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EL JAI-ALAI: UNA FIESTA ALEGRE EN CALLE NATANIEL COX

Aviso del Jai-Alai en el diario "La Nación", 12 de febrero de 1950.

Con su nombre tributando homenaje al famoso deporte ibérico de la pelota vasca, traducible desde el euskera como "fiesta alegre", el Jai-Alai se instaló en el segundo piso del zócalo en el entonces flamante edificio con entrada por calle Nataniel Cox 47, cerca de la esquina con la Alameda. Estaba justo por encima del acceso al Teatro Continental, actual Coliseo, y de los tradicionales cafés que han existido justo al lado de esta sala. Este gran conjunto arquitectónico de varios pabellones y accesos había sido diseñado por Ramón Lecaros Matte y Samuel Aránguiz Latorre. Fue concluido en 1943, aunque había comenzado a ocuparse desde unos años antes.

El Jai-Alai fue fundado en ese mismo período cuando ya se habían terminado las obras del edificio, ocupando aquel salón. La apertura se hizo con una fiesta que comenzó a las 23 horas de la noche del miércoles 22 de diciembre de 1943, no se sabe si casual o deliberadamente cerca de la Navidad y el Año Nuevo. Uno de los principales actores en lo que había sido su creación e inicio de actividades fue don Federico Waelder Sander, talentoso instrumentista y director musical de entonces, con amplia experiencia en diferentes radios y clubes.

El Jai-Alai se presentó al público como un establecimiento muy moderno de tipo living-room-boîte, con orquestas de jazz y dos de los mejores pianistas del circuito noctámbulo de esos momentos: el propio patrón y primer socio Waelder, más su colega Federico Ojeda, apodados cariñosamente Los Dos Federicos. Estaban acompañados del baterista Tulio Aguayo, también con destacadas participaciones radiales y en el grupo llamado El Sexteto de Ases. Al trío musical se incorporó poco después Lucho Silva, instrumentista de guitarra eléctrica quien regresaba por esos meses desde Buenos Aires tras una temporada en Río de la Plata, como parte de la compañía La Caravana de la Música Chilena.

Hubo una gran inversión en las instalaciones, muy coloridas y modernas, bien iluminadas y elegantes, implementándose en allí también sistemas de aire acondicionado apropiados al verano que acababa de comenzar ya en esos días. Muchas otras comodidades fueron procuradas en el espacioso sitio para el público, como pudieron testimoniar los corresponsales que acudieron a la invitación de la señalada noche de apertura.

No todo marchó bien para el nuevo negocio, sin embargo: a principios de 1944, más de 50 familias residentes en los alrededores del Jai-Alai presentaron una protesta a la Municipalidad de Santiago exigiendo la clausura del establecimiento. Entre otros reclamos estaba el bullicio que salía del mismo y la falta de precauciones de los encargados para evitar molestias, pues mantenían las ventanas abiertas en las noches, haciendo imposible dormir a los que se encontraban más cerca del centro festivo. Esto sucedía a pesar de que, desde antes de inaugurada, la administración aseguraba a los medios de prensa que parte de los modernos sistemas del local eliminarán los ruidos estridentes hacia el exterior. Y aunque el alcalde Galvarino Gallardo Nieto estuvo dispuesto a clausurar el negocio por el reglamento contra ruidos molestos, el negocio logró sortear los obstáculos y seguir funcionando.

Otro problema del club fue que operaba al margen de la ley por entonces, pues la dirección municipal se había negado a autorizar su funcionamiento y, por lo tanto, carecía de permisos por la Junta de Patentes de Alcoholes. Esto parece tener relación con un extraño afán moralista que estaba motivando desde la década anterior a las autoridades, para dificultar tanto como fuese posible el funcionamiento de los establecimientos recreativos y dotados de bares o cantinas, actitud hostil que se mantuvo por algunos años más hacia el comercio nocturno.

