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EL SEGUNDO TAP ROOM, EN EL DISTRITO DEL BROADWAY SANTIAGUINO

Aviso del Tap Room 2 en noviembre de 1950, en el periódico "Las Noticias de Última Hora".

Tras haber vivido su primera época de leche y miel, al Tap Room de Humberto Negro Tobar, ubicado en el zócalo del Hotel Ritz en calle Estado 230, le fue súbitamente cancelado el contrato de arriendo en enero de 1945 obligando a un raudo cambio de casa. De esta sobresaltada manera surgió el segundo club y boîte Tap Room, en Estado 265 hacia la esquina con Huérfanos, sobre el Pasaje Comercial Balmaceda y en el llamado barrio del Broadway Santiaguino, así denominado por la cantidad de teatros, cabarets y centros sociales que reunía en aquellas cuadras.

Las razones precisas de la creación de este nuevo núcleo de diversiones bohemias las explicaba Jorge Orellana Mora en sus memorias tituladas “Una mirada hacia atrás”:

Desafortunadamente para Tobar, no le renovaron el arriendo del local porque había sido destinado al emplazamiento del cine Florida. El Negro se instaló al frente, en un segundo piso que había sido un hotel -el mismo en el que yo viví antes de viajar a Buenos Aires-. Tobar tenía buenos amigos. Fueron padrinos el actor Alejandro Flores y la periodista Lenka Franulic.

Conocido en sus inicios como el Tap Room 2, se hallaba en los altos vecinos al Teatro Imperio y sus antiguas galerías comerciales. El periodista de espectáculos Osvaldo Rakatán Muñoz se explaya también en la razón de su origen en la misma calle, en "¡Buenas noches, Santiago...!":

Pese a que estaba en pleno éxito el Tap Room Ritz fue obligado a hacer abandono de ese local. El “Negro Tobar” tuvo que cambiarse rápidamente, debido a una orden judicial de desalojo que lo conminó a poner todos sus muebles, vajillas e instrumentos musicales en plena vía pública.

La segunda inauguración la tuvo también en calle Estado. En los altos del Cine Imperio, donde actuaron grandes artistas, como el doctor Alfonso Ortiz Tirado, entre otros. Este segundo Tap también tuvo una zarandeada existencia, a la cual puso término la demolición total del edificio.

Para su inauguración efectuada recién en septiembre de 1945 (Tobar había tratado de que fuera en marzo, tras el desalojo, pero fue imposible) y generosamente a beneficio de las Colonias Escolares de Verano de la Junta de Beneficencia Escolar, se realizó un gran cóctel para los periodistas y, en la noche, una estupenda fiesta. Entre los días 10 y 12 de ese mes, participaron del show artistas nacionales y extranjeros, destacando los Indios Tabajaras, la Orquesta de Federico Ojeda, la Orquesta Típica de Gabriel Clausy y un ballet preparado por Maruja García, además de un par de figuras femeninas traídas desde Buenos Aires.

Básicamente, el segundo Tap fue un bien logrado bis del primero: mantuvo características propias de sus espectáculos y su público, aunque con infraestructura diferente. No cabía duda que iba a tratar de conservar la calidad de los números del local anterior, aunque prescindiendo de elementos como su espectacular pista luminosa para los bailables.

Manteniéndose como tradicional lugar de onces y cenas, domingo 23 de marzo de 1947 el establecimiento amplió sus servicios con almuerzos. Ofrecía también el aperitivo bailable y números internacionales como el grupo mexicano Los Tapatíos y el cantante cubano Wilfredo Fernández. La temporada iba con el folclore peruano de Melba Ortiz y la cantante española Carmen de Rodrigo. Las orquestas a cargo de los bailables serían por entonces la del maestro Jacobo Kohan, con Efraín Capdevilla a cargo del canto, y la típica de Porfirio Díaz con la voz de Carmen Palmiño. Poco después llegó también el conjunto de danza Chrystal Ballet, la joven cantante Mona Roux, la versátil artista Sussy Ray y la cubana Olga Chorens.

Izquierda: fotografía del Negro Tobar publicada en "La Nación". Derecha: la Orquesta de Lorenzo D'Acosta tocando en vivo con unas máscaras en el Tap Room. Imagen de 1950 publicada por "Las Noticias de Última Hora".

 

Bosquejo representando la situación de la muerte de Ramírez Guerra en el Tap, publicado en "La Nación".

Los artistas del Tap Room en la temporada de 1950, en publicidad de los periódicos.

