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EL LEÓN ROJO DE CALLE MIRAFLORES: LA PRIMERA DISCOTECA DE SANTIAGO CENTRO

Guido Romagnoli, fundador y artista del León Rojo, en revista "Ecran", noviembre de 1967.

En calle Miraflores 311, llegando al cruce de calle Huérfanos, comenzó a resplandecer en los sesenta el zócalo del edificio allí ubicado con la apertura de un negocio con algo de piano-bar y sala de música y baile llamado León Rojo. Dice el periodista de espectáculos Osvaldo Muñoz, Rakatán, que este establecimiento fue puesto en marcha en 1967 y pasó a ser una de las primeras discotecas o discotheques del Gran Santiago, muy probablemente también la primera del sector céntrico, en donde comenzaron a ubicarse muchas de estas pioneras como resultado del desarrollo de la oferta nacida con dancing clubs y boîtes pero ahora dirigidas a público joven.

El club fue creado por una sociedad compuesta por el cantante bohemio y playboy Guido Romagnoli junto con el dentista Tuto Campos y el decorador Daniel Zamudio. Este último ya poseía otro negocio parecido en avenida Irarrázaval con Lo Encalada: el Un, Dos, Tres, que copropietaba con Toño Aravena, haciéndose parte también en el parque Far West de Las Condes, más tarde. Romagnoli, por su parte, se hizo cargo después del ex establecimiento llamado La Pantera Rosa en Merced llegando a José Miguel de la Barra, llamándose desde ese momento El Loro Perjuro según recuerda Rakatán, en los orígenes de la bohemia moderna de los barrios Lastarria y Santa Lucía. El nombre de la sala de Miraflores se debía al apodo León Rojo que se daba en el medio artístico a Romagnoli, de hecho, quien hacia fines de 1967 había partido de gira a Lima y vivía quizá su mejor momento en la escena musical y bohemia.

El León Rojo ocupaba un pequeño pero elegante espacio en la señalada dirección junto al barrio del llamado Broadway Santiaguino de calle Huéfanos, por su concentración de teatros, cines, boîtes y centros artísticos. Muchos clientes de ese mismo reino concurrieron a su sala musicalizada, como el fotógrafo de la clásica bohemia chilena Rodríguez Peña, prematuramente fallecido en esos mismos años, además de la actriz María Elena Gertner e intelectuales y hombres de letras como Felipe Ravinet, Antonio Varas y Mario Gómez López, entre otros.

Romagnoli solía cantar en las funciones artísticas del local y tocaba la guitarra Cheno Díaz. Una orquesta estaba a cargo de la música en vivo en horas de la madrugada dentro del negocio. Como "un pije simpático, con mucho mundo y con una voz que le sobra y que ya quisieran muchos nuevaolistas", decía de Romagonoli la revista "Ecran" del 26 de diciembre de 1967, agregando que era un artista de estilo "antihippie". Su repertorio iba desde canzonettas italianas hasta canciones de mariachis.

Retrato de David Rodríguez Peña, el fotógrafo de la bohemia santiaguina, quien fue cliente frecuente del León Rojo. Publicado en Proyecto Cabaret.

El zócalo en donde estaba el León Rojo de Miraflores 311 llegando a Huérfanos. Imagen de Google Street View.

El modelo de discoteca y piano-bar del León Rojo, que después pasaría a la dirección de los jóvenes comerciantes Lorenzo y Juan Araneda López, era el relevo a buena parte de la propuesta que había sostenido hasta entonces a la clásica noche de Santiago, en un evidente síntoma del cambio de preferencias del público y la irrupción de nuevas generaciones de clientes con gustos diferentes. No es coincidencia que su aparición se sitúe, entonces, en el período de decadencia de la antigua bohemia y el surgimiento de una más nueva que, sin embargo, encontró también sus adversidades en el camino, especialmente con las restricciones a la vida nocturna ya en los setenta. El negocio de Miraflores se sitúa cronológicamente, entonces, entre la camada gestora de aquel nuevo perfil recreativo.

Sin embargo, los mismos cambios del mercado de entretención nocturna habían traído graves problemas a los establecimientos, incluso a los que se pretendían más refinados y pulcros que las demás ofertas populares. La llegada de personajes del mundo del hampa y la prostitución hasta el lugar contagió de sarna al gallardo León Rojo, entonces, haciéndole perder su soberbia melena. Así las cosas, a las 2.30 de la madrugada del jueves 2 de septiembre de 1971 tuvo lugar un terrible crimen, cuando en una irracional trifulca que involucró al delincuente y proxeneta Rogelio Joaquín Williams Torreblanca, de 23 años, este descargó un tiro con arma de fuego contra uno de los músicos de la orquesta, el guitarrista brasileño Nabir Ignacio da Silva Silveiro, de 53 años, causándole la muerte.

A mayor abundamiento, el maleante Williams Torreblanca había pasado a esa hora al establecimiento para recoger a su conviviente, la copetinera Adriana Mancilla Gajardo, alias Jeanette, de 21 años y quien solía trabajar allí alentando a la bebida y brindando con los clientes a pesar de estar ya con cinco meses de embarazo. Se produjo una fuerte discusión entre ambos, entonces y ella se negó a ir con el sujeto hasta su hogar en el sector de Mapocho, pues aún no concluía su turno. El alboroto puso en alertas a los hermanos Lorenzo y Juan Araneda, de 23 y 21 años, respectivamente, interviniendo en la escena. Tras expulsar a empujones al hampón y armarse un pugilato, Da Silva intentó ayudar en la tarea a sus patrones, pero recibió en el acto uno de los disparos que lanzó en represalia Williams Torreblanca: la bala entró por la boca hasta su cerebro, muriendo instantáneamente. Los medios de prensa informaron que, después de la fechoría, el asesino escapó acompañado de un amigo.

La tragedia del León Rojo cambió drásticamente la ponderación del negocio, dejando en evidencia que lo peor de la noche santiaguina ya se había apoderado del mismo. Se supo también que el proxeneta era un descarado explotador, que obligaba a la mujer a trabajar en estado de gravidez dentro del local y le robaba todo el dinero al final de cada trasnoche, además de maltratarla y agredirla.

A pesar del descrédito, el León Rojo seguiría operando algunos años más, presentándose siempre como discotheque. Seguía siendo, de hecho, una de las principales de su tipo en el Santiago Centro de aquellos años a principios de los setenta, junto con las Catacumbas 2000 de Santo Domingo 439 y Macabro de San Antonio 541, en donde estuvo originalmente y retornó después la Taberna Capri. A la sazón, el León Rojo atendía desde las 19.30 horas hasta las cinco de la mañana.

Después del convulsivo año de 1973, el estado social que tanto marcaría a aquella década hizo su parte en la desaparición del club. Tras su época como centro de diversiones nocturnas, Miraflores 311 ha sido ocupado por diferentes tipos de establecimientos comerciales. Con la remodelación general del edificio se rehizo también parte del zócalo en donde estaba, uniendo espacios y dependencias que hoy son de una sede de la cadena de cajas de pago ServiPag. ♣

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