del puerto de Valparaíso, que lo haría tan popular entre el público chileno: "La joya del Pacífico". Para entonces, la música del salón Lido estaba a cargo de la Orquesta Típica de Lucho Ibarra y la Orquesta de Jazz de Luis Cavero.
Otro factor que aporto a la rápida solidez en la boîte Lido fue la participación de importantes humoristas entre los números principales, destacando las presentaciones de los artistas circenses Los Maluenda y de consagrados personajes provenientes del mundo revisteril, como Pepe Tapia y Guillermo Bruce, ambos con extensa experiencia en compañías como el Picaresque y el Bim Bam Bum. La música tradicional chilena la aportaba el grupo Los Campesinos, en tanto, y los repertorios más modernos iban a la sazón por cuenta del cantante Marcelo Rossi, por entonces reciente triunfador del certamen "Telefestival de la Canción", quien fungió también como artista de fotonovelas. En nuestra época, ya lejos de las candilejas más brillantes de antaño, Rossi se ha hecho conocido por imitar a Elvis Presley en diferentes clubes de Valparaíso.
Hacia mediados del año siguiente el provocador show de las muchachas del club está desatado. Ha sido confiado a artistas como Kim Marcel, Amori Smit, Pamela Sander, Igrid y la sensual Mabel Denis, quien aparecía a pecho descubierto en los avisos publicitarios. Al parecer, los números que antes se procuraban propios de un show de variedades se fueron perfilando más bien a los desnudos y las atracciones asociadas a los night clubs y los cabarets de nudistas como plato fuerte. Las anunciadas "chicas al desnudo", entonces, fueron tomando un papel protagónico en la oferta.
Dijimos que eran tiempos difíciles para la bohemia capitalina, por supuesto, con los efectos de los cambios en las preferencias del público a los que se sumó la situación político-social imperante durante el gobierno de la Unidad Popular. Podemos presumir que el Lido ya había priorizado el querer verse como una opción más joven y a la vez apelando a los clásicos recursos de la atracción sexual para el público masculino, por lo que logró sortear los vaivenes. De este modo, continuaban apareciendo en su salón personajes de cierta connotación alta, como el propio alcalde de Santiago, el radical Ignacio Lagno Castillo, hombre muy afín al gobierno y quien fue visto allí pidiendo un whisky con sus acompañantes.
Empero, la situación que siguió al Golpe Militar de 1973 y que estableció controles con restricciones profundas para la actividad nocturna acabaron ahogando las posibilidades de resurgir la corta buena racha que experimentó la boîte Lido, comenzando así su artículo final en la hoja de existencia. Desde allí en adelante todo fue oscuridad y decadencia para el club, a pesar de los esfuerzos por restaurar sus grandes noches y las de todo Santiago. Después de desocupar los históricos altos de San Diego con Matta, estos nunca volvieron a ver el glamour profano de un Chanteclair, de un Club de la Media Noche y ni siquiera el de un Lido. Años más tarde se instaló un salón religioso que aún funcionaba allí hasta hace poco tiempo. ♣
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