Uno de los salones y centros culinarios más extrañamente escondidos entre las fachadas de Santiago Centro era el Círculo FORDIPRECA, club social de los jubilados vinculados a la Dirección de Previsión de Carabineros de Chile (DIPRECA) que estaba en calle Santo Domingo 1060, entre Bandera y Puente, enfrente del Edificio Gasco. Esto era a sólo una cuadra y media de la Plaza de Armas. Por décadas podía identificárselo solamente por sus carteles y pizarras anunciando los platos del día afuera, en el acceso de puertas escalonadas y baldosas formando una estrella octogonal. Fueron el principal indicador para el transeúnte de que aquella es la estrecha entrada hacia los espaciosos comedores dentro del suntuoso y elegante edificio.
El establecimiento había partido su vida comercial como casino de la sede y hogar social del Círculo de las Fuerzas de Orden en Retiro de la Caja de Previsión de los Carabineros de Chile, llamado FOR-CAPRECA. Este centro había sido fundado el 11 de junio de 1940 y se encontraba asociado en Santiago a los usuarios de aquella antigua caja de previsional de carabineros, la que había sido creada unos ocho años antes.
La inauguración formal de la espaciosa sede de Santo Domingo se realizó a las 11 de la mañana del sábado 13 de julio siguiente, con cerca de 500 concurrentes y bajo los auspicios del director general de la Caja de Previsión de Carabineros, don Luis Brun D'Avoglio, quien recibió las llaves del local en la ocasión. Antes de su llegada allí, había tenido su local y sede en el mismo sitio la Sociedad Unión Gremio de Lecheros, lanzando en este lugar su periódico mensual "U.G.L." en septiembre de 1937, por ejemplo.
Al acto de apertura de la Caja en el edificio, circunspecta fiesta con discursos en la que hubo una orquesta que tocó también el Himno Nacional, fueron invitados el presidente de la República don Pedro Aguirre Cerda, quien envió en su representación al edecán civil Armando Rodríguez Quezada, además de ministros de Estado, el intendente Ramón Vergara Montero, altos jefes de Carabineros de Chile, Gendarmería de Prisiones, Investigaciones e Identificación y los miembros del Honorable Consejo de la misma Caja de Previsión.
La idea del Círculo era reunir en una exclusiva ayuda mutua a ciudadanos que habían pertenecido a cuerpos de policías, carabineros, gendarmes, agentes investigaciones y de identificación. Su primer directorio, presentado durante aquel encuentro, estaba presidido por don Ventura Maturana Barahona (quien estuvo varios años en el cargo), seguido de los vicepresidentes Arturo Norambuena y Luis Caballero, mientras que Manuel Riquelme Pareja asumía como secretario general, y como directores Eduardo González Méndez, Filidor Molina Fuentes, Pedro Bravo Rosales, Pedro Martínez Espinosa, Mamerto Padilla y Francisco Hinojosa Valenzuela.
El llamado para concesionarios del elegante comedor y la cantina del Círculo se había formulado desde poco antes de inaugurado el hogar social, hacia fines de junio aproximadamente. Las propuestas debían presentarse ante el administrador en el mismo establecimiento hasta el 30 de ese mes, pero el llamado fue extendido hasta julio siguiente, poniéndose en marcha muy poco después este estupendo casino. Desde ese momento, el bar y restaurante se volverían el lugar más concurrido y activo dentro del mismo hogar social.
Ya en noviembre de 1944, se extendieron en el club servicios tales como el de vacunación para los socios y familiares, además de implementarse en ella, a inicios del mes siguiente, el servicio médico de la Policlínica Julio Bustamante Lopehandia, implementada en alguna parte del mismo edificio. El casino se ofrecía también para banquetería y como café centro de reuniones.
