Imagen del pequeño vapor lacustre Esmeralda, en revista "Sucesos" del año 1904.
Refiriéndose al día inaugural de lo que era la ya desaparecida laguna del Parque Forestal, ubicada en la manzana verde entre las calles Cardenal Caro, Ismael Valdés Vergara, Purísima y Loreto, la revista “Sucesos” del 10 de junio de 1904 informaba con imágenes sobre el singular acontecimiento:
Una fiesta inusitada y por lo mismo llena de atractivos ha tenido lugar últimamente en Santiago: la inauguración de la laguna del Parque Forestal.
Como siempre, el pueblo acudió en masa, alborotado, inquieto, bullicioso, poseído de esa curiosidad bullidora y zumbona de las multitudes. Rodeó la laguna y esperó formando una muralla de un espesor de cinco o seis cuerpos. Para hacer más interesante este acto, se habían preparado dos números espléndidos: la botadura al agua del buquecito Esmeralda y unas regatas organizadas por el Club Náutico.
La Esmeralda correspondía a una nave pequeña con estructuras metálicas y madera, concebida con un diseño fluvial de fantasía y dotada de una cubierta de tablado tipo duela. Era el símbolo y una especie de mascota o emblema del Club Náutico de Santiago, sociedad de cierta altura social que había logrado la concesión y administración de la laguna del recién terminado parque diseñado por el paisajista francés Greorge Dubois, obra a la que ya hemos dedicado un artículo reciente, así como otro al propio estanque navegable en donde se desplazaba. Este club tenía también la misión de organizar lo necesario para los paseos en botes en sus aguas y algunas fiestas en el lugar, además de las labores de mantenimiento de los sistemas y equipos necesarios para conservar operativa a la laguna, con aguas captadas desde el río Mapocho.
En la masivamente concurrida ceremonia de apertura de la laguna, entonces, tuvo lugar la botadura formal de la Esmeralda y su presentación en sociedad capitaneada por uno de los directores del club, es de suponer que con banderas chilenas y también el explosivo golpe correspondiente de la botella de champaña. Sin embargo, se presentaron algunos divertidos percances e imprevistos inaugurales, los que también fueron descritos por la revista "Sucesos":
La ceremonia de botar al agua el Esmeralda fue cumplida con los requisitos que son de rigor en tales casos. Transcurrieron dos horas y el vaporcito Esmeralda, empavesado, lleno de gallardetes y adornado como un bibelot, se veía sereno, inmóvil junto a la laguna.
De pronto, un cañonazo anunció que el buque iba a ser lanzando. Lo fue en efecto, pero su quilla se internó en el barro y la máquina fue impotente para avanzar. Y allí quedó el vaporcito resoplando, agitándose como un pescado fuera del agua.
Fue la señal del desbande. Estallaron los silbidos, gritos y protestas. Pero como siempre, el pueblo se consoló de a poco y rió de la aventura.
Rió y con razón de esos extraños almirantes que varan su navío antes de salir del puerto.
Se les llamó almirantes suizos, almirantes bolivianos, etc.
Los comentarios volaron entre las risas de un extremo a otro de la ciudad. Todos iban empapados en una cómica ironía.
A pesar de aquel escollo inaugural tan inesperado y frustrante, la Esmeralda logró ser rescatada de sus invisibles arrecifes de barro y piedras, ocultos en la baja profundidad de esas turbias aguas, volviendo a ser puesta en navegación recreativa. Como emblema del Club y una de las atracciones principales de la laguna, además, la se volvió la principal de las naves que quería abordar el público, de entre todas las disponibles en la laguna. Los interesados debían reservar o solicitar un paseo especial en ella al Club Náutico, ya que no era parte de los botes a remos ni las balsas que se concesionaban a empresarios como servicio en la misma laguna, entendiéndose directamente con el Ministerio de Tierras y Colonización para ello, a diferencia de las licitaciones de la terraza y muelle que dependían de la Municipalidad de Santiago.
Paseos en el vaporcito Esmeralda, en 1904, en imágenes publicadas por la revista "Sucesos".
Fiesta Náutica y Mitológica de la Laguna del Parque Forestal, durante el verano de 1910. Imagen publicada por la revista "Sucesos". Se observa al vaporcito Esmeralda, a los miembros del club y algunos disfrazados para la ocasión.
Imagen de una postal de la romántica laguna del parque. Destaca su terraza con balaustras, el kiosco artístico y, al fondo, el Palacio de Bellas Artes y parte del obelisco francés obsequiado a Chile para el Centenario.
Imagen de la laguna con algunos de los botes de paseos familiares que también hubo en ellas. Se observa una lancha de ruedas molinos que corresponde a la vieja Esmeralda, al parecer ya en tiempos de decadencia. Fuente imagen: Flickr Santiago Nostálgico de Pedro Encina.
Descrita en términos generales, la Esmeralda se propulsaba con un sistema a vapor moviendo dos molinos laterales cerrados por cámaras a modo de salpicaderos o tapabarros, decorados con una estrella cada uno. Tenía también una alta chimenea negra abatible en el castillo de mando y era maniobrada con un sistema sencillo por el operario a cargo. Verla navegar por el parque debió ser un deleite para los niños de aquellos años, así como de muchos adultos que también concurrían a los bordes de la laguna para poder contemplar su trayecto. Por las imágenes que quedaron de la nave, además, se ve que sobre su cubierta cerrada por pretiles de seguridad, sólo en el sector de proa, podían caber cómodamente más de 12 personas entre hombres, mujeres y niños paseantes.
En ocasiones solemnes y actos oficiales, la simpática nave también era decorada con un empavesado de banderines náuticos, al modo de los protocolos solemnes de los navíos de guerra activos. Y, dadas las emotividades involucradas por el propio Club Náutico de Santiago y hasta por el nombre mismo de la navecita, la Esmeralda pudo verse involucrada en algunas manifestaciones relativas a las efemérides del Combate Naval de Iquique, el 21 de mayo.
Lamentablemente, al caer con el tiempo el interés popular en la laguna del parque, cada vez más sucia y deficientemente cuidada, el descrédito y olvido fueron alcanzando también al buquecito Esmeralda y los propios paseos en botes, propuestas demasiado inocentes e infantiles para el carácter que había adoptado ya el lugar. Algunas fotografías de la época confirman que la pobre nave había quedado apagada y con su chimenea acostada en algún período de olvido, como un barco fantasma a la deriva por lo que habían sido antes sus reinos de debut y apogeo en el encanto del público.
Muchos de los cambios que experimentó el parque en cuanto al tipo de parroquianos que comenzarían a visitar ese sector específico del mismo, en algún período cuando era conocido con el nombre de La Marina por las actividades de la misma laguna, se debieron a la llegada de los grandes bailables, las orquestas en vivo y las fiestas bohemias ocupando la Terraza del Parque Forestal, precisamente en donde estuvo el muelle para embarcarse en los cándidos botes para paseos.
Las aguas de la laguna fueron desecadas en los años cuarenta, por razones sanitarias y de seguridad estructural. Todo el ex lecho lacustre fue convertido también en plaza verde, con senderos, pastos y nuevos árboles. Actualmente, hay allí unos juegos para niños en el lugar de la terraza con embarcadero, así que la infancia volvió a recuperarlos, de alguna forma. Ya hemos dedicado un artículo propio a aquella historia
...Y de la pequeña Esmeralda del parque, nunca más se supo. ♣
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