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EL PRIMER GRAN FRONTÓN DE PELOTA VASCA EN LA CAPITAL

 

El antiguo del Gran Frontón Chile de Bandera con Santo Domingo, primer galpón de pelota vasca antes de mudarse la actividad a barrio San Diego. Fuente imagen: revista "Sucesos" (1904). La cúpula con chapitel atrás corresponden a la Catedral de Santiago, recientemente terminada por entonces.

La práctica de pelota vasca estuvo presente en Chile desde tiempos del descubrimiento, en gran medida gracias a la llegada de los euskeras que venían con las primeras expediciones castellanas al territorio. Además, Diego de Almagro y Francisco Pizarro habrían sido muy aficionados al juego, según las crónicas del Inca Garcilaso vertidas en sus "Comentarios reales de los incas", de 1609. Presente así desde siglos coloniales, entre los últimos años bajo dominio hispánico y los primeros de vida independiente hubo también una cancha de pelota para la práctica, en el sector del actual Mercado Central de Santiago.

La capital chilena, como el puerto de Valparaíso y la ciudad de Concepción, experimentarán un resurgimiento del interés por el deporte de la pelota vasca hacia fines del siglo XIX. Ya en 1884 había sido construido el Frontón García Ballesteros, recinto deportivo que funcionó al oriente de Santiago hasta 1922. Siendo todavía popular hacia el 1900, entonces, habían sido inaugurados a continuación el Frontón de la Plaza Euskara, en Concepción, y el Irurak-Bat a cielo abierto en Valparaíso, en la ex Plaza de Toros de la calle de Jaime, hoy avenida Francia.

Sin embargo, fue con la apertura del nuevo Frontón Chile en el Santiago de 1903, cuando la disciplina recibió su necesario gran impulso en la sociedad capitalina. Este edificio había sido construido a mediados de aquel año y casi contra reloj, en la esquina suroriente de calle Bandera con Santo Domingo, al final de la cuadra del 500. Fue levantado y abierto por el empresario y también ex jugador de estas disciplinas, don Primitivo P. Acera. El complejo de juegos ocupaba un terreno que pertenecía a don Enrique Delpiano, dueño y editor de los periódicos "El Chileno" y "La Tarde", con imprentas en el mismo sector de la cuadra. Delpiano tomó una participación en la misma empresa deportiva.

Una fotografía de la alta e imponente fachada del Frontón Chile, con proporciones y diseño excepcionales en la arquitectura deportiva y popular de esos años, se ve en la revista “Sucesos” del 11 de julio de 1903. Esta gaceta anunciaba al público:

Como en Valparaíso y otras ciudades de la República se ha difundido también en la Capital el gusto por esta clase de sport y tanto que se ha construido en la calle de Bandera un espacioso y cómodo local.

El juego en sí no tiene nada de vituperable, antes bien es entretenido, interesante y requiere en los jugadores una ligereza extraordinaria.

Por su parte, la revista "Pluma y Lápiz" de 12 de julio publicaba el siguiente comentario a favor del Frontón Chile, dando aviso de su apertura y abordando desde ya el fantasma de denuncias que pesarían durante largo tiempo sobre este deporte:

Se anuncia para el Domingo próximo el estreno del Frontón de pelotas, levantado con todo lujo en poco más de tres semanas en la calle Santo Domingo esquina de Bandera.

Sin aceptar por de pronto los rumores que circulan, a propósito de la discutida moralidad del nuevo sport, a cuyos empresarios se atribuye el designio de establecer las apuestas mutuas y hasta los remates, bajo el pretexto de parecer inocente de los simples juegos de pelotas, nosotros nos prometemos estudiarlo concienzudamente en su forma y en su fondo, dando a nuestros lectores las informaciones gráficas más completas sobre la nueva diversión que viene a incorporarse desde ahora a las costumbres santiaguinas. No obstante los contradictorios datos que obran en nuestro poder, queremos pensar que el señor Delpiano, propietario del terreno en que se ha levantado el referido Frontón, no consentirá que se explote al público de Santiago en un sitio de su propiedad y bajo el auspicio de la propaganda de La Tarde y El Chileno en la forma nada correcta que se anuncia por los iniciados en la industria del pelotarismo.

Llamado por lo general Gran Frontón Chile, Gran Frontón de Santiago, Club Atlético o Club de Pelotas, el edificio de Bandera era techado, con tribunas y elegantes palcos de balaustras y arcadas. El deporte se practicaría allí todos los domingos y festivos como mínimo, con enorme concurrencia y acogiendo de este modo a las actividades deportivas que, hasta entonces, sólo contaban con más bien pequeños e incompletos gimnasios, como el caso del mencionado Frontón García Ballesteros de Providencia, además de estar reservado a la sazón al interés de pequeños círculos de practicantes.

El muro de pelota vasca y juego de saque en la ex Plaza de Toros de Valparaíso, en imagen publicada por la revista "Sucesos" en agosto de 1902.