De estilo neoclásico francés, de dos pisos y media mansarda, el enorme inmueble debió haber lucido esplendoroso a la sazón, incluso dentro de tan histórica cuadra, representando en su plenitud la arquitectura europeísta de su tiempo. Los pensionados de cada institución comprometida en el Círculo tenían su secretaría allí. Parte de las dependencias en los altos fueron arrendadas también a abogados, academias de sastrería y otros profesionales, hacia mediados del siglo.
Rondaban algunos mitos sobre el establecimiento, sin embargo: según sostuvieron siempre los diferentes directores y administradores, la arquitectura del edificio databa del 1880, aunque es claro que su fachada pertenece más bien al período del Centenario. También estaban convencidos de que habría sido levantado sobre un terreno que perteneció en algún momento a la familia de los heroicos hermanos Carrera Verdugo y que incluso pasó por la residencia doña Javiera, hacia sus últimos años de vida. En el Círculo había quienes creían, de hecho, que el propio edificio pertenecía a la familia Carrera, algo que no puede ser real, evidentemente.
Anuncio de la apertura del hogar social del Círculo, en el diario "La Nación" del 13 de junio de 1940.
Imagen y comentarios sobre la inauguración en el mismo periódico, en el día siguiente. Algunos de los asistentes retratados al interior del local.
Vista del acceso al Círculo FORDIPRECA hacia el año 2010.
Aspecto general del edificio sede del Círculo en calle Santo Domingo, por la misma época de la imagen anterior.
A pesar de las inexactitudes, por aquella última razón fue que, en la oficina central del club y frente al hall, hubo desde nadie sabía cuándo la gran reproducción de un famoso retrato al óleo del general José Miguel Carrera, acompañado de uno de Manuel Rodríguez en la misma sala y parece que con otros retratos de algunos de los hermanos del prócer en las oficinas secundarias. Lo que sí podría ser cierto, sin embargo, es que el palacete haya estado relacionado con el general Carlos Ibáñez del Campo, precisamente el fundador de Carabineros de Chile, dispuesto para sus pensionados y después definitivamente cedido al centro institucional por su viuda, doña Graciela Letelier de Ibáñez, aunque tampoco pudimos confirmar este dato. Además, la calle Santo Domingo siempre fue importante por haber allí sede, cuarteles y direcciones de grupos de la misma institución de carabineros.
Además del salón y casino principal y los servicios mencionados, el Círculo mantuvo siempre en el complejo la oficina administrativa del club social, una biblioteca, una peluquería dispuesta allí para los socios (toda una oda a las clásicas barberías que también funcionaron en Santiago, alguna vez), y otras dependencias para el descanso, ocio y recreación.
Se llegaba al espacioso restaurante o casino cruzando el vestíbulo y sala central, por un costado. A la derecha del restaurante se encontraba una sala menor tipo reservado y mucho más elegante que el resto, con lámpara colgante, usada de preferencia por el directorio. Más allá de la misma estaba el salón del bar, de grandes dimensiones, y al fondo las cocinerías.
Aunque -por su propia naturaleza- lo haría con mucho menos desenfreno que otros famosos clubes del Santiago de entonces, el local fue conocido desde sus inicios hasta los años sesenta, cuanto menos, por sus bailables y veladas sociales, organizados tanto por miembros del club como en servicios para particulares. También fue auditorio de reuniones como la del Comité de Defensa de Consumidores del Gas de Santiago en febrero de 1942, realizada contra el alza del producto, probablemente aprovechando que quedaba justo enfrente de la Compañía de Gas. Otras reuniones de corte más institucional fueron las de 1947 por parte del Comité Pro-Mejoramiento de Montepíos de las Fuerzas Armadas. Desde principios de ese año hubo varias de los miembros pensionados de FOR-CAPRECA, discutiendo sobre los proyectos de mejoramiento económico que se presentaron por entonces.
