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PIPA'S BAR: LA FONDA DE LA PUNTA DE RIELES EN MACUL

La sala comedor principal con aspecto del fonda en el Pipa's Bar hacia el año 2011, con sus fuertes demostraciones patrióticas y simpatizantes del club Colo-Colo.

El Pipa's Bar fue fundado un día 20 de mayo de 1935 y llegó a ser un auténtico símbolo de la diversión ofrecida a Santiago desde la actual comuna de Macul. Nació como algo parecido a una quinta de recreo y posada popular en la calle Santa Cristina 3144, a pasos de la esquina que forma esta vía con la transitada avenida Macul, muy cerca de Quilín. Permanecería así en este mismo barrio desde los tiempos cuando era un poblado casi semi-rural; años en los que sus principales avenidas eran a tierra descubierta y se conectaba con el resto de Santiago principalmente por los tranvías que salían desde Alameda de las Delicias o desde Irarrázaval.

Eran aquella época la misma cuando la línea del tranvía terminaba a sólo una cuadra de allí, en la actual Plaza Punta de Rieles del cruce de Macul con Quilín, así llamada precisamente porque fue el último de los puntos que tuvieron los trazados del ferrocarril urbano en esta avenida, hasta donde llegaban los carros de la Línea Nº 23. Como también salían desde el actual barrio los caminos hacia las famosas viñas de Macul y a Lo Cañas, este mismo sector en las afueras de Santiago comenzó a experimentar una urbanización y desarrollo comercial que coincidirá con el arribo del tradicional Pipa's Bar, justamente. Fue por estas mismas razones, además, que en 1930 fue reconocida la comuna de Ñuñoa a la que pertenecía por esos días el territorio de Macul.

El establecimiento con espesos aires de campo colchagüino o melipillano llegó sólo cinco años después,  entonces, cuando prácticamente nada había más al sur de aquel último paradero de Macul en donde se devolvían los carros, ni siquiera pavimento, sólo unas cuantas tapias, talleres de fabricación y horneado de ladrillos y las infaltables acequias. El establecimiento fue creación de don Pedro Ahumada, residente en el mismo lugar del barrio de la ex Punta de Rieles y después a las puertas de la Villa Macul, quien armó el negocio "a puro ñeque" y atendía en persona aquellos comedores a escasa distancia del tranvía.

El espacioso boliche lucía a la sazón como una suerte de barraca o bodegón rodeado de pequeños patios y con un gran parrón que se mantuvo verde hasta el final, vestigios de los que nunca se apartó del todo aunque fuera adquiriendo su aspecto de cantina popular y urbana típicamente chilena, siempre con visos de chingana. Al principio no había vasos e vidrio o cerámica allí: la bebida se servía en calabacines secos al estilo de los mates de zonas huasas, piezas de las que también se conservaron algunos ejemplares e imágenes por largo tiempo en el local. De hecho, esto le valió el primer nombre espontáneamente al negocio: Los Mates. Don Pedro fue armando así una verdadera fonda llena de pipas de vino y chicha para los alegres comensales, característica que le daría el nombre más preciso Las Pipas o Bar Las Pipas, devenido después en Pipa's Bar.

Contando con cocinería tradicional durante el día y parte de la noche, las mesas de la fonda maculina se confundían con las barricas, mientras que el aspecto rústico y campesino perduró por décadas a pesar del vertiginoso crecimiento de la ciudad alrededor del barrio de marras. Probablemente, el local era abastecido en esos tiempos con la abundante producción de las viñas del sector cordillerano, esos que le dieron la característica a este mismo lado de Santiago, de modo que podemos explicarnos así una de las razones por las que llegó a tener el éxito que permitió conquistar aquel sector en los suburbios de la capital. Este folclórico lugar y ambiente sería heredado así por el siguiente Pedro Ahumada, hijo del fundador, junto con los barriles y la fiel clientela. Llegaría a nuestro actual siglo de la mano de don Pedro Ricardo Ahumada, nieto del primero.

Aspecto de la avenida Macul hacia1920, antes de la creación de la comuna de Ñuñoa a la que perteneció. Fuente imagen: Ciclovías Macul.

El tranvía de la Línea N° 23 de avenida Macul, también hacia la década de los años veinte. Tenía su parada justo en la Punta de Rieles de Macul.

Plaza Punta de Rieles hacia el año 2010, en donde estaba el final del trazado para el tranvía por la avenida Macul, a escasa distancia del Pipa's Bar.

Acceso al Pipa's Bar en la dirección de calle Santa Cristina, en 2011.

Fachada del Pipa's Bar cuando ya estaba en Escuela Agrícola, año 2021. Fuente imagen: sitio FB del Pipa's Bar Macul.

La famosa inscripción con el logotipo y nombre del bar en su portón negro de calle Santa Cristina, año 2011.

La característica y añeja barra principal del establecimiento, una tarde de 2011.

