Manolo González en sus tiempos de gloria. Imagen publicada en el diario "Las Últimas Noticias", después de su muerte.
Manuel Carrasco González, más recordado por su pseudónimo Manolo González, se ubica en la cúspide de los grandes humoristas que parió la tierra chilena durante la edad dorada de las candilejas y la bohemia. Su estilo narrativo e histriónico era una eficiente y completa alianza entre los chistes con observaciones sociales y políticas acompañados de su experiencia y conexión profesional en permanente desarrollo y progresión. Dependiendo del público, entonces, se deslizaba entre el show de estilo familiar para la pantalla chica y, en el otro extremo, las rutinas cargadas de doble sentido, más apropiadas para los cabarets y boîtes en donde hizo el grueso de su carrera antes de llegar a la televisión.
Manteniendo las proporciones y considerando también la diferencia de los contextos de cada época influyendo en la comprensión de lo que es o no humorístico, podemos decir con plena seguridad que grandes artistas posteriores de la escena chilena y dedicados al llamado "humor inteligente", como Coco Legrand, Jorge Chino Navarrete, Palta Meléndez o Bombo Fica, han continuado con aquel estilo y orientación del oficio con las adaptaciones correspondientes. El ilustre periodista de espectáculos Osvaldo Muñoz Romero, el gran Rakatán, incluso dedicó González las dos primeras crónicas de su obra fundamental para estas materias "¡Buenas noches, Santiago! 50 años del espectáculo nocturno". La mayor parte de lo que allí expone provenía de los propios recuerdos del humorista, confesados cuando Rakatán, invitado por él, lo acompañó a unas presentaciones en Valparaíso y Viña del Mar durante un fin de semana veraniego.
Manolo había nacido en Mulchén, Provincia del Biobío, el 3 de noviembre de 1918. Llegó al mundo en una familia con un padre agricultor muy severo, "chapado a la antigua" según decía, aunque también "bueno para la talla, chancero, pero sólo en la rueda de amigos". Siendo un enamorado de su tierra natal, además, como asegura Rakatán, hizo sus estudios en el Liceo de Los Ángeles y, aunque el sueño de su padre era que entrara a la Universidad para estudiar agronomía, el muchacho ingresó como cadete a la Escuela Militar en 1935, como castigo del padre por no querer seguir dicha carrera.
En la Escuela tuvo algunos compañeros y amigos que llegaron a tener alta figuración pública, entre ellos los generales Augusto Pinochet Ugarte y sus futuros ministros Carlos Forestier y Hermán Julio Brady. Hombre de mucho ingenio y "chispa" creativa para improvisar chistes o bromas aprovechando la situación, sin embargo, mantenía una inclinación casi natural también por el abanico de las diversiones del Santiago de entonces, frecuentando algunos clubes y lugares de encuentros sociales. Algo de esto comentaba a través del mismo texto de Muñoz Romero, recordando cuando visitaba constantemente la Plaza Brasil en 1937, especialmente sábados y domingo, lugar que era centro de reunión de los jóvenes de alta sociedad en esos años y en donde, por razones sentimentales (ya que las chicas preferían a los cadetes), solían desatarse riñas entre bandos de uniformados y civiles.
Un día de aquellos y aún llevando puesto el uniforme, el joven invitó a un grupo de amigos llegados desde Los Ángeles, ex compañeros del liceo, hasta la Plaza Brasil y luego al Patio Andaluz, famoso local nocturno que existía en los bajos del Portal Bulnes, con entrada de cara a la Plaza de Armas. Allí se presentaban el ventrílocuo Agudiez y su muñeco Don Pánfilo, el compositor Nicanor Molinare con sus copuchas ("La copucha, la copucha, la copucha va creciendo. La copucha, la copucha, la copucha reventó"), el Trío Moreno, Eva González, la Orquesta de Bernardo Lacasia y un gracioso artista de la casa llamado el Gaucho Picardía, quien solía interactuar con el público y hacer algunas mofas con los concurrentes en cada número. Así contó a Rakatán aquella experiencia:
Como yo andaba de uniforme recibí esa noche las puyas de algunos parroquianos que, medio achispados, me echaban tallas por mi condición de adolescente uniformado. En eso terció también el "Gaucho Picardía" con algunos versos alusivos, pero graciosos. Yo, entonces, me puse corajudo, y le empecé a responder las payas, también en verso... Tallas van y tallas vienen, la verdad, es que, me impuse. La gente me aplaudió a mí y empezaron a invitarme de todas las mesas, junto con los cuatro amigos angelinos que me acompañaban en la juerga. Cantamos a coro; bailamos y nos retiramos avanzada la madrugada celebrando esa feliz "noche de ronda".