El salón principal, acaso la médula del edificio, siempre fue de gran altura y con buenos accesos de luz natural durante el día. La distribución de mesas siempre fue prolija, pulcra, y contó antaño con una tarima de madera situada en la parte frontal de este espacio a modo de escenario, más un elegante palco o balcón en lo alto del lado opuesto, de bello diseño tipo coro y con balaustras. Estos detalles revelaban el pasado de este sitio como sede de encuentros más alegres y fiestas. Decían, además, que desde aquel balcón tocaron en vivo las orquestas y que se hacían discursos en las manifestaciones sociales de tono más político.
Hubo allí curiosas celebraciones de connotación esotérica, como la del Centro Lumina Rosacruz "Elie Artista", a las 20 horas del jueves 29 de septiembre de 1949, "para auspiciar la llegada del Gran Instructor de la Era Acuariana Kut Humy" (mahatma Koot Hoomi). En la ocasión habló el maestro teosófico Pedro Álvarez Muñoz y se realizó un acto literario. Y entre las celebraciones netamente políticas, figuró la exitosa proclamación del candidato a diputado Humberto Matones Morales, a inicios de febrero de 1953. Llevado por el Partido Democrático del Pueblo, el empresario y político ibañista ganó el preciado asiento en la Cámara, representando por cuatro años a la Séptima Agrupación Departamental Santiago.
Entre las reuniones que incluyeron baile y fiesta estuvo la del Club Social y Deportivo Los Gobelinos en la noche del sábado 17 de diciembre de 1955, a propósito del concurso de la reina para las Fiestas de la Primavera y las candidatas llevadas por las propias grandes tiendas comerciales de ese nombre. La celebración con bailable y coronación de la ganadora comenzó a las 21 horas: tocaron en la divertida vigilia el trío musical Los Flamingos y el quinteto folclórico Los Kings.
Años después, el lunes 32 de agosto de 1959, se realizó en el mismo sitio la apertura
del Segundo Congreso de Jubilados de Chile, convocado por el Comando Nacional de
Jubilados, Pensionados y Montepiados. Muchos otros encuentros parecidos tuvieron lugar y ocasión allí, durante el mismo período de años.
En 1976, la vieja y desgastada caja previsional desapareció. El departamento reestructurado y bautizado ahora como la ya señalada Dirección de Previsión de Carabineros, por lo que el Club Social también se reformuló y pasó a ser llamado también FORDIPRECA, pues aún pertenecía al círculo de Fuerzas de Orden en Retiro (de ahí el FOR). El centro respectivo y su casino serían denominados desde entonces Club Social Círculo FORDIPRECA.
Hall del edificio y acceso a las escaleras, cuando ya estaban cerradas con cadenas y alambres tras el terremoto de 2010.
Salón principal del casino durante su última década, en donde antes tenían lugar los bailables. Se ve el hermoso balcón artístico.
Vista opuesta del mismo salón del casino hacia el norte, por el lado de su acceso.
La sala lateral de los comedores, más reservada y pequeña, y un plato de las sencillas pero famosas empanadas fritas del local, con salsa picante.
La amplia barra y sus repisas de botellas en la cantina, sala al costado del comedor.
Sin embargo, a la sazón había caído al ocaso ya la diversión nocturna y las capacidades de reunión, dadas las restricciones dictatoriales imperantes. Ante este panorama, el salón de Santo Domingo debió conformarse con operar principalmente con sus servicios diurnos como bar y restaurante, dejando cada vez más atrás sus enredos con la feliz bohemia de antaño, modelo recreativo que también se encontraba en decadencia, por desgracia.
A pesar de todo, todavía era arrendado por entonces y durante las décadas siguientes para alguna clase de encuentros como matrimonios o celebraciones. En algún lugar del recinto, además, quedó anclado también un piano desafinado que antes había servido para animar tarde y noches dentro del Círculo FORDIPRECA, de modo que algunos ecos de esos recuerdos de grandes festejos permanecieron dentro del club.
