El sencillo pero elegante comedor de El Picadillo, en imagen del diario "La Nación" del 1 de julio de 1946.
Tema bastante conocido es el que calle Bulnes, hoy Paseo Bulnes, surge desde una propuesta del arquitecto austriaco Karl Brunner formulada en 1934. El proyecto se cursó unos años después, quedando en manos del arquitecto nacional Carlos Vera. Las etapas iniciales en el sector de la actual plaza y sus estatuas de héroes quedaron listas hacia 1941-1942, seguida de los edificios-portales que dan cara a la Alameda, por esos años con la gallarda estatua ecuestre del general Manuel Bulnes justo entre ambos y en la entrada de la nueva calle a la que prestó su apellido como epónimo.
Desde un inicio se entendió que calle Bulnes daría espacio también a la diversión con pequeños teatros, plazas de juegos electrónicos al fondo, casas radiales, la sede del Tap Room y su cercanía al Teatro Continental, en la boca de la vecina vía Nataniel Cox. Uno de los primeros locales de la nueva vía abierta echando abajo viejos caserones entre callejas ya desgastadas del pasado santiaguino fue El Picadillo. Este negocio se incorporó a la nueva oferta recreativa justo en la entrada del actual paseo, en el número 72 de la misma Plaza Bulnes, justo a un costado de la misma y a espaldas de donde está ahora el monumento a Bernardo O'Higgins. Su historia y dinamismo se enreda un poco con la misma plaza, entonces, dada su importante relación con ella y con la actividad cultural que cobijó este lugar preciso de la ciudad.
El Picadillo era un restaurante con elegantes comedores situado en el zócalo del edificio y con cierta interacción hacia el exterior del local, especialmente en las temporadas cálidas, además de contar con cálido un segundo piso con simple pero pulcra decoración. Su nombre no aporta mucho para adivinar cuál pudo ser su carta fuerte de platillos, aunque claramente hace una alusión hispánica con él, en su sentido amplio. Sí quedó registro de que su fuerte era la buena mesa y una oferta dirigida al público más bien selecto, aunque por su céntrica ubicación cuesta creer que no haya tenido también un rasgo indiscutiblemente popular.
Para 1946, la clientela del local había ido creciendo notoriamente y su cartel en el vértice del edificio, dando hacia la Alameda, era leído por miles de personas que transitaban de día y noche. Como la plaza era un lugar de frecuentes ceremonias y manifestaciones públicas, en tanto, muchas veces terminaba siendo lugar de encuentro, de espera o de reuniones tras cada acto. Uno de los principales era el juramento a la bandera que se realizaba junto al monumento de O'Higgins cada 9 de julio, evento de fuerte acento militar pero que solía ser conducido por connotados locutores como Raúl Matas y Renato Deformes, cubierto por la transmisión radial y con gran convocatoria de público ciudadano, además. Otro evento anual allí, aunque de carácter más político, era el Día de los Trabajadores al iniciar el mes de mayo.
Una famosa fotografía de prensa con los trágicos incidentes de Plaza Bulnes, en enero de 1946. Atrás se ve la esquina de El Picadillo y la ubicación que tenía por entonces la estatua ecuestre del general Bulnes.
Partida de un evento deportivo en la Plaza Bulnes a fines de junio de 1949, con el establecimiento El Picadillo de fondo. Imagen publicidad en el diario "La Nación".
Todo indica que la calidad de la oferta y la cocina se mantuvieron en El Picadillo, pero la conquista de calle Bulnes por parte de los sectores populares fue haciéndose cada vez más fuerte, incluso como lugar de movilizaciones políticas. De hecho, la plaza había sido el escenario de los violentos enfrentamientos seguidos de una masacre de siete personas sucedida a fines de enero de ese año, tragedia recordada especialmente por la muerte de la joven militante comunista Ramona Parra. Las fotografías de los reporteros gráficos cubriendo aquel episodio muestran las revueltas y piquetes de carabineros justo con la estatua de Bulnes y el local del restaurante como parte del escenario.
En otro aspecto, llevando poco desde abierto El Picadillo parece haberse tornado lugar de interés para las actividades sociales de algunas celebridades de los medios de comunicación y la escena artística, tal vez por su cercanía a emisoras radiales y teatros. Prueba de esto fue la celebración del cumpleaños y onomástico de la entonces joven actriz chilena hija de españoles Bélgica Castro, el miércoles 6 de marzo de 1946. Ella cumplía 25 años de vida aquel día, y no hacía mucho de su llegada a Santiago para estudiar primero en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile y luego integrarse al Conjunto Artístico del Pedagógico, dirigido por Pedro de la Barra. Coqueteando ya entonces con el teatro, entonces, fue festejada por amigos y colegas en el restaurante por Radio La Cooperativa Vitalicia del CB-76, en donde trabajaba a la sazón. La prensa señala que, ya en la hora del postre, tomó la palabra don Andrés Moreno saludando con encendido discurso a la cumpleañera y resaltado el aprecio de todos los presentes por su persona.
El Picadillo se presentaba a veces también como fuente de soda, de modo que pudo ser un lugar con servicios al paso y de reunión pasajera. Hacia 1948, tenía entre sus productos disponibles también a la bebida gaseosa Bidú, una versión comercial de la Orange-Crush Co. que, producida en Chile por la Compañía de Cervecerías Unidas, tuvo especial éxito en el consumo popular desde aquella década y la del cincuenta. En tanto, todas las actividades sociales, deportivas o conmemorativas que involucraban a la Plaza Bulnes terminaban comprometiendo, de un modo u otro, a El Picadillo, partiendo por algunos de los registros fotográficos de las mismas.
Los cambios comerciales de la misma calle fueron involucrarían también la partida del negocio. Actualmente, la dirección de Bulnes 72 y el espacio en la entrada misma del Paseo Bulnes pertenecen al bar-restaurante y fuente de soda La Fuente Oficial, uno de los actuales sitios más populares de este barrio, de cara al Palacio de la Moneda. ♣
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