Tommy Rogers y los Gay Boys en los estudios de Radio Prat. Imagen publicada por la revista de espectáculos "Ecran", año 1949.
Hoy usado menos que antes, el término crooner señala a una categoría particular de artistas en la bohemia de los espectáculos, conciertos, music-hall, cabarets y boîtes: aquel dedicado principalmente a cantar canciones orquestadas valiéndose de sus voces suaves y melodiosas. Era el estilo denominado crooning, más bien relajado y "hablado", cuya aparición se dio en los años veinte en establecimientos recreativos de los Estados Unidos, en parte por el desarrollo de las tecnologías de los micrófonos y la amplificación. Exponentes contemporáneos como el canadiense Michael Bublé, además de algunos concursos televisivos de canto aficionado, han repuesto cierto interés popular por el espectáculo de los crooners.
El nombre del oficio proviene de la palabra inglesa croon, usada para señalar el canturreo o canciones de media voz y a voz suave, más melódico y baladista. A diferencia del chansonnier, quien solían cantar un repertorio de temas propios o distintivos en los cabarets pero sin grandes modificaciones entre los arreglos de una pieza y otra (bastándole con frecuencia sólo una guitarra o piano), así como del canzonetista que se dedicaba a melodías ligeras o del cantor corriente que era más bien la voz de cada orquesta o banda, el crooner tenía también una tendencia fundamental y distintiva hacia las piezas relacionadas con la amplia familia del jazz y sus conjuntos instrumentales, aunque coqueteando también con otros ritmos como el bolero, vals, chachachá, mambo y tropical, en muchos casos. Había una intensa rotación de estos artistas entre las diferentes orquestas y clubes ligados al jazz y las veladas bailables, además, generalmente haciendo temporadas en ellas o en los respectivos clubes.
Los crooners fueron la gran revelación del ambiente bohemio chileno a partir de los años treinta. El cronista de espectáculos Osvaldo Muñoz Romero, quien firmaba como Rakatán, le dedica un par de páginas a estos pioneros en su fundamental trabajo "¡Buenas noches, Santiago!". Asegura allí que el arribo de estos artistas en el país se debió a la fuerte influencia que tenía la música de los Estados Unidos en la escena nacional, principalmente con figuras como la de Bing Crosby (1903-1977), quien era también actor y se volvió en su época el favorito de la juventud chilena. Parte de la explosiva popularidad de Crosby y de otras estrellas crooning en su generación, como fue el caso de Al Bowlly (voz en "Midnight, the stars and you", la inconfundible canción que cierra al filme de terror "El Resplandor"), se debía una la feliz coincidencia con la señalada masificación mundial de las tecnologías de reproducción musical, micrófonos y radiorreceptores.
Lo recién expuesto abrió paso también a astros de la talla de Tony Bennett, Frank Sinatra, Dean Martin y Andy Williams, poco después, incluso a una parte del cancionero de Elvis Presley y a los inicios artísticos de actores como Leif Erickson. Los primeros éxitos en solitario de Crosby, tras abandonar el grupo Rhythm Boys, habían sido temas como "Out of nowhere" grabado con la orquesta de Johnny Green, pudieron ser conocidos tempranamente en el habla hispana. Apodado America's Crooner por sus seguidores, protagonizó también el filme "The Big Broadcast" de 1932, en los estudios Paramount, catapultando universalmente su fama. Chile no estuvo tan ajeno a su repertorio y hubo un curioso caso de feedback, sin embargo: Crosby grabaría después una versión propia del foxtrot "Norma", del ariqueño Sergio Fernández Garay y popularizado en las radios por varios otros artistas hispanoamericanos.
Como resultado de ese mismo influjo de Crosby y otros artistas angloparlantes se prefería hablar en Chile de los crooner para señalar, sobre todo, al cantante de tal estilo y que lo hiciera también en inglés, razón por la que solían adoptar pseudónimos que sonaran "gringos". El término comenzó a ser utilizado principalmente por las orquestas de dancing clubs y otros viejos centros de reunión de Santiago o Valparaíso, saltando así también a las carteleras y los avisos publicitarios invitando al público en aquellas noches perdidas del pasado. La primera camada de estos crooners de Chile encontraría su espacio entre los años 1932 y 1934, formada principalmente por cantantes jóvenes quienes se especializaron muchas veces de manera autodidacta en este estilo y que, por supuesto, eran grandes admiradores de Crosby.