Cabe indicar que don Pedro III era por sí solo un personaje y una atracción dentro del negocio: ostentaba un aspecto falsamente adusto, pero al largarse en una conversación resultaba ser de lo más cordial y grato con los parroquianos regulares y los visitantes. Conocía infinidad de historias allí vividas por clientes desde los tiempos de su abuelo al mando y reconocía a todos los retratados en las fotografías antiguas dispersas por los comedores. Recordaba también cómo a inicio de los años ochenta, en la dura época de las restricciones y toques de queda, las redadas de funcionarios policiales en sus micros verdes podían acabar con todos los clientes detenidos. La cercanía de un retén permitía que esto sucediera con majadera insistencia, al punto de que muchas veces los detenidos eran trasladados a pie. Para sortear esta molestia, el dueño siguió el generoso consejo dado por un carabinero encariñado con su negocio: como nunca se llevaban al personal más allá de sólo constatar identidades, sugirió que todos los comensales más antiguos y habituales fueran provistos rápidamente de una escoba o escobillón y simularan ser empleados de aseo durante cualquier irrupción inesperada de la autoridad, con eficaces resultados.

Profundamente enraizado con la historia de Macul y sus encrucijadas, entonces, el local quizá no fue de gran popularidad dentro de Santiago sino hasta el período del Bicentenario Nacional, sin embargo, cuando renace un interés general por las viejas picadas. Tuvo algunas apariciones en televisión, además, como en reportajes sobre temas patrimoniales y una locación en la serie "Los 80" transmitida por Canal 13. Esto permitió que don Pedro viviera una suerte de renacer para la atracción del público hasta un extraordinario restaurante de comidas chilenas como el suyo, con cazuelas, empanadas fritas o de horno, perniles, pasteles de choclo, arrollados y costillares. Como en las cantinas de campo, los huevos duros y el charqui estaban disponibles para los bajones de hambre de los presentes, además.

La vetusta barra del Pipa's Bar era quizá lo más reconocible y fuera de serie allí; diríamos que una obra de arte para saludar al tiempo y un favor generoso de la historia. Sin exageraciones ni idealizaciones, parecería en realidad sacada desde una recreación de los bares antiguos de los pueblitos del siglo XIX o principios del XX, probablemente nacida con este mismo barracón y sus primeras pipas. Los tragos estrellas que salían desde ella era, previsiblemente, los de vino tinto y blanco, además de pipeños en las dos variedades también, al que los clientes llegaban a comprar incluso en botellas vacías o bidones. La chicha y el pipeño de la casa provenían desde los dinásticos viñedos de Villa Alegre según rezaban algunos de los varios letreros que funcionaban más como decoración que señalización dentro del local. Los borgoñas eran pedidos principalmente en los días calurosos. Cediendo a movimientos más modernos, no obstante, el trago terremoto del Pipa's Bar llegó a ser considerado uno de los mejores y más deleitosos de todo este lado de Santiago, al menos según los críticos de la informal carta popular criolla.

Un cantinero y mesero muy diestro del establecimiento fue por muchos años en la fonda de Santa Cristina don Gabriel Sandoval o Gabito, apodado también el Boca Chueca y considerado otro artista de las copas y botellas, siempre presente con su delantal. Se trataba un hombre que destilaba buen sentido del humor tras cruzar con él algunas frases, con una marca de parálisis a un lado del rostro y que le provoca un gesto curioso, casi como si siempre estuviese con permanente semblante de buen ánimo. Afortunadamente, este defecto era adecuado a su personalidad y le gustaba bromear con eso: por ahí circulaba una fotografía suya en donde aparecía sentado en una de las mesas e intentando soplar en vano las velas encendidas de una torta de cumpleaños, mientras que el aire le salía desviado.

También llamado Las Pipas de Macul hasta sus últimos años (seguramente para distinguirlo de los muchos bares que ostentan nombres parecidos, como los de calles Serrano, Tocornal o Einstein), el lugar nunca renunció a su característica decoración de barricas centenarias y toques de posada rural. En tanto, la cercanía de los Ahumada con sus principales clientes era tal que, cada año antes de cerrar el negocio por dos semanas de la temporada veraniega, al comenzar las vacaciones estos organizaban una fiesta con asado a puertas cerradas, en donde se invitaba a estos amigos de la casa, generalmente en la noche de un sábado.

La fonda permanente mantenía tres áreas definidas disponibles a la misma clientela: un salón principal recargado de ornamentos, uno secundario al fondo con entradas naturales de luz y afuera un espacio al aire libre que prefería la gente más joven, según parece. Este último estaba implementado por mesitas y sillas ligeras, de seguro también caía en la función como comedor de verano. "Ambiente familiar y precios al alcance de Ud.", prometía un cartel en la entrada del establecimiento.

