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EL PARQUE VENECIANO: JUEGOS MECÁNICOS, PASEOS EN AUTOBOTES Y AUTITOS LILIPUTIENTES

Vista de la la laguna con los autobotes; atrás el sector del embarcadero con la glorieta de la terraza. Imagen publicada en "Las Últimas Noticias" del sábado 2 de noviembre de 1935.

Ya hemos hablado bastante acá sobre la historia del Parque Forestal de Santiago y de cómo una hondonada en los terrenos del mismo fue utilizada para la creación de la laguna o estanque que, por varios años, existió allí llegando a ser famosa por sus paseos en bote. Dijimos también que la terraza, en donde estaba el muelle de aquellas pequeñas embarcaciones, fue uno de los centros bohemios y de bailables con música orquestada más importantes de los años veinte, allí a espaldas del Monumento de la Colonia de Francia al Primer Centenario de Chile y el edificio conocido como el Castillo Forestal, que aún existe llegando a la esquina de José Miguel de la Barra con Cardenal José María Caro.

Ahora nos corresponde ver un poco más sobre un centro recreativo que existió en ese preciso lugar a mediados de los años treinta, ya en los últimos tiempos  de los paseos en bote y de la existencia de la propia laguna con su embarcadero: el Parque Veneciano. Huelgan explicaciones del por qué se escogió este nombre, colocado en un vistoso cartel justo encima de la artística glorieta que había en la terraza y que servía de cenador para los concurrentes a aquellas tardes y noches de bailes en los "años locos" santiaguinos.

Las fiestas decembrinas de la Terraza del Forestal con las que se cerró el año 1934 fueron de las últimas en su tipo y fecha allí, al menos con el semblante clásico de diversión que había permanecido acogida allí por varios años. Esto, porque un nuevo cariz recreativo sería procurado ahora por la empresa creadora del Parque Veneciano: la firma J. Stevenson y Cía., misma que, hasta ese mismo año, ofrecía sus diversiones de la Feria de Atracciones Chicago en el Parque Providencia, enfrente de avenida Condell. "El más grande y moderno parque de diversiones venido a Chile", decía la publicidad del Chicago, que abría desde las 18 horas hasta las cuatro de la madrugada.

Las obras del nuevo Parque Veneciano se ejecutaron hacia septiembre de 1935, aunque la inauguración oficial tuvo ocasión cuando se instalaron los juegos infantiles con la pista de autitos chocones (toda una novedad en aquellos años) y los botes autopropulsados. Muchos de sus juegos provenían del Parque Chicago, por supuesto. Parte de la publicidad inaugural había incluido hasta un par de piezas musicales, y la letra de la primera de ellas apareció publicada en la prensa de la época bajo el título "Cancionero del Parque Veneciano":

Ya parece un misterio del arcano,
pero a causa tal vez de lo que goza,
el hecho es que se afina y se remoza
todo aquel que va al Parque Veneciano.

Esta transformación salta a la vista;
cuando algún señor medio afligido,
echa todas sus penas al olvido
y se siente más joven y optimista.

El que es corto se torna vivaracho,
en un peso liviano el peso plomo,
y el que lleva cien años en el lomo,
se convierte en seguida en un muchacho.

Sé de un viejo de flor en la solapa,
con más años que el propio Belcebú,
que a su casa llegó diciendo "Agú...!"
y reclamando que le dieran la papa.

Aunque se trataba de un complejo de diversiones menos extenso, el concepto y la propuesta del Parque Veneciano tenían cierta semejanza no sólo con la anterior Feria de Atracciones Chicago, sino también con la del Luna Park. Este había sido un centro de diversiones con juegos y bailables fundado algunos años antes en el actual sector de la Plaza Tirso de Molina, al otro lado del río Mapocho. El Luna Park también había contado con aparatos mecánicos, presentaciones artísticas y hasta un "himno" propio, por lo demás.

Aviso de la Feria de Atracciones Chicago de la firma Stevenson y Cía., en "La Nación" de fines de septiembre de 1934. Las instalaciones y juegos mecánicos de este parque fueron la base del instalado después en la laguna del Forestal.

Postal fotográfica de la Casa Gallardo Hermanos. Parece mostrar el Parque Forestal y la terraza antes de que fuese terminado de inundar el sector de la laguna. Fuente imagen: Sitio CIUDAD Y PAISAJE III - Urbanismo desde el Paisaje - UC.

Postal de la romántica laguna del parque. Se observa su terraza con balaustras, el kiosco artístico y, al fondo, el Palacio de Bellas Artes y parte del obelisco francés obsequiado a Chile para el Centenario.

Publicidad para la terraza hacia fines del verano de 1934, en la revista "En Viaje". El Parque Veneciano comenzó a funcionar allí en el año siguiente.