Uno de aquellos innovadores fue el músico uruguayo Antonio Felis Peña, quien usó el nombre artístico de Buddy Day y tocaba con su propia orquesta por los más reputados clubes de la época, sembrando así mucho del impulso inicial para la tradición de los crooners en suelo nacional. Había llegado a Chile tras extensas aventuras por Europa y los Estados Unidos, fundando en 1935 la boîte África de calle Moneda a pasos del Palacio de la Moneda, a la que ya hemos dedicado acá un artículo. En ella se dedicó a tocar con sus músicos antes de apostar a más y fundar en calle Huérfanos el Teatro Ópera, instalando en esta sala su club Casanova y, más tarde, a la famosa compañía Bim Bam Bum, todos ellos temas también ya tratados en este sitio.
Mención especial merece otro de los primeros crooners conocidos en Chile, más exactamente de los pioneros: el cantante Jack Brown, cuyo criollo nombre real era Caupolicán Montoya y fue, además, director de orquesta e integrante del trío Los Bohemios. Informa Rakatán que Brown era la voz de la orquesta del Hotel Savoy que existió en calle Ahumada, entre Moneda y Agustinas, conjunto en donde estaban también el talentoso pianista Eugenio González y Jorge Herrera Moraga como director, mismo quien tendría esta misma función después en la Orquesta del Casino de Viña del Mar. También lo encontramos trabajando en festivales del Teatro Balmaceda, en 1944, y con el pianista Alberto Méndez en la Orquesta de Lorenzo d'Acosta, en 1949, en el elegante Roof Garden del Hotel Carrera. Con el tiempo, sin embargo, Brown iría ampliando su cancionero a estilos como el bolero, el tropical y la canción popular. Ya en la madurez se integró a Swing and Company con su guitarra, grupo de temporada del Instituto Chileno-Norteamericano, otro gran ente difusor del jazz en el país.
Cabe señalar que Brown, quien había sido contratado por Radio Aconcagua en 1942 para realizar una gira por Mendoza y Río de la Plata, después fue vocalista de la célebre Orquesta Huambaly, en 1954. Durante su vida hizo memorables presentaciones en el café Olimpia de calle Huérfanos, en la Radio Sociedad Nacional de Minería y, por varios años, sería una de las principales estrellas del espectáculo chileno, llevando una intensa agenda rastreable en las páginas de espectáculos de la prensa. Estuvo en infinidad de otros escenarios, de hecho, como el Teatro Caupolicán de calle San Diego, la boîte A Guitare en Huérfanos (primer establecimiento de este tipo en Santiago) y el Nuria de Mac-Iver con Agustinas, entre varios más. Contrajo matrimonio con Ruth Valentine, también cantante y ubicada cronológicamente entre las primeras lady-crooners nacionales.
Germinada la semilla, entonces, durante la segunda mitad de los treinta, la totalidad de la década siguiente y todavía gran parte de los cincuenta, destacaron varios nuevos exponentes de crooning en el ambiente, chilenos o extranjeros, incorporados en lugares destacados dentro de los anuncios de espectáculos capitalinos. A este grupo y período corresponden voces como la de Florencio León, por ejemplo, quien en 1936 interpretaba canciones de películas en programas nocturnos de Radio Baquedano y Radio del Pacífico; o Bob Rogers, con algunas presentaciones también en radioemisoras como Baquedano, en 1936, y en el auditorio de la Pacífico, en 1937. Por su parte, Jorge Arancibia aparecía en la cartelera de la Baquedano en 1936 y en Radio Sociedad Nacional de Agricultura hacia mediados de 1937.
