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¿GIBRALTAR EN CALLE BANDERA?: EL BAR Y RESTAURANTE EL PEÑÓN

 

Publicidad para El Peñón en la revista "En Viaje", junio de 1944.

Nacido con la propia década del cuarenta, en sus inicios El Peñón era reconocible especialmente por su ubicación: Bandera 86 llegando a Moneda, compartiendo vecindad con otros locales en lo que venía a ser un pequeño centro comercial, situado justo enfrente del famoso edificio de La Bolsa de Comercio de Santiago. Este era un barrio en donde hubo varias casas de cambio y compañías de seguros, incluso una ocupando anteriormente la dirección ahora convertida en dicho centro social con comedores.

El nombre de El Peñón aludía quizá al apodo que muchos cronistas daban todavía por entonces al cerro Santa Lucía. Es lo que sugeriría la intuición santiaguina, al menos. Sin embargo, puede que la notoria influencia española de su carta y el origen de sus dueños haya motivado a los mismos fundadores a evocar nostalgias por el secuestrado Gibraltar y su estrecho en las puertas del Mar Mediterráneo. El icono de una colina o morro, de definición algo ambigua, estaba en el logotipo del establecimiento.

La inauguración formal del bar y restaurante tuvo lugar a las 19.30 horas del viernes 9 de agosto de 1940. Tal vez no haya sido coincidencia la apertura de tan hispánico sitio en la víspera del día de San Lorenzo, santo de origen español y diácono paleocristiano martirizado en Roma. La apertura se hizo con una invitación general y celebraciones organizadas por la sociedad propietaria, Aguirrebeña y Larrea, y en aquellos primeros meses era llamado también Bar y Restaurant del Peñón.

Identificado desde su origen como bar y restaurante con cafetería y fuente de soda, entonces, se alojaba en el zócalo de un antiguo edificio del período centenario hacia la esquina del mismo cruce de calles, inmueble ya desaparecido y que desde hacía tiempo era propiedad del señor Federico García de la Huerta, conocido residente del barrio Brasil con dirección en calle Almirante Barroso 93. Imágenes de colecciones históricas alcanzan a mostrar parte de este edificio, especialmente las de planos más abiertos retratando al palacio de La Bolsa de Comercio como protagonista en la fotografía.

Algunos cambios y postergaciones parecen haber tenido lugar un par de años después de la apertura, el más grave resultante de un incendio que se inició en la madrugada del domingo 25 de enero de 1942 en la Mueblería La Europea de Bandera 82, que era propiedad de la señora Sara viuda de Gleinstein. El fuego y el agua lanzada por los voluntarios de bomberos acabaron dañando a El Peñón y a su vecino, el Restaurant Comercial, que estaba ubicado justo en la esquina. Otros locales destruidos por el fuego fueron la joyería y relojería de don Francisco Ponce, en Moneda 1118, la oficina de La Chilena Consolidada, en el 1112, la librería y cigarrería La Catalonia, la florería y jardinería de M. Müller y Cía., la peluquería Raúl y Navarro, oficinas de la Unión Chilena, una agencia de seguros y por poco casi también la imprenta del vecino medio "El Diario Ilustrado", ya hacia calle Morandé.

Más que por las cuantiosas pérdidas, sin embargo, aquel incendio es recordado en el calendario conmemorativo bomberil por el sensible fallecimiento en servicio del voluntario de la Décima Compañía "Bomba España", Guillermo Santaella Aros, quien no pudo sobrevivir a sus graves heridas a sus jóvenes 24 años. De acuerdo a los testimonios de su camarada José Bustamante y un sobreviviente que lo acompañaba en el pitón, Tomás Pambo, el mártir se encontraba con él precisamente en el local de El Peñón, cerca de un pasillo, cuando se desplomó pesadamente sobre ellos parte de los muros. Bustamante y el capitán lograron rescatar a ambos hombres entre los escombros, pero el destino de Santaella ya era irreversible.

