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EL BAR, CAFÉ Y RESTAURANTE COLINA EN AVENIDA INDEPENDENCIA

Bar y Restaurante Colina en detalle de fotografía del archivo de Chilectra fechada en 1928, ocupando la dirección de Independencia 129.

El bar Colina formó parte del ecosistema recreativo de los barrios alrededor del Mercado de la Vega central, sector de Santiago con reconocido acento obrero y popular. Estuvo allí cuanto menos desde la década del veinte, en plenos años locos y cuando la sociedad capitalina aún no sabía que iba a ser golpeada por la infame Gran Depresión. La confirmación de su presencia en las primeras cuadras de avenida Independencia está en una conocida fotografía de los archivos de Chilectra fechada en 1928, además, imagen en donde puede leerse perfectamente el nombre del establecimiento en un cartel colgante, en la fachada de un grupo de locales comerciales: "Bar Restaurant Colina".

En algún momento de aquella primera época de existencia, sin embargo, el bar se marcharía hasta una ubicación poco más al norte aunque a pasos del local anterior, como veremos. Hubo también algunos períodos oscuros y de poco registro para el mismo negocio, por lo que es difícil saber hasta qué punto la continuidad del mismo es la que podría deducirse más allá del nombre que conservó casi hasta nuestros días. Lo cierto es que permaneció muchos años más en el mismo barrio, llegando a ser el más antiguo boliche de su tipo en todo ese sector.

Siendo probable que el Colina haya existido desde mucho tiempo antes allí mismo, en esas cuadras de la ex Cañadilla de Independencia, tampoco sabemos si sólo estuvo en las mismas dos direcciones conocidas del establecimiento durante toda esa etapa, sin embargo: hubo un período en que se asoció también a la dirección de Independencia 2998 esquina con José Pérez Cotapos, durante una parte de los años treinta. Esta clase de enredos son frecuentes en el rastreo de antiguos establecimientos comerciales, como es sabido. Sí podemos encontrar en avisos de la época dejando expuesto que el bar contaba con un piano para la música en vivo, solicitando para esta labor a una "señorita pianista" hacia inicios de 1937.

Con varios dueños a lo largo de su historia, entonces, el bar Colina habría debido su nombre a una curiosa situación que se daba en esas cuadras, relacionada con la comunicación hacia el sector sur de Santiago: situado inicialmente en avenida Independencia estaba la parada de taxibuses que conducía a los viajeros hacia los Baños de Colina, famoso balneario termal especialmente concurrido en las estaciones estivales, al que ya nos hemos referido en este sitio. Era más fácil llegar desde la capital a través de estos transportes que haciéndolo por el tren hasta la Estación Colina, curiosamente. Más exactamente, el servicio salía desde Independencia con General Borgoño, en donde está la Parroquia Carmelita del Santo Niño de Praga con su característica estructura neogótica, justo enfrente de donde tuvo su antigua casa el mismo café y bar.

Dicho lo anterior, no es descabellado suponer que muchos pasajeros de aquellos transportes "hacían tiempo" de ida o de regreso pasando al mismo bar con el nombre de su destino recreativo: Colina. Este ocupaba a la sazón un espacio específico en Independencia 129, local con acceso en el extremo norte de un edificio de rentas ocupado por el bazar y sastrería Colo Colo. Haciendo esquina en Independencia con Artesanos, pues, este inmueble de dos pisos más mansarda falsa a modo de tercero se hallaba sólo cruzando la calle desde aquella parada del servicio. Es lo que se confirma, además, en la mencionada fotografía de las colecciones históricas de Chilectra.

Imagen de la Avenida Independencia hacia el cambio de siglo, que figura en el Archivo Andrés Bello de la Universidad de Chile. Publicada en la obra "Patrimonio Arquitectónico de la comuna de Independencia", de Magda Anduaga, Patricio G. Duarte y Antonio V. Sahady, del Instituto de Restauración Arquitectónica, F.A.U. Universidad de Chile, 1996. Puede observarse en ella que, ya hacia el 1900-1910, ya hay un bar en el lado izquierdo del jinete, aunque no tenemos confirmación de que pueda tratarse del Colina.

La conocida fotografía del archivo Chilectra, de avenida Independencia, fechada en 1928. Se observa a la derecha el Bazar Colo Colo y, unos pasos más atrás, el cartel colgante del Bar Restaurant Colina.

Aviso de fines de 1934 para las Termas de Colina, período de Navidad, en "El Diario Ilustrado". Un absurdo de la época era que resultaba más fácil viajar desde Santiago a las termas que desde la estación del ferrocarril Colina. El bar con el mismo nombre quedaba justo enfrente de la parada.

El Bar Colina, antes y después: detalle de la imagen del archivo Chilectra de 1928, en donde se observa otra vez el nombre en un cartel vertical con su nombre, antes de llegar al templo del Carmen Bajo; a la derecha, el mismo bar y café ya en sus últimos años de vida, ubicado un poco más al norte. 