Debe observarse que incluso algunos de los más consagrados cantantes y artistas chilenos de la clásica bohemia de proyección internacional, comenzaron sus carreras y mantuvieron algunos matices como crooners, desde antes de diversificar sus repertorios. Entre ellos estuvo el futuro bolerista Lucho Gatica, por ejemplo, tal vez el más internacional de los artistas chilenos de su tiempo. Lo mismo sucedió con Arturo Millán, quien en 1947 era crooner de Izidor Handler, pasando después a Radio Minería y por clubes de Santiago como El Escorial, al inicio de calle Morandé. Antonio Prieto lo fue para la Orquesta Casino de Sevilla durante su temporada en la Radio Cooperativa, a fines de 1952, antes de independizarse y mantener gran parte del mismo estilo en sus trabajos. Por su lado, Luis Alberto Pinto, cantante y humorista serenense miembro del dúo Los Caporales, inició su carrera como crooner del grupo Los Rítmicos del Seminario, en tiempos del colegio.
Programa musical con algunos crooners chilenos, extranjeros que pasaron e influyeron en la escena local y otros casos internacionales de importancia.
Avisos de noviembre y diciembre de 1940 anunciado el debut de la Orquesta de Lorenzo d'Acosta en el salón Olimpia. El grupo solía trabajar con crooners masculinos y femeninos. También vemos anunciado al Quinteto Dixie con Jack Brown en el mismo rol. Publicados en el diario "Las Últimas Noticias".
Buddy Day y sus músicos, en 1942. El director cultivó el crooning durante sus inicios en Chile y su banda tuvo a varios de ellos al micrófono, en diferentes épcoas. Fuente imagen: Memoria Chilena.
Tres célebres crooners en Chile, de izquierda a derecha: Eduardo Orfanoz (1945), en folleto de la RCA-Victor; Arturo Millán en sus inicios, en revista "Ecran" (1949); y el argentino Daniel Riolobos, también en "Ecran" (1957).
Curiosa imagen de la revista "Ecran" en 1945: los crooners Jack Brown y Juan da Silva, junto al controlador radial José Mir, en calle Ahumada.
Otros cuatro históricos crooners, en la revista "Ecran", 1949: Glenn LeRoy, Elly Morgan, Mary Louise y Humberto Lozán.
Crooners en la revista "Ecran", de izquierda a derecha: Lorenzo Young (1946), Walter Dennis (1951) y Jorge Foster, con el maestro Valentín Trujillo sobre una tarima (1963).
El crooner nacional Hugo Carreño cantando en una típica sesión de estudios radiales, en la revista "Ecran", año 1949.
El crooner Humberto Lozán y el pianista Valentín Trujillo, con los demás músicos de la Orquesta de Arturo Panello, en el local Waldorf de calle Ahumda. Nota de la revista "Ecran", año 1952.
El argentino Daniel Riolobos con la orquesta del pianista escocés Roberto Inglez en Radio Corporación. Imagen publicada en revista "Ecran", año 1955.
Un crooner en el Chile contemporáneo, con la orquesta juvenil Conchalí Big Band de Gerhard Mornhinweg, fundada en 1994. Primer Festival Jazz a La Vega, en noviembre de 2011.
Rodrigo González y su cuarteto en el II Festival Jazz a La Vega, realizado en noviembre del año 2012.
Entre los muchos otros nombres que brillaron en las páginas de espectáculos de aquellas décadas y pasearon por las principales orquestas y radios, están los siguientes, selección hecha sólo como muestra de lo abundante que era tal campo artístico:
- Nelson Rey, crooner y músico de cuerdas en la orquesta The Seven Swingers de Luis Almarza, en 1940. Hizo presentaciones en esta banda en locales como la Quinta de Recreo Asturias de Tobalaba, con el maestro González Malbrán al piano.
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Luis Aldunate en el café y salón Olimpia, cantando para las orquestas de Fernando Lecaros y Luis Aguirre Pinto hacia 1940.
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Larry Jones, de la orquesta del director Rafael Hermosilla que tocaba en Radio La Americana, año 1943.
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Eduardo Orfanoz, destacado crooner de la Orquesta de Fernando Morello y gran cantante de foxtrots hacia mediados de la década del cuarenta.
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Jimmy Logan, cantante y actor llegado desde el medio neoyorkino, quien se presentaba en el verano de 1943 en el Tap Room de calle Estado junto con el grupo Hawaiian Serenaders. Volvería a tomar este rol con el mismo grupo en el Sótano de la Quintrala, en 1946.
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Ernesto Barkani, crooner con importantes apariciones en la Radio Carrera en 1943 y en Radio Yungay durante el año siguiente.