Empero, el episodio le costó caro, pues la noticia no tardó en llegar a la Escuela Militar: fue llamado a la oficina del director el lunes siguiente y, al instante, fue expulsado tras cuatro años allí. El rotundo castigo fue por llevar el uniforme en un escenario nocturno, contando chistes "colorados" y, además, por "haber ido de mesa en mesa como una vulgar copetinera". Sin embargo, lo sucedido confirmó otra vez lo sensato del camino que iba a tomar después en su vida, entregado de lleno al arte de hacer reír. "Se robó la película", diría al respecto Rakatán, rematando así su relato: "La patria perdió un futuro general, terminó didiéndonos con su gracia habitual, pero la escena chilena ganó un humorista que, bueno o malo ha hecho reír a medio mundo".
Tras ser corrido de la Escuela el muchacho volvió a tierras sureñas y trabajó en la Caja de Ahorros de Los Ángeles, viajando después a Magallanes para desempeñarse en otra sede de la misma institución gubernamental. También fue empleado del Banco del Estado durante este período. Continuó con otros empleos a lo largo de todo el país, hasta que un contacto de su padre lo llevó a la Caja de Empleados Particulares, encontrando otra vez un poco de estabilidad en su vida. Un año después, sin embargo, se enteró de un concurso organizado por el director cinematográfico José Bohr en Radio Bulnes: correspondía a audiencias para elegir un humorista y comediante que fuera parte del largometraje de ficción "Flor del Carmen", del propio Bohr y con guión de Amanda Labarca. Manolo ganó el concurso, apareciendo así en los cines en 1944 y continuando en la radio con un espacio en las noches. Aunque su personaje era muy secundario y no aparecía anunciado en los afiches, fue el salto decisivo al mundo de los escenarios y la fama.
Desarrollando en parte un papel que se le asignó en "Flor del Carmen", el delgado y narigudo González comenzaría a dar vida a un personaje senil y cascarrabias llamado don Cipriano Ormeño. Dejó de trabajar en la Caja de Empleados Particulares para ir a reclutarse en su primer contrato como artista en el romántico Sótano de la Quintrala, un reputado club de aquellos años en los subterráneos de calle Agustinas llegando Estado, vecino al templo. También hizo algunas de sus primeras presentaciones en el Casino de Viña del Mar, con un monólogo llamado "La misa". Recordando aquellas aventuras del humorismo nacional y del propio González en forma póstuma, escribiría al respecto el hombre de teatro Edmundo de la Parra en "Las Últimas Noticias" ("Los humoristas muere; la risa permanece", domingo 26 de abril de 1981):
Los tiempos cambian y llegan otros humoristas con otro tipo de humor. El ironizar la política, el contar chascarros con tintes pornos o lo que se hace llamar el humor negro. Todo un mundo fabuloso de simpatía a través de la radio... Y desde el sur, de la tierra angelina, venía a conquistar Santiago el agudo talento de un tal Manuel Carrasco que devino en Manolo González. Artista trashumante y espontáneo, familia acomodada campesina, con familiares de por sí graciosos, de humor huaso, se va a ganar el gran esquivo santiaguino: sus curaditos, su farsesco anciano Cipriano Ormeño, sus tocatas originales al piano y ese hermoso desenfado para tutear a sus niñas lolas. Y reírse de sí mismo.
El chileno, con el temor al ridículo y el saber captar al instante la gracia, encontró en Manolo González un intérprete feliz, mezcla de payador e improvisador que devolvía la situación y despertaba la carcajada de la ocurrencia.
Lo recuerdo de estudiante en el Liceo de Los Ángeles. Sus chistes no tenían amonestación.
