Detalle de la fotografía de 1923 de las colecciones de Chilectra, con la fachada y el cartel colgante del restaurante París, a la izquierda y enfrente del carro de tranvía, en calle Bandera mirando hacia el sur.
Más de una dirección y dueño tuvo el clásico restaurante París de Santiago, aunque sus pretensiones afrancesadas no llegaron a ser muy honestas, dada la sazón fundamentalmente criolla y típica de la mayor parte de su cocina. Capitaneado por don Laureano León Pérez en su edad de oro y de otros comerciantes en tiempos posteriores, su más célebre etapa de vida comienza en calle Bandera 331 entre Huérfanos y Compañía, por donde se construyó después la galería comercial del Pasaje Agustín Edwards, obra de los arquitectos Jorge Arteaga y Sergio Larraín en 1948. Esto era a sólo pasos del primer local del famoso bar Rápido, además, el que estaba por entonces en la esquina con Ahumada de la misma cuadra, de modo que ambos establecimientos eran casi vecinos.
Ya nos hemos referido en este sitio al París, sucintamente, al hablar de los negocios de don Laureano partiendo como el bar y restaurante Hipódromo Argentino. En este artículo propio para el París, sin embargo, debemos advertir que un restaurante con el mismo nombre existía ya en 1907, enfrente del sector donde estaba el pasaje con baratillos del Portal Fernández Concha, a un costado de la Plaza de Armas. Esto se confirma entre los avisos económicos de "El Diario Ilustrado" del jueves 21 de noviembre de aquel año. No hemos podido avocarnos a la búsqueda de confirmaciones o desmentidos a alguna relación con el posterior de calle Bandera, más allá de lo que sugiere el nombre.
Sin embargo, sabemos a ciencia cierta que el París ya estaba presente en la señalada dirección de Bandera a inicios de los años veinte. Aparecerá también su fachada y un cartel colgante con su nombre en una de las más conocidas fotografías del archivo Chilectra, en donde se ven los trabajos de los rieles de tranvías en la calle Bandera y un carro detenido justo enfrente del establecimiento. Esta fotografía, hoy hermoso testimonio histórico, está fechada el 14 de agosto de 1923 y muestra la cuadra de Bandera vista hacia el sur, desde la cercanía del cruce con calle Compañía.
El París ofrecía por entonces servicios de almuerzos, cafetería, cenas y banquetes además de 20 clases de sándwiches calientes y fríos, menú cubierto por tres pesos, mientras que con 40 centavos se obtenían sus schops y barriles en 1926, asegurando ser un lugar confortable para su distinguida clientela interesada en "comer bien". "Los banquetes y comidas a la criolla se hacen ahora en el restaurant París", decían sus avisos publicados en la prensa en mayo del año siguiente. Calugas de sencillo diseño publicadas por la misma época advertían al lector, además, de que el local abría "los domingos con almuerzos y comidas hípicas", manfestando así la pasión del encargado por las carreras de caballos. Recuérdese que el domingo era tradicionalmente el día de los fanáticos de las carreras de caballos, quienes solían llenar los centros de apuestas o de reunión en el centro de la capital, incluso agrupándose alrededor de un parlante radial. "Los domingos por la tarde, para poder andar con decencia por el centro, era indispensable poseer algunos conocimientos hípicos", recordaba después Daniel de la Vega.
Para el primer día del año 1927, el París anunciaba que "amenizará sus almuerzos y comidas con la mejor orquesta de Santiago, dirigida únicamente por profesoras señoritas". Esta interesante banda musical era la llamada Orquesta Barnett, probable eco de la moda iniciada por la Orquesta de Damas Vienesas y que tenía cierta relevancia desde la década anterior. Por lo demás, el local disponía de un gran salón para banquetes y ofrecía a la sazón "diariamente más de treinta exquisitos guisos, que por su preparación tan sana y alimenticia, hacen agradable al paladar", con una lista que solía ser publicada en periódicos como "Los Tiempos". Sus especialidades más populares incluían entradas de alcachofas, cazuela de ave, espinacas a la crema, asado de cordero con puré y postres de flan, además de té, café y pastelería.