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Lorenz Young, llamado en realidad Carlos Lorenzo Mateucci, nacido en Italia, pero quien comenzó su carrera en el radioteatro y el canto en Buenos Aires, como crooner de la Orquesta Copacabana de Radio Splendid, tras haber conocido el género musical viviendo también en los Estados Unidos. A los 21 años y ya establecido en Chile, era estrella de Radio La Americana, posterior Balmaceda. Nunca se fue del país, dedicándose con el tiempo a la locución.
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Efrén Capdevila (a veces presentado como Efraín o Capdevilla), crooner de la Orquesta Jazz Dinamita de Samuel de Rozas en el Tap Room, conocido allí hacia verano de 1944. Cantó también en la Orquesta de Jazz de Jacobo Kohan en 1947, con la que se presentaría en el mismo club.
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Enrique Omar, quien en aquellos años era crooner del conjunto Los Hermanos Quintana, muy famosos en Rancagua.
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Gustavo Bisbal, tomando el micrófono para las orquestas de jazz y tropical de Radio Continental, a mediados de los cuarenta.
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Tommy Tucker, de la Orquesta de Antonio La Manna en el Casino de Viña del Mar, figurando en avisos de celebraciones allí realizadas en la Navidad de 1946, por ejemplo. Durante la misma época aparecía en Radio Minería con la orquesta de jazz del violinista Jack Linen, realizando importantes apariciones en radioemisoras argentinas.
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Jaime Camino, artista español llegado al mítico Club de la Medianoche, en los altos de calle San Diego con avenida Matta. También estuvo en Radio Minería y, con su Orquesta de Ébano, en el Teatro Santiago hacia 1946. Ya contaba con una orquesta propia por inicios de aquella década.
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Jorge Belmar, quien era el crooner oficial del Violín Gitano de calle Huérfanos, apareciendo en la cartelera de 1947 con Osvaldo Norton y su Conjunto Internacional y otros artistas como los cantantes Willy, Teddy y Raúl Montero.
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Ernesto Bonino, crooner italiano llegado hacia 1949 también al Violín Gitano y quien "cantaba una antigua canción de cowboys simulando que andaba al galope mientras blandía sendas pistolas", según comentaba por entonces la revista "Ecran". También cantaba en castellano y su paso por Chile fue una gran influencia también para el medio artístico local.
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Alberto Deval, estable a la sazón en el Violín Gitano y cercano a la Orquesta de Jazz Santa Anita.
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Lucho Edwards, muy popular en la segunda mitad de los años cuarenta y quien tenía presentaciones principalmente en radios o como parte de grupos orquestales.
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Tommy Rogers, nombre artístico de Leo Ray, gerente de Radio Prat, quien hacia la misma época hizo una temporada cantando en la emisora como crooner del grupo Gay Boys.
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Gene King, quien realizó temporadas en la Radio Sociedad Nacional de Agricultura en 1949, con un cancionero de piezas norteamericanas.
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Bob Morrison, chileno llamado en realidad Jorge Claude y de profesión arquitecto. A partir de 1950, después de haber formado parte del grupo Los Georgians, fue el crooner de la Orquesta de Federico Ojeda, muy popular en esos años. También incursionó en el tango con este director.
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Glenn LeRoy, artista del club Casanova del maestro Day. También había sido parte del show de Radio Sociedad Nacional de Agricultura en 1946, durante sus inicios con el conjunto Blue Dreamers. A partir del año siguiente estuvo en los Establecimientos Oriente en Plaza Baquedano, presentaciones que eran transmitidas por Radio Minería. En el restaurante Waldorf se incorporó a la Orquesta de Jazz de Handler, en 1950. Fue otro de los crooners más populares de Chile en su tiempo, especialmente también por su labor en los bailables del Hotel Carrera.
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Hugo Carreño, de larga vigencia y quien a fines de los cuarenta cantaba con la Orquesta de Fernando Lecaros en la Radio del Pacífico.
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Norman Rey, traído a Chile desde la escena argentina por la Radio Corporación. Estuvo presentándose con famosa la Orquesta de Ojeda en 1947.