A don Cipriano lo llevaría también hasta Radio Minería, y luego a la épica quinta de recreo El Rosedal de Gran Avenida, en donde tomaba el micrófono también como animador. Se demostraba ya entonces como un improvisador extraordinario para inventar "tallas" situacionales, un rasgo que se generalizó entre los humoristas chilenos de la revista, el espectáculo popular y la comedia frívola, dicho sea de paso. De las vestimentas anticuadas y pasadas de moda con las que representa al viejo Cipriano en sus presentaciones en vivo, además, surge el look que González usará por el resto de su vida en los escenarios, incluido el característico sombrero. Después aparecerá en la confitería Goyescas de Estado con Huérfanos, el Tabaris de la Alameda y la Taberna Capri de San Antonio. Buddy Day se lo lleva hasta el Casanova de calle Huéfanos, la boîte que precedió al Bim Bam Bum en el Teatro Ópera. Ya en agosto de 1946 se presentaba allí compartiendo cartelera con Los 4 Ases y Una Coringa, Dolores y Fernández, Sonia y Myriam, Alicia Duncan y la propia Orquesta Casanova de Day con Jack Linen, más los pianistas F. Woelder y A. Méndez y el baterista Tulio Aguayo.
Manolo representando a su personaje Candidato González, uno de sus favoritos, en imagen publicada por el diario "La Segunda" después de su fallecimiento, en 1981.
El Tabaris en "La Nación" del 7 de julio de 1945. Carmen y Dina España con Manolo González a la cabeza de la cartelera estelar.
Avisos varios con la cartelera de estrellas de La Quintrala hacia los últimos meses de 1946. Manolo González aparece en algunas presentaciones. Imágenes publicadas en el diario "Las Noticias de Última Hora".
Aviso publicitario de los años cincuenta para El Bodegón y la Taberna Capri, en el periódico "Las Noticias de Última Hora", con Manolo González entre los artistas destacados.
Anuncio de la inauguración del teatro con el show "Huracán de Churros" de la Compañía Tro-lo-ló, en "Las Noticias de Última Hora", 6 de agosto de 1954. Nuevamente, Manolo González figura entre las estrellas, en este caso debutando como actor cómico allí.
Así se lo pasaría paseando por varias otras boîtes y volviéndose uno de los nombres más repetidos de las carteleras de espectáculos de entonces, tendencia que se mantuvo por décadas. Divertido, con un sobrero que acabaría siendo su fetiche y fama de "mañoso" a la hora de comer, se lo recuerda también como un buen músico, gusto y talento desde el cual empezaría a hacer que muchas de sus presentaciones fueran acompañadas o participaran en ellas un piano, una guitarra o una armónica. "En el humor hay que ser pícaro y psicólogo a la vez, sin necesitarse una gran inteligencia", solía decir y lo aplicaba: no preparaba sus rutinas con grandes libretos rígidos, pues prefería leer sobre actualidad y abordar psicológicamente al público con sus contenidos dando espacio maleable a la presentación. Además de Cipriano Ormeño, creó otros curiosos personajes jocosos como el Cosmonauta González y el Candidato González, este último su favorito según se dijo entonces.
Su nombre comenzó a sonar fuera del país y, así, hacia marzo de 1946 fue contratado por la Radio Belgrano de Buenos Aires, ciudad en la que iba a hacer una importante fracción de su carrera a la larga. En el homenaje y despedida que se organizó para él en el Teatro Caupolicán de calle San Diego, el miércoles 25 de abril, estuvieron presentes -entre otros- los variopintos artistas Alejandro Flores, Lucho Córdoba, Rubén Darío Guevara, Olvido Leguía, Pepe Rojas, Rubens de Lorena, Aída Salas, Richard Suey, Tania, Julita Pou, Jack Brown, Violeta Araya, Eugenio Retes, Aquilino, Pepe Aguirre, Anita Desideria González, la Orquesta de Jascha Fridmann, la Orquesta Argentina de Raúl Gasco, la Orquesta Cubana de Isidro Benítez, Raúl y Meche Videla, Alejandro Lira, Monicaco Rojas Müller, Rolando Caicedo, Copucha El Colegial, Eduardo de Calixto y Nicanor Molinare.
