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A GUITARE: LA PRIMERA BOÎTE DE SANTIAGO

El concepto de la boîte ha sido un tanto abusado en las definiciones recurridas por los cronistas y memorialistas de la bohemia o las candilejas chilenas. Empero, básicamente hablando se refiere a los casos de salas de fiestas y bailables con espectáculos en vivo y manifestaciones precursoras de lo que sería, tiempo después, el modelo de las llamadas discotecas y centros recreativos modernos, con acento en esencia nocturno y algunas características también de bar y restaurante aunque sin sofisticaciones de servicios al público. Se han propuesto posibles pioneros en tal propuesta, como el club Lido que después se convirtió en el Café Santos y más tarde en el Cine Huérfanos, o bien el divertido club del Hotel Carrera en pleno barrio cívico. En rigor nominal, sin embargo, parece haber un caso adelantado de 1935.

De evidente relación con la cultura francesa, las boîtes llegan a Chile como una designación para espacio cerrados e íntimos, alejados de la connotación un poco peyorativa que tenía el concepto originalmente y cuyo significado literal sería algo así como caja o cofre, como lugar de encierro. La misma idea emigró y se expandió de alguna manera hasta alcanzar también para designar a las salas de celebraciones con las señaladas características, muy frecuentadas por la gran bohemia moderna que había sucedido a la romántica Belle Époque y a los retratos de la clásica vida nocturna plasmados por Toulouse-Lautrec. Sobre el momento de su llegada a Chile, así lo recuerda Osvaldo Muñoz, Rakatán, en "¡Buenas noches, Santiago!":

Llegaba el modernismo con unos flamantes tranvías, muy espaciosos y elegantes, que vinieron de los Estados Unidos; con el arribo pujante de la naciente radiotelefonía y en la política, un hervor bullente con la renuncia de Ibáñez en 1931 y luego las elecciones de don Juan Esteban Montero (Don "One Step") y don Arturo Alessandri ("El León"), 1932-1938.

La primera boîte propiamente dicha de Santiago y que se presentó como tal en aquel período ofrecía una inspiración franca como la descrita, incluso en su nombre: A Guitare, a veces recordada inexactamente también como Au Guitarre o A Guitarre. Fue un paso fundamental en el desarrollo del comercio y la diversión nocturna de aquellos años para el Chile entre las dos guerras mundiales, cuando quedaban atrás los modelos clásicos de entretención representados por las sociedades filarmónicas y los bailables doctos, cediendo terreno a las "filóricas", los cabarets, boulevards, dancig clubs y otras vanguardias. A Guitare fue, en consecuencia, la boîte pionera de su género en una capital y país que ya iba intensificando su oferta representada por hoteles, bares-restaurantes, compañías de revistas, cinematógrafos sonoros y salones baile.

Siguiendo el modelo europeo de Charlottenburg y Montparnasse, además de lo que ya ponían in vogue los clubes nocturnos y cabarets de Broadway o del Greenwich Village de Nueva York, la Boite a Guitarre, nombre traducible algo así como Caja de Guitarra, fue abierta al público santiaguino en abril de 1935, ofreciendo también una gran "noche de gala" el sábado 20 de aquel mes, poco después de la inauguración. Daba la oportunidad para que sus clientes pudiesen reunirse allí en horas nocturnas, después del trabajo o de la concurrencia a los teatros en un lugar cómodo, con ambiente cuidado y la música de una buena orquesta y números de espectáculos. Al respecto, la revista de cine y espectáculos "Ecran" decía en la página de "Crónicas de Valma" sobre lo que observó en el establecimiento una tal Princesa Comino, en su edición del 7 de mayo siguiente:

A una morena con indumentaria castellana...

A una que fue rubia, transformada en castaña...

A dos que bailan la danse du ventre...

A un sportivo muy intenso...

A una cubana ondulante...

A una vampiresa vestida de aureola...

A otra cuya mirada electriza...

A una rubia esbeltísima que baila con su cinturón...

A dos gigolós de 50 años...

A un inocente pescado en las redes...

El sitio debutó así como un novedoso espacio para tal oferta disponible todas las noches de la semana y al mismo estilo de las boîtes y cabarets originales de París que lo inspiraban. Se lo encontraba a un costado de la Galería Alessandri, más exactamente en calle Huérfanos 1134-1136, entre Bandera y Morandé, pleno centro de Santiago. Era el sector en donde estuvieron los cines y teatros ubicados más al poniente de lo que se llamaba el Brodway Santiaguino de la misma calle. Con su debut, además, el negocio salía del marco más conservador, diurno y familiar que aún dominaba la mayor parte de la entretención en los lugares para el encuentro social de esos años. Lugar pequeño pero cómodo según la prensa, Rakatán la define como "chiquita e íntima, muy a la francesa, donde corrían el whisky y la coca".

