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LA MAGIA MUSICAL DEL MAESTRO LORENZO D'ACOSTA Y SU ORQUESTA

La Orquesta Saint Lorenz y el entonces joven maestro Lorenzo d'Acosta en "Las Últimas Noticias", marzo de 1939.

En toda investigación profunda de la clásica bohemia santiaguina es imposible no familiarizarse con Lorenzo d'Acosta, un nombre insoslayable y a veces presentado también como Da Acosta o Da Costa. Parecería que él y su versátil orquesta de ritmos populares pasearon por la inmensa mayoría de los establecimientos de espectáculos y bailables de la época, si acaso no por todos los principales, de modo que la reiteración de su presencia en carteleras y marquesinas llegó a ser asombrosa.

Saxofonista, bandoneonista y clarinetista, Lorenzo da Costa Carvacho, quien estilizaría su apellido a D'Acosta, había nacido el 13 de noviembre de 1914 en Rancagua. Era hijo de don Manuel da Acosta, músico trombonista de origen familiar portugués, quien tuvo participación creativa en varios de himnos de las Fuerzas Armadas de Chile. Su padre fue el único maestro de música que Lorenzo iba a tener en la vida, además, comenzando a introducirse gracias a él en estas artes a partir de 1925, aunque su relación con los instrumentos había comenzado ya a los cinco años. Con el jazz se relacionará después de conocer a la orquesta de negros dirigida por el maestro cubano Bienvenido Hernández, razón que lo llevó a optar por el clarinete como su primer instrumento.

Al ser entrevistado por su colega e investigador Pablo Garrido para una crónica suya del diario "Las Últimas Noticias" del jueves 16 de marzo de 1939 ("Hablan dos músicos chilenos de jazz. Lorenzo da Costa y Carlos Salas"), el autor del artículo describía de la siguiente manera al entonces joven Lorenzo:

Muchacho de fácil palabra, asequible, ha conquistado el ambiente presentando presentando un conjunto que el año pasado sorprendió a todos: la rítmica Saint Lorenz. Fue un golpe sensacional y admiradores suyos fueron aficionados, músicos, profesionales y hasta críticos severos (Albrecht Goldschmidt, por ejemplo).

Antes de fundar aquella big-band y comenzar a recorrer los clubes, sin embargo, Lorenzo había participado en compañías teatrales y otras oportunidades artísticas. Sentía en aquel entonces una gran admiración por el fallecido músico nacional Jorge Martínez, según admitió a Garrido en la misma entrevista: "tocaba maravillosamente el saxofón y el clarinete; creo que pasará mucho tiempo para que haya otro que toque estos instrumentos como ese muchacho". Se integró también a la Orquesta de Ernesto Allende y la Orquesta Álex, empezando a destacar hacia la segunda mitad de la década del treinta, período en el que inició su vertiginosa carrera como director orquestal.

La Orquesta Saint Lorenz, su primera aventura independiente de importancia, fue conocida también como la Rítmica St. Lorenz. El nombre lo prestaba el santo del onomástico del propio director, el mártir paleocristiano San Lorenzo. Fue la experiencia pionera para los equipos de músicos que D'Acosta armaría desde allí en adelante. La formación original del grupo estaba compuesta por Manuel Martínez al piano, Fernando Fuentes C. en el bajo, Alfredo Inostroza a cargo de la batería, Humberto Ramírez en guitarra, Luis Aránguiz tomando la trompeta, M. Escobar detrás del saxo y Andrés d'Acosta en el trombón.

La Saint Lorenz funcionó como una inyección calórica formidable para la diversión nocturna y así se impuso triunfalmente en el ecosistema de los bailables. Identificada como una swing-band, sus presentaciones en el club La Cabaña de calle Bandera, entre San Pablo y Rosas, llegaron a ser legendarias, llegando con ella también al night club Tabaris, famoso sótano en los bajos de Alameda con San Antonio. Desde ese momento hubo pocas pausas para el grupo que tuvo también cierta rotación de prestigiosos músicos entre sus miembros.