De acuerdo a un reportaje con entrevistas de la revista "Ercilla" del martes 21 de junio de 1949, Manolo ganaba para entonces 40 mil pesos, una friolera en esos años y que sólo lograba en Chile el humorista Monicaco, el más exitoso de entonces. También había continuado trabajado en nuevos proyectos fílmicos como "Música en tu corazón" de Miguel Franck, en 1946 y "La Hechizada" de Alejo Álvarez, de 1950. Alentado por la situación de aquellos años, además, comenzó a incorporar por entonces cada vez más apelaciones y ejemplos del humor político en sus divertidos números, marcando una tendencia de la que nunca se desprendería del todo, ni siquiera en tiempos adversos para tales formas de convocar risas. Más aún, llegó a hacer amistad con varios presidentes de la República e importantes autoridades y hombres públicos, así como de artistas con la talla del compositor nacional Vicente Bianchi, en cuya casa durante su residencia en Lima se fue a quedar tras ser contratado por una radio peruana para actuar en el Hotel Bolívar.
Parte importante de sus rutinas serían las imitaciones, además, las que lograba con un particular sentido y precisión combinándolas con el gusto por hacer parodias de obras clásicas como "Hamlet" y "El Fantasma de la Ópera". Hacia 1950, de hecho, había una especie de rivalidad cordial con su colega Carlos Rayero, sobre quién de los dos era mejor imitador. Este talento era uno de los que más se le celebraba en su tiempo, de hecho, volviéndose una de sus características en las presentaciones que comenzaría a hacer poco después en el show del Bim Bam Bum, después del súbito cierre y remodelación del Casanova. A principios de ese mismo año, además, participaba de la revista "Santiago Alegre" del Teatro Imperial de calle San Diego, con artistas como Adolfo Gallardo, Alejandro Lira, Magda Camori, las vedettes Iris Marín, Amparito Bayer, Carmen del Campo, Nelly del Val, Gladys Ocampo, más el Gran Ballet Argentino y el Ballet Chileno compuesto por diez hermosas chicas.
En enero de 1952 participa en el Teatro Ópera como parte de la Compañía de Revistas Florida de Buenos Aires, en la revista "Maridos solteros de verano", la que reclutó también al Trío Moreno, Alejandro Lira, Jorge Quevedo, Gabriel Araya y Rolando Caicedo en lo que se denominó entonces el Escuadrón Chileno de la Alegría. En cada temporada de la Compañía Bim Bam Bum allí en el mismo teatro, además, aparecería con nuevas y divertidas nuevas rutinas imitando a personajes de la época, como las que echó al escenario en marzo de 1954 con la revista "Coctel de bellezas", en donde estuvieron también el Ballet Darcy, las vedettes Elsa Villa, Elvira Mayo y Lubi Martin, y otros actores cómicos como Eugenio Retes e Iris del Valle. Ese mismo año, desde agosto se presentará en "Huracán de churros" y "Los encantos romanos" del recién inaugurado Teatro Roma, en calle San Diego, con la Compañía Tro-Lo-Lo. En mayo de 1955 lo encontramos en las cenas bailables con show artístico del Bodegón y el Capri, en la misma temporada cuando están anunciados en estos clubes gemelos Xiomara Alfaro, el Trío Nortino, el Ballet de las Hermanas Flores, Enrique Balladares, Los 4 Hermanos Silva y la presentadora Sussy Montrey.
Podemos advertir que, presentándose en la historia del espectáculo nacional como un anticipo de los elementos propios del café-concert y el stand up comedy, para entonces González formaba parte de la generación clásica del humor en Chile en sus diferentes disciplinas, contemporáneo a elementos casi míticos de los escenarios como el Pepe Rojas, Olga Donoso, Yoya Martínez, el antofagastino Lucho Navarro, el español Pepe Harold, el argentino Pepe Zorro Iglesias, el dúo comediante Los Caporales y Tato Cifuentes con su muñeco Tatín, entre muchos otros. Fueron, de hecho, algunos de los pioneros en dignificar el arte del humorismo dentro del ecosistema laboral y cultural de la diversión criolla. Desde las primeras revistas del empresario Enrique Venturino y la empresa Cóndor hasta el legendario Bim Bam Bum de Buddy Day en el Ópera, entonces, Manolo había pasado caminando por toda la ruta de oropeles de los espectáculos de variedades, quintas y vodevil.
Cuando llegó al poder el presidente Jorge Alessandri Rodríguez con su particular forma de hacer oratoria en 1958, un amplio campo de nuevas posibilidades de humor e imitaciones se presentaron para González. Así comenzó a hacer habitualmente magníficas parodias del mandatario, tan graciosas que hasta los partidarios del Paleta las celebraban. Formando parte aún del Bim Bam Bum, además, incluso el propio Alessandri Rodríguez le obsequió su tradicional bufanda como reconocimiento, según leemos en "Abriendo caminos. Retrospectiva política, sindical y social de Chile y de América Latina a través de una historia personal" de Agustín Muñoz.
