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LA SALA ANTONIO VARAS DEL TEATRO NACIONAL CHILENO

El Teatro Experimental de la Universidad de Chile fue fundado y dirigido en 1941 por el profesor Pedro de la Barra, integrando un grupo de estudiantes del Instituto Pedagógico para dar forma a la flamante compañía. Influido por la presencia en Chile de la actriz española Margarita Xirgú, De la Barra reorientó para tales efectos al Conjunto Artístico Pedagógico (CADIP), que había hecho debutar el 1 de agosto de 1934 con la obra  "Estudiantina", de Edmundo de la Parra.

En aquella primera generación del Teatro Experimental de 1941 estuvieron personajes de asegurada alta talla cultural, como Fanny Fischer, Oreste Plath, Enrique Gajardo, Aminta Torres, Hilda Larrondo, Domingo Piga, Roberto Parada, Pedro Orthus, Óscar Navarro, Óscar Oyarzo, Chela Álvarez, Kerry Keller, María Maluenda, Eloísa Alarcón, José Angulo, María Cánepa, Héctor Rogers, José Ricardo Morales, Bélgica Castro, Coca Melnick, Moisés Miranda, Rubén Sotoconil, Abelardo Clariana, Agustín Siré, Inés Navarrete, los hermanos Héctor y Santiago del Campo, Edmundo de la Parra, Gustavo Erazo,  Héctor González, Luis H. Leiva, Jorge Lillo, Domingo Tessier y Flora Núñez.

Su refundado elenco universitario tendría su debut en el Teatro Imperio con la obra "La guardia cuidadosa" de Miguel de Cervantes, el 22 de junio del mencionado año. Actuaron en la ocasión Roberto Parada, Pedro Orthus, Bélgica Castro, Domingo Tessier, María Maluenda, Rubén Sotoconil, Emilio Martínez y Domingo Piga, dirigidos por Jorge Lillo y con escenografía de Héctor del Campo. Este debut sería seguido por la pieza "Ligazón", de Ramón del Valle Inclán.

Entre otras renovaciones y actualizaciones que incluyó De la Barra en el promisorio Teatro Experimental, estaba la inclusión de una narrativa social en las obras y la incorporación de un sentido estético del teatro. Este último tópico provenía de la influencia de grandes dramaturgos europeos, principalmente alemanes, franceses y rusos.

Sin embargo, mientras el Teatro Experimental lidiaba con la falta de espacios propios, sucedía que en la dirección de Morandé 25, a pasos del Palacio de la Moneda y justo enfrente de lo que hoy es la Plaza de la Ciudadanía, el entonces llamado Edificio de la Caja de Ahorros recién construido bajo influencia de la arquitectura monumental e institucional del post art decó, había dispuesto para sí de una sala teatro en su primer nivel, la que debía cumplir también con objetivos de interés corporativo e institucional. Ese mismo año, además, se creaba por decreto el Banco del Estado, por lo que el edificio y su sala iban a quedar rápidamente en control de la empresa estatal allí en Morandé con Alameda Bernardo O'Higgins, vecina a la casa central del mismo banco.

El edificio contaba también con una gran sala artística en el segundo piso, la que fue ocupada como auditorio de la Radio Corporación durante varios años, volviéndose un importante centro de eventos musicales y bailables del Santiago clásico. Ya hemos hablado de este espacio desaparecido en el lugar, en otro artículo de este sitio. De alguna manera, entonces, el edificio tendría casi desde su origen cierta atracción importante para la bohemia y las expresiones artísticas de la época.

Quiso adaptarse la sala del primer nivel a una nueva propuesta de cinema en Santiago, llamada el Gran Cine Persa o Sala Persa. Los hermosos murales con motivos históricos y artísticos mediorientales aún son testimonios de esto, allí en el hall principal del teatro, decorando el foyer. Fueron confeccionados por los muralistas Ernesto Barreda y Luis Meléndez, este último con relevantes trabajos en el Hotel Carrera, el Teatro Continental (hoy Coliseo) y los relieves del llamado Edificio de los Elefantes de calle Estados Unidos con Namur. Una placa con sus nombres está en la pared del mismo vestíbulo teatral, además de los arquitectos Carlos Cruz Eyzaguirre, Escipión Munizaga Suárez y Roberto Cruz.

Pero la Sala Persa no terminaría convertida en sitio de proyecciones cinematográficas. Ni siquiera alcanzó a entrar en funciones de este tipo, de hecho.

Coincidió que, por esos días, la dirección del Teatro Experimental buscaba con urgencia un lugar estable para sus presentaciones, pues había cumplido más de una década ya condenado a tener que estar rastreando vacíos de cartelera en el Teatro Municipal y otros escenarios para poder mantenerse en actividades. "El Experimental necesita sala propia", era la consigna definitiva de esos momentos.

El entonces presidente Carlos Ibáñez del Campo, respondiendo así al manifiesto interés de los académicos de la Casa de Bello y a una generosa propuesta del propio directorio del Banco del Estado, accedió a ceder la concesión y administración del nuevo teatro, rechazando las varias ofertas de compañías cinematográficas que querían arrendarlo. Una entrevista solicitada por De la Barra con el mandatario habría sido crucial para esta decisión en el Palacio de la Moneda.

La noticia fue celebrada en el mundo de las artes y fue un salto importantísimo para el desarrollo teatral práctico conducido por la Universidad de Chile. Tessier recordó una vez la emoción que sentían todos al entrar al lugar y probar con gritos su acústica, con la sensación en el cuerpo de que vivían un sueño.