En su trabajo de crónicas y memorias "¡Buenas noches, Santiago!", el periodista de espectáculos y entretenciones Osvaldo Muñoz, más conocido en su tiempo como Rakatán, nos presenta algo más sobre aquel músico casado tan estrechamente con la mejor época de la bohemia nacional:

Vio muchos amaneceres en las décadas de los años 40 y 50. Al frente de sus orquestas animó veladas inolvidables en locales que hoy son sólo un recuerdo: la Boite "Boyarín", en calle Ahumada; "El Tráfico" de calle Merced; la Boite "África", en Moneda; el "Olympia", en Huérfanos; en el "Tap Room" de calle Estado (al lado del Imperio); en "La Quintrala"... y en el "Goyescas".

La swing-band de Saint Lorenz en La Cabaña de calle Bandera, año 1940. Fue la primera banda importante y propia que presentó Lorenzo d'Acosta en la escena bohemia, apareciendo con su clarinete en esta imagen.

Avisos de noviembre y diciembre de 1940 anunciado el debut de la Orquesta D'Acosta en el Salón Olimpia, en páginas del diario "Las Últimas Noticias". 

La Orquesta D'Acosta en El Olimpia y la Orquesta Kreml en La Isleña. Aviso de "Las Últimas Noticias" a mediados de diciembre de 1940.

Los músicos de la ahora llamada Orquesta D'Acosta con el maestro a la derecha, en fotografía publicada en "Las Últimas Noticias" en el día de su debut en el café Olimpia de calle Huérfanos.

Aviso del Tap Room de Estado con Huérfanos en noviembre de 1950, en el periódico "Las Noticias de Última Hora". La Orquesta D'Acosta se presenta con Jackie Cohan en el teclado.

Con la agenda de su grupo cada vez más llena, el diario "Las Últimas Noticias del domingo 1 de diciembre de 1940 anunciaba el debut de la ahora llamada Orquesta D'Acosta ahora en el café Olimpia de calle Huérfanos, después de haber estado tocando en La Isleña de la Alameda, ambos establecimientos de la firma Ramis Clar. El medio de comunicación comentaba lo siguiente sobre el trabajo del célebre conjunto con sus repertorios de música swing, clásica y típica, surgido desde la misma experiencia de la Saint Lorenz:

Llama la atención este conjunto que dirige el maestro D'Acosta, prestigioso saxofonista y bandoneonista, la homogeneidad del conjunto, que está integrado por altos valores del arte musical, lo que hace que el conjunto sea uno de los de más prestigio que hay en el país.

La Orquesta D'Acosta ejecuta no sólo la música bailable, en forma acertadísima, sino que también música clásica. De este modo, los programas que presentará, estarán matizados con variedades para todos los gustos y permitirán hacer de estas elegantes reuniones sociales, un motivo más de seducción y agrado general.

Durante aquella temporada la orquesta compartió cartelera con el quinteto de cuerdas Dixie, del violinista Nano Moya. Parece haber existido cierta cercanía entre los músicos de estas y otras agrupaciones, por haber formado parte de la misma escena bohemia de aquellos años en el apogeo del espectáculo popular en cabarets, boîtes, "filóricas" y dancing clubs. Algo parecido debió suceder con orquestas como la de Ángel Capriolo, Federico Ojeda, Pedro Mesías, Armando Bonansco y tantas otras que ponían el ritmo de los bailables de la edad de oro. Xavier Cugat incluso decía que se batió en un "mano a mano" con él en una ocasión, reconociendo cuánto lo admiraba.

