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EL CHILE HOTEL DE BARRIO SAN DIEGO

Fachada del Hotel Chile en 1969, en imagen del diario "La Nación".

El sector de calle San Diego cercano a la esquina con Eleuterio Ramírez fue el alegre barrio de los años treinta, plagado de restaurantes, cafés, cabarets y teatros. Ni hablar de prostitutas, muchas de ellas en la última calle mencionada y residentes de otras adyacentes, hasta tiempos recientes. También estaba cerca de allí la casa de cena Jacquin, en Eleuterio Ramírez 736, convertida después en la boîte El Sumbarino Chileno; y, más al sur, la Plaza Almagro con sus propias atracciones, unas familiares y otras pecaminosas.

Ciertos moteles que sobreviven agónicos hasta nuestros días en aquellas cuadras de San Diego y sus alrededores son los vestigios de esas olvidadas noches del pasado de la calle, con luces de colores y comedores con chicas "haciendo mesa". Uno de ellos era el que estaba en la dirección precisa de los altos de San Diego 323-341, en su mejor época llamado con el poco original título del Chile Hotel, más conocido por muchos como el Hotel Chile o Pensión Chile. Nombre que han tenido muchos otros establecimientos del país, dicho sea de paso, con casos en Cartagena y San Fernando, por ejemplo.

El inmueble de marras era de dos pisos, con zócalo destinado a comercio, en donde estaba la Gran Sombrerería La Perfección, hacia 1920, que también tenía otra tienda en calle San Pablo. En la década siguiente era de la tienda de vestuario Espejo de la Moda, especializada en trajes y abrigos, auspiciadora a fines de los mismos treinta de una sección con su nombre en la radioemisora Otto Becker, CB-89 y CB-1170. Por supuesto, debemos situarnos en lo que era también el período de esplendores comerciales en la calle de marras.

Sin embargo, la entrada principal del edificio de San Diego conducía a lo que serían las dependencias del Chile Hotel, imbuido desde sus orígenes de la intensa actividad bohemia de la misma calle. De hecho, durante la segunda mitad de los años veinte este hotel estaba al lado del salón de las sesiones de directorio del Sindicato Musical de Jazz Band de Chile, en el número 333, entidad que agrupaba a los músicos trabajadores de las innumerables boîtes, "filóricas" y demás salones bailables del Santiago de esos años, muchos de ellos en la misma San Diego.

Propiedad de la española Catalina Arabia Paredes (Parrera, en ciertas fuentes), el Chile fue otro de los refugios de amor furtivo del barrio en aquellos tiempos de apogeo para sus actividades comerciales y recreativas, alcanzando a vivir allí la etapa final de las noches doradas santiaguinas. Sin duda, sus cuartos guardaron muchos de los secretos de la remolienda de aquellas manzanas, por algunos veteranos recordada con tanta romantización e idealizaciones quizá no tan precisas. Contaba también con servicios propios de cocina, desde su apertura según se deduce por los avisos de prensa antiguos.

Cruce de calle San Diego con Alonso de Ovalle, hacia el sur, en revista "En Viaje" de mayo de 1968. Se observa el esplendor comercial que aún conservaban aquellas cuadras.

Vista del sector actual en donde estuvo el Hotel Chile, en imágenes de Google Street View.

 

Imágenes del interior del hotel y de su dueña, tras el incidente de 1969, en el diario "La Nación".

Como era esperable, el hotel también acogió buena parte de la prostitución que se distribuía entre las cercanas calles Eleuterio Ramírez, San Isidro, Serrano desde la tercera cuadra hacia el sur, Prat, Cóndor, Prat, Santa Cruz, Eyzaguirre y la propia San Diego. La existencia de tantas casitas de remolienda en esas mismas vías era la que atraía a muchas mariposas nocturnas de menor categoría y los pasajeros no residentes, todos ellos usuarios de dichos establecimientos clandestinos. Las primeras siempre andaban buscando clientes entre los segundos, para llevarlos los hoteles del mismo barrio.

Pero el ya muy tambaleante prestigio del Chile se derrumbaría en 1969, por un caso esencialmente policial que hizo gran noticia en los medios de prensa de entonces. El incidente sucedió el viernes 25 de abril, cuando hampones que estaban pernoctando en el establecimiento amenazaron armados a dos agentes de la Policía de Investigaciones que intentaba darles captura en el mismo lugar. Lograron escapar así, poco después de haber realizado un espectacular asalto al Banco de A. Edwards y Cía. de Alameda Bernardo O'Higgins 2682, atraco por el que eran perseguidos. Este caso tuvo cobertura en la prensa y fue mencionado en el libro "Los cien rostros de don Mario" de Ignacio González Camus.

A mayor abundamiento, los criminales, armados de revólveres, habían estado alojándose en el hotel desde las 11.30 horas del 17 de abril, registrando la habitación numero 12, al fondo del segundo piso, a nombre de Eduardo Navarro González, de origen colombiano. Habiendo llegado ya el segundo malhechor, habían estado siendo atendidos allí por la camarera Modesta Albornoz, mientras que oficiaba como portero del establecimiento don Luis Sazo Albornoz. La policía había llegado al Chile tras recorrer varios otros hoteles en busca de los asaltantes, pero fueron encañonados al toparse con ellos. Los sujetos lograron escapar con su botín de 251.000 escudos repartido en paquetes hechos con papeles de periódicos.

La decadencia del propio barrio terminó de hacer caer para siempre la vida del Chile Hotel, desapareciendo con dirección y todo. Lo que quedaba del antiguo inmueble fue demolido para levantar un soso nuevo edificio comercial de dos niveles, mientras que el ala norte de la misma cuadra cayó hacia los días de las celebraciones del Bicentenario Nacional, siendo reemplazada por el edificio residencial que actualmente abarca esta parte de la cuadra hasta la misma esquina con Eleuterio Ramírez. ♣

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