La misteriosa Safo en el diario "Las Últimas Noticias", en el suplemento "Candilejas" del miércoles 8 de diciembre de 1979.
Entre fines de los años setenta e inicios de los ochenta, muchos ingenuos blandían espadas a favor del concepto "destape", exigiéndolo como algo necesario y honesto para el desarrollo de la conservadora sociedad chilena; el mismo tópico que después ellos mismos juzgarían como objetivización sexual de la mujer, irónicamente, tras volcarse su caja de resonancia de modas internacionales. En su posición snob desconocían ya entonces, sin embargo, que desde hacía tiempo la desnudez y los shows subidos de tono, como los criticados incluso en el relajo moral de nuestro tiempo, ya eran parte de los números ofrecidos en clubes como Las Rosas de barrio Club Hípico, el Tap Room de calle Bulnes, el Zeppelin de Bandera o la Taberna Capri de San Antonio.
Una generación de hermosas y esculturales mujeres había llegado, para entonces: eran el paso siguiente a la audacia dejada por los espectáculos de vedettes y bailarinas ligeras de ropa en las compañías de revistas como la Cóndor, la Tro-Lo-Ló, el Bim Bam Bum, el Picaresque, el Burlesque o el Humoresque. Desde los años sesenta, cuanto menos, resonaban ya varios de esos sus nombres artísticos, destacando los de las chicas más jóvenes y estilizadas. Y, aunque ya vemos escenas de striptease reales en filmes nacionales como "Morir un poco" de 1967 y "Tres tristes tigres" de 1968, el apogeo de estos espectáculos se dará en la segunda mitad de la siguiente década, según nuestro cálculo, al mismo tiempo que la actividad bohemia se volvía más oscura y clandestina respondiendo a las condiciones ambientales hostiles a la diversión nocturna. Es allí donde surgen estrellas del ambiente con "chapas" tales como Natiuska, Lucy, Rachel o Marión, verdaderas rompecorazones de su tiempo.
Safo pertenecía a esa generación de 1980, justo al inicio de la recordada década de las vanguardias y la cultura pop. La juventud, esbeltez y larga cabellera rubia ("casi natural", creemos) eran sus características, mientras sus rasgos paseaban entre los de gitanos y eslavos recordando un poco a los años mozos de la actriz británica Helen Mirren (también de esa ascendencia familiar, dicho sea de paso), la que se consagraba internacionalmente por esos mismos años con su papel en "Excalibur", de John Boorman. Descubierta y revelada públicamente por reporteros del diario "Las Últimas Noticias", sin embargo, poco llegó a conocerse de Safo fuera de su pseudónimo y de sus infartantes presentaciones en topless de Santiago, quedando en el misterio incluso su nombre real.
La primera aparición mediática de la bailarina sería en una página a color dedicada enteramente a ella en el suplemento "Candilejas" del mencionado periódico, el miércoles 5 de diciembre de 1979. La diva tenía sólo 18 años y estaba recién partiendo en el rubro. Desinhibida y audaz, aparecía allí con el torso desnudo y un pequeño traje de fantasía correspondiente a un calzón blanco con pequeñas cadenas que trepaban por su perfecta figura, en fotografías de Julio Bustamante para las que posó a pesar de que no era especialmente amiga las cámaras ni de ser capturada en rollos de película. Presentada por el titular como la "Súper Reina del topless", de seguro esa página adornó por largo tiempo algunos talleres mecánicos y botillerías de la época, así como el dormitorio de más de un soltero.
Pero Safo no era sólo una blanca y lozana hermosura: su sensual presentación de danza, definida como un "enloquecedor baile", era la atracción en la alguna vez famosísima y elegante discotheque y night club Status en casi todas las noches, ubicada en la dirección de avenida Providencia 705 llegando a la bohemia calle General Salvo, mismo espacio en donde existe actualmente el cabaret Fabiano Rossi. Incluso parece ser una imagen suya la que aparecía a inicios de los ochenta en algunos avisos publicitarios de prensa del mismo night club, con su figura detrás de unos barrotes alusivos a la jaula donde hacía el principal de sus números.
Así describía el reportero su encuentro con la reina del topless en el establecimiento, en un lenguaje que claramente hoy pasaría por inapropiado pero que precisa bien lo hermosa que era la joven bailarina y lo embelesado que podía volver al público masculino:
No lo podíamos creer. Entramos al Status con la intención de tomar un buen trago y "ver qué había". Y había... Un verdadero monumento viviente. Una mujer: "¡no puede ser!, ¡estoy soñando!". Pero estaba ahí. En la jaula. Bailando un ritmo moderno con su blonda cabellera enmarcando su juvenil y alegre carita. Siguiendo en el detalle sus condiciones físicas trataremos de continuar sin perder la calma ni caer en tropicalismos. Cuello de cisne y busto de estatua romana. Las avispas estarían furiosas de envidia con su cintura. De las caderas mejor no detallar nada, solamente que era un todo armónico con el resto y como digno pedestal a toda esta maravilla están las piernas torneadas por inspirado orfebre que justificó su existencia con esta obra.