Poco después, en 1942, D'Acosta y sus muchachos se presentaban en el mencionado cabaret Tabaris, casa especialmente recordada por sus sesiones de jazz. Esta década fue la de su coloridas noches en la boîte La Quintrala, además, local que existía en otro sótano, el de calle Agustinas cerca de la Estado y enfrente del templo. Rakatán recuerda una anécdota de la Orquesta D'Acosta en aquella boîte, confesada por el propio director musical, aunque con una pequeña errata al señalar el año:

De la boite “La Quintrala” tiene un simpático y grato recuerdo. Eran las noches bohemias de 1948. Tocaba con su orquesta en este local que pertenecía entonces a Roberto de Yazigi y donde era asiduo visitante el recordado “Pelado” Escanilla. Le acompañaban en su conjunto: Raúl Díaz Oscar Cid, el “Canario” Reyes, un músico al cual le decían “El Gueñe”; Raúl Salas, el “Puntete” Jorge Barahona en la batería. Enrique Sanchiz y Tato Miranda.

Una noche, recuerda Lorenzo, el abogado Robinson Figueroa que había pasado allí una noche inolvidable, antes de irse, feliz nos dio una regia propina. Nosotros decidimos invertirla comprando un entero de la Lotería. Era el número 18923… ¡Nunca lo he olvidado! Bueno, nos sacamos el gordo y cuando supimos la noticia salimos esa noche a la calle Estado tocando nuestros instrumentos y haciendo una “cola” que recorrió toda la cuadra. Al volver, hicimos cerrar el negocio y nos quedamos todos adentro, con nuestros amigos, festejando.

Aquella historia está disponible también en la revista “Ecran” del 29 de julio de 1947. Se sabe que, después de su golpe de suerte, D'Acosta y sus músicos llegaron a pensar en comprarle el local de la Quintrala a su dueño, el señor Yazigi, poniendo cada uno parte de los $66.600 que habían ganado por cabeza. El plan de quedarse con el establecimiento falló, pero los circunstancialmente adinerados artistas organizaron una gran comida a modo de celebración en el Club Musical, local que estaba en la calle Huérfanos con San Antonio. Para la fiesta de marras invitaron a todos sus amigos, periodistas y compositores como Pancho Flores del Campo, Jorge Escobar Guzmán, Lucho Fuenzalida, Guillermo Zurita y el recordado maestro Bonansco. Fue el martes 8 de julio de ese mismo año 1947.

No habría sido la única vez que ganaron un premio así, según recordaba el periodista Rodolfo Gambetti en "Las Últimas Noticias", años después (martes 10 de abril de 1990). Decía allí el famoso crítico gastronómico y de espectáculos:

Tres veces, con sus músicos, ganó la lotería; y con la facilidad que llegó la dejó ir.

Bohemio de clase. En ocasiones confidenciaba con un dejo de ahogada ternura algo de sus tres hijos; pero, fiel a la antigua escuela, considerada que la emoción resultaba impropia.

Sin embargo, enfrentado a la realidad del todavía reducido ambiente con limitación de escenarios y de horas de trabajo, D'Acosta comprendió que había tocado techo y comenzó a experimentar así con nuevos ritmos: cumbia, mambo y toques del Caribe en general, los mismos que ya habían comenzado a ser traídos por algunas orquestas cubanas y otras parecidas presentándose en el país. En la obra "Historia social de la música popular en Chile. 1950-1970", de los autores Juan Pablo González, Oscar Ohlsen y Claudio Rolle Cruz, se informa que Humberto Lozán, quien se inició como vocalista del grupo de D'Acosta en 1947 y después llegó a ser la voz de la mítica Orquesta Huambaly, declaró una vez que el maestro Lorenzo fue quien puso "pantalones largos" a la música tropical en Chile.

Orquesta de Lorenzo D'Acosta tocando en vivo con unas máscaras en el Tap Room. Imagen de 1950 publicada por "Las Noticias de Última Hora".

Bosquejo representando la situación de la muerte de Ramírez Guerra en el Tap Room, publicado en "La Nación". Se ve el lugar que ocupaba la Orquesta D'Acosta en el momento del mortal incidente.