Otra imagen más completa del Gran Frontón Chile, en la revista "Pluma y Lápiz" del 5 de julio de 1903.

Jugador de jai-alai en la portada de la revista "Pluma y Lápiz", 19 de julio de 1903.

El Gran Restaurant Frontón Chile estaba ubicado enfrente de la cancha de pelota vasca de calle Bandera. Aviso publicado en "La Lira Chilena" del 26 de julio de 1903.

Pero, con la apertura del nuevo gimnasio, la atracción de público y jugadores fue instantánea. "Se ha despertado en esta capital un gusto tan grande por esta clase de sport que los aficionados, ya muy numerosos, acuden sin que nada pueda detenerlos a presenciar los juegos", declaraba la revista "Sucesos" siguiente a la inauguración de la amplia cancha. El mismo medio decía que los empresarios del local y sus jugadores "están haciendo su agosto, pues domingo a domingo se llena por completo de por sí vasto recinto".

Entre los cerca de 12 principales pelotaris o jugadores de pelota del flamante Frontón Chile, unos de origen vasco y otros nativos, en esos primeros momentos destacaban figuras como el joven Albelardo Zalacaín y Ambrosio Medriguren, este último célebre en el circuito de Europa e Iberoamérica, especialmente por sus participaciones en Brasil. También estaban allí los diestros peloteros Echevarría, Núñez y Altolaguirre, entre varios más que se irían sumando al grupo.

Así las cosas y con la celebrada buena asistencia del público, "Pluma y Lápiz" del 19 de julio de 1903 informaba así sobre la apertura del nuevo centro deportivo de calle Bandera, nuevamente anticipándose a las acusaciones por las apuestas:

Los introductores -digámoslo así- del flamante espectáculo que en España y la República Argentina ha sido causa durante algunos años de un verdadero desborde de apuestas mutuas, -desborde al cual han debido poner dique los mismísimos gobiernos de ambos países-, restringiendo su funcionamiento y hasta prohibiéndolo en absoluto, los introductores de esta nueva industria en Chile, repetimos, han sido los señores Juan M. Berra y Primitivo P. Acera, cuyos retratos publicamos.

El primero, el señor Berra, es el organizador, diríamos técnico del referido sport. Antiguo pelotari, hoy retirado del juego activo por efecto de la edad, ejerce hoy las funciones más descasadas, aunque no menos lucrativas de director de cancha y juez encargado de calificar las jugadas. El señor Berra ha desempeñado igual papel en los frontones de Brasil y de la República Argentina, así como también en el que ha venido funcionando en Valparaíso desde 1902 hasta mayo último. En su juventud fue un pelotari diestro y famoso; ahora es un experimentado organizador de frontones y un juez que, con rara competencia y escrupulocidad dirige los partidos y las quinelas que el mismo forma o combina.

Dáse el nombre de partidos en el nuevo sport a las jugadas que, constando de 25 a 30 tantos, se organizan entre dos bandos de pelotaris que apuestan a quien los hace primero. La quinela es un partido más corto de 6 tantos, que se juega por 5 o 6 pelotaris individualmente. Como en los grandes partidos, el pelotari que logra hacer primero que los otros ese número de tantos, es el que gana la apuesta. En tal caso se le denomina ganador y al que sigue de inmediato placé. La combinación del juego para las apuestas es idéntica a las de las carreras de caballos; de tal suerte que en el frontón se venden boletos de ganadores y placés lo mismo que en el Club Hípico, liquidándose después de cada jugada.

La empresa se reserva el diez por ciento del valor total de las sumas que se cruzan, como honorario de su trabajo y de los elementos que pone a disposición del público para facilitar las apuestas.

Los buenos efectos de la presencia del Frontón Chile en la cuadra también fueron inmediatos para el comercio, dada la convocatoria de público que lograba. De este modo, el restaurante de don Pedro Guzmán ubicado en Bandera 520-530, justo enfrente de la imprenta de "El Chileno" y casi del mismo recinto deportivo que recién estaba siendo concluido en aquel momento, adoptó el nombre de Gran Restaurant Frontón Chile, impregnándose un poco de su popularidad y ofreciendo así el "rico caldo para los débiles" que era su especialidad.

Sin embargo, la actividad de aquel promisorio Frontón Chile de todos modos  se vio opacada por las apuestas ilegales, desde antes de abrir siquiera. En cierta forma, las denuncias y algunas reacciones histéricas arruinaron de inmediato el ambiente, situación por la que no tardaron en protestar el promotor fiscal y algunos medios de comunicación alineados con los críticos más acérrimos del jai-alai.

Imagen de la jornada inaugural del Gran Frontón Chile, en la revista "Sucesos".

Cancha del primer Frontón Chile de calle Bandera en su día inaugural, junto a un jugador de pelota vasca. Fuente imágenes: revista "El Sport Ilustrado", 1903.

Los fundadores del Gran Frontón Chile en revista "Pluma y Lápiz", 19 de julio de 1903.

Jugadores de pelota del Frontón de Santiago en la revista "Sucesos", agosto de 1904.

