Aunque intentaremos evitarlo, no se podría hablar de Von Pilsener sin terminar también en una pequeña biografía de su creador, el artista gráfico, pintor e ilustrador Pedro Subercaseaux Errázuriz, el inefable Lustig. Él bautizó y definió a su personaje como el barón y profesor Federico (Fritz) von Pilsener, aunque el nombre de pila debía ser pronunciado como "Fedeguico": aludía con ello a su aura germánica a través de la invocación de la cerveza lager que, por largo tiempo, fue llamada pilsener en la industria embotelladora y el comercio chilenos. Así sería hasta antes que se impusieran criterios más realistas, precisos y también respetuosos del origen del producto emblema de Pilsen, en la actual República Checa.
Von Pilsener tenía en su identidad algo parecido a personajes reales de la época de la colonización alemana del sur del Chile, como los hermanos prusianos Bernhard Eunom y Rodulfo Amando Philippi: se suponía que había llegado a Chile para conocer más sobre esta lejana sociedad perdida en los mapas, enviado por el gobierno del Imperio Alemán. Encargado de tan noble tarea por su gobierno, entonces, el godo señor de barba, anteojos redondos, chaqué, sombrero tirolés con pluma y un paraguas con mango de pato casi siempre cerrado, tenía por misión indagar sobre las "salvajes costumbres" de los chilenos con impresiones que iba anotando en su diario de viaje. En esta tarea vivirá insólitas aventuras, desventuras y equivocaciones cargadas de humor, producto de su ingenuidad y de la falta de comprensión de los comportamientos, salidas de madre y vicios de un pueblo tan distinto. Las críticas de la tira tenían alcances de observación crítica tanto a nivel social como a veces político, de hecho.
El perro de Von Pilsener era otro personaje identidad propia en la tira de Lustig: el pequeño Dudelsackpfeifergeselle, nombre que debió ser una pesadilla para los tipógrafos de la época y con el que se hacía una burla de la extensas y complejas palabras del alemán, evidentemente. Se trataba de un perro salchicha o dachshund cuyo largo cuerpo a veces lucía muy exagerado por el dibujante, en ocasiones hasta casi hacerlo parecer una serpiente. La popularidad propia de este perro llegó a ser tal que la raza de marras fue llamada informalmente en Chile con el nombre de su también ficticio dueño: "Perras bull dog y Von Pilsener" ofrecía un criadero en un aviso del diario "La Nación" del lunes 13 de marzo de 1939, por ejemplo, habiendo muchos otros en la prensa de los años veinte a cuarenta.
Por supuesto, todo aquello se contextualizaba en el período que siguió a la ejecución de programas de incorporación de ciudadanos alemanes en la realidad y el desarrollo nacional, promovidos desde el gobierno en su urgencia de poblar territorios y crear focos económicos estables. Por tal motivo, eran conocidos algunos personajes alemanes venidos al país forjando un estereotipo que llegó a ser muy popular y estimado en la sociedad chilena, incluyendo incluso las dificultades de estos inmigrantes con el castellano, su forma de reír y hasta el marcado gusto por la cerveza. Fue el caso del mítico Don Otto, el señor del sofá y otros cuentos graciosos; o las situaciones en las que Condorito y Huevo Duro asumían roles como Cóndor Otto y Huevo Fritz en las caricaturas de Pepo (René Ríos Boettiger).
Empero, había mucho más que sólo la intención de representar al tipo alemán en la figura de Von Pilsener, además de hallarse muy lejos tal motivación de pretender sostener alguna clase de crítica hacia aquel pujante pueblo, como admitirá años después el propio Pedro Subercaseaux en sus "Memorias":
De los numerosos dibujos de carácter humorístico que produjo mi pluma o mi pincel en aquella época, sobrevive aún el recuerdo de las aventuras de Von Pilsener y de su inseparable “Dudelsackpfeifergeselle”. A propósito de esta historieta, debo hacer aquí una rectificación. No fue en realidad espíritu “antigermánico” lo que me impulsó a crear aquella sátira, según insinúa en el número especial de “Medio Siglo de Zig-Zag” (pág. 73), sino más bien el deseo de hacer resaltar, en forma humorística, nuestros propios defectos, exponiéndolos a la crítica de un imaginario observador europeo y nada más.
Dicho de otro modo, además de su ubicación pionera entre los personajes de tira cómica producidos en Chile, Von Pilsener también reluce en la historia por haber sido una de las primeras representaciones estereotípicas y graciosas de los germanos llegados al país, tendencia entre cuyos últimas propuestas conocidas estuvieron el Mago Helmut, de Fernando Larraín, y el viajero judeo-alemán Don Otto, interpretado por Mario Kreutzberger (Don Francisco) pero que originalmente era denominado Francisco Ziziguen González, antes de que pudiese llevarlo a la televisión.
