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LAS LADY-CROONERS EN LA ESCENA ARTÍSTICA CRIOLLA

Ruth Valentine, en revista "Ecran", 1944. Casada con el también crooner Jack Brown, fue una de las primeras exponentes chilenas de este estilo.

En la entrada anterior vimos algo sobre la irrupción de los crooners o cantantes de tono suave en el ambiente de la clásica bohemia nacional, con algunos de sus principales exponentes en los clubes de baile, las boîtes y los music-halls a partir de los años treinta. Generalmente cantando en inglés y vinculados sobre todo al género del jazz, estos artistas habían surgido en los Estados Unidos durante los años veinte y tuvieron grandes exponentes como Bill Crosby, una de las principales figuras que influyeron en el habla hispana para comenzar la imitación de tal modelo antes del surgimiento de Frank Sinatra, Dean Martin y otros astros.

Como resultado esperable de la tendencia artística propiciada por los crooners masculinos en la entretención trasnochadora de Santiago, surgieron connaturalmente también culturas mujeres o lady-crooners. La versión nacional de estas artistas había comenzado en la capital chilena, precisamente cuando se transitaba también por la edad de leche y miel para las boîtes y centros bailables. Trajeron algunas novedades, además, porque no todas cantaban sólo repertorios en inglés y muchas se asociaban por temporadas con algunas de las más reputadas orquestas de la época, casi invariablemente como el único elemento femenino en ellas y rotando por periodos en ellas y en las radios.

Aquellas figuras iniciadoras del movimiento crooning de falda y taco alto fueron seguidas por varias otras estrellas del medio, muchas de ellas indivisiblemente enredadas con el camino con los  grandes clubes en donde se presentaban o compartiendo también sus horas con trabajos como actrices de cine y teatro. Se trataba de un arte especialmente desafiante y completo, trascendiendo al mero talento vocal, como explica Miguel Vera Cifras en su artículo "Mujeres en el jazz en Chile. Modelización, régimen simbólico y trayectorias de género", publicada en la "Revista Musical Chilena" de junio de 2018:

El modelo de lady crooner, ligado también al cine musical, mantuvo su regencia a lo largo de las décadas de 1940 y 1950. Paralelamente persistía la tradición de la cupletista, con su amaneramiento lírico, lo revisteril asociado a la danza y el atiplamiento cómico. Muchas lady crooners provenían del ámbito teatral y del cine, quizás porque la interpretación vocal concentrada en el timbre y rasgos suprasegmentales de la voz en conjunción con la expresión facial o gestual, necesitaba de cierta versatilidad cinética e interpretativa que el arte dramático también requería.

Saltaron a carteleras, así, las maravillosas cantantes de tal propuesta, partiendo por casos de pioneras como Virginia Mills, de quien "se decía uruguaya, pero que Jack Brown jura que era antofagastina" según anota el cronista Osvaldo Rakatán Muñoz en su "¡Buenas noches, Santiago!", agregando que la artista tenía una bella voz de contralto. Por su parte, Manuel Peña Muñoz sitúa también entre las primeras, en "Los cafés literarios en Chile", a Matilde Broders, talquina nacida en 1911, de voz soprano y quien se dedicó también a la actuación, contando con formación lírica.

Otra de esas primeras lady-crooners que pudo conocer el público nacional llegó a visitarnos desde el Viejo Mundo: fue una cantante francesa llamada Dixie Moore, haciendo algunas de sus presentaciones en el dancing club Lido de calle Huérfanos, entre Estado y Ahumada, en donde estuvieron después los cines Central y Huérfanos. También pasó por el Teatro Esmeralda de calle San Diego llegando a avenida Matta; y en el Teatro Comedia de Huérfanos casi Morandé. Sus principales espectáculos ofrecidos en la capital, aquel año 1935, los realizó acompañada por la Orquesta de Buddy Day, volviéndose de inmediato una influencia para lo que sería el surgimiento y fomento de las lady-crooners nacionales, por entonces aún en tímida gestación.

Una de las inspiradas por aquellas revelaciones (quizá hasta en el nombre artístico) fue Dixie Lane, nacida en 1919 y cuyo nombre real era Mirella Latorre Blanco. Recoletana según Rakatán, era hija del escritor criollista Mariano Latorre, "quien gozaba mucho con estas 'travesuras' de su hija". Había comenzado a sonar su nombre en los años cuarenta gracias a su participación en radioteatros de radio Pacífico, Minería y Cooperativa Vitalicia, tras ser descubierta y estudiar actuación con Pedro de la Barra. De acuerdo a lo que informaba ella misma la revista de espectáculos "Ecran" en junio de 1953, se inició de lady-crooner en la Orquesta de Lorenzo d'Acosta en 1936, cuando aún se llamaba La Saint Lawrence, en el local Boyarín (ubicado calle Ahumada, al lado del Naturista). Tenía sólo 17 años a la sazón.

