Al parecer, esta es la única imagen que se conserva del restaurante en el Salón Tudor, tomada hacia 1925. Pertenece al archivo de Juan Medina Torres y ha sido difundida por la propia administración del Parque Metropolitano (Parquemet).
El año 2025 marca en los calendarios el centenario del ferrocarril funicular del cerro San Cristóbal. Si bien la primera piedra de esta obra se había colocado en noviembre de 1923 y su primer riel fue concluido un año casi exacto después, sólo durante 1925 pudo entrar en plenitud de funciones llevando al público hasta las terrazas y el santuario del cerro, siendo inaugurado formalmente en la tarde del 25 de abril por las autoridades y ante numeroso público e invitados, algunos de ellos internacionales. Las obras habían sido dirigidas por la Sociedad Constructora y el servicio quedó confiado a la Sociedad Anónima Funicular San Cristóbal.
Si bien se postergó el inicio de las funciones del funicular hasta que el gobierno designara una comisión encargada de revisar el servicio y sus instalaciones, pues un decreto del 13 de marzo anterior lo consideraba un ferrocarril particular con la exigencia de ser supervisado por el Ministerio de Obras Públicas, la noticia fue celebrada de inmediato en la prensa y la sociedad. A la sazón, pues, la cumbre del cerro San Cristóbal estaba convertida en un centro de intensa actividad bohemia y recreativa rodeando al mismísimo Santuario de la Inmaculada Concepción, curiosamente, con puntos de celebración como el Casino Cumbre encima de la Plaza México, el cercano salón fotográfico llamado Casa de las Arañas y la terraza de baile del Roof Garden por el lado sur a un costado de la Estación Cumbre del funicular, justamente. Las tres sedes nombradas pertenecen a los tableros del famoso arquitecto Luciano Kulczewski y fueron diseñadas muy en su ecléctico y decorativo estilo, además.
El hecho de que Kulczewski fuera protagonista también del aspecto y arquitectura del "castillo" en la base del cerro y que sirve como estación base del funicular al final de calle Pío Nono (eje del recreativo barrio Bellavista), ha llevado a muchos a confundir con él al autor principal de la Estación Cumbre, en el otro extremo. En realidad, el magnífico y sólido edificio con gallardas figuras de gárgolas y ventanas de arcos apuntados en donde está la sala de máquinas del servicio funicular, allá en las alturas del cero San Cristóbal y de cara hacia todo Santiago centro y sur, fue obra del arquitecto Carlos de Landa Concha, mismo quien estuvo detrás del edificio de la Fábrica de Tejidos El Salto de Renca, el Colegio Villa María Academy, la Habitación Industrial Unidad Vecinal de Schwager y varios otros proyectos. Precisamente allí, en esta estación del funicular, estaba un café que se acoplaba al señalado circuito de la refinada diversión en la cima del cerro: el Salón Tudor.
Más precisamente, el establecimiento se ubicaba justo encima de la "Sala de Máqvinas" (así se lee sobre el acceso a esta), detrás de una pesada puerta doble a la que se accede por las escaleras de piedra que contornean al mismo edificio de dos niveles. Kulczewski habría participado de su diseño, además, de acuerdo a la información que se dispone allí mismo en el Parque Metropolitano de Santiago, aunque el grueso del trabajo sin duda es de Landa. Cuatro gárgolas de fantasía (sólo ornamentales, pues no son desagües) con aspecto como de grifos y mantícoras vigilan el mismo lugar en los vértices del techo sobre el elegante salón, bien iluminado interiormente gracias a la disposición de las hileras de vanos con ventanas por tres de sus cuatro caras.
Aviso de la firma Juan Castellaro y Cía., sobre las instalaciones de su restaurante en la Estación Cumbre del funicular en diciembre de 1925, publicado en el diario "La Nación". Creemos que se trataría del mismo establecimiento del Salón Tudor.