Aviso de la fiestas de Navidad 1950 y Año Nuevo 1951 en el Tap Room, en "Las Noticias de Última Hora" de diciembre.

En el nuevo boliche tocarían jazz en las noches varias otras orquestas, como las de Bernardo Lacassia y la del mencionado maestro Ojeda. Fue, en cierta forma, un seminario de músicos de estos estilos y otros bailables. Un par de años después, se hizo socio de Tobar allí el pugilista Arturo Godoy, siguiendo una tendencia de los ex boxeadores de esos años que decidían invertir en negocios recreativos, por alguna razón. Políticos, artistas, intelectuales, empresarios, hombres de pueblo y hasta rufianes repletaban aquella colorida sala, en las que siempre andaba el Negro Tobar paseando o dirigiendo los quehaceres.

También se realizaban allí campeonatos de baile para parejas durante aquel período, como el iniciado a principios de 1949. Estos encuentros fueron animados por Joaquín Pancerón y contaron con música del grupo Los Guajiros. Eran las llamadas Noches Mexicanas, que organizaba en el Tap Room el Teatro Metro.

Visitado por tan variopinto público, además, fue allí en donde Tobar dio muerte en defensa propia y con arma de fuego a un conocido tahúr en 1950, mientras tocaba música la reputada orquesta de Lorenzo D'Acosta. El rufián y extorsionador caído era Osvaldo Ramírez Guerra, tristemente célebre en el ambiente bohemio de esos años. Este fue uno de los problemas más graves en los que se metiera el empresario, aunque saliendo del tribunal sin culpas: el caído, delincuente habitual con descarada protección política (había sido matón de un ministro), era uno de los tipos más odiados y despreciados en el ambiente de la noche santiaguina, por lo que al dueño no le costó mucho zafarse de los cargos ante la justicia y convertirse en una especie de héroe, por haberse deshecho de un verdadero detritus del medio recreativo. Hemos tratado más extensamente este caso policial en otro artículo.

No obstante aquella tormenta maculando la historia de la boîte, encantarían en su célebre escenario -y en diferentes épocas- diosas exóticas como la cantante mulata argentina Rita Moreno y la cubana Laurita San Antonio. Animó también Sussy Montrey, otra de las famosas féminas de la época revisteril ligadas a la historia del club, y se presentó en sus grandes festivales el dúo de baile compuesto por Carmen Brown y Jack Reynolds. Allí estuvieron el dúo Los Gitanillos con su show de arte español, Angélica Méndez y Angélica Anchard, tremendas estrellas de aquellas noches perdidas. Tocó también el conjunto caribeño Los Mosaicos de América, importantes en la casa.

Sin embargo, la competencia y el paso del tiempo también habían ido afectando la concurrencia al Tap Room y sus enormes fiestas, a pesar de que el dueño había sabido darle siempre nuevos bríos. Es lo que observan Juan Pablo González Rodríguez y Claudio Rolle en su libro sobre la historia social de la música en Chile:

Luego de una baja de actividad entre 1947 y 1948, el Tap Room volvió a adquirir notoriedad en 1949 gracias a la labor de Lorenzo D’Acosta y su orquesta de jazz, quienes salían a la calle durante las fiestas de primavera, paralizando el tránsito en el centro y haciendo bailar a más de mil parejas en la vía pública. A pesar de estos sucesos, el Tap Room no logró nunca más retomar su notoriedad.

Ante aquella situación, unos meses después de la merecida muerte de Ramírez Guerra en el local de los altos de Estado y habiendo vivido aquellos inestables períodos con bajas de convocatoria tras poco más de un lustro en el lugar, Tobar tomó la decisión (o más bien la apuesta) de establecer su cuartel principal del Tap Room en lo que era, desde hace unos años, un nuevo y atractivo boulevard para la vida social santiaguina: la calle y actual paseo Bulnes, enfrente del Barrio Cívico. El edificio en donde alojaba iba a ser demolido, además, para levantar el de la Caja Bancaria de Pensiones que aún existe en esa esquina, mismo en donde estuvieron el Teatro Astor, la galería homónima, el Hotel Ritz y, en su piso 12, el restaurante Bellevue.

Con aquel traslado a Bulnes, concretado en 1951, la más extensa etapa de vida para el Tap Room iba a comenzar allí con el tercero y último de los establecimientos de este nombre, aunque fue también el que conoció la decadencia y ocaso de la secuencia de locales del querido Negro Tobar. ♣

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