Preparativos para la inauguración del Parque Veneciano. En el autobote pasean la Reina de las Fiestas de la Primavera, Amelia I, y el empresario Stevenson dueño del centro recreativo. Imagen de noviembre de 1935 publicada en "Las Últimas Noticias".

Pareja paseando en uno de los autobotes, en los preparativos de la inauguración oficial. Imagen de noviembre de 1935 publicada también en "Las Últimas Noticias".

Al parecer, la diversión menos infantil y de carácter más bohemio iba perdiendo campo y espacio para seguir allí junto a la laguna como en sus mejores años, curiosamente. Retrocedía tal como había sucedido también con el Luna Park, los jardines de danza del Parque Cousiño, el Roof Garden del cerro San Cristóbal o incluso los salones del Portal Fernández Concha. La laguna, sin embargo, seguía siendo atracción para los paseos en botes que se concesionaban a la sazón, si bien había entrado a su propio período de decadencia.

Había llegado, entonces, la idea de licitar aquel centro en la última etapa de actividades de la vieja terraza, haciéndose cargo la J. Stevenson y Cía. de las atracciones que se instalarían y de la disponibilidad del muelle con botes. Enfatizamos que era la última etapa de atracciones de la laguna del Parque Forestal, por lo que el esfuerzo desplegado en aquel momento vino a ser como una inyección de adrenalina que permitió un pequeño pero interesante renacer para el mismo sitio, ya cerrándose su historia. El empresario no traía sólo la experiencia de la Feria de Atracciones Chicago, por lo demás: era el mismo quien había sacado adelante al Campeonato Sudamericano de Básquetbol, el Stadium Nacional y el Salón de Patinar de Santiago, además de haber creado la Compañía de Revistas Nacionales en febrero de 1929 y contratando incluso algunas figuras de la escena de Buenos Aires, de modo que conocían bien el medio recreativo.

Por tratarse de un parque al aire libre, el centro recreativo del Forestal podía funcionar sólo en temporada de primavera y verano, como estipulaba la propia concesión, no así la terraza que seguía con algunas actividades anuales. La inauguración formal del complejo tuvo lugar en la noche del sábado 2 de noviembre, a las 20 horas, cuando se acababa de concluirse la instalación y pruebas de las maquinarias y kioscos del mismo. Se encargó el rito de la apertura la Reina de las Fiestas de la Primavera, Amelia I (la joven Amelia Talavera Balmaceda), acompañada de su corte de damas de honor, con una botella de champaña reventada en el sector de las lanchas. El intendente de Santiago estuvo presente en el acto.

La principal atracción para el público eran las novedades presentadas en algunos casos como únicas en toda Sudamérica. Entre otros juegos había algunos que habían sido traídos desde Europa, Estados Unidos y Buenos Aires, de hecho. Así se refería a la inauguración ese mismo día el diario "Las Últimas Noticias":

Quien entra al Parque Veneciano se encuentra de pronto transportado a un mundo de emociones nuevas. El hombre que transita por la calle o gobernando un auto haciéndole el quite  los vehículos, encuentra allí, además de la tranquilidad fuera de todo peligro la emoción de lo inesperado. El joven o adulto que pasó el día entre los libros o que viene del teatro o del cine deseando un reposo para su inquietud intelectual, halla en aquellas emociones alegres de las alturas inesperadas, de la velocidad o del choque sin peligro o del barco que le crea un mar en una laguna, la sensación que buscaba para lanzar una carcajada franca.

La principal tentación para grandes y chicos fueron los mencionados autitos chocones, o autos liliputienses como se los presentó entonces: su sentido principal era de correr por la pista (todos en un mismo sentido) y sólo secundariamente darse golpes entre sí. Podían llegar a alcanzar entre 25 y 28 kilómetros por hora, de modo que los "choques" no deben haber sido tan suaves. Funcionaban con gasolina y eran muy fáciles de controlar. Cabían dos personas en cada uno y, aunque se realizaron muchos ensayos para probar su seguridad, los niños eran sus usuarios principales, prefiriendo conducir solos a bordo.

La terraza del parque y la laguna en los años treinta, revista "En Viaje". Se observa en el kiosco el nombre de Parque Veneciano, ubicado sobre la otrora bohemia y fiestera Terraza del Forestal.

Dos de los primeros avisos publicados por el Parque Veneciano en "Las Últimas Noticias" durante sus primeras semanas de funcionamiento, en 1935.

La pista de los autitos liliputienses, en noviembre de 1935. Otra imagen publicada por "Las Últimas Noticias".

Imágenes nocturnas del Parque Veneciano en "Las Últimas Noticias" del jueves 21 de noviembre de 1935.

Otras vistas de la alegre noche en el Parque Veneciano, publicadas en "Las Últimas Noticias".