En mayo de 1959 fue anunciado su contrato junto al cantante Arturo Gatica por una agencia internacional: ambos debían hacer presentaciones en Bogotá, Colombia, similares a las del Bim Bam Bum. Fueron despedidos por sus colegas en el Caupolicán el domingo 17 de ese mismo mes, con un extenso programa de números en el festival. Entre la pléyade de estrellas estuvieron las orquestas Ritmo y Juventud, la Cubanacán, Los Caribes, la Típica de Carlos Darcy, la de Joaquín Pancerón y la de Apolo Coba; conjuntos como Los 4 Duendes, Villa San Bernardo (dirigida por Donato Román Heitman), Los Quincheros, el grupo musical de Mirtha Carrasco, el de Arturo Bustos, la banda de Nano Calderón, Los Granjeros, el Dúo Rey Silva, el cantante Turín Gatica (hijo de Arturo, con sólo 17 años) y varios artistas rancagüinos invitados al evento. Por supuesto, no faltaron los actores comediantes, humoristas y colegas de González: Gabriel Araya, Chito Morales, Jorge Romero Firulete, Nené Donoso, Alejandro Lira, Gastón Moreno, Eugenio Retes, Iris del Valle y Romilio Romo. Las bailarinas de la velada fueron Nena Mejías, Jocelyn Daudet, Lucy Escalada, Corienne Calbot y el Ballet Bim Bam Bum.
Posteriormente, Manolo inició una exitosa gira por Buenos Aires en donde notó lo rígido del formato platense detrás del micrófono, de modo que prefirió elaborar su show sentándose en la platea para conversar con las damas y contar algunos chistes a los varones del público, para luego subir al escenario y continuar la rutina de cara a todos. Tras su aplaudido experimento, regresó a Chile hacia fines de 1960 y fue inmediatamente contratado por Radio Minería y el establecimiento Waldorf de calle Ahumada, para que iniciara temporada en enero siguiente. Retornaría a Buenos Aires en marzo, pues tenía listo un contrato por otros seis meses en el Teatro Maipo de calle Esmeralda, desde principios de siglo una de las salas más importantes de la capital argentina. Allí trabajó con la actriz Silvia Oxman en dos parodias y comedias escritas por su amigo Eugenio Retes.
Sus enredos con cuestiones políticas no siempre resultaron favorables, sin embargo, como se puede ver en algunos medios de comunicación de esos tiempos cuando era amigo de Jorge Lavandero, diputado de los años sesenta y futuro senador. Para un hombre hipersensible a la crítica o al desdén, fue algo desalentador. En 1967 un matutino tuvo la desfachatez de acusar a González de aparecer como "propagandista de un parlamentario" en alusión a Lavandero, insinuando también que se mostraba proclive al gobierno de Eduardo Frei Montalva en sus actuaciones. Ofuscado, el humorista explicó a "La Nación" del martes 10 de octubre de ese año sólo había ido al despacho de su amigo sólo para contarle de sus impresiones sobre el apoyo que advirtió tenía él luego de una gira por el sur, y explicó además que no era un partidario del gobierno demócrata cristiano de turno, si bien "en ningún momento se atrevería a atacar a este con sus chistes", pues se consideraba en el escenario un artista y no un político. No obstante, Frei Montalva admitiría, años después, que González fue un gran amigo y que lo llamaba por teléfono para conversar por largo rato hasta el final de sus días.
Casi un año justo después, sus adversarios -o acaso sólo chismosos traviesos- echaron a andar la malévola especie de que Manolo había fallecido, algo que llegó a oídos de la prensa el domingo 19 de octubre de 1968 gracias a una serie de llamados telefónicos dirigidos a distintos medios de prensa y que, lamentablemente, lograron engañar a algunas estaciones de radio. La farsa pudo ser desmentida recién un día y medio después, dadas las limitaciones comunicacionales de la época. Angustiado y con un ataque de pulsaciones, el pobre Manolo debió presentarse en los scketchs de la revista "Rasputín y sus Rasputinas" en la noche del lunes, aún conmovido por la falsa noticia de su propia muerte. Incluso llegó a pensar en dejar la actuación en teatros en aquellos días, según lo que declaró explícitamente.