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Humberto Lozán, nacido como Humberto Acuña Venegas, quien comenzó como crooner de la Orquesta de Ojeda en Radio Corporación y luego en el Hotel Carrera. También cantó en el grupo South Pacific de Arturo Panello y Valentín Trujillo, músicos que tocaban en el Waldorf y para Radio Cooperativa. A fines de los cuarenta era estable de los Establecimientos Oriente. Más tarde emigró hacia los estilos tropicales y también reemplazó a Jack Brown en la Orquesta Huambaly, a medidos de los cincuenta. Contrajo matrimonio con la actriz de cine y radioteatro Wanda Langtry.
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Juan da Silva, crooner en el salón de té y boîte Violín Gitano, en 1950, aunque con el tiempo se definió más como cantor melódico.
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Walter Dennis, de la Orquesta de Hander en clubes de mediados de los cincuenta, aunque con esta misma agrupación se había presentado ya en el Waldorf en 1951.
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Teddy Reno, artista italiano llamado en realidad Ferruccio Merk Ricordi, con una interesante temporada cumplida en la Radio Cooperativa a inicios de los cincuenta, ganándose muchas admiradoras durante su paso por Chile. En el Waldorf compartieron escenario con él Brown y la lady-crooner Perla Fox.
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René Duval, crooner de la Orquesta Federico Ojeda, pero quien en los años cincuenta emigró al conjunto Ritmo y Juventud dedicándose a la música tropical.
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Jorge Foster, argentino llamado en realidad Jorge Aramburu de Martino. Llegó a Chile y trabajó para la Orquesta de Federico Ojeda en los restaurantes Oriente y Waldorf, en 1951. También hizo carrera con Valentín Trujillo y estaba casado con la artista Marión, dedicada a la misma profesión.
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Jorge Ríos, otro artista descubierto en 1952 por Radio Minería, cantando en la emisora con la célebre Orquesta de Ojeda.
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Claudio de Paul, llamado en realidad Juan Eduardo Poblete. Cantaba desde niño y, para 1954, entró como crooner melódico a la Orquesta de Arturo Díaz, con destacado desempeño en el Casino de Viña del Mar.
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Daniel Riolobos, joven crooner mendocino residente durante largo tiempo en Chile y con estudios de ópera, Fue miembro de la orquesta del pianista escocés Roberto Inglez a mediados de los cincuenta, con presentaciones en el Hotel Carrera y para la Radio Cooperativa.
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René Levant, miembro del Quinteto Prat dirigido por Fernando Lecaros en Radio Prat, en 1956.
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Dante Salinas, dedicado también al tango y al canto en las radios. Trabajó en varias orquestas en la década del sesenta.
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Rafael Peralta, quien debutó en la Orquesta de Valentín Trujillo en 1959, dedicándose después a un repertorio más amplio y algunas presentaciones en la naciente televisión.
A partir de los años sesenta el crooning comenzó a apartarse un poco de la oferta recreativa, fundamentalmente por los cambios que experimentaba la misma y las inclinaciones del propio público, mientras aparecían nuevas opciones recreativas para la noche para clientela más joven. Empero, el estilo nunca murió: por el contrario, encontraría otros magníficos nuevos exponentes como el rancagüino José Luis Arce, conocido como el Gran Crooner de Chile, iniciado en el grupo Los del Pedregal y luego con el pianista argentino Raúl di Blasio, en los setenta; o Jorge Caraccioli, con trabajos junto al trompetista uruguayo residente en Chile, el incomparable jazzman Daniel Lencina, y después en Los Andes Big Band; o Rodrígo González con su cuarteto, voz que irrumpió en la escena en los noventa; y muchos, muchos otros, algunos incluso de generaciones más recientes, a los que por economía de tiempo tendremos que dejar en el tintero
Finalmente, cabe destacar también a la primera generación de lady-crooners en el circuito, movimiento femenino del canto bohemio en el que estuvieron varias otras estrellas. Surgieron en la escena cuando ya se había afianzado la presencia de estos artistas entre exponentes nacionales masculinos y su legado en la actividad nocturna llegó a ser de tanto o más protagonismo que los varones alrededor del medio siglo. Tan relevante es el aporte de las lady-crooners a la conformación de la clásica bohemia y la propia memoria de la diversión nacional, entonces, que dedicaremos la próxima entrada especialmente a ellas. ♣
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