A pesar de los obstáculos, el restaurante y boîte supo pegarle al gordo en aquel período cuando estos establecimientos y sus pistas de bailables con orquestas ya eran la principal forma de atracción de la noche santiaguina. De acuerdo al escritor y ex diplomático Miguel Serrano, además, en su mejor y más recordada época el Jai-Alai habría estado capitaneado por tío, don Pedro Fernández y Fernández, conocido como el Caballero de la Noche por su estrecho vínculo con la bohemia de los años treinta y cuarenta, cuando estuvo encargado también de la Posada del Corregidor de calle Esmeralda.

La relación estrecha con el mundo artístico fue instantánea. Fue en este lugar donde la querida y por entonces adolescente artista Sonia von Schrebler García, del dúo Sonia y Myriam que formó su hermana y después conocida como Sonia La Única siendo solista, celebró sus 15 años de vida con una pequeña pero muy concurrida fiesta, en la tarde del 9 de abril de 1944, a partir de las 19 horas. Asistieron sus muchos amigos, chicos hombres y mujeres, además de compañeros de trabajo, familiares y algunos reporteros gráficos, pues Sonia y Myriam ya eran sensación del ambiente artístico de esos momentos.

Para ese mismo año, Radio Cooperativa Vitalicia, CB-76, la que también tenía sede en el vecino teatro, hacía transmisiones desde el Jai-Alai en la hora de la medianoche, logrando otra buena razón para enfatizar su cercanía con el ambiente artístico y de espectáculos. En cierta forma, llegó a servir casi como una prolongación del cine-teatro, hasta donde acudían muchos integrantes de las compañías en cada temporada artística, así como el público de la misma. A la sazón, abría sus puertas a las 10 de la mañana y las cerraba cerca de las 5 de la madrugada, con dos orquestas tocando ininterrumpidamente durante toda la noche.

Tras completar un exitoso período en los escenarios de Chile, el grupo musical bilbaíno Los Bocheros fue despedido también en el Jai-Alai y con una numerosa concurrencia, evento reporteado por la revista de cine y espectáculos "Ecran" del 4 de julio de aquel año. Entre los artistas, hombres de medios y empresarios de espectáculos presentes y que fueron retratados en las fotos estuvieron Raúl Velasco, Bobby Deglané, Juan García, Carlos de la Sotta, Lucho Córdoba y Olvido Leguía, el dúo Martínez-Ledezma, Alberto Rey (del dúo Rey-Silva), José Mariscal, Santiago del Campo, María de los Ángeles, Mercedes Simone, Carmencita Idal, Julita Pou, Mariza Cobian, Cora Santa Cruz, la showoman Sussie, Pedro Fernández y los integrantes de Los Quincheros.

Un microbús pasa frente al Teatro Continental por Nataniel Cox hacia la Alameda, en los años sesenta, cuando la dirección del tránsito en la arteria era inversa a la que se observa ahora. Imagen de los archivos de revista "Life". El Jai-Alai estuvo justo en el segundo piso del zócalo, en donde está anclado el cartel vertical.

La quinceañera cantante Sonia von Schrebler celebrando su cumpleaños en el Jai-Alai. Imagen publicada por la revista "Ecran", abril de 1944.

Dúo musical de Federico Waelder y Tulio Aguayo, estables del Jai-Alai, cuando comenzaron a presentarse también en el Casanova, año 1946.

Un par de meses después, en lo que eran sus primeras Fiestas Patrias allí celebradas, el programa de artistas presentándose durante septiembre incluyó al legendario dúo folclórico nacional Rey-Silva, aunque todo indica que los apreciados cuequeros ya eran conocidos de esta casa. Para diciembre llegaba a la cartelera la artista española radicada en tierra argentina Tania (Ana Luciano Divis), la gran compañera de escena del tanguero Enrique Santos Discépolo, tras un extenso periplo por casi todos los países del continente americano.

Aquel debut de Tania en el Jai-Alai sirvió para publicitar la reapertura del local luego de una refacción, y la artista estuvo cantando por cerca de un mes en la boîte y en algunas radios de Santiago. En enero del año siguiente ella hizo una pequeña temporada en el famoso Sótano de la Quintrala en Agustinas, además, y a continuación en los teatros Victoria y Municipal de Valparaíso, antes de regresar a Buenos Aires y trabajar otra vez con la compañía de Discépolo.