Siempre administrado por concesiones, el restaurante se orientaba a la comida típica o popular chilena: prietas, cazuela, porotos con longaniza, pernil con papas cocidas y el tradicional pescado con ensalada a la chilena; también chuletas, lomo y bistec a lo pobre; y pollos al coñac, al champiñón o asado simple con arroz. En sus últimos tiempos mantuvo también muchas características de picada, siendo especialmente conocidas sus empanaditas fritas rellenas de pino o queso, vendidas en platos de a seis y a precios muy convenientes, acompañadas por salsa picante. Las cazuelas del local fueron bastante solicitadas e infaltables, por lo demás. Desde la amplia barra, en tanto, salían vasos de vino tinto, pipeño, ponches, pisco y otras preparaciones con más refinamiento.
Un par de meseras atendían toda aquella gran sala en su último par de decenios, alternando según el orden de entrada de cada grupo de clientes. Un timbre sonaba desde el espacio del bar cada vez que un plato de los pedidos o comandas estaba listo y debía ser retirado. En general, iba toda clase de gente a sus comedores, pero llaman más la atención y destacan por su número los funcionarios retirados de carabineros, esos de la vieja escuela que preferían tal rincón con sus ex camaradas de armas antes que los cafés frecuentados por los jubilados por el Paseo Ahumada. Entre copas, tazas cafés y arrollados al pan o acompañados con puré picante, lo que uno escuchará aquí en sus entretenidas tertulias eran, principalmente, temas tales como recuerdos de la época del tranvía y el trolebus, la epopeya del Mundial del 62 o las memorias alguien que viajó a la Antártica.
En tanto, parece haber sido en una de las salas del mismo Círculo en donde el antaño afamado y adinerado productor de boxeo de los años ochenta, el cubano-español Ricardo Liaño, intentó anunciar a los medios de comunicación la puesta en marcha de su delirante proyecto de un Mundial Deportivo Anti-Drogas, con el que pretendía salir de la triste oscuridad en la que había caído en el ocaso de su octogenaria vida. Molestando insistentemente a cuantos pudo con llamadas telefónicas y faxes, logró organizar una frustrada rueda de prensa a la que no llegaron ni las ánimas, haciendo naufragar su quimérico plan carente de todo sustento. Esto sucedía muy poco antes de su muerte en total soledad, abandono y miseria, en un cuarto arrendado vecino al Mercado Central. Las escenas de aquel episodio están en el documental "Un hombre aparte" de 2002, de Bettina Perut e Iván Osnovikoff.
El
magnífico inmueble de FORDIPRECA permaneció esperando urgentemente una buena echada de manos,
especialmente tras el terremoto de febrero 2010 que dejó algunas grietas en el
piso inferior y daños considerables en los superiores, al punto de que estos
terminaron con el paso permanentemente clausurado por agresivos alambres de púas y cadenas, cerrando el
paso en la bella escala de madera junto al hall y primera al final del pasillo
del acceso.
Los trabajos de recuperación se postergaron demasiado, no sabemos por qué
motivo, y no era mero pesimismo pensar que hasta se parecía estar en los últimos años
del mismo edificio y de su singular restaurante, a pesar de los esfuerzos de uno de los
últimos administradores del Círculo allí, don Manuel Barrientos
Soto.
En los años finales del restaurante y centro de eventos, este competía con otros negocios cercanos como el Entre Mesas, que también atraía público hambriento justo al lado de la entrada a FORDIPRECA, antes de ser convertido en un restaurante chino en 2012. Mientras pudo resistir, el casino del Círculo siguió constituyendo una buena experiencia para beber alguna cerveza en días calurosos o vinito navegado en las tardes frías, acompañado con las famosas empanaditas de queso del club, echando vapores sobre la mesa.
Pero, ya cerrando su ciclo como todo círculo hace al final de su perfecto trazado, tras 80 años allí el Círculo de los pensionados abandonó aquel céntrico y agotado castillito de Santo Domingo 1060, poco antes de dispararse la pandemia del Coronavirus. El casino desapareció del lugar sin que llegara algún reemplazo en el mismo rol y ambiente de su viejo salón, pero al menos se conserva en pie el edificio. ♣
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