La segunda gran atracción que brilló entre las favoritas del público fueron las lanchas, o más exactamente lanchas-automóviles, autobotes o lanchitas (scoot boats) de paseo por las aguas de la laguna. Eran diez unidades inicialmente, también con capacidad para dos pasajeros y dotadas de un volante a modo de rueda de gobierno, con una hélice impulsora a gasolina. Si bien se trataba de una opción más conservadora y pacífica, no faltaron desde el inicio algunos quienes querían experimentar mayores emociones y los usaban para embestirse entre sí, tal como en los autos liliputienses. Además, su diseño era altamente seguro e impedía que se volcaran accidentalmente, y su maniobrabilidad impedía que pudieran irse al garete en tan quietas aguas. La lanchita en la que Amelia I paseó con el empresario Stevenson fue bautizada con el nombre de la reina en aquella ocasión, por cierto.

En la terraza de las clásicas fiestas se habían implementado varios de los aparatos de diversiones mecánicas. En aquellos días la entrada liberada al parque, llegando a sumar alrededor de 20 juegos que funcionaban en tres tandas diarias de 10 a 12.30 horas, 16 a 21.30 horas y 22 a 24.30 horas. Poco después se ordenó el horario con la apertura diaria a las 17 horas, extendiéndose hasta bien pasada la medianoche.

El horario nocturno era el que más atracción o interés provocaba en los visitantes, sin embargo, especialmente por la magnífica iluminación que la empresa procuraba a la terraza, el muelle y la laguna en esas horas oscuras. Stevenson organizó por la misma razón las llamadas Noches Venecianas del Forestal: hermosos encuentros con espectáculos veraniegos en el "jardín de los juegos", con entretenciones como las ya nombradas y otras llamadas los botes o góndolas voladores. La juventud conformaba al mayor sector del público que acudía a estas veladas.

Aquel fue el período con algunas de las postales más hermosas que podían verse en el Parque Forestal, dicho sea de paso, a pesar de no haber quedado demasiados registros de ella. Se aseguraba en los medios de comunicación que el centro de recreación estaba a la altura de los mejores parques análogos y mecánicos del mundo, gracias a estas innovaciones y tecnologías. Su Rueda de Londres habría sido la más grande entre todos los países sudamericanos en aquel momento, supuestamente, permitiendo una vista completa del Santiago de entonces desde su punto más alto.

En el Parque Veneciano se dispuso también de espectáculos especiales, generalmente el sábado y domingo. Había funciones de este tipo en horario de matinée inglesa, a las 16 horas, así como algunas matutinas. En las primeras funciones dominicales para niños se contrató a dos payasos tipo tony para que animaran el encuentro y regalaran chocolates a los presentes. También se llevaron a la terraza números de fuerte contenido circense, como el Rayo Humano de Mr. Funnes (o Funes), quien ofrecía un número acrobático titulado Torbellino de la Muerte. En este mismo período apareció otra canción publicitaria para el parque, la que decía en los avisos impresos describiendo tal show:

El más grande y estupendo
suceso de este verano
se lo estamos ofreciendo
en el Parque Veneciano.

Hasta el más recalcitrante
se emociona y se divierte
al ver el espeluznante
Torbellino de la Muerte.

Dos acróbatas, seguros
de su audacia y heroísmo,
se ponen a andar lo mismo
que las moscas en los muros.

Es tan colosal el acto
y en tal forma desconcierta,
que uno queda estupefacto
y con tanta boca abierta...!

Terminado el verano de 1936, sin embargo, la dirección se encontró de bruces con un gran problema, derivado de la molestia de los vecinos del Forestal con la presencia del mismo Parque Veneciano. Los reclamos iban por incumplimiento del Reglamento Municipal sobre ruidos molestos, fechado recién el 4 de diciembre del año anterior. Entre otras cosas, esta norma exigía que los carruseles, ruedas giratorias y "cualquier otro divertimento semejante" que usara aparatos musicales lo hiciera produciendo sólo ruidos suaves desde las diez de la mañana hasta las 21.30 horas.

Dos piezas del "Cancionero del Parque Veneciano", publicado en sus avisos en periódicos durante los primeros tiempos de funcionamiento del mismo centro recreativo.

Aviso del Parque Veneciano cuando había emigrado ya al Parque Cousiño, actual O'Higgins, en el diario "La Nación", febrero de 1939.

Postal antigua coloreada de la Laguna del Parque Forestal y parte de la terraza con el kiosco, vista desde el costado de la cuadra en calle José Miguel de la Barra. Fuente imagen: Flickr Santiago Nostálgico de Pedro Encina.

La terraza en la actualidad, tal cual se ve desde la hondura del terreno. Se observa también el trabajo de sillería en que está elevada y algunas de las pocas balaustras que le quedan.