Safo se describía a sí misma como una chica romántica y deportista, lo que explicaba su excelente estado físico, además de haber realizado estudios de danza. Aseguraba también ser fiel cuando se enamoraba, a pesar de que los pretendientes hacían fila ante sus encantos, confesando incluso estar dispuesta a contraer matrimonio y tener hasta diez hijos si se presentaba la oportunidad. Detestando a los hombres imprudentes o acosadores, era una joven con cierta base cultural importante, además: junto con elegir el nombre de la griega Safo de Lesbos como su personaje en los clubes tenía cierta afición por la poesía, escribiendo algunos poemas de amor y soñando con tener alguna futura residencia en terrenos cercanos a la cordillera para inspirarse. En aquellos días cuando fue entrevistada tomaba también clases de canto y aprendía idiomas.
Otras sensuales imágenes de Safo en el diario "Las Últimas
Noticias", en el suplemento "Candilejas" del miércoles 8 de diciembre de 1979,
cuando era la auténtica reina de los night clubs de Santiago y el amor platónico de infinidad de nocherniegos.
Safo, el sueño de los noctámbulos, cuando ya intentaba cambiar su nombre artístico a Magdalena, en otro reportaje de "Las Últimas Noticias" del sábado 22 de marzo de 1980.
Aviso del night club Status de Providencia, en donde la hermosa Safo era la estrella y principal atracción con su baile dentro de una jaula. Publicado en el diario "La Segunda", abril de 1981.
Por entonces, la Status gozaba de una fama interesante: el club con varias de las bailarinas nudistas más hermosas de todo el circuito nocturno, pues sus reclutamientos eran muy exigentes. Junto a la reina Safo formaban parte del equipo otras bellezas y talentos como Lucy, chica de origen penquista con hermoso contraste en su albura de cutis y el pelo oscuro y ondulado: o Ángela, quien reconoció alguna vez ser madre separada con dos hijos. Algunas de estas bailarinas se presentaban también en el menos refinado club Luky, otro famoso café topless de Alameda 2800 con Bascuñán Guerrero, en los barrios de la Estación Central. A diferencia de otros negocios de la diversión nocturna en esos años, las chicas del Status tenían por política estricta no salir con los clientes.
Safo y Lucy siguieron siendo, reconocidamente, las principales atracciones del cabaret nudista, a veces actuando juntas en escena y atrayendo a cientos de clientes por semana cuyos rangos etarios iban desde jóvenes enamoradizos hasta viejos verdes. Paradójicamente, ambas tenían menos edad de los 21 años que se exigían a los clientes para poder entrar al club. La Status mantenía cierto perfil de alta sociedad para sí, como lo señalaba su propio nombre, siendo visitada especialmente los viernes por varones saliendo de sus trabajos y, por supuesto, representantes del gremio periodístico aficionados a las correrías de trasnoche.
Era imposible que Safo pasada inadvertida allí, entonces. Su presencia siempre se notó, embobando y haciendo babear con su figura escultural y a la vez inalcanzable, pues era muy esquiva a las seducciones de los galanes y sus regalos.
La indoblegable Safo volvió a ser requerida para un reportaje del diario "Las Últimas Noticias" del sábado 22 de marzo de 1980, ahora por el reportero gráfico Hugo Brito y el periodista Nelson Oras, asomando así otros de los escasos datos biográficos que pudieron conocerse de ella. A la sazón, además, intentaba modificar el pseudónimo tomado de la poetisa greca, porque se había visto en situaciones incómodas provocadas por muchos quienes creyeron que tenía inclinaciones o predisposiciones lésbicas, siendo en realidad una mujer heterosexual. Pero ya era muy tarde: por más que intentó cambiar su nombre artístico a Magdalena, continuaría siendo llamada Safo. Otra revelación haría en aquella ocasión de la entrevista:
Al rendir 4° año medio, la ex Safo se inscribió en una escuela de modelos. Al término del curso "fui tentada -explica-. Hago topless poco más de un año. Mis padres no se oponen (soy hija de un abogado), pues dejan que decida mi vida por mí misma".
Para ella, "el topless es una actividad difícil, desde el punto de vista de la gente. Pero no me conturba lo que piensen los demás. Cuando hago mi número, sólo siento deseos de entregar a la clientela lo suficiente para que se sienta bien".
Sin embargo, Safo y los demás ángeles de carne y hueso en los cafés topless y cabarets de la época sólo vivían en un breve engaño de prosperidad nacional, comenzado a fines los setenta y próximo a derrumbarse con la funesta Recesión Mundial de 1982. La crisis fue un golpe formidable para el rubro de la diversión y tumbó una gran cantidad de negocios que ya parecían consolidados, en el mejor de los casos obligándolos a bajar la calidad de la oferta, reducir personal y abrirse a público más popular. En ese mismo limbo, la Status pasó a ser un nuevo night club llamado El Dorado, y después de este, en 1987, llegó el Fabiano Rossi del empresario Alejandro Araya, que aún ocupa al mismo local.
A la hermosa bailarina se le pierde la huella en aquel período, desapareciendo de los reportajes halagüeños junto con la Status. Así pasó a formar parte de las leyendas de una época, dejando registros de su propio mito en el camino, del que no sabemos más de lo hasta acá expuesto. Quizá encontró a un príncipe de cuentos clásicos, o dejó el ambiente por estudios y nuevos proyectos que la alejaron de la noche; quizá pudo cumplir su sueño de residir en la paz de terrenos precordilleranos, escribiendo poesías románticas mientras sus hijos jugaban afuera, o acaso inspirando los versos de un enamorado compañero de vida...
A estas alturas de la historia de las noches santiaguinas -alicaídas y opacadas en comparación con otros tiempos-, sólo ella lo sabe, donde quiera que se halle reservando sus recuerdos y orgullos, tal vez también vergüenzas y muchos secretos. ♣
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