La simple pero elegante ambientación interior, inclinada al arte y de gran pulcritud, había sido concebida por César Miró, decorador, compositor, escritor y músico peruano, pero cosmopolita y andariego de corazón. Llamado en realidad César Miró-Quesada Bahamonde, era un hombre de buen gusto y formaba parte del trío musical Sudamericano con sus compatriotas Calonge y Castillo, aunque al volver después a Perú terminaría volcando casi todos su talentos hacia las letras, principalmente. Cofundador del local, Miró se había asociado para ello con un ex maître con experiencia en hoteles de Alemania, Francia y Suiza, pero "de cuyo nombre no quiero acordarme", diría, ya que, posteriormente, "resultó ser un bribón y embozado propagandista del nazismo", de acuerdo a lo que confiesa en "Mariátegui, el tiempo y los hombres".

Aviso publicitario de Boite a Guitare en "El Diario Ilustrado" de mayo de 1935. Eran sus primeras semanas en operaciones.

Osvaldo Muñoz, Rakatán, cuando lanzó "¡Buenas noches, Santiago!", en revista "Hoy" del año 1986. Fuente imagen: Biblioteca Nacional Digital. Fue uno de los memorialistas de la Boite A Guitare.

El periodista Tito Mundt, otro conocedor de la Boite A Guitarre. en sus tiempos de juventud.

Un reportero de "La Nación" junto a Gallito, el "perro cantor", y su amo Pablo Garrido, en 1954. Garrido fue una de las principales atracciones de la Boite a Guitare, convirtiéndolo en otro de los sitios pioneros del jazz en Chile.

Miró y su establecimiento recibieron una elogiosa crítica del diario "La Nación" del jueves 25 de abril de aquel año, de hecho, titulada "Un rincón de la Europa en la capital". Los intelectuales y poetas agrupados alrededor del vate Vicente Huidobro, quien fue uno de sus "asesores" para darle el nombre el boliche, también se volverían instantáneos concurrentes al refugio de su amigo peruano. El propio Miró, quien asumió la dirección artística y se presentaba en el escenario cantando canciones hispanoamericanas con su  guitarra, recordaría después sobre el aspecto que procuró darle al interior del negocio:

Decoré yo mismo las paredes con unas guitarras en planos de colores -rojo , ocre y verde en dégradé desde el verde botella- iluminadas entre planos, inspiradas en las composiciones de Picasso, Braque y Juan Gris, que yo dibujé y corté cuidadosamente de unas planchas ligerísimas de grueso cartón prensado consiguiendo bellas texturas en mate de las siete guitarras que construí. No había ni hacían falta otras decoraciones y el mesón del bar desarrollaba una ondulación que recogía las antiguas formas del instrumento cuya estirpe procede de la cítara de los griegos y que los árabes llamarán khitara.

Además de los escritores, al lugar concurrieron desde el inicio tanto jóvenes como veteranos. Los artistas quedaban fascinados con la apelación artística al cubismo, presente incluso en el logotipo del club. Se volvió velozmente un sitio atractivo para quienes salían de las funciones de los cercanos teatros, además, abriendo desde las 23 horas justo cuando cerraban aquellas salas y cinematógrafos. Sin embargo, parece haber tenido cierto acento aristocrático desde el inicio en su convocatoria, considerado lo vinoso de los apellidos que reportaba entre clientela femenina el diario "La Nación" del martes 21 de mayo:

Entre las personas asistentes a la Boite a Guitarre hemos anotado últimamente las siguientes señoras y señoritas:

M. Angélica Valdés de Alessandri, Malvina Penna de Herquiñigo, Marta Alcalde de Moller, Elena Bezanilla de Aldunate, Ana Larraín de Vicuña, Carolina Huidobro de Valdivieso, Carmen Rosa Leguía de Ayulo, Gabriela Miller de Lecaros, Carmen Suberaseaux, Adriana Villalobos de Hormann, María Amunátegui de Barros, Elena Valdés de Claro, Raquel Vicuña de Orrego, Marta Ríos de Besa, Maruja Ramírez Barahona, Ana Valdés Handersen, etc.