La chiquilla cantó después en locales nocturnos como la boîte El Tráfico de calle Merced, posible antecedente de la actual bohemia de los barrios Santa Lucía y Lastarria. Allí era acompañada por la misma orquesta del maestro D'Acosta, con quien tuvo varios otros intercambios profesionales. También hizo presentaciones en el famosísimo restaurante La Bahía, mítico establecimiento de calle Monjitas a escasos metros de la Plaza de Armas.

La Dixie chilena tuvo una vida complicada y difícil, lamentablemente: había contraído matrimonio con el destacado periodista Juan Emilio Pacull, pero la relación acabó quebrándose después de dos hijos. Se casaría también con otro conocido hombre de medios escritos: Augusto Perro Olivares, convencido militante socialista y asesor directo del presidente Salvador Allende, suicidándose de un tiro junto como él en el Palacio de la Moneda, aquel 11 de septiembre de 1973. La ex lady-crooner se vio en necesidad de emigrar Francia y luego a Cuba, trabajando en televisión y volviendo sólo en 1995 a Chile, en donde la encontraría la muerte diez años después.

Los años cuarenta ya contaban con otros ejemplos notables como el de la pequeña y menuda Kerry Keller. Nació con el nombre Amalia Keller Rossenblat en la capital argentina, pero decidiendo "chilenizarse" y establecerse en Rancagua. Así había comenzado su carrera de lady-crooner ya en 1934, a los 15 años, en Radio El Mercurio, siendo reclutada unos años después por Henry Kardós para ir con su orquesta al Casino de Viña del Mar. Cantaba para el Hot Club de Chile hacia fines de los treinta e inicios de los cuarenta, grupo de aficionados al jazz nacido en el club Tabaris de Alameda llegando a San Antonio y que sirvió de antecedente al Club de Jazz. Y otra lady-crooner cantaba en el mismo club jazzístico en 1939: Lucy Page Guevara, mencionada alguna vez por el maestro Pablo Garrido. Vera Cifras agrega que esta cantante llegaría a ser presidenta del Club de Jazz de Talca en 1980.

En 1940, Kerry entró a la parrilla de artistas contratados para las fiestas de fin de año del Casino de Viña del Mar, también con Buddy Day y su orquesta como plato principal. Durante el año siguiente viajó a su Buenos Aires actuando en Radio Splendid con la Orquesta de Kardós y en el Alvear Palace Hotel con la Orquesta de Julio Rosenberg. Su periplo continuó en Río de Janeiro, con los mismos buenos resultados. Curiosamente, ella confesaba que en cierta ocasión la acusaron de ser "espía nazi", sin embargo. Estuvo también en Radio Cooperativa Vitalicia con la Orquesta de Don Roy. Entrevistada en 1945 por la revista "Ecran", cuando ya se estaba involucrando cada vez más en el teatro y dejando ya el canto, diría allí:

Me encanta, sí, actuar como "lady-crooner". Aún más, estoy contratada de nuevo por Radio Corporación Chilena para actuar frente a un conjunto orquestal. Sobre todo, a esta afición debo mi popularidad en Chile y el extranjero. Sin embargo, prefiero por sobre todas las cosas el teatro. Toda mi vida he querido ser actriz, una actriz que pueda desempeñar con maestría cualquier papel que comunique al público el sentido mismo de la obra que se está representando...

También debe considerarse entre las impulsoras del crooning femenino en Chile a Dolly Day, quien desde fines de los treinta hacía sesiones para la Radio La Americana. Ya más madura, en 1948 se presentaba en la Radio Corporación Chilena de Broadcasting, junto con la Orquesta de Izidor Handler en donde cantaba también Arturo Millán, otro artista de consagración e iniciado en el mismo estilo de canto. Aunque se trate hoy de una de las lady-crooners más olvidadas por los memorialistas y cronistas, así se refería a ella la revista "Ecran" en su edición del 9 de mayo de 1939:

Entre los solistas mencionaremos a Dolly Day, una "lady crooner" de extraordinarias condiciones para el micrófono y que nada debe envidiar a las cantantes extranjeras. Es una muchacha que si continúa cultivando sus condiciones, muy pronto se destacará entre las artistas de radio que hay actualmente en la capital.