En tanto, había vuelto a trabajar para Bohr en la sátira "Un chileno en España", en 1962, y después en "El burócrata González" de Tito Davison, en 1964, también con contenido de burla y crítica social. Esta última obra sería adaptada para el filme mexicano "El ministro y yo" de Miguel M. Delgado en 1975, con la actuación de Mario Moreno Cantinflas. González regresó al set de grabación de Davison con "Más allá de Pilpilco", de 1965. Aunque todas estas experiencias fílmicas no lo satisficieron, pues encontraba que en ninguna pudo ser realmente él mismo, un lustro después está de nuevo bajo la dirección de Bohr en el clásico "Sonrisas para Chile", de 1970. A inicios de ese mismo año, además, había sido elegido en el Teatro Ópera como parte del directorio del Sindicato de Actores, presidido por Alejo Álvarez.
Aviso del filme "El Burócrata González" de 1964, con caricatura de Manolo González como personaje destacado. Fuente imagen: sitio Cine Chile.
Manolo González ya en sus últimos años de actividad y de vida. Siempre conservó la misma facha clásica y "pasada de moda". Fuente imagen: sitio Cine Chile.
El Teatro Ópera en el apogeo del Bim Bam Bum, en los años sesenta. Se observa la marquesina presentando la revista "Rasputín y sus Rasputinas", con Manolo González entre los artistas. Imagen del Fondo Julio Bustamante, publicada en el sitio Cultura Digital de la Universidad Diego Portales.
Registros fotográficos de la mítica última presentación de Manolo González en el Festival de la Canción de Viña del Mar en 1978. Imágenes publicadas en los diarios "La Segunda" (izquierda) y "La Estrella" de Valparaíso (derecha).
Captura de una de las últimas entrevistas ofrecidas por Manolo González en televisión, para el programa "Esta Noche" de Canal 13 en 1978, después de su exitoso paso por el Festival de Viña del Mar.
La partida de Manolo González: velorio en la Basílica de La Merced y despedida de las floristas de avenida La Paz de camino al cementerio.
Registros de audio con chistes, presentaciones y una entrevista a Manolo González, tomada de la videoteca del Canal REC 13. Incluye su famosa frase "He llegado hasta Taltal", imitando a Pinochet en 1978.
La nueva década trae el avance de la televisión y los programas de las flamantes estaciones de transmisión. Esto comenzó a permitir el acceso de algunos artistas en la pantalla chica y González pudo ampliar así sus presentaciones mucho más allá de los clubes nocturnos y boîtes. De este modo, lo encontraremos en el período trabajando en programas transmitidos por Canal 13 de la Pontificia Universidad Católica como "La silla eléctrica", "Tribunal de la risa" y "Esta noche fiesta". Uno de sus chistes para el primero de los programas mencionados, en donde se ponía a prueba a un invitado en una silla eléctrica de fantasía y un cómico intentaba hacerlo reír mientras el concursante debía contenerse, lo contó en pleno gobierno de la Unidad Popular y decía más o menos así:
Este chiste es verdadero, ¡ah! Y me lo contó el presidente (Salvador) Allende... Una vez me fue a ver él porque yo estaba enfermo y me dijo:
Mire señor, yo venía con Aniceto Rodríguez desde San Vicente a hacer mi programación de candidato y atropellamos un rotito que venía por la berma... Como yo soy doctor me bajé a atenderlo. El rotito venía en estado de ebriedad, pero se paró y me dijo (con voz y gestos de ebrio):
- Atropéllame, no más... Atropéllame las veces que querai, ¡atropéllame! ¡Aprovecha de atropellar ahora! ¡Pero vai a ver lo que te va a pasar cuando salga elegido Allende!
A pesar del brusco y forzado cambio de situación política y de las restricciones que se vivieron en la actividad de la entretención popular desde 1973 en adelante, González se hace un artista recurrente de grandes festivales y eventos, pero destacando especialmente tras sus apariciones en el Festival de la Canción de Viña del Mar en 1960, 1964 y 1965. Su cercanía con las ideas de derecha habría facilitado las cosas para que volviera a tal escenario en 1978, entonces, cuando era claro también que el ambiente en donde había trabajado por treinta años ya se estaba opacando. Aquella vez abrió su presentación "encomendándose" con una insólita plegaria, la que se burlaba veladamente de la Junta Militar de entonces:
Que las lolitas lindas
me protejan.