La propuesta artística incluía como plato principal a la orquesta de Pablo Garrido, quien era ya toda una figura de la escena bohemia santiaguina y estrenaba en  el Teatro Victoria la "Rapsody in blue" de George Gershwin, además de estar actuando en el Casino de Viña del Mar por entonces. Llegaron con él también Carlos Salas, a cargo del violín, y Jack Brown con la guitarra. "Este último siempre se ufanaba porque poseía un banjo que le había autografiado el Príncipe de Gales durante su visita a Chile", comenta Rakatán. Por su lado, Miró recordaba sobre los números artísticos: "Me salgo del cuadro y veo a James Joyce cantando como yo en los cafés de Dublin mientras escribe su parafrástico Ulises".

Boite A Guitare se presentó en la escena como el "único establecimiento en su género", prometiendo en la publicidad impresa "Distinción - Lujo - Confort". Muchos elementos novedosos propios de la naturaleza de este negocio se concatenaban perfectamente en su propuesta con los que ya eran más tradicionales en la bohemia criolla, entonces. ASí fue el ariete de nuevas tendencias en la noche santiaguina y, según afirma Álvaro Menanteau en "Historia del jazz en Chile", se convirtió también en temprano refugio de tal género musical en Chile. Además, un par de años después de abierto se estaba presentando aún Garrido allí, ahora con su Sexteto Swing, que llevó el jazz también al cabaret Tabaris de la Alameda.

La boîte permaneció como uno de los locales preferidos de la alta sociedad de entonces, pero no tuvo una larga duración, en parte tal vez por su carácter demasiado experimental y novedoso. Tras culminar sus operaciones, el local pasó a ser la sede del Comando Provincial Radical, antes de acabar demolido para la construcción de una gran casa bancaria. Miró dejó registro de la razón principal de su abrupto fin, sin embargo:

Un mal día encontré cerradas las puertas de la boîte y mi "socio" desapareció estafándome sin que fuera posible dar con él para llevarlo a los tribunales". Siempre me he caracterizado por hacer pésimos negocios. No tuve la previsión de conservar siquiera una de las siete originales guitarras cubistas y por ahí debe andar una fotografía extraviada entre esos papeles que ya ni sabes dónde están. Transcurrida algo así como una década tropecé en las calles de Lima con el taimado agente nazi que me incitó a la disparatada pero entrañable aventura. Había sufrido un derrame cerebrał y avanzaba dificultosamente, babeando con la mirada vaga, a causa de una evidente hemiplejia. No me reconoció, lo compadecí y lo dejé pasar.

A pesar de su desaparición en tan opaca circunstancia, según recuerda Rakatán la boîte "sirvió para animar las alcancías de las noches bohemias del viejo Santiago de hace más de 40 años". Su breve epopeya marcó a aquel lugar tan cerca de donde estaba también el Teatro Comedia y luego el Lux de Huérfanos 1178-1180, hacia fue abierto después el Cine Gran Palace a fines de la década del cincuenta, ahora correspondiente a un hotel homónimo. La actual Galería Alessandri del 1160 se encuentra a un costado del espacio que ocupaban la boîte y sus desparecidas dependencias. En el preciso número 1134 en donde existió esta última se levantó, en 1958, el edificio sede del Banco de Crédito e Inversiones, obra de los arquitectos Bolton, Larraín, Prieto y Lorca. Nada quedar a la vista, entonces: ni siquiera para incitar a las nostalgias.

Después de la experiencia de Boite a Guitarre, muchos otros establecimientos tomaron aquel nombre comercial y se hicieron acompañar de sus propias identidades nominales, pero siguiendo el mismo modelo propuesto por aquel club y  sus varios espectáculos de varietés que eran característicos. Entre otros continuadores estuvieron los históricos boliches África de Buddy Day, la boîte del Hotel Carrera, La Cabaña del maestro Ángel Capriolo en calle Bandera, el Tap Room Ritz del Negro Tobar en Estado, y varios más. Nos lo confirma Tito Mundt en "Las banderas olvidadas", al referirse a la vida nocturna de los años treinta aunque errando con la localización del negocio de nuestro interés:

Las primeras boites que hubo en Santiago datan de la misma época. Fueron la boite "A Guitarre", en lo que es actualmente el Registro Electoral (Huérfanos entre Morandé y Teatinos) y la boite "África" en Moneda al llegar a Bandera. Y finalmente la gente más menuda se entretenía en las tardes en caerse alegremente en el Salón de Patinar que quedaba en la calle Riquelme y luego en la Alameda entre Almirante Barroso y Riquelme, donde más tarde Coke filmó "Norte y Sur".

Con el paso de A Guitare por la vida nocturna santiaguina había germinado en la nomenclatura nacional y en la bohemia, en conclusión, la dinastía y luz generacional de las boîtes que marcaron toda una época en la diversión y espectáculos. ♣

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