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EL SEGUNDO GRAN FRONTÓN DE PELOTAS SANTIAGUINO

 

El edificio del Frontón en la esquina de Arturo Prat con Alonso de Ovalle, mismo del American Cinema, durante lo que parecen ser los trabajos de construcción o quizá una modificación del mismo. Fuente imagen: colecciones de Pedro Encina en Santiago Nostálgico.

Si bien muchas veces pasa por completo inadvertido a los peatones y conductores, todavía sobrevive en Santiago Centro un viejo y muy especial edificio de albañilería reforzada en marcos de acero y techado de galpón, en una esquina de las primeras cuadras del barrio de calle San Diego. Aunque ya no lo parezca, este amplio inmueble es otro recuerdo de una importante época en la historia de la diversión nacional, habiendo acogido a varias de sus opciones y cartas dentro del mismo.

El coloso está aún en pie al final de la larga primera cuadra de calle Arturo Prat, ex Nueva de San Diego, con Alonso de Ovalle, ex San Carlos, extendiendo su ala oriente hasta la misma esquina de calle Serrano. Se llega a él caminando sólo unos pasos desde la Alameda Bernardo O'Higgins, hacia el sur. Tuvo mejores tiempos, sin duda, pareciendo casi un asunto de realismo mágico el que haya permanecido en pie hasta nuestros días, después de largos períodos de decadencia.

Con tan estupendas dimensiones y una altura de cuatro niveles, el inmueble también calla sus secretos en este popular rincón de la capital, en un mutismo absoluto. Pocos saben que alguna vez fue el centro de patinaje Skating Rink de Santiago, y después el sala de cine y espectáculos llamada The American Cinema. Habiendo sido restaurada su extensa fachada en nuestro tiempo, sin embargo, continúa intrigando con sus formas ostentosas y confundiendo también sobre ese misterioso pasado; el de aquellos años cuando fue gimnasio, teatro bataclánico y hasta una de las primeras salas de exhibiciones de cine en Chile.

Sin embargo, antes de pasar a convertirse en la entonces famosa cinema o la previa pista de patinaje más importante del período del Primer Centenario, el gran edificio fue conocido simplemente como el Gran Frontón de Pelotas o el Frontón Santiago. Esto, porque en sus orígenes había sido ocupado como cancha cerrada con graderías y balcones en su salón, para la práctica de la tradicional pelota vasca o jai-alai. Esto explicaría, además, las distribuciones de espacios y algunas características internas que aún conserva, a pesar de todo, pensadas para el mismo deporte.

Pero la historia del Frontón Santiago había comenzado en otro lugar de la ciudad, todavía más central: en la esquina de Bandera con Santo Domingo, con la fundación del Gran Frontón Chile en julio de 1903. Ya hemos visto la breve pero abundante historia de este recinto para las partidas de sus pelotaris: había sido creado por iniciativa de los empresarios Primitivo Acerca y Juan Berra, asociados con el propietario del terreno don Enrique Delpiano, llamando de inmediato la atención de los medios y los concurrentes.

Desde su inicio, la actividad de aquel primer Frontón Chile convocó una cantidad enorme de público y atrajo la prosperidad para toda la cuadra santiaguina. Empero, también se vio en él la infame práctica de las apuestas al filo de la legalidad, lo que motivó una gran polémica con denuncias en los medios de comunicación y, a continuación, la persecución de las autoridades.

El antiguo del Gran Frontón Chile de Bandera con Santo Domingo, primer galpón de pelota vasca antes de mudarse la actividad a barrio San Diego. Fuente imagen: revista "Sucesos", 1904. La cúpula con chapitel atrás corresponden a la Catedral de Santiago.

Cancha del primer Frontón Chile de calle Bandera en su día inaugural, junto a un jugador de pelota vasca. Fuente imagen: revista "El Sport Ilustrado", 1903.

Jugadores de pelota del Frontón de Santiago en revista "Sucesos", agosto de 1904.

Vista del Gran Frontón de Pelotas de barrio San Diego, con público dominical llenando las gradas, en la revista "Sucesos" de agosto de 1905.

La sociedad propietaria cedería a las presiones y acabó cerrando el gimnasio tras cerca de dos años de funcionamiento. Así, acosado por las autoridades y por las críticas más puritanas, terminó cerrado y con actividades cesadas ese mismo año de 1904. Los terrenos en donde estaban pasarían a manos de don Guillermo Schacht, propietario del edificio de rentas con cuatro pisos que allí existió dando forma a la misma esquina.

Sin embargo, como una continuidad casi directa con el Gran Frontón Chile de calle Bandera, se estaba construyendo ya entonces un nuevo y todavía mejor recinto para albergar tanto la práctica de los pelotaris como al ya consolidado público del jai-alai en Santiago. El edificio era, precisamente, el que se erigió con toda su imponencia y solidez en la cara sur de la cuadra formada, abarcando las numeraciones Alonso Ovalle del 909 al 979, Arturo Prat del 86 al 110 y Serrano del 87 al 99.

Confundido en muchas fuentes e incluso en trabajos académicos con el edificio anterior de Bandera, el nuevo Frontón de Pelotas de barrio San Diego había comenzado a ser utilizado por los deportistas hacia el último trimestre de ese mismo 1903, según parece, aunque los trabajos para concluirlo se extendieron durante gran parte del año siguiente. La idea de los organizadores era presentarlo como un recinto definitivo para el jai-alai, más profesional y deportivo que el anterior, apartado también de las máculas que tanto pesaron sobre el establecimiento de Bandera, particularmente por el asunto de los apostadores.