El amplio valor cultural de dicha creación de Lustig y su impronta en la historia editorial chilena ha sido abordado con esmero por el investigador del cómic nacional Jorge Montealegre, particularmente en la obra "Von Pilsener. Primer personaje de la historieta chilena". Dice allí también que, aunque sus apariciones eran inconstantes, sus primeras viñetas se remontan a un ejemplar de la revista "Zig-Zag" del 24 de junio de 1906, continuando sus aventuras gráficas hasta el 9 de junio 1907. El formato general de la caricatura era con gráficas acompañadas de textos al pie de la imagen, mientras que el hilo de los relatos continuaba en la edición de la semana siguiente.
Primera parte de "Un alemán en Chile", con el debut de Von Pilsener en la revista "Zig-Zag", año 1906.
Continuación de las aventuras de "Un alemán en Chile" en 1906, en un siguiente ejemplar de "Zig-Zag". Leemos veladas críticas a la transparencia de las elecciones presidenciales.
La tira fue mejorando en su presentación al avanzar los meses, con adiciones de color. Así se veía en la revista "Zig-Zag" en diciembre de 1906.
Durante el mismo mes de diciembre de 1906, Von Pilsener vuelve hasta su tierra natal y continúan sus divertidos periplos...
Y, en la revista "Zig-Zag" de marzo de 1907, Von Pilsener regresará a Chile viviendo los avatares del verano criollo.
Secuencia del perro de Von Pilsener convirtiéndose en una salchicha. La raza de estos perros llegó a ser llamada Von Pilsener en Chile. Imagen publicada en "Zig-Zag" en marzo de 1907.
En su los primeros dos capítulos de su debut en la tira "Un alemán en Chile" (del uno a seis la inicial, y del siete a 12 la siguiente), cada dibujo iba acompañado de la siguiente presentación explicando la respectiva escena o vicisitud, además redactada con rimas sutiles:
1.- Don Federico von Pilsener, sabio alemán, es comisionado por el gobierno de su país para estudiar las costumbres salvajes de una lejana región llamada Chile. Al efecto se embarca acompañado de su perro Dudelsackpfeifergeselle.
2.- Llega a Valparaíso y, al bajarse del vapor, el distinguido sabio, que pesa 107 kilos y 6 gramos, desestabiliza el bote y cae al mar. No se inmuta por esto, sino que abriendo su paraguas se sirve de él como vela, y es llevado por el viento con toda suavidad hasta el Muelle Fiscal.
3.- Donde es desembarcado con el mismo cuidado que si fuera un toro fino importado.
4.- El baño abre el apetito, y don Federico siente el suyo abierto de par en par. Guiado por su olfato y el del perro, descubre un restaurant.
5.- Entre salvajes hay que desconfiar; a don Federico le parece reconocer carne humana en las salchichas. Pero sin escrúpulo ninguno, se da un atracón como para no volver a comer en los días que le quedan de vida.
6.- Y comienza la exploración.
7.- Es día de elecciones. Don Federico cree que se trata de echar cartas al buzón y apunta en su libro de memorias: "En Chile el movimiento postal es enorme. Hay oficinas de Correos por todas partes, aun al aire libre, y están servidas por cinco empleados. Creemos que con uno bastaría".
8.- Mientras escribe, se le acerca un individuo, quien, después de hablarle durante media hora, le entrega un voto y un billete de a veinte pesos. Don Federico no entiende una palabra: pero se guarda regocijado el billete.
9.- Inmediatamente se le acerca otro. Nuevo discurso y nuevo billete de a veinte que también sepulta el alemán en su bolsillo.
10.- No cabe en sí de gozo. Apunta en su libro: "Existe la hermosa costumbre de obsequiar billetes de Banco a los extranjeros el día 25 de junio de cada año. Esta costumbre data del tiempo de los Incas y está basada en un hermosa leyenda".
11.- A todo esto los comisionados de los dos candidatos se han visto estafados por don Federico y unidos por primera vez en el día, le quitan el polvo y los cuarenta pesos.
12.- Von Pilsener observa que los palos duelen lo mismo aquí que en Berlín, y que para los puntapiés se prefiere en Chile la misma parte del cuerpo que allá en su patria.