Vista aérea de la cumbre del cerro San Cristóbal con el sector de las terrazas al sur, hacia 1930. Junto a la Estación Cumbre del funicular, en donde estaba el Salón Tudor, se extiende la terraza del Roof Garden, con el gran letrero ROOF al extremo y sobre la cantera. Fuente imagen: Amosantiago.
Vista de la terraza del Roof Garden hacia la Estación Cumbre del funicular, atrás, por el año 1926. Detrás de los ventanales del segundo piso estaba funcionando ya el Salón Tudor. Fuente imagen: Ronald Harris Diez, "Luciano Kulczewski, arquitecto: Eclecticismo y procesos modernizadores en el Chile de la primera mitad del siglo XX" (tomada del Archivo Kulzcewski).
Vista aérea de la cumbre del cerro San Cristóbal, con el sector de las terrazas al sur, c. 1930. Junto a la Estación Cumbre del funicular se extiende la terraza del Roof Garden, con el gran letrero "ROOF" al extremo y sobre la antigua cantera. Fuente imagen: Amosantiago.cl.
La sala de máquinas del funicular, hacia 2018, vista desde la actual Terraza Bellavista en donde estuvo antes del Roof Garden. Aún no retornaba el café al segundo piso del edificio.
Cara poniente del edificio de la Sala de Máquinas y el Salón Tudor, con sus características figuras tipo gárgolas.
Cara oriente del mismo edificio, con sus gárgolas. El cobertizo y la caseta que alcanzan a verse abajo corresponden al servicio del funicular.
Aunque su nombre original parece haber sido Restaurante de la Estación Cumbre, el mote con el que es recordado hasta ahora es el mismo del salón que allí ocupaba, y se debía al estilo de las líneas arquitectónicas Tudor y neogóticas definidas por Landa para aquel edificio con sillería, muros piedra canteada, arquerías de concreto y finas puertas de madera, aunque el tipo de construcción con sus estructuras de roca también es llamado piedra Tudor. Puede ser que el negocio se haya concebido desde el inicio para la espera o distracción para los usuarios del funicular, entonces, además de conectarse espacialmente con el mencionado circuito de actividad bohemia y artística que tomó la cumbre en la mejor época del cerro, cuando recién comenzaba a teñirse de verde.
El establecimiento fue puesto en marcha ese mismo año de 1925, al parecer quedando apenas un solo registro fotográfico de aquellos pocos años en los que permaneció en servicio, imagen perteneciente al archivo de Juan Medina Torres y difundida por el mismo Parque Metropolitano (Parquemet). Como el salón no tenía mucho espacio interior, se puede ver en ella cómo se distribuyeron grupos de mesas redondas con cuatro sillas a ambos lados del pasillo central alfombrado. El cielo original con cerchas del interior del edificio se conserva, por cierto, y en las noches se encendían grandes lámparas colgantes en el mismo.
Si nos fiamos por lo que puede rastrearse en la prensa de la época, podemos suponer que el negocio pertenecía a la firma Juan Castellaro y Cía. El viernes 18 de diciembre de ese año esta compañía publicaba un pequeño aviso en el diario "La Nación" en donde se leía: "Atiende a su distinguida clientela en el nuevo Restaurant de la Estación cumbre del Funicular del San Cristóbal, y ruega tomar nota que funciona provisoriamente en los edificios y terrazas de la Compañía del Funicular". Nos preguntamos, entonces, si el salón estaba destinado originalmente para tener estas funciones allí o si fueron sólo circunstancias las que terminaron destinando el lugar de marras a la oferta del establecimiento a partir de aquel año.
Lo seguro es que el Salón Tudor operaba principalmente como restaurante, salón de té y café con algunos bocadillos y confites disponibles para el público, siendo uno de los rincones más exclusivos y elegantes de todo el paseo en el cerro durante aquellos años. Su vecindad con el Roof Garden -otro sitio cuya existencia no se prolongó tanto como se proyectaba al momento de ser inaugurado- de seguro permitía oír desde esta sala también las presentaciones de las orquestas en vivo de los años locos chilenos, además. Su ubicación a 820 metros sobre el nivel del mar lo hacía el negocio de su tipo en mayor altura dentro de la ciudad de Santiago.
