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EL SALÓN DE TÉ HUÉRFANOS EN EL CENTENARIO

Aviso de "El Mercurio" del 3 de diciembre de 1908, publicitando al salón de té.

Hemos dicho antes que los salones de té aparecieron en la oferta recreativa de Santiago como una alternativa más moderna y actualizada al modelo de los antiguos cafés y, en parte también, a los bares más conservadores de los hoteles del siglo XIX. Se erigieron así como otra importante propuesta para la vida social del cambio de siglo, abarcando un público variopinto que podía corresponder simultáneamente a familias, amigos, empleados, funcionarios, parejas o visitantes solitarios. Uno de ellos ocupaba un antiguo inmueble en la dirección de Huérfanos 1160 y estuvo dentro de la generación de establecimientos de este tipo que existía en el Primer Centenario Nacional.

Muy dirigido a la alta sociedad en su presentación comercial y publicitaria, el distinguido y elegante lugar se situaba en un barrio que estuvo ligado en el pasado a la actividad bursátil, a los teatros y a la presencia de compañías de seguros. Se encontraba, además, en el zócalo y los bajos del edificio del Gran Hotel, por lo que mucha de la clientela de estos establecimientos debió corresponder tanto a público de las obras teatrales y los cinematógrafos cercanos como a los pasajeros del servicio hotelero allí existente.

A estas alturas, no sabemos bien si era el propio salón de té el que prefería a un público de siúticos o arribistas en sus mesas, o si bien eran quienes podían hacer ostentación de linajes aristocráticos los que iban a dicho salón, tal vez con la esperanza de compartir algún reflejo de luz en el brillo sobre sus abanicos, copas o boquillas de cigarrillos. El afán desmedido de invocar estatus en los avisos de centros culinarios y recreativos de la época no facilita el hacer distinciones y diferencias. Lo cierto es que, ubicado en la cuadra entre Bandera y Morandé, la misma que después sería del cine Gran Palace, en sus avisos impresos en los diarios de Santiago de hace más de un siglo los redactores enfatizaban explícitamente: "El único preferido por la alta sociedad", especialmente en los que hallamos entre las páginas de "El Mercurio".
Aquella redundancia casi majadera del publicista insistía en que el salón era, simplemente, el favorito de la "alta sociedad"... "El único preferido" equivalía a casi un estatus de monopolio en el discurso, aunque creerle a todos los mensajes comerciales de aquella época hoy nos convertiría en una masa frenética de supersticiosos, bebedores de vinos mágicos y adictos a tónicos que previenen la muerte por corriente de aire. Lo más probable es que su concepto de venta haya sido sólo una ambiciosa y soberbia aspiración aristocrática, por consiguiente, si bien es conocido el hecho de que la calle Huérfanos concentraba muchos de los establecimientos preferidos por las clases altas de la primera mitad del siglo XX.

El salón de té no debió ser la excepción, entonces: quizá ambos, salón y público, se necesitaron mutuamente para mantener activo el recurso de la imagen de la buena cotización aristocrática y señorial. En los mismos avisos, además, especialmente los publicados cerca de las fiestas navideñas del mencionado año, efectivamente parecen estar haciendo ostentación de su clientela (real o imaginaria) confirmada en el tipo de eventos de buen pelo que también ofrece: "Matrimonios, Tertulias, Bailes, Banquetes, Kermesses".

Vista de las fachadas neoclásicas de calle Huérfanos, hacia 1920.

El ex salón de té cuando ya era ocupado por la firma Scriven Hnos., en la "Enciclopedia Comercial" de la Cámara de Comercio Británica y Latinoamericana, 1922.

Vista del lugar de la numeración Huérfanos 1160, hacia 2012, actual acceso norte a la Galería Alessandri. El antiguo edificio hotelero donde estaba el salón de té desapareció hace mucho tiempo.
Entrando en más detalles, la ilustración muestra un grupo de aristócratas reunidos en torno a una entretenida conversación y donde destacan, además, las elegantes invitadas por sobre los hombres asistentes. Alta sociedad, no hay duda, y el salón de té de Huérfanos se jacta de ello en los años que estuvo activo, al parecer no muchos. Está demás decir que el bajo pueblo prácticamente nunca aparecía por estos salones, aunque sí podían tener acceso a sus precios algunos representantes de la clase media. Por otro lado, el tecito y las galletitas, los pais (pie), kuchenes y pastelillos pasan a ser secundarios en el oneroso rito de la asistencia al buen local: la motivación es el encuentro, la charla o la reunión social, y no el hambre o sólo cumplir con la hora de la once, como sucedía en muchos otros salones de té y cafeterías.

La calle Huérfanos de entonces era muy distinta a las que vemos en imágenes posteriores, por supuesto. Las casas son bellas, de aspecto clásico y victoriano, como la que tenía el mismo Gran Hotel y la primera versión de la Galería Alessandri allí existente. Ostentan grandes accesos, cornisas, fachadas decoradas y dos o tres pisos. Varios otros cafés, salones de onces y confiterías posteriores que se recuerdan de Santiago Centro estuvieron allí, como el Goyescas, el Santos, el Paula o el Olimpia, por lo que el de nuestro interés está también entre los pioneros. El esplendor de Huérfanos sería unos años después con el llamado barrio del Broadway Santiaguino, que tenía su epicentro de clubes, boîtes, teatros y salas recreativas en el cruce con calle Estado.

Después del Centenario Nacional, sin embargo, parece que el Salón de Té Huérfanos comienza a decaer junto con la misma época a cuyo estilo y estética respondía. Los bajos del Gran Hotel comenzaron a ser ocupados, de esta manera, por otras firmas que nada tenían que ver con el rubro Para 1917, entonces, la misma dirección  del 1160 pertenece ya a la agencia de corredores de la bolsa J. Alberto Sánchez y Cía., y después a la casa comercial Scriven Hnos. Chile Ltd., la que conservó la elegancia de aquellos salones. Ya avanzando los años veinte llega allí la firma Buchanan, Jones y Cía., dedicada al negocio de los seguros y agentes generales de la empresa Sol de Chile en el mismo rubro, además de haber tenido antes sus oficinas justo enfrente en Huérfanos 1155.

La cafetería, pastelería y salón de té había quedado perdida en el camino, en consecuencia, pero a inicios de los treinta volvió la diversión al mismo espacio de Huérfanos 1160 con el bar y restaurante Real, trayendo nuevos bríos a la cuadra. A pesar de esto, el envejecimiento de los edificios y el golpe de terremotos como el de 1931 habían obligado a ir demoliendo aquellas reliquias del viejo barrio. En este tramo, el edificio hotelero sería reemplazado a principios de la década siguiente por el actual, con su primer piso funcionando como la actual Galería Alessandri y asiéndose de la misma numeración señalada. ♣

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