Cabe observar que, en esos primeros años, destacó en el establecimiento un mítico garzón y barman del clásico Santiago llamado Miguel Fuentes Fuentes, quien llegó al Jai-Alai después de haber reunido experiencia en el Lucerna, el Patio Andaluz y los bares de hoteles en Valparaíso y Viña del Mar. Tras una temporada en El Refugio, se quedó en el Jai-Alai hasta 1945, desde donde emigró al Casanova y luego al Hotel Carrera. Este experimentado profesional de la coctelera fue entrevistado en medios como "La Nación" cuando cumplió 20 años en el rubro y le fue organizada una celebración.

Importantes banquetes de homenaje se organizaban por personajes de alta sociedad en el todavía joven establecimiento, especialmente para los que se prometían matrimonio. Ejemplo de esto fue la comida del domingo 17 de junio de 1945, rendida para Carmen Ortúzar Barrios y Jorge Castillo Izquierdo. Luego, vino una del miércoles 18 de julio, con la que se celebró la despedida de solteros de Margot Irarrázaval Larraín y Sergio Gutiérrez Olivos. También lo fue la manifestación con banquete del martes 10 de diciembre de 1946 en honor a Carmen Klammer y Danilo Poklepovic, organizada por sus amigos en el mismo salón y con protocolo de etiqueta; lo mismo para Cecilia Hurtado Echeverría y Jack Ross Gibson, homenajeados en la noche del martes 2 de septiembre de 1947.

En julio de 1945, el hombre de crónica y empresario de espectáculos Bobby Deglané había celebrado a sus expensas una fiesta particular en el establecimiento, con sus amigos del Club Aéreo presentes. Deglané estaba a cargo de la dirección del negocio en aquel momento. Como era habitual a esas alturas, a la celebración concurrieron varios artistas de espectáculos y del cine. Sin embargo, estando el empresario enfocado en la pronta apertura del mítico club Casanova de calle Huérfanos, en octubre del mismo año cedió la conducción de la boîte a Mario Ahumada, conocido pianista internacional quien también hacía presentaciones en el mismo escenario.

En cuanto a las atracciones culinarias, fueron bien cotizadas sus propuestas a las horas de almuerzo o cena, y también las de té, café y chocolate durante cada tarde. Por $30, a fines de 1946 el menú del almuerzo podía incluir bocadito primavera, crema de tomates, corderito en blanqueta con arroz, panqueque Celestine como postre y café. El servicio completo de onces costaba $15 a mediados de 1948. En su publicidad en los medios impresos de entonces aseguraba ser el lugar de almuerzos de "los profesionales, los altos empleados, los funcionarios y los hombres de negocios".

El periodista de espectáculos y bohemio infatigable Osvaldo Muñoz Romero, el célebre Rakatán, recuerda en su memorial "¡Buenas noches, Santiago...!" que la animadora del Jai-Alai era la bella y talentosa actriz y cantante chilena Gloria Lynch. Nacida en diciembre de 1919, Gloria había comenzado su carrera a los 19 años en la película "Escándalo" de Jorge Coke Délano, junto a Mario Gaete y Mirella Latorre, emigrando y actuando después en el período del Cine de Oro de México junto a estrellas como María Félix y Mario Moreno, Cantinflas. Al regresar a Chile se reclutó en la compañía del actor Alejandro Flores y también en el ambiente de la bohemia y los radioteatros de la segunda mitad de los cuarenta.