Debemos insistir en que, como el título de la obra de Montealegre establece, se trataba del primer personaje de historietas creado en Chile y con fines de humor, por lo que asombra la calidad del contenido que elabora Lustig en aquella época y casi sin antecedentes que despaldaran tal experimento editorial. Junto a Héctor Morales, el propio Montealegre dice en uno de los artículos del mismo trabajo dedicado a la caricatura, resaltando el momento histórico en que vio la luz y entró a la historia del cómic chileno:
Los días de Von Pilsener fueron días movidos. El mundo no dejaba de espantarse ante el terremoto que destruyó San Francisco de California, cuando el puerto de Valparaíso se estremeció desde el centro de la tierra hasta el cerro más alto. En la memoria de Chile es el famoso terremoto de 1906. También en Santiago: "en medio de aquel diluvio -cuenta un pariente de Lustig-, los rayos serpenteaban por todos los ámbitos, aparte que desde los cables eléctricos de los tranvías saltaban llamas, entre el estrépito de los truenos, los vidrios que se rompían y los trozos de estuco que caían de los edificios".
El capricho de la naturaleza quedó registrado con imágenes sobrenaturales y tragicómicas, que no son para extrañarse en un país donde siempre quedan anécdotas bajo los escombros. En Zig-Zag, Pedro Subercaseaux y Lustig (dos firmas y una sola persona no más) ilustraron el terremoto con dos perspectivas contrapuestas: en la portada, el pintor entregaba una escena dantesca, donde el demonio sacudía al mundo desde el centro de la tierra; en las páginas interiores de la misma revista, la caricatura nos mostraba a Von Pilsener admirado de esta nueva rareza del país que recién estaba conociendo: Chile se movía. Por su parte, Julio Subercaseaux -primo de don Pedro- cuenta en sus Reminiscencias que estaba frente al Teatro Municipal y vio salir por las ventanas "una despavorida legión de demonios con estridentes gritos y tratando de ponerse a salvo. Eran -agrega- las comparsas infernales de la ópera Mefístoles, programada aquella noche".
Lustig conocía bien a los alemanes antes de acostumbrarse a los que había en Chile, sin embargo. Nacido en la ciudad de Roma en 1880, dentro de en una acomodada familia con padre francés y madre vasca, y recién a los 15 años entró a la Escuela de Bellas Artes de Berlín, continuando estudios en Roma y París. En esta formación se fue apartando de movimientos más modernos y no figurativos para preferir las corrientes pictóricas más clásicas o conservadoras. Claramente, era ya entonces un hombre de mundo, amigo de ilustres y buenas conexiones con el poder como gracias a su progenitor, el conocido pintor y diplomático Ramón Subercaseaux. De hecho, Pedro pasó más tiempo viajando y estudiando en Europa que establecido en Chile en aquellos años. Cuando venía al país, se quedaba principalmente y por temporadas en la hacienda El Llano Subercaseaux, de propiedad familiar.
Con relación al nombre del personaje... Izquierda: aviso publicitario de la cervecería Ebner en la prensa de Santiago, año 1909, donde se ofrece cerveza Pilsener y la popular bebida Bilz. Derecha: una prueba de que el nombre "pilsener" se usaba todavía en los años noventa.
Caricatura de Von Pilsener en revista "Zig-Zag" de mayo de 1907, otra vez satirizando con las figuras del presidente Pedro Montt y del llamado Pope Julio, un famoso predicador apóstata de la época.
Portadilla con chiste de Von Pilsener en revista "Sucesos", abril de 1910, dibujada de Wiedner.
Von Pilsener volviendo a revista "Zig-Zag", edición del 12 de agosto de 1911. Ilustró un tal Alberto.
Imágenes de las Fiestas de los Estudiantes de 1915, en la revista "Zig-Zag". Se destaca al personaje caracterizado de antiguo Doctor con gafas y al que interpreta la caricatura Von Pilsener, con su perro salchicha Dudelsackpfeifergeselle.
Otro Von Pilsener representado en las Fiestas de la Primavera, esta vez en octubre de 1917, en imagen publicada por el diario "La Nación". El estudiante disfrazado es Arturo Monsalves, acompañado de un muñeco con la forma del perro.
Von Pilsener en "El Diario Ilustrado", en viñeta del té
Ratampuro. Diciembre de 1928. El largo de su mascota ya se ve más exagerado que en versiones anteriores.
Fue tras aquellas aventuras que Subercaseaux viene a vivir de manera más estable a Chile en 1902, destacando también por su producción de material artístico de episodios históricos que le valen el apodo del Pintor de las Glorias Chilenas. Cuando creó a Von Pilsener recién pasaba los 20 año y, en cierta forma, el personaje también era él, pues no debió ser fácil para un europeo por adopción regresar y adaptarse a su defectuosa y por momentos caótica patria.
