La radiante Libertad Lamarque en sus años jóvenes, cerca de cuando protagonizó el bullado incidente en Santiago. Imagen tomada del diario "La Vanguardia" de México.
Un particular y escandaloso incidente (o accidente, no se puede ser categórico) fue protagonizado por la entonces joven estrella argentina Libertad Lamarque, la inolvidable Novia de América quien había iniciado hacía poco también su carrera cinematográfica con "¡Tango", de Luis Moglia Barth. Nacida en 1908 en Rosario, Santa Fe, aparecería en Chile de gira con el "trío típico" Rodio-Malerba-Artola. Aunque aún se encontraba consolidando su virtuosa carrera como tanguista en escenarios y radios, ya era anunciada como una celebridad entre los chilenos pues, durante una breve visita anterior, la también llamada Reina del Tango había dejado varios admiradores. Llegó así en una combinación ferrocarrilera trasandina desde Mendoza a la capital chilena durante la noche del miércoles 2 de enero de 1935, siendo recibida por amigos y artistas cuando descendió al anden de la Estación Mapocho.
Encontrándose ya como alojada en una
céntrica residencial durante esa visita a Chile en pleno verano,
comenzó a presentarse en teatros partiendo por el Carrera, más tarde en el Coliseo, Politeama, Nacional, O'Higgins y La Comedia.
Su agenda incluiría apariciones en la popular quinta La Montaña, en avenida
Independencia, y otras en regiones. Participó también de la vida social de los capitalinos e hizo visitas frecuentes a algunos de los centros de reunión de la época, mostrándose como una joven más bien retraída y poco dada al lucimiento una vez que bajaba del escenario.
Empero, cuando menos se lo hubiese esperado sus seguidores y hallándose en lo que aparentaba ser un bueno momento para sus proyecciones internacionales, la cantante y
actriz pareció haber sufrido un ataque del síndrome de Otelo o una
incontrolable crisis de angustia, particularmente por conflictos con quien era su pareja desde hacía diez años y padre de su
hija: el vicioso apuntador teatral Emilio Romero. Esto precipitaría el hecho
más grave y comentado de su existencia, fuera de sus conflictos con Eva Perón que
la habrían obligado después al autoexilio en México; algo que siempre causó bochorno en ella, según confesaría después.
Se dice así que, creyendo que Romero le era infiel o sintiéndose agobiada por una nueva discusión con él ya siendo inminente ruptura, Libertad perdió el juicio y se arrojó hacia la calle desde una de las ventanas del segundo piso (o el cuarto, en ciertas versiones erróneas) del lugar en donde estaba alojando. Algunas reseñas señalan que este sitio era la Residencial Florida de calle Monjitas o bien del Hotel Crillón de Ahumada. En lugar de conseguir suicidarse, sin embargo, golpeó con un toldo o una cornisa y luego dejó contuso y fracturado a un pobre peatón que justo pasaba por abajo. Es lo que encontramos, por ejemplo, en la versión de Osvaldo Rakatán Muñoz plasmada en "¡Buenas noches, Santiago!":
...en un rapto de celos, porque su marido (que en ese entonces no era Alfredo Malerba) la engañaba con una corista de la Cía. de Revistas que actuaba en en el viejo Teatro "Santiago". Por eso abrió la ventana de su departamento de calle San Antonio con Monjitas y, en un rapto de desesperación, se arrojó a la calle desde el segundo piso. Con mala suerte para un señor -de profesión dentista- que pasaba en esa noche por allí, pues la cantante cayó sobre él, quebrándole una pierna.
Por su lado, Oreste Plath entrega otros detalles en su obra "El Santiago que se fue", señalando explícitamente a la Residencial Florida (a la que hemos dedicado un capítulo anterior en este sitio) como el lugar del incidente, aunque con alguna inexactitud respecto de cómo se dieron los hechos según lo que confesaría la propia Libertad:
Por esos días vivía un idilio con un bandoneonista que la engañaba con otra de la Compañía, en un ataque de celos se lanzó por la ventana de su habitación a la calle. Ella tenía su alojamiento en la Residencial La Florida, ubicada en Monjitas al llegar a plaza de Armas. Cayó encima de un transeúnte, el dentista Julio Besoaín Robles, que resultó con una pierna fracturada.