Un voraz incendio destruyó el histórico edificio comercial y hotelero de la esquina de Artesanos con Independencia, en la madrugada del 16 de agosto de 1988, condenándolo a su demolición. Ya no tenía su tercer piso de mansarda. Imagen publicada por el diario "La Tercera" al día siguiente. Aunque se perdió el tradicional café Artesanos en aquella ocasión, el bar Colina seguía existiendo más al norte.

Una de las últimas imágenes del bar Colina aún activo en la dirección de Independencia 213. Imagen capturada desde Google Street View, año 2015.

Desde aquellos tiempos y hasta sus décadas finales de vida, el bar Colina ya era atendido por "niñas", según se deduce de ofertas de empleo publicadas hacia 1929-1930. Puede que haya tenido también dependencias en el segundo piso del referido edificio donde estaban la Botería Italiana y el Bazar Colo Colo, después ocupado por las tiendas El Indio. La desaparición de este espacio arquitectónico y de la propia generación de clientes de aquellos tiempos dificulta poder confirmar esta posibilidad. Sí podemos concluir en que el ambiente obrero y folclórico que dominaba al barrio de entonces debe haber sido el que marcó la pauta en su barra y comedor: tanto así que, hacia la proximidad de las Fiestas Patrias de 1928, había aparecido un aviso del mismo establecimiento solicitando "una arpista y tañadora" para tocar en el local.

No obstante la buena ubicación dentro de un barrio de trabajo, aparecerá también un aviso de venta "por no poder atender" entre 1930 y 1932. Coincidentemente, acabará mudándose después hasta el comentado local más pequeño y estrecho, pero largo hacia el interior de la manzana, ubicado a sólo metros de allí. Se trataba, más precisamente, de un espacio en Independencia 213, en el zócalo para comercio de un edificio con altos residenciales que aún existe en la cuadra vecina al de aquella primera dirección, casi en el empalme con calle Antonia López de Bello. Antes había funcionado allí un restaurante y luego un taller de sastrería, en operaciones todavía hacia los años cuarenta.

Presentándose ya entonces como Café Restaurante Colina, desde algún momento continuaría allí su ya longeva existencia hasta el final de la misma, también a pasos del convento y patrimonial templo del Carmen Bajo. La dirección anterior, en tanto, había sido ocupada por negocios de otros giros, justo a un lado de un inmueble de un solo piso y dos entradas en el número 141-145, que sería por varios años más de una talabartería y suelería llamada San Felipe, la que existió hasta tiempos cercanos a nuestra época, de hecho.

Cabe insistir en que no habrá posibilidades de éxito ya en salir a buscar aquel primer edificio en donde estuvo el Colina y en cuyos altos se dispuso después el Hotel Normadie: fue destruido por un voraz incendio en la noche del 16 de agosto de 1988. En su lugar hay ahora un soso inmueble comercial llamado Edificio Unitex, dando una sencilla forma redondeada y de cuatro pisos a la misma esquina. Además del hotel, el siniestro destruyó al café Artesanos que existía justo en ese vértice, además de otros locales cercanos como una farmacia y la tienda de carrocerías. El bar Colina era ya de los últimos establecimientos que quedaban en el barrio desde la clásica vida recreativa de Independencia, más todavía con la desaparición del Artesanos.

Sin embargo, el bar iría quedando reducido casi a sólo un expendio de cervezas en el barrio veguino, ya después del Bicentenario Nacional. Los cambios en el concepto del comercio local lo estaban superando y había cierta inestabilidad de días y horarios en sus aperturas, un signo inequívoco de problemas en esta clase de negocios. Su última administración intentó transformarlo y comenzó a operar también como fuente de soda, con venta de completos, perniles, churrascos, Barros Luco, arrollados, completos y las infaltables cervezas. No obstante, ya sin su famoso nombre en fondo verde sobre el acceso, viviría sus últimos años en avenida Independencia volviendo a la oferta de vino en caña y pato. Hacia 2015, entonces, era identificado como un negocio de viejos chichas, ubicado claramente en los descuentos de su propia historia.

El Colina no pudo resistir más tiempo y bajó su cortina metálica para siempre, poco después. Tras un tiempo cerrado y juntando polvo, el establecimiento reabrió como un renovado local de comida al paso, con un competidor exactamente al lado llamado A la Suerte de la Olla. Al parecer, la funesta crisis sanitaria del COVID-19 se encargó de hacer que nuevos ambos establecimientos fueran de corta duración allí y mudaran sus cuarteles. Hoy no queda ningún negocio con sus cortinas arribas en el señalado zócalo de aquel viejo edificio, vestigio del pasado de la cada vez más transformada avenida Independencia. ♣

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