En aquellos momentos la calidad de los shows del Jai-Alai se mantenía y así, también en 1946, los maestros Waelder y Aguayo hacían presentaciones a dúo en la boîte. El mismo par de músicos fue contratado por Deglané y Buddy Day para el Casanova, el centro artístico que fue base o prólogo de la posterior Compañía Bim Bam Bum del Teatro Ópera. Ojeda, en tanto, se había retirado por diferencias con Deglané, emigrando al Tap Room del empresario Humberto Tobar. Mucha de la experiencia que Deglané tuvo en el Jai-Alai había servido después para elaborar la propuesta del nuevo music-hall, cuya conducción y transformación tomó más tarde Day, llevándola a su edad de laureles. Tras un tiempo en el Casanova, entonces, Waelder y Aguayo regresaron a su anterior casa artística de calle Nataniel Cox.

Para el mes de mayo, aquellos comedores sobre el Teatro Continental habían sido escogidos para la ceremonia de apertura y el vino de honor de las actividades de la Compañía de Radioteatro Atkinsons, que inició sus transmisiones en el Día del Trabajador con la primera parte de la serie "Fatalidad". Estuvieron invitados al encuentro Ángel Magaña, Nury Montzé, Mario Gaete y varios reporteros, además de estar presentes los actores del elenco Mirella Latorre, Emilio Gaete, Justo Ugarte, Carlos Alvarado, Meche Calvo, Emilio Martínez, Cora Santa Cruz, José Saavedra, Jorge Lillo, Humberto Loredo y Jorge Jorquera.

En abril de 1947, sería despedida en el lugar otra estrella internacional: el cantante venezolano de boleros, valses y joropos Rafael Deyón, tras haber hecho una próspera temporada en el país y muchos amigos, de paso. Entre otros concurrentes a la fiesta estuvieron Choly Mur, Lucy Lanny y Juan da Silva. Todavía se estaba en tiempos de bonanza y simpatía popular para el establecimiento, como se advierte.

Aviso del Jai-Alai en el diario "La Nación", víspera de la Navidad de 1946.

Despedida de Los Bocheros en el Jai-Alai, año 1944. Imágenes y textos publicados en la revista "Ecran".

El famoso mozo  y cantinero Miguel Fuentes, quien estuvo en también en el Jai-Alai. Celebró sus 20 años de exitoso desempeño como barman y garzón trabajando ya en el bar Robinson Crusoe del Hotel Carrera. Imagen publicada en 1951 por el diario "La Nación".

Ya entre la primavera de ese año y hasta el verano de 1948, se encontraba cantando en el club Gladys Ocampo, estrella de Radio Cooperativa Vitalicia. Había sido elegida la mejor voz de 1947 y un bolero suyo, "Sentir", estaba sonando entre el público hispanoamericano de los Estados Unidos. Sin embargo, por razones incomprensibles fue despedida en febrero de la estación radial, sin aviso previo, permaneciendo entonces en los shows del segundo piso en Nataniel Cox.

A la sazón, Aguayo se había aliado al tecladista Ernesto Baccani para musicalizar las veladas del club. La mencionada radio seguía realizando allí sus eventos sociales, como el aniversario de su programa "La Hora del Hogar" en la noche del 11 de septiembre. Ya durante el año siguiente, la joven y hermosa actriz nacional Lucy Lanny hizo también algunas inversiones en la sociedad propietaria pasando a ser parte de ella, o al menos eso era lo que aseguraban y celebraban ciertas revistas de espectáculos.

Para el verano de 1950, el Jai-Alai era una de las boîtes más importantes y conocidas de Santiago, probablemente la principal de todo el eje de la Alameda Bernardo O'Higgins. Como sucedía con el cercano Tap Room Bulnes, el negocio de Nataniel Cox aún se mantenía tentando a los paseantes diurnos del paseo Bulnes y también a los del teatro. Sus almuerzos valían ya $40 en febrero de aquel año, y podían incluir platillos como huevo vienesa, cazuela de ave, beefsteak con champiñón y papas fritas, peach melba y café. Ya en marzo, hubo días de cubierto con jamón con papas a la mayonesa, la infaltable cazuela de ave, beefsteak con porotos granados, frutas de la estación de postre y café.