Se sabe también que Besoaín se hizo bastante amigo de su accidental agresora, manteniendo comunicación por el resto de su vida con ella. Carlos Peters comenta a la pasada en "Zaquizamí", además, que el afectado después le enviaba un ramo de flores a Libertad cada vez que venía de visita a Chile, curiosamente. El nombre herido aparece vinculado también a actividades y dirigencias deportivas en aquellos años.
En su autobiografía de 1986, sin embargo, Libertad tiene otra versión bastante menos "simpática" para la prensa rosa, relacionada directamente con los comportamientos violentos de Romero quien, además de alcohólico y apostador impulsivo, habría sido un hombre abusivo y golpeador. También indica allí que la "vieja pensión" donde residía no estaba en Monjitas, sino que era una de calle Ahumada (dato que no calza con ninguna de las notas de prensa que revisamos, es preciso advertir), propietada por una amable señora, hasta donde volvió ese día tras un paseo solitario por el centro de la capital chilena:
Subí las anchas y antiguas escaleras de madera oscura, que parecían quejarse a mi paso; todo era tétrico para mí, amargo... mortal... llegué a mi habitación, me arrepentí de haber vuelto, me puse un pijama y me acosté, a ...rumiar mi tristeza, como ya era mi costumbre, dejando divagar mi mente y con los ojos fijos en el inhóspito techo; transcurrieron varias horas en esa semi-inconciencia, y me dormí. Eran las dos de la madrugada cuando oí a Romero que entraba al cuarto. Le recriminé su conducta, le hablé de mi soledad, de mi tristeza, de la necesidad de separarnos legalmente. Esto no le gustó y por toda contestación me lanzó un escupitajo a la cara, me dijo una mala palabra… Quise salir huyendo pero el balcón estaba más cerca que la puerta y me trepé a su reja. Después fue como si despertara de una pesadilla cuando Romero me decía "ya no puedo sostenerte, te voy a soltar" mientras mi cuerpo inerte colgaba en el vacío.
Finalmente caí, pero el peso de mi cuerpo (dijeron), chocó primero con un toldo mal cerrado y luego lo recibió (desgraciadamente) un señor que pasaba por ahí y quiso "ayudar". Después supe que era el doctor Julio Besoain Robles. Desde que fui a verlo a su hogar -estaba con una pierna enyesada-, nos hicimos amigos. ¡Qué nobleza de hombre! Me contó entre charla y charla, con el asentimiento de Elena, su esposa, que algunas personas le aconsejaban que iniciara un pleito en mi contra, que me exigiera una indemnización, pero que él se negaba rotundamente, sin saber si yo tenía dinero o no.
Pasaron algunos años y volví a Chile, y otra vez lo encontré postrado en cama, con un mal incurable, con él perdí un hermano, jamás lo olvidé, como tampoco olvidé a su esposa y a sus hijos.
"Pronto creció la noticia, y el comentario creció en las mesas y en las barras de los restaurantes", anotaría Plath. De acuerdo a la información que puede encontrarse en la prensa santiaguina de la época, además, el "salto mortal" de la artista sucedió a las 21:10 horas del sábado 19 de enero de 1935, desplazando con la noticia a los titulares que por entonces se concentraban en el sensacional juicio por el secuestro y asesinato del pequeño hijo del aviador Charles Lindbergh en los Estados Unidos. El escenario del intento de suicidio fue la Pensión Española, un establecimiento que se ubicaba en Monjitas esquina San Antonio, la misma coordenada de calles que indicó Rakatán en su libro.