Fachada del edificio antes de la apertura del café Tudor,
cara norte. El cuarto de las máquinas está justo abajo y se accede por el camino
inferior que conecta con la Estación Cumbre y la Terraza Bellavista.
Salón Tudor antes de ser ocupado otra vez por un café-restaurante, año 2022, sector de los ventanales que dan hacia el oriente.
Interior del Salón Tudor, hacia el fondo de su espacio, cuando estaba siendo utilizado aún como centro de exposiciones temporales y sala informativa.
Actual Café Tudor, con su kiosco y acceso al salón. Se observa parte de los comedores al aire libre.
Vista interior del actual Café Tudor en el salón, hacia el costado oriente. En el suelo se observa una de las dos claraboyas que permiten ver las máquinas del sistema mecánico del funicular, en la sala inferior.
Aspecto actual del Salón Tudor, ocupado por el café. Se ven el piano, algunas de las vitrinas con antigüedades y los paneles con imágenes histórica junto al acceso.
Por alguna razón tal vez relacionada con los mismos asuntos que llevaron al cierre del Roof Garden siendo demolido y convertido en la actual Terraza Bellavista del cerro, el Café Tudor fue cerrado no muchos años después de ser puesto en marcha, privando abruptamente a los visitantes de la posibilidad de disfrutar de tan reputado y pintoresco lugar. De acuerdo a la información ofrecida por el propio Parque Metropolitano cesó sus servicios en 1930, período desde el cual su salón sería utilizado con diferentes destinos no relacionados con el anterior... Tendrían que pasar más de 90 años para que volviera alguna atracción parecida hasta el mismo lugar, de hecho.
Durante largo tiempo, entonces, el espacio permaneció siendo usado como sala de exposiciones temporales e informativa, quedando bajo la protección de la declaratoria de Monumento Histórico Nacional en noviembre del año 2000, concedida al funicular del San Cristóbal. Una de las muestras más importantes allí fue la denominada "Protea", montada en 2011 por la artista Consuelo Rodríguez y que, tomando por referente la señalada fotografía histórica del interior del lugar, ofrecía un contenido relativo al tema del inexorable paso del tiempo representado en la historia del mismo salón. Todavía en 2022 este espacio era utilizado como lugar de exposiciones pero complementado con información e imágenes históricas del parque distribuidas en paneles.
Sin embargo, la empresa Turistik decidió solicitar a la administración del parque la posibilidad de reabrir el salón con el nombre de Café Tudor. Volvería a funcionar así desde fines del verano de 2023, en lo que se ha considerado un feliz retorno en el cerro. La reapertura coincidió con el regreso del servicio del funicular, por lo demás, después de un par de años suspendido a causa de la crisis sanitaria, por lo que la facilidad de la llegada de turistas nacionales y extranjeros hasta la Estación Cumbre hizo su parte para la nueva puesta en marcha, fuera de la que asegura también la cercana estación del teleférico. Atendiendo de martes a domingo hasta las 18 horas, también se habilitó para el negocio un moderno kiosco con comedor al aire libre en el entorno del acceso al edificio histórico y sus jardines, en donde funcionan la cafetería y cocina del salón. Desde esta higiénica caseta salen los pastelillos, helados artesanales, sándwiches, croissants, empanadas y otros pedidos de los clientes.
En abril de 2025, en el marco de los 100 años del funicular del cerro San Cristóbal, se cerró por algunos días el salón del café para abrir en su piso de madera dos claraboyas perfectamente circulares, a través de cuyos gruesos vidrios se pueden ver las maquinarias de la sala inferior en perfecto funcionamiento. El mismo Salón Tudor cuenta aún con algunos elementos expositivos al estilo de un pequeño museo. Así, un antiguo piano alemán H. Kohl lo acompaña desde la reapertura casi al centro de la sala, más algunos paneles y vitrinas con medallas históricas, piezas mecánicas del ferrocarril funicular, fotografías de época e información sobre el mismo servicio y el parque. ♣
Comentarios
Publicar un comentario