La nueva casa deportiva de barrio San Diego sería también la sede del Club Vista Alegre, empresa que “se encargará de resucitar este sports, que tantos adeptos formó en tan poquísimo tiempo” y que, para ello, “ha hecho levantar una especie de coliseo romano -una obra gigantesca realmente- en la calle de Prat esquina de San Carlos”, decía “El Sport Ilustrado” del 1 de noviembre de 1903 (citado por el archivo de Santiago a Pie - Chile con Historia). Y continuaba informando al respecto el redactor, quien firmaba como Timonel:

En este local, aparte de tener una inmensa cancha para jugar la pelota (sin apuestas mutuas, por descontado) habrá un gran salón de esgrima y otros salones más, destinados a diversos juegos de fuerza y destreza, baños inclusive.

En tal concepto, nosotros estimamos que los empresarios entienden algo mejor su negocio y en vez de concitar el anatema social, llegarán a rodearse de las simpatías del público.

Entrando en detalles, el nuevo Frontón de Pelotas era el más grande de los que habían existido en Chile hasta entonces. El zócalo ofrecía ya entonces algunos espacios para el comercio, con sus accesos dispuestos en grandes arcos. Interiormente, contaba con una pequeña platea y balcones en los altos tipo corral de comedias, solución visible en varios teatros de la época. Para protección de los concurrentes, se instalaron también rejas metálicas de malla, precaución bastante sensata considerando que la pelota vasca es un deporte conocido por estar entre los primeros lugares de velocidad alcanzada por la bola, disputando esta marca con el bádminton y el golf.

Otra nota con imagen de las graderías del Frontón Santiago en revista "Sucesos", noviembre de 1905, esta vez reporteando un torneo gimnástico y de esgrima.

Interior del edificio del Frontón Chile en Arturo Prat, cuando ya era Skating Rink en 1910, con unos patinadores abajo. Imagen publicada por revista "Zig-Zag" del 14 de mayo de aquel año.

El edificio en donde estuvo el Gran Frontón Santiago, el Skating Rink y el American Cinema, ya en 2017, en la esquina de Arturo Prat con Alonso de Ovalle, cuando recién comenzaban los trabajos de restauración que le dieron a la fachada del inmueble el actual aspecto remozado y en sobrio color gris.

El viejo edificio que albergó al Frontón Chile, luego al Skating Rink y, finalmente, al American Cinema en la esquina de Arturo Prat con Alonso Ovalle. Acababa de ser restaurado en junio de 2018.

A poco de iniciar servicios, el centro deportivo ya contaba  con el prometido salón de esgrima y un gimnasio de boxeo, además de otras cómodas dependencias. De hecho, el pugilismo estuvo presente en este edificio por varios años, durante la época clásica del mismo deporte. El primer gran peleador en la casa fue el campeón Heriberto Rojas, uno de los padres del boxeo profesional chileno, cuando combatió con el temido y experimentado James Perry el 13 de agosto de 1905, derrotándolo por K.O. tras varios asaltos en una jornada histórica, con un brinco profesional enorme para Rojas y para la misma actividad. El boxeo volvería al mismo recinto en varias ocasiones posteriores, cuando era ya el American Cinema.

También cabían la bondad y la actividad social en el nuevo Frontón Santiago: el domingo 19 de noviembre de 1905, por ejemplo, se realizó en él una fiesta artística y deportiva del directorio de las Escuelas de Proletarios, a beneficio de la institución. En la ocasión hubo torneos gimnásticos y de esgrima, además de presentaciones de artistas como la estudiantina de los alumnos del Instituto de Ciegos, ejecutando algunas piezas musicales.

Por otro lado, si desde su debut la sala de Arturo Prat había recibido a mucha de la actividad deportiva que se realizaba antes en el edificio de Bandera y en otros frontones menores, esta no era la única que le daba vida: varios espectáculos, celebraciones y compañías artísticas ofrecían allí también sus programas y presentaciones, al aproximarse el Centenario Nacional. Mario Cánepa Guzmán, por ejemplo, indica en “La opera en Chile. 1839-1930” que el Frontón fue, en plenas Fiestas Patrias de 1910, lugar de un magno y novedoso evento bataclánico y social:

...y por primera vez Santiago tuvo un espectáculo que en cualquier otro momento habría causado escándalo y se habría decretado su prohibición. Se trataba del Folies Santiaguino, ubicado en Arturo Prat 100, con chansonettes francaises, bailes flamencos, gatos, cake walk, malabarismo, biógrafo y orquesta de cuarenta profesores. Todo aquel paraíso de vida moderna valía cuatro pesos por caballero con derecho a una señorita gratis, siempre que él la llevara. El consumo bebestible era el champagne.

Sin embargo, el estigma del jai-alai como deporte contaminado por las apuestas continuaba pesando sobre el prestigio del Gran Frontón de Pelotas y en el propio juego. Había sido imposible apartarlo de tal tradición lucrativa, dejando de acoger a las jornadas de pelota vasca hacia 1910.

Ya desde el año anterior o poco después, el mismo edificio había comenzado a servir en horas diurnas como pista de patinaje para familias copetudas, adoptando la característica que definiría el rol en la próxima vida del mismo edificio. Tras la descrita activa vida consagrada a la práctica de la pelota vasca, entonces, el edificio de Arturo Prat con Alonso de Ovalle pasó a ser del Skating Rink de Santiago, principal centro de patinaje de la alta sociedad en el mismo período del Centenario Nacional... Pero esa será una próxima historia. ♣

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