Una de las argollas en las que se ataban los últimos botes al pie de la terraza, en donde estaban las aguas de la laguna.

Vista general del espacio que ocupaba la Terraza Parque Forestal, desde el lado de la avenida Cardenal Caro. Se observan los actuales juegos, la reja perimetral y, a la izquierda, un monumento de la ciudad a Bartolomé Mitre.

En contraste con la norma, los treinta autitos y lanchas del parque, todos con escape libre, funcionaban hasta las 1:30 de la mañana, muy por encima de las 21:30 establecidas como límite, llegando a veces hasta las tres de la mañana. El asunto no tardó en convertidse en controversia y un numeroso grupo de residentes del barrio enviaron a la Intendencia la una carta con sus exigencias durante el mes de abril, en la que se leía lo siguiente:

Rogamos, pues, al señor Intendente, quiera observar al Prefecto de Carabineros respectivo sobre esta violación permanente del Reglamento Municipal a fin de que proceda a la clausura del establecimiento de acuerdo con el artículo 19°.

Las cosas se pusieron cuesta arriba para el Parque Veneciano, algo que se vio agravado por cuestiones sanitarias relativas a las aguas de la laguna y desencuentros entre la propia municipalidad y el gobierno sobre las atribuciones para asignar concesiones en la misma. Como era de esperar, llegó a bloquearse la concesión en 1936, exigiendo el retiro del estanque de aguas. El Ministerio de Tierras y Colonización acabó derogando la concesión sobre la laguna en ese mes de abril, tras haber estado 16 años en manos de un señor de apellido Baeza. Uno de los argumentos esgrimidos en la ocasión era que, si bien la concesión de la Terraza del Forestal dejaba entradas financieras para la municipalidad, la laguna nada reportaba para ella ya que era propiedad pública fiscal y sólo el ministerio podía licitar su uso de aguas, por consiguiente, no así el de los terrenos del parque.

En noviembre de 1936 una nueva inspección municipal confirmó, otra vez, que se estaba incumpliendo la norma de ruidos molestos en el Parque Veneciano. La amenaza del alcalde notificada a la empresa no podía ser más explícita: tenía 24 horas para suspender sus entretenciones desde que llegara el aviso, o se caducaría la concesión. Ya acosado por todos los flancos a pesar de los intentos por hacer frente al asunto a través de los tribunales, entonces, el Parque Veneciano dejaría el lugar en la temporada de 1937. Poco después, en el verano del año siguiente, la Municipalidad de Santiago estudiaba la posibilidad de construir en el mismo lugar una moderna gran plaza de juegos infantiles con salas de lectura, instalaciones recreativas y baños, plan que nunca se materializó.

El parque anterior, en tanto, se trasladarían con toda su maquinaria hasta la laguna principal del Parque Cousiño, actual O'Higgins. Inaugurado allí a inicios de 1939, instaló en este sitio sus autobotes, autitos liliputienses, juegos de caterpillar, carrusel, casino, un teatro para niños y la pista de baile, entre otras atracciones, iniciando festivales de bandas y orquestas. Era una de las principales atracciones del lugar durante eventos como la Exposición Internacional de Carreteras y luego la Exposición de Industrias Nacionales, en febrero y abril, respectivamente. Aún a cargo del señor Stevenson, funcionaba desde las 18 horas hasta las una de la mañana, con una entrada general de un peso, tal como en los tiempos de la Feria de Atracciones Chicago.

La propia laguna del Forestal quedó condenada al desuso y olvido, con algunos de sus botes más viejos abandonados y a la deriva durante aquel período. En el “Memorial del viejo Santiago”, Alfonso Calderón dice que el desecamiento definitivo del estanque (ya ocupando menos área que en sus inicios dentro del parque) sucedió en 1944. Coincide que gran parte de la atención de los santiaguinos se iría desplazado hasta el flamante Parque Balmaceda (ex Parque Gran Bretaña), la Quinta Normal o el Parque Cousiño. Una vez secado el último tramo que quedaba de la laguna, precisamente junto al muelle en sillería de piedras y la terraza, quedó su lugar al desnudo y haciendo visible hasta ahora el desnivel del terreno que antes se llenaba con aguas. Aún es posible encontrar allí, incrustados contra el murallón de roca canteada, vestigios de los estribos con aros para amarras de los antiguos botes.

En lo que fue la terraza con sus entretenimientos mecánicos, carruseles y pistas de autitos hay en nuestros días juegos infantiles mucho más sencillos, sobre un suelo con cobertura de maicillo. Es lo más parecido que se ha visto allí a su pasado como feliz parque de diversiones. El cercano Castillo Forestal, en cambio, fue recuperado al uso y funciona como un café en el mismo paseo, sin más lagunas alrededor que las provocadas por la vaguedad de los recuerdos. ♣

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