Poco después y ya dejando un poco la costumbre de usar pseudónimos anglo (a pesar de ubicarse también entre las pioneras), Delia Ramírez -quien a veces presentada como Dalia- sería en 1942 y 1943 la lady-crooner de la Orquesta Nuevo Ritmo que se presentaba en la boîte El Refugio, ubicada en los altos del Teatro Continental. Su mejor época se dio a mediados de la década, cantando para la Orquesta d'Acosta en 1946 en la Radio Sociedad Nacional de Minería, despidiéndose allí mismo, en mayo de ese año, antes de viajar a Europa para integrar los programas de la BBC de Londres, pasando después a España antes de retornar a Chile. Tuvo también un papel en la obra "Fulgor y muerte de Joaquín Murieta" de Pablo Neruda, hacia fines de 1967, pero Vera Cifras señala que acabó retirándose y viviendo con una de sus hijas en Pirque, manteniendo estrechas amistades con colegas actrices como Bélgica Castro.

No menos relevante sería el caso de Liane Taylor -a veces presentada también como Liana-, quien era intérprete del swing, foxtrot y tropical, con presentaciones en el Tap Room Ritz de calle Estado desde 1943 cuanto menos. A partir del año anterior ya figuraba en carteleras también la rubia Peggy Walsh, quien actuó en la boîte El Refugio y en el Sótano de la Quintrala de calle Agustinas. Era una estrella norteamericana con enorme currículum de show woman, aunque reconocía que la agotaba tanto trabajo nocturno.

Tampoco puede pasarse por alto el aporte al género que diera la cantante y actriz nacional Malú Gatica, quien tuvo ocasión de aprender desde muy joven dichas disciplinas viviendo en Nueva York, para regresar a Chile en 1940 y convertirse al instante en estrella radial con incursiones como lady-crooner. Ya hemos dedicado un capítulo completo a su vida en este sitio. Su colega Hilda Sour, en tanto, si bien su paso por el género fue breve, haría tempranas venturas tipo crooning en locales como el Goyescas, el Waldorf y el Violín Gitano, compartiendo después su corazón entre la escena chilena y la argentina, además. Acabaría definiéndose por el género del bolero y la canción melódica, priorizando especialmente la actuación.

Selección musical de varias artistas nacionales y extranjeras quienes formaron parte o influyeron en el movimiento de las lady-crooners en Chile.

Notas de espectáculos del diario "La Nación" para las lady-crooners Delia Ramírez (1943) y Marta Bell (1942).

Kerry Keller con el grupo de jazz de Theo van Rees, en Radio Sociedad Nacional de Agricultura en 1944. Imagen publicada en la revista "Ecran".

Orquesta de Lorenzo d'Acosta con la lady-crooner Lita Nelson en la revista "Ecran" en 1946, cuando hacían presentaciones en el Casino de Viña del Mar.

Joven y radiante Malú Gatica, fotografiada por Alfredo Molina La Hitte en los años cincuenta. Además de actriz, fue una de las primeras lady-crooners nacionales.

Perla Fox, fotografiada también por Alfredro Molina La Hitte, hacia 1950. Fuente imagen: Biblioteca Nacional Digital.

Hilda Sour cantando en el Waldorf, en el filme "Uno que ha sido marino" (1951). En sus inicios tuvo algunas incursiones como lady-crooner.

De izquierda a derecha: Charito de la Cruz, en la revista "Ecran", 1951; Marie Martin, en el diario "La Nación" en 1952; y Katiushka (Cathy Yaksid) en revista "Ecran", 1961.

A la izquierda: la lady-crooner Leda Vial entre el director orquestal español Xavier Cugat y el chileno Lorenzo d'Acosta en el Hotel Carrera, en la revista "Ecran", 1949. A la derecha: Mirella Latorre, quien cantaba en el rol de lady-crooner usando el nombre artístico Dixie Lane, junto al actor Emilio Gaete, en fotografía reproducida años después en la revista "Análisis", 1988.

Famosas lady crooners de los cuarenta y cincuenta. De izquierda a derecha: Anabella James, en revista "Ecran", 1945; Deanna Ross, en publicidad para la recién fundada Radio Nuevo Mundo, en el diario "La Nación", 1945; Jenny May, en "La Nación", 1949; Lilian Rodríguez en "La Nación", 1953; y Karina (Ana María Gómez) en "La Nación", 1955.