Lorenzo d'Acosta en sus últimos años de actividad, en fotografía publicada en el diario "La Tercera" en 1990.

El maestro D'Acosta en una de sus últimas imágenes, publicada en el diario "Las Últimas Noticias", en 1990.

Fotografía de los funerales de Lorenzo d'Acosta, con el féretro saliendo desde la Iglesia Carmelita de Independencia rumbo al Cementerio General.

En la misma fuente se señala que D'Acosta confirmó alguna vez que, al no poder vivir del jazz, se había volcado al chachachá, mambo, guaracha, bolero y la música tropical en forma genérica. Fue uno de los que introdujo ha conga en el país, de hecho. Sin embargo, es preciso observar que ya en los tiempos de su entrevista concedida a Garrido el director había advertido de lo difícil que era mantener en Chile orquestas grandes, sobre todo ante la falta de locales para presentarse. También hacía notar por entonces que la mayoría de los buenos instrumentista de viento estaban contratados ya por las bandas, de modo que era difícil conseguirlos para que trabajaran en el formato de las orquestas bailables.

Con su nueva carta musical y temas pícaros o chistosos como "Pelao cabeza de tuna", uno de sus mayores éxitos, D'Acosta se presentó en clubes de Santiago, además del Casino de Arica y el Casino de Viña del Mar, en este último por 11 años consecutivos. En el Boyarín de Santiago también estuvo ofreciendo estos repertorios, como leímos de Rakatán. Eran días de invitaciones a la radio, además, cuando la televisión era todavía algo desconocido para la mayoría de los chilenos.

Los músicos del grupo también pasaron por el famoso Tap Room del empresario Negro Humberto Tobar, tocando en una ocasión con extrañas máscaras de personajes orejudos, para las Fiestas de la Primavera de 1950. En ciertas presentaciones ofició como su pianista el maestro Jackie Cohan. Fue en ese Tap Room de Estado con Huérfanos y tocando en vivo la Orquesta D'Acosta cuando tuvo lugar, además, el grave incidente en el que Tobar dio muerte en defensa propia al maleante Osvaldo Ramírez Guerra, quien había llegado al cabaret para amenazar y extorsionar a un cliente. Don Lorenzo y sus músicos fueron testigos directos del sangriento suceso y debieron declarar como testigos a la prensa y la policía.

Para el año 1951 el conjunto está en el Violín Gitano de calle Huérfanos, cerca del Cine Rex. Poco después, aparece en el King's Club que ocupó el mismo subterráneo del Portal Bulnes que había pertenecido al Patio Andaluz. A mediados de los cincuenta D'Acosta también está en la célebre Confitería Goyescas de Huérfanos con Estado, destacando en su grupo los músicos Kiki González y Tito Flores. Su repertorio continuaría transicionando entre los ritmos clásicos y propuestas más novedosas aportadas por la música tropical.

Vimos que, de acuerdo a lo que indica Rakatán , D'Acosta también tocó con su big-band en calle Merced, en un viejo local llamado Tráfico y que figura como antecedente del actual barrio bohemio barrio de Lastarria-Santa Lucía. Allí se presentaba la actriz y cantante Mirella Latorre, hija del escritor Mariano Latorre, acompañada por la orquesta del maestro. El grupo había sido tomado por el sello Odeón, además, iniciando una extensa actividad discográfica, pues D'Acosta calculaba que llegó a grabar dos discos por mes durante aquel largo período. Acumuló unos 300 en total, aunque algunos de ellos son extraordinariamente difíciles de conseguir en la actualidad, quedando principalmente disponibles los registros de su última etapa centrada enteramente en la música tropical.