El Jai-Alai se volvería sede de otros programas radiales de entonces. De hecho, Radio El Mercurio, del CB-138, había construido allí un estudio propio hacia el mes de julio, desde donde transmitía un show dominical de concursos por las mañanas animado por Joaquín Amichatis, el Trío Latino y con el apoyo humorístico del grupo Los Chiflados del Octavo Piso, entre otros participantes. Por la misma época, además, Iván Silva había lanzando en el salón su radioteatro "Stromboli", transmitido por Radio La Reina, CB-62. La obra fue presentada allí con un gran champañazo y la actuación de Los Guajiros, Mario Gil, Pepe Mejía y su Trío Latino, Luis Barragán, Roberto Fernández y otros artistas. Asistieron a la fiesta reporteros de las revistas "Bis" y "Ecran".

Además de tener el tradicional concierto de piano desplegado a toda hora, el Jai-Alai debe haber sido uno de los primeros establecimiento chilenos que contaban también con un sintentizador o Solovox, en este caso, como se llamaba a esta pieza pionera de las tecnologías musicales producido por la firma Hammond. Infelizmente, no hemos podido identificar al artista encargado de estas sesiones de música en particular.

Por la misma época, el establecimiento ofrecía su aperitivo danzante desde 19 o 19.30 horas, mientras que las noches estaban reservadas para la cena o comida danzante, por $50. Otra característica de este restaurante es que atendía todos los días de la semana, incluidos domingos y festivos. Sin embargo, sus fiestas, ahora hasta las 4 de la mañana, continuaban siendo motivo de algunos reclamos y disgustos para muchos residentes de aquellos barrios.

Pero sucedería que toda la buena aventura comercial iba a precipitarse rápidamente, pocos meses después y tras nuevos cambios en la dirección. La decadencia del centro recreativo comenzó con ferocidad cuando, hacia fines de ese mismo año de 1950 y siendo propietario don Enrique Castro Salgado, este terminó detenido y procesado junto al garzón Luis Orellana Suárez, por un escándalo policial de tráfico de drogas y estupefacientes. Pasaron a ser incomunicados por el Segundo Juzgado del Crimen en la Cárcel Pública y la noticia saltó a la prensa... Fue el principio del fin.

Entrando en detalles, un traficante de aquellos años apodado Cantinflas, quien operaba en los bajos fondos y las bandas delictuales de Santiago y Valparaíso, había logrado montar redes de tráfico de estupefacientes en clubes nocturnos y participaba de una mafia con nexos en Buenos Aires, llegando a ser desbaratada una casa de opio en la calle Andes vinculada a estas redes. El Jai-Alai se vio involucrado en el escándalo, aunque no fue el último negocio del Santiago nocturno. Una traficante argentina recibía envíos de droga pagando $500 pesos por cada paquete a Castro Salgado, quien los obtenía, a su vez, a $300 de Orellana. Este garzón, en tanto, los adquiría por $100 a la red de traficantes, de modo que el valor de la mercancía llegaba multiplicada por cinco hasta la capital de vecino país.

Tras un período ausente y distante de las controversias, Radio El Mercurio retornaría meses después al Jai-Alai, en julio de 1951. No fue mucho aporte para el destino que había adoptado ya el perfil del establecimiento. Hubo otros intentos por reponer los atractivos y la reputación que había ganado tras tantos esfuerzos y parrillas artísticas, pero nada funcionó: el daño ya estaba hecho, prácticamente desapareciendo de las páginas de espectáculos en los meses que siguieron.

La pérdida de vigencia como atracción nocturna, el alejamiento de las celebridades que lo frecuentaban y el gran desprestigio caído encima del que no logró zafarse, pasaron la cuenta al alguna vez glorioso sitio, terminando por dejar el segundo piso de Nataniel Cox tras una penosa e indigna agonía. Después de algún tiempo siendo sede de diferentes firmas, el espacio fue modificado y convertido en oficinas y salas de trabajo para agencias de propiedades, rentas vitalicias y jubilaciones, ya sin la música en vivo ni las sabrosas cartas gastronómicas de la cesada "fiesta alegre". ♣

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