Abundaban en todos esos espacios las banderas chilenas, escudos patrios y decoraciones antiguas, más algunos cachivaches traídos desde todo Chile, algunos obsequiados por los propios clientes según lo que decían entre las mesas. Esto mantuvo en el negocio un típico tinte museológico, como el de los últimos bares-restaurantes costumbristas de Santiago que se ajusta a la categoría "periférica" de quintas y picadas al estilo La Capilla Los Troncos de Quinta Normal o el desaparecido Negro Bueno de La Florida. El efecto cronológico se completaba con las antigüedades, las cuelgas de ajos centenarios, los cuadros desteñidos y colecciones de botellas antiguas entre las que figuran clásicas joyitas de la Fanta y la desaparecida Nobis, que existió hasta principios de los ochenta más o menos. Incluso había volantines colgados y otro objetos de evidente naturaleza costumbrista. Nadie podía aburrirse en este sitio, entonces, ni en un año de visitas diarias, pues la ornamentación era un resumen de su propia historia y el de la comuna.

Por alguna razón, además, el sitio tornó desde los inicios en una especie de santuario para clubes de fútbol y sus seguidores, no sólo por las tardes y noches con partidos en vivo transmitidos por sus televisores. Abundaban así banderines, placas y copas, mientras que varios homenajeados eran equipos de barrio como el Estrella de Macul, club bastante evocado en la misma decoración interior. Hinchas, entrenadores y jugadores asistían por igual al negocio, en consecuencia, no sólo los del fútbol amateur. El principal invocado en todas las apelaciones, sin embargo, era el Colo-Colo, dominando sin disimulo dentro del establecimiento. Cada estrella ganada por el club del cacique fue alegremente celebrada por sus devotos de ese sector de la ciudad en el local, dedicando a la institución deportiva, hacia los últimos años, una gran copa de utilería colocada al centro de la sala y con un papel pegado aseverando que era la última ganada por el club.

La cueca brava fue el otro elemento que no faltaba en este sitio, especialmente en los encuentros conocidos como los "viernes de cuecas" del Pipa's Bar, que permitió contar con un espacio a muchos músicos primerizos y profesionales. La tradición hizo que fuera reconocido como un importante centro de presentaciones folclóricas al sur de Santiago, de hecho, por lo que se formaron algunos grupos de admiradores y clientes frecuentes seguidores de las cuecas en torno al bar-restaurante. Las Fiestas Patrias se celebran en la casa como en ninguna otra parte según muchos de ellos, pues se instalaba una fonda propia en su interior (es decir, una fonda dentro de otra) y se organizaba todo un programa de festejos, presentaciones musicales, parrilladas y bingos.

A pesar de buen momento y virtual renacer del Pipa's Bar en la vida recreativa de Macul, la sorpresa llegaría en 2017 con el abrupto anuncio de su inminente cierre fijado hacia fin de año: la oferta de una empresa inmobiliaria y los planes de construcción que se tenían para aquella cuadra de Santa Cristina habían convencido a los propietarios de vender, por lo que los plazos eran ya irreversibles. Después de 82 años allí, entonces, con una ceremonia de despedida se dejó el viejo sitio, cerrando su característico portón negro durante la noche del viernes 10 de noviembre con históricos comensales, músicos y hasta reporteros presentes.

Empero, luego de raudas y exitosas gestiones, la jefatura del Pipa's Bar logró encontrar una nueva casa para el establecimiento y dentro de esos mismos barrios de la comuna, un poco más al sur, en avenida Escuela Agrícola 3118. De este modo, ocupó el mismo local en donde había estado hasta poco antes el restaurante y fuente de soda Tío Rico, conocido por sus cazuelas de vacuno, pipeños y terremotos. Allí viviría su última etapa, modernizado a la fuerza aunque intentando preservar aquellos encantadores y pintorescos rasgos originarios, con menos espacio y careciendo de las áreas abiertas. La administración sería tomada a partir de entonces con don Mauricio Pérez Donoso, otro conocido cliente y amigo del señor Ahumada desde hacía varios años.

A pesar de los esfuerzos y esperanzas de Ahumada y Pérez, el nuevo Pipa's Bar no logró los resultados esperados y estuvo lejos de ese esplendor costumbrista y popular que tuvo en el desaparecido barracón de calle Santa Cristina, allí donde ahora se alza un edificio residencial en su reemplazo. Se ha contado mucho entre sus ex concurrentes, además, que la funesta crisis sanitaria del 2020-2021 ahogó todas las buenas expectativas que se habían hecho tras el triunfal y napoleónico retorno del restaurante y bar tradicional, condenado primero a los aforos mínimos y después no pudiendo recuperar los bríos una vez que pasó la amenaza planetaria del infame COVID-19.

El negocio terminó cerrando otra vez y aquella pasó a ser la nueva dirección de El Rincón del Tío en 2024, restaurante de comida chilena fundado hacia 2009 en la misma comuna y que tuvo antes su cuartel en Exequiel Fernández 3390. De la mano de doña Antonieta, el actual establecimiento que opera también como chichería y sanguchería mantiene esos mismos elementos que estaban en la oferta del Pipa's Bar con otros más actualizados, como los servicios de coctelería y los eventos. Muchos de los carteles, decoración, barriles ornamentales y hasta parte del personal en el lugar quedaron heredados desde el extinto negocio anterior. ♣

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