Habendo así una parte más lúdica y humorística en el artista, trabajó esta área paralelamente a la pintura histórica, incursionando así en ilustración, acuarela editorial y caricatura. Esto coincidía con las nuevas corrientes periodísticas que se abrían paso en el siglo XX, pero el arte editorial no era del todo un rubro satisfactorio para sus cultores. Con el tiempo, llegaría así a revistas como "Pacífico Magazine" y "Familia", y al periódico "El Diario Ilustrado". Sin embargo, había sido en la mencionada revista "Zig-Zag", recordada como la más importante e influyente de la historia editorial chilena y producida por la casa editora del mismo nombre, que Subercaseaux se sitúa -tal vez sin saberlo entonces- como pionero del cómic nacional con la creación de Von Pilsener y usando el pseudónimo Lustig.
Aquella pasión del artista por la creación gráfica viviría tiempos fríos, pero nunca cesó. Aunque contrajo matrimonio en el año siguiente con doña Elvira León Otaegui, ambos decidieron mantener una vida célibe y después ingresaron a órdenes religiosas, por dispenso papal solicitado en 1920. El ex Lustig lo hizo en la orden benedictina, razón por la que comenzará a ser llamado también fray Pedro Subercaseaux por sus biógrafos. No se apartaría de su pasión por los pinceles durante este período, entonces, continuando con cuadros de tipo religioso y otras obras.
A esas alturas, en cambio, Von Pilsener era una celebridad que ya habían tomado otros dibujantes y medios. El propio Subercaseaux aseguraba haber encontrado una vez a una de sus caricaturas del personaje y Dudelsackpfeifergeselle en una gaceta alemana. Desde la revista "Zig-Zag", además, el sabio alemán había pasado a la viñeta de humor de "El Diario Ilustrado", en donde encontraremos algunas de sus apariciones todavía en los años veinte como parte de la publicidad del clásico té Ratampuro. Regresaría a veces a la "Zig-Zag", además, aunque dibujado ahora por un ilustrador quien firma simplemente como Alberto. El conocido caricaturista de la época Julio Bozo, alias Moustache, también lo pasó por su pluma en algunas ocasiones. Una portadilla interior de la revista "Sucesos" del 7 de abril de 1910, además, mostró a un Von Pilsener dibujado por el ilustrador Carlos Wiedner, quien firmaba con su apellido. Lo propio hará Galvarino Lee, firmando como Bonsoir, en la portada del "Corre Vuela" del 10 de enero de 1917.
Volvemos a Montealegre para más información sobre aquel período después de la separarse los caminos existenciales de la creación y su creador:
El intento más serio por hacer regresar a Von Pilsener, lo hace la misma revista Zig-Zag... cuarenta años después de que el personaje dejara de animar sus páginas. Así, en Agosto de 1947, cuando el semanario se relanzaba como "Nuevo Zig Zag", anuncia el regreso de Von Pilsener "con permiso de su creador", aclarando que Pedro Subercaseaux "ha cedido sus derechos para que otro gran dibujante se encargue hoy de realizar para nosotros las Nuevas Aventuras de Von Pilsener". El nuevo dibujante sólo firmó con sus iniciales "L.V.", que presumimos corresponderían a Lorenzo Villalón. A pesar de la solemnidad del anuncio, la historieta se publicó sólo durante dos meses, en ocho entregas; comenzó a una página, siguiendo el modelo original, y terminó en un recuadro minúsculo el 3 de Octubre de 1947.
Subercaseaux fallecería en medio del sueño en la Clínica de la Universidad Católica, a inicios de 1956. Llevaba dos días internado por una afección cardiaca. Una de las vidas más interesantes del mundo artístico chileno llegaba a su fin, pero dejaba para la posteridad un símbolo fundacional de los personajes de historieta, con vida tan suya que muchos desconocían la identidad de su verdadero autor.
Gracias al trabajo de recuperación memorial realizado por Montealegre y otros estudiosos del cómic nacional la figura de Von Pilsener se ha ido recuperando en su justo y merecido valor cultural. Incluso se levantó una suerte de estatua suya dentro de la Casa de la Cultura de San Miguel ubicada alrededor de los antiguos terrenos familiares de los Subercaseaux, por iniciativa del escritor Omar Pérez Santiago. Como se sabe, San Miguel es una comuna conocida por rendir tributo a muchos autores de la historieta chilena y a sus personajes en la ornamentación pública, especialmente en el paseo del llamado Parque del Cómic, de modo que Von Pilsener no podía faltar allí. ♣
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