Cuatro históricos crooners en la revista "Ecran", 1949: Glenn LeRoy, Elly Morgan, Mary Louise y Humberto Lozán.

Orquesta de Federico Ojeda con la lady-crooner Marée Louis al centro, en la revista "Ecran", año 1949.

El conjunto Los Kings en el Casino del Cerro San Cristóbal, en el diario "La Nación" a inicios de 1963. Su lady-crooner, en la imagen, era Aída Montes.

Así las cosas, el impulso de las lady-crooners de la escena chilena llegaría a su apogeo en los años cincuenta, abultando la nómina de extraordinarias divas involucradas en estas exigentes artes. Entre las muchas que aparecen en las guías y carteleras de la época, podemos encontrar nombres como los siguientes, nacionales y extranjeros:

  • Marianela, pseudónimo de la consagrada actriz Carmen Barros Alfonso, cuyos comienzos artísticos fueron en el canto crooning debutando en Radio Sociedad Nacional de Agricultura en 1944. Su ubicación cronológica la ubica como otra de las pioneras del género en Chile. Carmen todavía realizaba presentaciones de este tipo en 1966, además. Fue de una de las cantantes que partió muy joven y sin conocer del todo el inglés, pero supo entenderse bien con la fonética y pronunciación.

  • Ruth Valentine, esposa del crooner Jack Brown y figura de gran atención en su momento. En 1944 hacía presentaciones en el Nuria de Agustinas con Mac-Iver, y en 1951 en Radio Corporación con la Orquesta d'Acosta. En esos mismos años cincuenta fue parte de la Compañía de Revistas del Teatro Pacífico.

  • Dina Murúa, quien se llamaba realmente Angélica Montes y tenía formación lírica, permaneciendo durante algún tiempo en el mismo estilo en clubes de la época.

  • Karina, llamada en realidad Ana María Gómez. Ejerció como lady-crooner para la Orquesta de Pepe Carrera en los años cuarenta y cincuenta, presentándose con él en el club Tap Room.

  • Marta Bell, estrella de los shows dominicales de la Radio Carrera a mediados de 1942, elegida también por Buddy Day con quien actuaría dos años después.

  • Betty Mabel, elogiada en la prensa por su hermosura, elegancia y voz, quien estuvo acompañando a los Hawaiian Serenarders en el Tap Room hasta principios de 1943.

  • Nena Santander, voz para el grupo Hungarian Serenaders en el club La Querencia de calle Agustinas, también en 1943.

  • Rosalind Taylor, norteamericana, cantante en inglés y castellano (aunque con acento). Integraba la Orquesta de Samuel de Rozas en el Tap Room, en 1943.

  • Peggi Sanders, quien con Carlos Miranda fueron los crooners del conjunto de jazz del argentino Ken Hamilton cuando estuvo en Chile a fines de 1944, tocando en Radio Sociedad Nacional de Minería y en el Club de la Unión.

  • Mary Wilson, cantante quien trabajaba en 1944 con el crooner Efraín Capdevila en la Orquesta de Jazz Melódica de Samuel de Rozas, en el Tap Room, cuando recién cumplía 20 años. Hablaba varios idiomas y en sus precoces inicios había usado el nombre Gloria Wilson, en la Orquesta de Jazz Monty-Montero de Argentina.

  • Magda, cantante de Radio Cooperativa Vitalicia y después en la Confitería Goyescas de Estado con Huérfanos, conocida también por interpretar canciones tropicales.

  • Annabella James, lady-crooner de la Radio Yungay en 1945. Podría ser la misma Annabella quien aparecerá en la Orquesta Típica del maestro Moraga y la Orquesta de Saint George en los bailes de amanecida de la Hostería Providencia, ya en los cincuenta. Todavía actuaba en el Casino de Viña del Mar a mediados de los años sesenta.

  • Sonia von Schrebler, la popular integrante del dúo Sonia y Myriam (con su hermana) y con el nombre de Sonia La Única como solista. En 1946 era lady-crooner de la Orquesta Blue Dreamers en la Radio de la Sociedad Nacional de Agricultura. Su carrera conservó parte de estas influencias ya en tiempos de consagración internacional.