La fotografía completa del archivo Chilectra en donde se distingue el local del restaurante París en calle Bandera, fechada en el año 1923.
Publicidad para el restaurante París de calle Bandera, en noviembre de 1926.
Caluga publicitaria del París en noviembre de 1926, diario "La Nación". Se advierte que era bastante económica su oferta.
Avisos del París en ejemplares del diario "La Nación", noviembre de 1926 y mayo de 1927.
Como era tan común en aquellos años, el restaurante de Bandera fue utilizado también para banquetes y veladas de homenajes. Fue el caso, por ejemplo, de la manifestación realizada allí en la noche del viernes 26 de agosto de 1927 para el mayor Gabriel Cristi Labra, celebrado su designación como jefe de guarnición del Regimiento Tacna de Carabineros. El encuentro había sido organizado por amigos y compañeros de armas, siendo invitado al mismo el intendente de Tacna (por entonces aún bajo dominio chileno), don Francisco de la Cuadra. Infelizmente, el destino tenía preparada una sorpresa para el mayor Cristi en aquella aventura y ciudad: la muerte de su amada esposa sólo unos meses después, doña Noemí Maza, fallecida hacia inicios del año siguiente.
Por alguna razón que no tenemos del todo explicada, sin embargo, el París se cambió de ubicación en los años treinta, mudando su maquinaria de cocina hasta otro conocido sector del centro de Santiago, en la dirección de General Mackenna 1074. Esto era en los contornos del famoso "barrio chino" de calle Bandera y Mapocho, uno de los bastiones de la bohemia de la época. Al mismo tiempo, su ex casa de Bandera aparecerá en los avisos clasificados ofrecido en arriendo como "local para cigarrería, con instalación, muy central".
La nueva dirección del establecimiento con ese nombre había pertenecido hasta hacía poco al restaurante Villa Alegre, boliche que ofrecía sus económicos tallarines de $1.40 el plato y contaba una orquesta de negros tocando en el lugar. Por este mismo período, además, la administración del París estaba relacionada también con la de un club en la localidad de Los Andes, como se advierte en un llamado para oferta de trabajo a mesonero, publicada en el diario "La Nación" a inicios de febrero de 1936.
Aquel era un ambiente dominado por la energía bohemia que vivía por entonces sus esplendores, con celebérrimos centros de recreación como el Valparaíso del Huaso Adán, el Hércules o el cabaret Zeppelin. La manifiesta intelectualidad joven que visitaba estos lugares en la ribera del Mapocho, incluidos Pablo Neruda, Alberto Rojas Jiménez, Pablo de Rokha, Oreste Plath, Enrique Bunster, Renato González Moraga, Raúl Morales Álvarez y otros, quizá haya alcanzado a conocer al negocio mientras se encontraba en esa ubicación. Sin embargo, todo indica que la permanencia del París en este reino de hoteles, comercio popular, clubes de baile y la Estación Mapocho no duró mucho, mudándose después hasta una ubicación muy cercana a la Plaza de Armas
Entre fines de aquel año e inicios de 1937, entonces, aparecerá en la dirección de Monjitas 766, de cara a la entrada del pasaje Dr. Ducci que se construyó a mediados de los años veinte donde estaba antes el suntuoso Palacio Urmeneta. Ocupó la misma dirección que había pertenecido hasta hacía algunos meses al Club Sirio-Palestino de Santiago, además, otro lugar de frecuentes reuniones sociales y banquetes con homenajes. Vemos también que hay un restaurante con el mismo nombre en la Quinta Normal de Agricultura, lugar de elegantes fiestas y manifestaciones como la ofrecida por trabajadores del Ministerio de Agricultura a sus colegas Fernando Moller y Máximo Valdés Fontecilla a fines de mayo de ese año, aunque no sabemos si guarda alguna relación de propiedad o administración con el principal de calle Monjitas.
Más publicidad para el restaurante París en "La Nación", en diciembre de 1926.
Sencillo cuadro de publicidad para el París en la prensa, ahora en enero de 1927.
Aviso del París, otra vez en "La Nación", edición del 1 de enero de 1927.