De acuerdo a la información publicada al día siguiente por medios como "La Nación" y "El Diario Ilustrado", todo habría sucedido después de una presentación en el Teatro La Comedia o bien de un show a beneficio en el Teatro Coliseo, según otras fuentes, cuando había terminado ya la primera temporada de la tanguera en el Carrera. Libertad venía de haber ido a tomarse un café con "masitas" al final de su función aquel día, pues no quiso ir con sus amigos y colegas al salón de té Lucerna de calle Ahumada al que solían acudir juntos en esos días. Se culpaba inicialmente a un ataque de nervios y se relataba que su marido habría intentado impedir que cayera, dando fuertes gritos que supuestamente alertaron a unas personas abajo, entre ellos el señor Besoaín, dentista o médico domiciliado en avenida Matta 784, de quien se confirma era también un destacado dirigente deportivo de esos años, como hemos dicho.
Cruce de las calles Monjitas y San Antonio en fotografías de 1927 pertenecientes al archivo Chilectra.
La noticia del accidente/incidente en "La Nación" del 20 de enero de 1935.
Imagen de Libertad saliendo de los tribunales e intentando pasar inadvertida, publicada a las pocas horas de captada por "La Segunda de las Últimas Noticias".
Aviso de esos mismos días con las exitosas presentaciones de Libertad Lamarque en el Tetro Carrera.
Por su lado, "La Segunda de las Últimas Noticias" informaba que la artista se había sentido mal y encerrado en su cuarto poco antes del suceso. "Su malestar hizo crisis tal vez debido al calor, o la excitación producida por el trabajo, tuvo un violento ataque de nervios que le hizo caer del balcón a la calle", agregaba en su edición del mismo 19 de enero. Versiones difundidas por este y otros medios afirmaron también que Besoaín se arrojó a tratar de detener con sus brazos la caída de Libertad desde el balcón tras rebotar en un toldo o una cornisa, rompiéndose la rótula izquierda con el impacto del cuerpo de ella. "El Diario Ilustrado" aseguraba, sin embargo, que Besoaín sólo iba pasando por allí y no se enteró de la caída de la artista sino hasta que la tuvo encima. Lo cierto es que ambos fueron llevados a la Asistencia Pública y que los primeros en llegar a hacerse cargo del caso fueron el agente de la Prefectura de Investigaciones, señor Julio Guerrero, el oficial de servicio de la Primera Comisaría, don Carlos Rodríguez, y el carabinero Manuel Escalona.
Volviendo al las memorias de la propia artista, además de verse obligada a postergar sus presentaciones por casi dos semanas, lo que sucedió inmediatamente después del incidente con la pobre Libertad sólo extendería la vergüenza y la depresión provocada por aquel pésimo episodio:
De aquella dramática noche no puedo olvidar tampoco el tiempo que permanecí en la comisaría, llena de vergüenza, llorosa, humillada y cabizbaja. La autoridad cumplía con su obligación, y no me había permitido subir nuevamente a mi cuarto para cambiarme de ropa; por lo tanto, me encontraba en la delegación con el pijama rojo, chino, estampado, y un ligero abrigo que la dueña de la pensión me había alcanzado junto con un par de zapatos.
Recuerdo que mi representante me aconsejó que ocultara el verdadero motivo de mi caída, pues si no lo hacía, tendría pena de cárcel, porque atentar contra la propia vida es un delito que aún se castiga.
La prensa indica que Libertad fue citada a comparecer aún vestida en su pijama ante el Tercer Juzgado de Crimen, en donde la esperaba no sólo el juez, sino una gran cantidad de reporteros, fotógrafos y curiosos agolpados afuera, obligándola después a salir por el sector del Segundo Juzgado para evitar el acoso. A pesar de que hizo todo lo posible por evitar mostrarse, pudo ser fotografiada por reporteros de "Las Últimas Noticias", quienes publicaron a las pocas horas la imagen. Allí había manifestado al magistrado que su irracional decisión de saltar tomó en una crisis de ánimos y por choques con su esposo. Años después, comentaba recordando estos hechos:
¡Qué cosa me está ocurriendo! En este momento de escribir aquel episodio de mi vida, escapa por completo a mi memoria cómo es que llegué después nuevamente a la pensión y quién me acompañó, pues a Romero no lo volví a ver hasta unos diez días más tarde, cuando yo trataba de reponerme moral y psíquicamente, en un lugar escondido en las montañas; tampoco sé cómo fui a parar allí... a Apoquindo. De ese sitio sólo recuerdo un restaurante y un conjunto de modestas habitaciones; me acompañaba una encantadora muchacha, Sarita Watle; nuestra amistad fue breve, sólo unos días; no nos volvimos a ver, pero la recuerdo con cariño y agradecimiento.