El tesón de los dueños de El Peñón y el Comercial permitiría la rápida reconstrucción y pronto retorno de los dos establecimientos culinarios del barrio de La Bolsa de Comercio, tras aquel dramático episodio. Así, para el miércoles 28 de enero de 1942, un aviso en la nación ya advertía a su público: "Reestablecidos todos los servicios, atenderá desde hoy a su distinguida clientela como en sus mejores días". La invitación la hacía el propietario en aquel momento, don Julián Aguirre Echevarría.

A mayor abundamiento, para aquel momento El Peñón figuraba en manos de la sociedad Aguirre y Sánchez Ltda. El señor Larrea no se apartaría del negocio, sin embargo. Como cabeza coronada y relacionador público del mismo estaría don Higinio Aguirrebeña, quien aparecía muchas veces apellidado como Aguirre Beña. Profesional de la actividad culinaria y gran conocedor de las artes de la cocina internacional, Aguirrebeña había estado a cargo también del Casino del Centro Español junto al señor José Alonso, durante la década anterior, período en el que se destacaron algunas grandes fiestas y manifestaciones relacionadas con el club deportivo de la Unión Española.

"Santiago es muy grande y tiene muchos lugares, pero para comer bien uno solo: Gran Bar y Restaurante El Peñón", proclamaba su publicidad en la revista "En Viaje" de la Empresa de Ferrocarriles de Chile, en junio de 1942 y con las consecuencias del incendio ya superadas. Aparecía ofreciendo también sus servicios a la carta y cobertura para pedidos de provincias. El personaje mascota de estos avisos era la caricatura de un mozo cargando una bandeja con un pollo y acompañamientos, además de una botella de vino, mientras corría a sus pies un pequeño perrito juguetón con cierta semejanza a Washington, la mascota de Condorito, creación posterior de Pepo.

Imagen antigua del edificio La Bolsa de Comercio y el Hotel Mundial, publicada en "La Tercera". A la derecha del encuadre se distingue parte del edificio en donde estuvo después el restaurante El Peñón, incendiado en enero de 1942 y mayo de 1944.

Aviso de la apertura del bar y restaurante El Peñón, en el diario "La Nación", agosto de 1940.

Otro aviso de El Peñón aparecido en "La Nación", en enero de 1942, reabriendo después del primer incendio.

Reapertura de El Peñón en el nuevo edificio de Bandera con Moneda y tras largo tiempo ausente, en nota publicada en "Las Últimas Noticias" del 10 de agosto de 1949.

Comandando a El Peñón, entonces, Aguirrebeña procuraba que su restaurante alcanzara popularidad como lugar relativamente económico pero de calidad gourmet, explotando también la ubicación privilegiada de cara a La Bolsa y a pasos de la Alameda Bernardo O'Higgins. Desde su inicio las preparaciones de la casa habían sido tomadas del rico y variado recetario tradicional ibérico, muy de moda en esos años. Quizá debido a la presencia del Club de la Unión, además, esta oferta gastronómica estuvo especialmente presente en aquel barrio, sumando otros ejemplos como el famoso bar-restaurante de La Unión Chica, con sus famosos callitos a la madrileña y pucheros a la española.

Por entonces y todavía hacia agosto de 1943, El Peñón se publicitaba también en los auspicios de algunos programas radiales. Se advierte en la prensa de la época, por ejemplo, de su participación en uno llamado "Cinelandia", segmento de la emisora Bulnes de Santiago, CB-89 y CE-1170 en el dial, surgida como Radio Otto Becker y desde cuyo alero aparecería, años después, la histórica Radio Concierto.

Sin embargo, los buenos prospectos de El Peñón se harían humo con otro voraz incendio del antiguo inmueble neoclásico, ahora en la madrugada del naciente jueves 18 de mayo de 1944. Considerado de extraordinaria violencia, el resultado del desastre fueron 15 oficinas arrasadas y graves daños en los locales comerciales, algunos de ellos los mismos que habían sido afectados por el incendio de hacía dos años: la casa de la Industria Casera, una joyería, una agencia de propiedades, una oficina de seguros, una librería, el Jardín de Flores Trianón y la peluquería Raúl y Navarro. Como era esperable, lo mismo sucedió otra vez con los dos restaurantes que existían en el primer piso: El Peñón y el Comercial.