  • Deanna Ross, otra cantante en inglés quien se inició muy joven y todavía sin saber el idioma, algo que se notaba un poco en su pronunciación de esos años. Ya era conocida en el medio hacia 1945, cuando pasó a formar parte de la primera generación de artistas de la recién inaugurada Radio Nuevo Mundo. Fue apodada la Deanna Durbin chilena.

  • Lita Nelson, voz femenina en la Orquesta d'Acosta en 1946, cuando hicieron presentaciones en el Casino de Viña del Mar.

  • Carmen de la Cruz: lady-crooner de la Orquesta de Jazz de Mike Florenz en 1947, en la Hostería La Nave del barrio de Parque Cousiño.

  • Charito Gibson, de Radio Agricultura y cantando con Mario Aguilera allí en 1947. Tenía un perfecto inglés y una voz baja, dedicándose a canciones norteamericanas y británicas.

  • María Teresa de los Reyes, destacada en la escena durante la segunda mitad de los años cuarenta. Curiosamente, tampoco hablaba ni entendía mucho de inglés, al menos en sus primeros años, por lo que toda su pronunciación debió ser puntillosamente aprendida para poder cantar en este idioma cuando puso en marcha su carrera.

  • Jenny May, argentina venida a Chile quien fue lady-crooner de la Orquesta de Ray Ventura y sus Colegiales del Ritmo, y en Chile formó parte de las Comedias Musicales Modernas del Caupolicán. También fue vedette de la Compañía de Aldo Fabrizi en 1948.

  • Leda Vial (a veces presentada como Ledda), quien trabajó con Jack Brown en la Orquesta de Carlos Salas y Bernardo Lacasia en 1948, en el café Lucerna de Ahumada, y después con la Orquesta d'Acosta en la temporada de 1949 del recién inaugurado Roof Garden del Hotel Carrera, enfrente de la Plaza de la Constitución.

  • Gloria Wilson, de la Orquesta de Fernando Roca en el Roof Garden del Hotel Carrera, 1949.

  • Marée Louis, lady-crooner de la conocida Orquesta de Federico Ojeda a fines de los cuarenta, con presentaciones en Radio Minería.

  • Elly Morgan, por entonces artista de los Establecimientos Oriente de la Plaza Baquedano, transmitidos por Radio Minería.

  • Glady Ocampo (a veces Gladys), quien era además maestra de ceremonia y se presentaba en el Tabaris, bajo dirección artística de Joaquín Pacerón. Todavía aparecía en clubes como El Escorial de calle Morandé en los años sesenta.

  • Clara Luna, lady-crooner del conjunto Santa Paula Serenaders, del jazzista argentino Raúl Sanchez Reinoso. Hizo una estupenda temporada con ellos en 1950 en clubes chilenos como el Waldorf y Oriente, dejando una buena impresión. Sus presentaciones fueron transmitidas por Radio Agricultura.

  • Elder Barber, conocida también como Elder Perla Barbero y Elder Barbero, artista argentina de la Radio Belgrano de Buenos Aires. Fue parte de la Orquesta de Efraín Orozco y del conjunto Melodías de Italia cuando llegó a presentarse a clubes chilenos como solista, apareciendo en 1950 en la Hostería La Nave.

  • Carmen Palma, quien ya en 1950 también se presentaba en la Hostería La Nave junto a la Orquesta de Jack Brown.

  • Olga Núñez, de la Orquesta de Nibaldo Soto Carvajal animando diariamente el salón de té de las tiendas Gath y Chaves en Estado con Huérfanos, durante la primavera de 1951.

  • Charito de la Cruz, voz en la misma Orquesta Soto Carvajal en la Taberna Capri de calle San Antonio, a inicios de los cincuenta.

  • Isabel Stuardo, de la Orquesta de Paddy Kennedy en el Casino del Cerro San Cristóbal, durante el verano de 1952.

  • Marta Castro, lady-crooner de la Orquesta de Selim Alvarado Noira, con presentaciones en 1952 tanto en Santiago como en La Serena.

  • Raquel Mitchell, también en la Orquesta de Jazz del maestro Pacerón, cantando en 1952 en el Patio Andaluz en los bajos del Portal Bulnes.

  • Lilian Rodríguez, cantando para la Gran Orquesta del Circo Darwin en septiembre de 1953, el que había instalado su carpa en Alameda con Cienfuegos.

  • Marie Martin (muchas veces presentada también como Mary), hermosa y conocida cantante de clubes como el restaurante Martini de calle Bandera. Formaba parte del Quinteto Danilo en la Hostería Providencia, en 1952, y del grupo Los Merry Gipsy en el Casino del Cerro San Cristóbal, en 1955.