Desde sus respectivas páginas, decidirían hacer lo propio revistas como “Sucesos”, en la misma nota ya citada y en otras posteriores de 1904. Allí advertía a sus lectores de la persistencia del vicio y de los intentos municipales por frenarlo, esfuerzos que llegarían incluso a instancias ministeriales:

Pero lo lastimoso del asunto es que bajo esa capa de agradable pasatiempo se congregan numerosos apostadores, contraviniendo de este modo las disposiciones legales pertinentes.

Entre nosotros, la Municipalidad se ha preocupado de esto y actualmente pende de ella un proyecto de acuerdo tendente a evitar el abuso de las apuestas mutuas.

Poco después, la misma revista volvía a la carga contra el recién inaugurado edificio, reclamando en la edición siguiente a la apertura del Frontón Chile:

¡Lástima grande que no sólo sea este lo que atrae a muchos, sino la ocasión de hacer apuestas, cosa estrictamente prohibida por las leyes!

El día de la inauguración las cantidades apostadas subieron de 50.000 pesos, cifra por cierto demasiado elocuente para que pueda por ella apreciarse el fin de muchos asistentes.

Como dato curioso, sin embargo, puede verificarse revisando números anteriores que, hasta poco tiempo antes de la apertura del recinto santiaguino, la misma revista porteña había tenido expresiones bastante complacientes y halagüeñas para con el frontón pelotero de la ex Plaza de Toros de Valparaíso, en donde tuvieron lugar las mismas prácticas de las apuestas y muchas de ellas de manera no pública.

Sin miedo al exagerar, podemos decir que realmente hubo una cruzada periodística y moralista en contra del centro de pelota vasca de Santiago. Sin embargo, los organizadores seguían contando el apoyo y los auspicios de los periódicos del señor Delpiano. Además, acusando recibo a los ataques contra los pelotaris, la misma revista "Lápiz y Pincel" que tanto elogiaba a los impulsores del Frontón Chile, después publicaría una curiosa carta abierta a su empresario, en septiembre de 1903, escrita en versos por el periodista Pedro Gil y Rosas, usando el alias Antuco Antúnez:

Señor de mi estimación:
dice la voz general
que gana usté un dineral
con su famoso frontón,
en lo que a mi parecer
no hay nada de reprobable.
¿Trabaja usted? Pues no es dable
que lo haga para perder.

Pero como eso le nimba
de una aureola de hombre ducho,
la prensa ha dado, no ha mucho,
en fregarle la cachimba.

Y está dándole la lata
y pidiéndole a rabiar
que deje usted de jugar,
es decir, de ganar plata.

Y como usted se hace el sordo
y el clamor no le desvela,
y entre quinela y quinela
sigue echando el vientre gordo,
el han armado a usté un bochinche
(e muda pide rima)
y quieren írsele encima
y aplicarle la ley Linche...

Y, concluyendo su defensa de la actividad del Frontón Chile, el autor terminaba aquella copla con estos versos de cierre:

¡Ea, que siga la fiesta
mientras haya para esto,
tontos que caigan al cesto
y pelotas a la cesta!

Sin embargo, al terminar siendo prohibidas sus apuestas y pensando -por igual- sobre el mismo recinto la mirada inquisitiva de las autoridades y el desprestigio procurado por los adversarios de la pelota vasca, la sociedad propietaria decidió poner fin al galpón de calle Bandera cuando llevaba recién unos dos años de funciones. El escándalo había trepado tanto ya que "El Diario Ilustrado" del sábado 13 de octubre de 1903 editorializaba contra la tolerancia en el medio judicial (citado por Mauricio Segovia Araya en su tesis "El Derecho en Chile a través de los editoriales de El Diario Ilustrado. 1902-1907"), revelando el pésimo lugar de decoro que ocupaba la actividad del Frontón Chile:

Hay en Santiago un funcionario del orden judicial prevaricador y que se ha hecho celebre defendiendo a criminales; defensor de los cafetines de asiáticos y de las casas de juego como el Frontón de Pelotas; que ahora ultimo ha amparado una cocinería donde se vendían licores sin tener patente para ello contra los empleados de la Inspección de Alcoholes y que siendo el encargado de velar por la moralidad pública, siempre ayuda a los que la conculcan.

El Frontón Chile cerró y fue reemplazado por nuevos proyectos residenciales: los terrenos pasaron a ser propiedad del empresario Guillermo Schacht y, en su lugar, se alzó un inmueble ya inexistente, de cuatro pisos y abarcando los números 547 a 599, con zócalo destinado a comercio y, al parecer, altos usados por la hotelería en alguna época.

No obstante, al mismo tiempo se estaba construyendo ya un gran edificio en calle Arturo Prat con Alonso de Ovalle, que sería futura sede del teatro The American Cinema y otro hito en la historia de los espectáculos de los barrios de calle San Diego. Hasta este segundo Gran Frontón pudo trasladarse toda la actividad de los pelotaris de Santiago, también con positivos resultados. ♣

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