A pesar del funesto daño material del edificio, que se creyó iniciado al fondo de la casa comercial Industria Casera, el saldo más trágico del desastre fueron las heridas de varios de los bomberos que acudieron al llamado, provenientes de casi la totalidad de las compañías de Santiago Centro. Por segunda vez en el fatídico cruce de calles, uno de ellos, Augusto Salas Bravo, heroico voluntario de 28 años de la Quinta Compañía "Arturo Prat" y domiciliado en Lastra 1158, no sobrevivió a sus lesiones falleciendo a las 15.30 horas en la Clínica Alemana.

Paradójicamente, el nuevo mártir de bomberos trabajaba en la misma firma de seguros Organización Kappes, contratada por el mencionado dueño del edificio. Hoy, la calle Bombero Salas del barrio cívico lleva este nombre en homenaje a su memoria, desde calles Teatinos hasta San Martín, entre Moneda y Agustinas. Providencialmente, además, los residentes del tercer piso del edificio siniestrado y cuyos departamentos también fueron alcanzados por las llamas, señores Luis Solis, Hugo Galasso y José Sierra Villalón, habían salvado ilesos del azote.

Aunque el incendio destruyó principalmente el segundo piso con las oficinas del siniestrado inmueble y contaba con el seguro de un millón de pesos, tras funcionar por algún tiempo más se decidió su demolición y el trazado de un nuevo proyecto en su lugar. Fue construido allí, entonces, el Edificio Socore de la Sociedad de Construcción y Renta, con acceso por Bandera 84, doble zócalo comercial y un total de nueve pisos más azotea o terraza. Obra de los arquitectos Fernando de la Cruz y Hernán Rojas fue levantado por la sociedad de ingenieros Valdivieso y Vergara, concluyéndose el grueso de las obras poco después de la mitad del año 1949.

Iba a ser por entonces cuando El Peñón pudo regresar hasta aquel lugar, ocupando el mismo número 86 de la calle pero ahora en un nuevo local comercial, situado justo al lado del acceso al Edificio Socore. Aguirrebeña organizó una gran fiesta para el alegre evento que marcaba el renacer y la entrada a una nueva etapa de vida comercial, en la tarde del martes 9 de agosto de aquel año. Esto sucedía justo en el 9° aniversario de la fundación del negocio, por lo demás.

Desde la apertura del nuevo El Peñón se notó que el local era más moderno y confortable que su versión anterior, contando en la cocina con la garantía que otorgaba el chef Larrea, conocido especialista y maestro del medio gastronómico de entonces, con gran experiencia en la comida extranjera. Los menús en exhibición eran, en esos momentos, delicias con gentilicio como fabada asturiana, bacalao al pil-pil, angulas a la bilbaína, caracoles a la madrileña, ranas la bordalesa, bullabesa a la catalana, etc. Productos de mar y tierra, además de pastelería y postres.

La cantina también siguió siendo otra atracción del establecimiento, fuera para reuniones sociales o para acompañar con algunas de sus botellas los banquetes. Destacaban sus excelentes vinos y  la administración presumía de sus licores, aunque no faltaban las populares cervezas dado el cariz de fuente de soda que también preservó durante toda su existencia. Es de suponer que, en esta época, representantes de la colonia española aún eran parte de su más leal clientela, así como muchos periodistas que en esos años trabajaban y paseaban por prácticamente la totalidad de calle Bandera, desde la Alameda hasta Mapocho.

El Peñón permaneció por algunos años más allí, pero era difícil mantener un restaurante céntrico sostenido desde la calidad de su cocina en tiempos cuando la oferta recreativa ya era dominada por las boîtes y salones dancings. Pasada la mitad del siglo, entonces, la dirección fue ocupada por la agencia de viajes Aimar y la casa de cambio del señor Mario Gaete; poco más tarde, era sede de la Compañía de Acero del Pacífico.

Ya avanzando hacia nuestra época, el mismo espacio de Bandera 86 ha sido ocupado por negocios muy distantes del rubro que tuvo El Peñón. El principal de ellos corresponde a la sucursal de una conocida cadena popular de farmacias. ♣

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