  • María Angélica, quien hacía lo propio en 1954 en el King's Club, enfrente de la Plaza de Armas, en donde había estado el Patio Andaluz.

  • Marión, llamada en realidad Edith Ricotti. Esposa del también crooner argentino Jorge Foster (Jorge Aramburu de Martino), ambos se desempeñaron en la Orquesta de Valentín Trujillo en los cincuenta.

  • Alicia Quiroga, integrante femenina de la Orquesta Huambaly durante el año 1956. Su estilo se fusionaba con el tropical.

  • Hilda Bryan (a veces Brian), del conjunto de jazz Santa Anita, con trayectoria en el Violín Gitano a fines de los cuarenta y en la boîte Le Cirque del Hotel Carrera, hacia el último trimestre de 1954. Tenía una voz con vibrato caprino y cantaba en buen inglés.

  • Rosita Lara, bella lady-crooner quien se desempeñaba también como vedette e imitadora hacia 1954-1955, en locales como la Taberta Capri y los shows del Teatro Santa Lucía en la Alameda.

  • Silvia Silva, ex cantante del Waldorf y voz femenina en la Orquesta Huambaly en los cincuenta, luego de marcharse Alicia Quiroga.

  • Monna Bell, famosa cantante quien, en esos años, se presentaba en Santiago y Viña del Mar con la Orquesta de Izidor Handler, integrada también por los cantantes del grupo Mosaicos de América. En el Hotel Carrera cantaba con Jack Brown para la Orquesta de Isidro Benítez. Hizo una brillante carrera de canto y actuación en el extranjero.

  • Annié Lane, de la Orquesta de Osvaldo Silva que tocaba en la boîte del Hotel Carrera, hacia fines de 1953.

  • Perla Fox, otra estrella de los cuarenta y cincuenta, integrante el Cuarteto de Jazz de Juan Manuel en Radio Minería, en 1944. Después sería figura en el Teatro Santiago de calle Merced, en 1954, y del restaurante Santiago de Bandera esquina Huérfanos en 1955, en ambos lugares junto al cantante y fantasista en piano Alberto Méndez. También era estrella del Goyescas hacia 1959, cantando en castellano, inglés y francés. Todavía hacía algunas apariciones televisivas en los ochenta, como en el programa "Festival de la Una" de TVN.

  • Gloria Nelson, lady-crooner de la Orquesta de Willy Villarroel en la confitería Goyescas, 1957.

  • Aída Montes, quien en 1963 y 1964 formaba parte del grupo musical Los Kings, dirigido por Lalo Pizarro y con presentaciones en el Casino del Cerro San Cristóbal.

  • Lolly Güilbert, de la Orquesta Casino en el Tap Room cuando este club ya estaba en calle Bulnes, en 1961.

  • Katiushka, en realidad llamada Cathy Yaksid. Siendo muy joven debutó como lady-crooner del pianista Roberto Inglez, con algunas incursiones teatrales en esos años.

  • Laura d'Anselmo, cantante chilena quien prefirió partir a Nueva York en donde llegó al peak de su carrera en 1966, cantando en clubes como el Chateau Renaissance.

  • Belén Alassio, una de las últimas lady-crooners incorporadas a la escena en la edad de oro de la bohemia santiaguina, con ciertas intervenciones también en el cine. Cantaba en una orquesta hacia 1968.

Terminada la época de la clásica bohemia y siendo adoptado ya el modelo de las discotheques y otros establecimientos parecidos -en donde la música iba por expresiones más modernas y con frecuencia ni siquiera en vivo-, el mercado recreativo comenzó a prescindir de los crooners y las lady-crooners, como era esperable. Empero, estos artistas nunca se acabarían como arte y disciplina, manteniendo su vigencia en el ambiente musical, con varios casos contemporáneos e internacionales.

Durante la transición de la oferta de diversión nocturna sucedida en los mismos años sesenta, sin embargo, muchas mujeres exponentes del canto crooning envejecerían con su propio público, encontrando así sólo pequeños espacios y oportunidades para ofrecer su voz y tratar de aplacar el inclemente olvido. Así, cumplidos los plazos de la vida, una gran cantidad de ellas se perdió en el retiro y la oscuridad, lamentablemente, tragadas por fantasmas que parecían sólo insignificantes e inofensivas amenazas cuando estaban en el clímax de sus respectivas carreras. ♣

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