Unos días después llegaron a unirse con nosotras, Artola, Malerba y Rodio; con ellos a mi lado me sentí confortada, y comencé a interesarme por seguir trabajando, por otra parte, no podía tardar más tiempo sin hacerlo, pues no tenía dinero. Con un adelanto logrado por un contrato para actuaciones posteriores, con el empresario y amigo Basurto, salí momentáneamente de la difícil situación.
Después de semanas habiendo hecho buenas noticias todos los días hasta el incidente de la pensión, entonces, Libertad había desaparecido un tiempo de las páginas de espectáculos. Sólo cuando hubo recuperado su buen ánimo y simpatía pudo regresar a los escenarios, confirmando para sí lo incondicional de su público y la lealtad de sus admiradores, quienes continuaron llenando los teatros y clubes donde actuó. Su regreso fue con auditorio lleno en Rancagua a inicios de febrero, presentándose con su "trío típico" y acompañada por su representante, el distinguido hombre de teatro Abraham García. Era el inicio de una gira que la llevaría ahora por el centro-sur y sur del país, la que incluía ciudades como Talca y Puerto Montt, antes de volver a Santiago al comenzar el mes siguiente.
Aunque se ha supuesto a veces que el escándalo del incidente de calle Monjitas duró largo tiempo alimentando páginas en la prensa nacional, la que fue bastante más mesurada y prudente de lo que podría esperarse, la verdad es que al momento de su partida regresando a Argentina, todo estaba olvidado y perdonado entre sus seguidores en Chile, país por el que la artista siempre profesó gratitud. Y dice Plath recordando esta buena relación:
Esta artista volvió a Chile en 1944 y el recibimiento fue grandioso. En el andén de la estación, cinco mil personas se disputaban por verla y solicitarle su firma. Venía a cantar a la radio, en tiempos de la radio Prat que traía figuras estelares, ella era la novia de América. La reina del tango como también se le llamaba, había trabajado en películas con Eva Duarte. Cuando esta fue Eva Perón, tomó represalias con muchos artistas que la conocieron en sus comienzos y entre ellas estaba Libertad, que debió abandonar para siempre Argentina y partir a México donde realizó numerosas películas taquilleras. Después de algunos años, vuelve a Santiago, donde la aplauden.
La versión del intento de suicidio por meros celos prevaleció en el recuerdo del incidente, sin embargo. Es imposible saber hoy si todo lo narrado por Libertad desde sus recuerdos es exactamente como sucedió aquella noche, por mucho que se ajuste perfectamente a la mala fama que se hizo Romero, pero sí se sabe que este último aprovechó el incidente para volver al Plata y quedarse con la tuición total de la hija de ambos, intentando apartar a la madre de aquella relación. Libertad sólo pudo revertir esta situación tras grandes esfuerzos y urdiendo una arriesgada trampa para engañar su ex marido y conseguir llevársela.
El escándalo de Santiago, que por poco no fue tragedia, había sido la ruptura definitiva para la pareja, en consecuencia. Libertad Lamarque contraerá matrimonio nuevamente pero diez años después, ya logrado el divorcio con el problemático Romero: se casa así con su colega del "trío típico", amigo y pareja desde hacía tiempo tiempo, Alfredo Malerba, quien vivió con ella hasta su muerte en 1994. La Novia de América lo seguirá en la senda de la muerte sólo seis años después, a los 94 años en Ciudad de México, el 12 de diciembre del año 2000. ♣
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