Y que la Junta... (pausa larga)
de vecinos de Quilpué
me proteja.
Adicionalmente, hizo algo hasta entonces inédito en aquel escenario: echar a volar una diuca en medio de su actuación, ave cuyo nombre se usa popularmente con connotaciones sexuales, causando asombro del público por su parodia a la famosa gaviota símbolo del mismo festival, pero diciendo que a su edad ya no "necesitaba" una diuca. De acuerdo a lo que contaría él mismo poco después, había recorrido todo Valparaíso y Viña del Mar buscando un ave de esa especie hasta que por fin recibió el dato de una residente quien tenía como regalona a una diuca enjaulada, en la cima de uno de los cerros del puerto. Para convencerla de que cediera su mascota debió tomar once con ella y contarle chistes por más de una hora, con tanta eficacia que no se la vendió: simplemente, se la regaló.
Fue allí en la Quinta Vergara, además, donde el instinto temerario y arriesgado de González se mostró incapaz de renunciar a su parte de imitador y lo llevaría a dar un paso que muchos consideraron insólito: lo que más se recuerda de su relación con la Quinta Vergara fue abusar de la confianza y emular al propio general Pinochet en aquella XIX versión del Festival, haciendo algunos guiños también a los demás integrantes de la Junta y sabiendo que estaba presente el almirante José Toribio Merino en la platea numerada. Habría sido la primera imitación pública televisada que se hacía de Pinochet hasta entonces, algo que comenzó a ser repetido desde allí en adelante e incluso con mayor precisión por otros famosos humoristas nacionales, como Carlos Helo, Jorge Franco, Ronco Retes, Hermógenes Conache, Coco Legrand y Pipo Arancibia. Se cuenta que fue cortado en vivo en aquel momento, tirando la transmisión a comerciales a pesar de haber resultado en un éxito rotundo aquel show.
Dos cosas se repiten principalmente de aquel festival de 1978 como relevantes para la historia del espectáculo chileno: que fue el primero en tener transmisiones a color, en la noche final del mismo, y la frase "¡Heee llegado hasta Taltaaal!" que lanzó Manolo en el escenario de la concha acústica, con la característica voz e inflexiones de Pinochet, aunque mucho más exageradas y casi circenses. La expresión se hizo célebre en esos años, inclusive, siendo repetida constantemente por partidarios y opositores del régimen en diferentes situaciones relacionadas con llegar a algún lugar o la nortina ciudad de marras.
Sin embargo, para aquellos momentos una nueva generación de humoristas ocupaba ya los eventos con público y los programas de televisión, muchos de ellos relacionados con la etapa final del Bim Bam Bum y espectáculos parecidos como el Picaresque y Humoresque. Es verdad que el quijotesco Manolo González, siempre con su aspecto enclenque, ahora con anteojos de aumento y el mismo bigotito chistoso de antaño, nunca perdió vigencia y continuó con algunas apariciones en escenarios de teatros, boîtes y televisión, sus últimos años se volvieron más bien alejados de la atención de las cámaras y medios. A pesar de esto, nunca dejó de ayudar a sus colegas emergentes y de trabajar de manera benefactora como lo había hecho en el Hospital Psiquiátrico, asilos de ancianos y otras instituciones.
A mayor abundamiento, si bien había sido puesto en el interés y la atención de un público joven con sus chistes políticos e imitaciones de los últimos mandatarios, el golpe a la cátedra dado en el Festival de Viña del Mar acabaría siendo una especie de maldición para su carrera, comenzando a desaparecer del ambiente progresivamente después que, ese mismo año, coincidentemente cesara actividades la histórica Compañía Bim Bam Bum que había sido el principal sostén de su actividad. Desde entonces, sus últimas apariciones importantes fueron en 1980, trabajando en una sección semanal del programa de Canal 13 llamado "Estudio 26". Este espacio le permitió contar chistes televisados y traer de regreso a Cipriano Ormeño, personaje del que se había ido desprendiendo con los años.