Restaurante Villa Alegre en aviso de prensa del sábado 12 de octubre de 1929. Uno de los antiguos establecimientos que cobijaron la diversión por el lado de calle General Mackenna. Cuando el Villa Alegre dejó la dirección del 1074, llegó a relevarlo allí el París.
Lo seguro es que en calle Monjitas, enfrente del Cine del Club de Señoras que después pasó a ser el Cine Río, el establecimiento iniciaría una nueva etapa de existencia recibiendo con sus comidas criollas a otras generaciones intelectuales sibaritas. Entre ellos estuvo el escritor Enrique Lafourcade, quien recordaba sus aventuras en esta misma dirección en el diario "El Mercurio" ("Los arquetipos de un país. Chile entre la Miss Universo y el Pancho Causeo", domingo 12 de septiembre de 1999):
De francés sólo tenía el nombre. Hacía las "Guatitas Melipilla" con una pata de ternera, mucha cebolla, longaniza, montones de guatitas de vacuno, de la lisa, aceitunas, papas, orégano, tomate, pimiento. Las presentaba como "Tripes a la Parisien", pero no tuvo éxito. La gente protestaba: ¡Chis, cobran hasta las ganas por servirse tripas! Las rebautizó como "Guatitas Melipilla". Después, perfeccionó un "Picante de Guatitas" al que ponía crema y queso mantecoso, harina, vinagre y papas.
Muy cercano al local en donde se instaló también el café Aquiles unos años después (en el 780), el París era atendido por jóvenes muchachas en esos días, abriendo sus puertas diariamente desde las nueve de la mañana. Entre sus actividades sociales más importantes del período encontramos un almuerzo ofrecido a don José Saliatti por sus amigos, a inicios de junio de 1938, y otro efectuado el último día de 1939 también en su comedor, despidiendo a Rafael Belaúnde Diez-Canseco, el ex embajador de Perú en Chile que acababa de dejar el cargo y volvía a su país. A este último encuentro asistieron el ministro de relaciones exteriores, Abraham Ortega Aguayo, y otros altos personeros diplomáticos de Argentina, Colombia y Uruguay, además de parlamentarios y altos militares.
Para julio de 1952, sin embargo, aparece una deuda de un señor Fernando González con domicilio comercial en el mismo del restaurante, con orden de remate y cobranza judicial. Lo propio sucederá a doña María Sánchez hacia fines de 1956, con la misma dirección considerada para el remate y retiro de especies por deudas de impuestos del año anterior. Al parecer, además, hubo una última época del restaurante París en la Galería imperio, entre Huérfanos y Agustinas, o al menos es a lo que se refiere el poeta Jorge Teillier en uno de sus artículos reunidos en "El mundo donde habito", mencionando también a uno de sus más grandes colegas literatos y bohemios:
Recuerdo que Teófilo Cid descubrió el "restaurante París", situado en la Galería Imperio. Habló con su dueño, convenciéndolo que le sería muy conveniente tener una clientela exclusiva de artistas y escritores, que él los llevaría, a cambio de un discreta comisión de comida y bebida. El dueño se entusiasmó tanto con la tertulia literaria que dejó el negocio en manos de los garzones, hasta empezó a componer versos, y concedió generoso crédito a medio mundo. Luego de la quiebra de su restaurante, lo encontré un día en la Plaza de Armas, tomando tristemente el sol de la libertad bajo fianza.
Creemos, sin embargo, que la indicación dada por el aventurero Teillier debe ser de la antigua pastelería y confitería París que estuvo originalmente en calle Compañía 1014, casi llegando a Plaza de Armas. No tenemos noticia de alguna relación de esta con el negocio de nuestra atención, pero dejamos de todos modos acá la cita del vate por si acaso hubiese un vínculo que se nos escapa de vista entre ambos establecimientos históricos de Santiago.
Todo indica que ninguno de los inmuebles
que ocupó el restaurante París en su peregrinar por la ciudad de Santiago se ha
conservado, curiosamente... Otra evidencia de los cambios -connaturales o forzados- que
practica una ciudad de la mano del progreso, aunque a veces sea contra su propio registro histórico. ♣
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