La década del cincuenta fue la última de oropeles brillantes cayendo sobre las cabezas de Lorenzo d'Acosta y su orquesta. El ambiente de los bailables con música en vivo comenzó a enfriarse con los cambios experimentados durante los sesenta, y comenzaron a proliferar nuevas propuestas de diversión nocturna como las discotheques y los clubes antecesores de los actuales pubs, muchos de ellos por el lado oriente de Santiago. La transformación total de los comportamientos del público de generaciones más jóvenes provocaría que el modelo clásico de cabaret bailable y boîte quedaba cada vez cerca del olvido, mientras los antiguos shows radiales en donde era invitado con sus músicos ya ni siquiera existían.

El maestro D'Acosta decidió retirarse abruptamente en aquellos años. Por 15 años "enterró la batuta, olvidó las boquillas de sus instrumentos", al decir de Gambetti, decepcionado con la música, el público y las proyecciones de su carrera, refugiándose así en otras actividades. El autoexilio se paga caro en el mundo artístico, por supuesto, y el recuerdo colectivo se lava rápido con el bombardeo y la renovación comunicacional constante. Un día de aquellos, entonces, ya peligrosamente cerca de caer en el temido olvido, apareció en la casa periodística de "Las Últimas Noticias": se presentó como músico, dio su nombre y se ofreció para una entrevista, pues su intención era regresar. "Fue fácil refrescar la memoria", diría también Gambetti.

En los setenta, además, Polydor Records publicaría más discos de D'Acosta como los singles "Las Mariposas" y "Los Borrachitos" más algunas versiones de LP, todos en ritmos de chachachá, mambo o cumbia. Hubo también una selección de temas inéditos de 1975-1977, grabados con las voces de Juan Saravia e Irene Veloso, nuevamente con sello Polydor. Paralelamente, el director colaboró en proyectos para establecer las políticas del derecho de autor en la creación musical en Chile, la que hasta entonces prácticamente no existía en los hechos. Regresó a la actividad para tocar en clubes del centro de Santiago y rearmó allí la orquesta amenizando en las horas de once. Fue un grato y reparador último capítulo para el rey de la antigua bohemia, pudiendo ser admirado nuevamente en el salón del restaurante Chez Henry del Portal Fernández Concha.

Lorenzo d'Acosta se encontraba todavía activo en los años ochenta, dando una de sus últimas entrevistas a Rakatán para "¡Buenas noches, Santiago!". Siempre conservó su buen humor y su capacidad de bromear, pues era identificado como un hombre alegre. Afectado por un cáncer de pulmón y con un marcapasos puesto en su cuerpo hacía ocho meses, sin embargo, su salud comenzó a decaer notoriamente en los mismos meses cuando la sociedad chilena celebraba el retorno a la democracia.

Un infarto puso fin abruptamente a su vida, el 8 de abril de 1990. Por triste coincidencia, esto sucedía justo hacia los días en que partirían otros dos queridos adalides de la clásica bohemia santiaguina: el ex radiocontrolador de la era dorada de la radiotelefonía, Amador Enrique Olguín (en radios Balmaceda, Cooperativa Vitalicia, Corporación y Minería), y el humorista Monicaco (Luis Rojas Müller). El duelo de abril se extendió por todas la radios y miembros de sus generaciones artísticas. Era una generación prodigiosa la que se extinguía, ciertamente.

Los restos de D'Acosta fueron velados en la Iglesia Carmelita de calle Borgoño con Independencia el lunes 9, con más de 200 asistentes en la misa de las 11 de la mañana, entre ellos el director orquestal Micke Florenz, la ex bolerista Carmencita Rey, el autor Ignacio Millán, el compositor Ariel Arancibia, el tanguista Mario de Córdoba, el director musical Pedro Mesías, el cantante y actor Arturo Gatica y el baladista Arturo Millán. Entre discursos y palabras de despedida, su ataúd fue llevado hasta una bóveda familiar del Cementerio General, introducido allí mientras su colega, el maestro Villarroel, tocaba el himno "Yo tenía un camarada" en su vieja trompeta. ♣

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