Fue en aquel mal trance cuando lo alcanzó prematuramente la muerte a los 62 de años de vida, aún lejos de aspirar a jubilarse. Rakatán asegura que esto sucedió el sábado 11 de abril de 1981, pero hay una errata en el dato que ha sido repetido por muchas fuentes: en realidad murió de un paro cardíaco el miércoles 8, a las 20.30 horas. Se hallaba hospitalizado en la Clínica Alemana, en donde se dice había ido a visitarlo Pinochet en persona. En la confusión de fechas quizá haya influido el que, por triste coincidencia, su querido colega de teatros Lucho Córdova falleció también sólo unos días después, el martes 14. El deceso de Manolo sobrevino después de una operación de vesícula realizada el miércoles 1, cuando su recuperación se complicó por padecer de un avanzado cáncer de esófago diagnosticado hacía seis meses, como informó después el Dr. Robinson Núñez. Más aún, había estado recibiendo radioterapia en la Clínica Mella hasta marzo anterior, manteniendo en reserva su estado de salud. Cuando su corazón ya no resistió tanto castigo, muchos de sus amigos en los espectáculos llegaron a la clínica a expresar sus condolencias a la viuda y su única hija, como Jorge Romero Firulete.
No estaba quieta ni en paz el alma de Manolo cuando se marchó de este mundo, tristemente. Los muy pocos contratos que había tenido en los últimos años eran un reflejo de que estaba siendo olvidado. Su hija Ximena Carrasco declaró a los medios de prensa, además: "Es lamentable que todos se vayan a acordar de él ahora que ha muerto" ("La Estrella" de Valparaíso, jueves 9 de abril de 1981). 35 años de carrera y unas 100 giras por el país habían recibido recientes y dolorosos ninguneos por omisión, razón por la que había preferido que no se supiera de su enfermedad cuando fue internado, como comentó por entonces su esposa Fresia López. En el Festival de Viña de Mar de ese año, por ejemplo, se había hecho un recuento a modo de homenaje para los humoristas que habían estado en la Quinta Vergara a lo largo de su historia, pero sin que él fuera mencionado. Esto provocó un gran alfilerazo en su orgullo, al igual que la publicación de un libro y la transmisión de un especial de Televisión Nacional en donde le hicieron el mismo desaire.
Distinta era la valoración que tenía González entre sus propios colegas, sin embargo. Entrevistado por el diario "La Segunda" del día siguiente al de la muerte del comediante, Coco Legrand, quien fue alumno también de Monicaco y Firulete y había suspendido esa misma noche la función del café-concert "Humor al contado" que realizaba con Ronco Retes en la discoteca Queen's de Apoquindo, declaró a los reporteros ya comenzando a definir su legado:
Creo que Manolo González hizo un humorismo diferente a cualquiera que se haya dado en Chile, e incluso en Latinoamérica. Me refiero al campo que eligió: el humorismo político; un tipo de humor que requiere de mucha imaginación y de una gran agilidad mental, cualidades que eran inherentes en él.
Por hacer un humorismo diferente a todos, Manolo González fue realmente un innovador en su época; un innovador que, en todo caso, no ha sido aún emulado (...) Manolo se salió de todos los esquemas haciendo un humorismo diferente, ágil, singular, que hacía reír incluso a los políticos a los cuales aludía en sus intervenciones.
Entrevistado en la misma ocasión y medio, Rakatán agregaba sobre González que "en el último tiempo se había agudizado en él una depresión anímica casi enfermiza; a quienes habitualmente estábamos con él nos contaba que nadie lo quería contratar; que los periodistas no lo estimulábamos; que la televisión le cerraba sus puertas". El periodista incluso sugería que el personaje amargado y viejo de Cipriano Ormeño se estaba apoderando de una parte de su personalidad.
Manuel Carrasco González fue velado desde el mediodía del 9 de abril en la Basílica de La Merced en calle Mac-Iver con Merced, conocida como la Iglesia de los Artistas por la cantidad de actores, músicos y gente de la actividad de espectáculos que allí suele ser despedida. Su funeral comenzó a las 11 horas del día siguiente, recibiendo el cortejo con su ataúd la tradicional y colorida lluvia de pétalos con el que las pergoleras en la entrada de avenida La Paz despiden a los personajes más queridos de la realidad nacional. Fue el final de uno de los hombres más importantes y trascendentales de la historia de la diversión capitalina, cuyo nombre figurará a perpetuidad entre los grandes próceres del humor chileno. ♣
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