Cuando la sala pasó formalmente a manos del Teatro Experimental, entonces, la institución lo inauguraría con el mismo nombre de la galería donde se halla, en noviembre de 1954. El nombre de Antonio Varas homenajeaba, además, al ministro fundador de la Caja Nacional de Ahorros en 1861. Este estreno iba a ser, quizá, la segunda presentación más importante y publicitada del grupo teatral después de su debut en el Teatro Imperio, un ya lejano año 1941.

El Teatro Experimental de la Universidad de Chile en sus primeros años, en archivo fotográficos de la casa universitaria.

La Sala Antonio Varas en sus primeros años al servicio del Teatro Experimental de la Universidad de Chile. Imagen publicada en la revista "Ercilla", años cincuenta.

Aviso de prensa anunciando una nueva obra en el Teatro Antonio Varas, por la compañía del Teatro Experimental de la Universidad de Chile, año 1955.

Presentación de la obra "El Alcalde de Zalamea" en el Teatro Antonio Varas, por la misma compañía universitaria, en 1956. Fuente imagen: Apuntes: Teatro de Ensayo de la Universidad Católica, Departamento de Propaganda y Relaciones Públicas. Tomado de Memoria Chilena.

Eventos en las dos salas del mismo edificio de Morandé 25, publicados juntos: sesión musical con Rina Celli y Carlos Manuel en el auditorio de Radio Corporación, y la presentación de "Noche de Reyes" del Teatro Experimental de la Universidad de Chile en su sala del Teatro Antonio Varas. Avisos publicados en "La Nación" en noviembre de 1954.

Otras dos obras el Teatro Experimental en la sala, en los años 1957 y 1959. Avisos publicados en el diario "La Nación".

De esa manera, el estreno del Teatro Experimental en la Sala Antonio Varas tuvo una apertura con ceremonia oficial y primera obra de la compañía allí el jueves 11 de noviembre: "Noche de Reyes" de William Shakespeare, en la versión adaptada por el español León Felipe. La velada incluyó la presentación de los Coros de la Universidad de Chile dirigidos por Mario Baeza, la Orquesta Sinfónica Nacional con Víctor Tevah en la batuta, el cuarteto de cuerdas del Instituto de Extensión Musical (Enrique Iniesta, Z. Fischer, Ernesto Ledermann y Ángel Ceritti), el ballet del mismo Instituto dirigido por Ernst Utthoff con la obra "Alotria" de Strauss, y una nueva presentación del entremés "La guardia cuidadosa" con los mismos actores de hacía 13 años, en el debut del elenco. También se entregaron los premios del Concurso de Teatro Experimental para autores nuevos, más un reconocimiento especia cedido por el Banco del Estado al periodista y comediógrafo Isidoro Bassis Lawner.

El éxito y los elogios fueron rotundos, aunque se diera una incómoda y casi infantil situación que opacó la velada: aunque asistieron a la función autoridades de Santiago, diplomáticas y de gobierno, los directores del Teatro de Ensayo de la Universidad Católica no quisieron estar presentes. Habían devuelto las invitaciones que De la Barra les hiciera llegar como obsequio, al confirmar que sus asientos estaban dispuestos en orden jerárquico en la platea alta, hiriendo sus orgullos: el director Eugenio Dittborn en primera fila, el subdirector Hernan Letelier en la quinta y el subsecretario Tito Heiremans en la séptima.

Aunque aquella actitud de los representantes teatrales de la Pontificia Universidad Católica fue criticada en los medios y hasta ridiculizada por críticos de espectáculos como Yolanda Ross, sería acaso una manifestación más de la rivalidad perpetua que parece haber entre ambas casas universitarias, en muchos aspectos persistente hasta nuestros días. A pesar de esto, hubo otros pacíficos intercambios posteriores entre ambos grupos teatrales, limando las asperezas de esa noche.

Sobre los positivos y promisorios resultados visibles desde ya, la crítica del diario "La Nación" del día siguiente decía:

El Teatro Experimental ha realizado uno de los experimentos más felices en materia artística-cultural. Dio cuerpo y vida al teatro en Chile. Dio seriedad y permanencia a este arte fundamental en el encauzamiento de la emoción y del conocimiento en el pueblo. Pone a nuestro alcance las obras maestras y geniales de todos esos seres privilegiados que pudieron transmitir su mensaje de verdad.

Es cosa magnífica para ser aplaudida si recato, el hecho de que el Teatro Experimental cuente, por fin, con su propio escenario en el Teatro Antonio Varas. Ya no tendrá que andar mendigando al Teatro Municipal y ajustando sus programas a las disponibilidades de sala, siempre variables y discontinuas, del que se ha dado en llamar nuestro Primer Coliseo.

El Teatro Experimental tiene el mérito de haber sido el primero que concibió la idea, audaz para la época, de montar obras de autores famosos y representarlas con propiedad desconocida hasta entonces por conjuntos nacionales.

El Teatro Experimental -seguido luego por el de Ensayo- fue la primera tentativa, exitosa y seria, para hacer verdadero teatro en Chile.

Pedro de la Barra merece todos los estímulos posibles. Ha trabajado, ha luchado, ha estudiado, ha viajado, para afianzar cada vez mejor su obra.

"Noche de reyes" fue dirigida en aquella ocasión por Orthus, quien participó también en el diseño de los vestuarios. La escenografía correspondió a Oscar Navarro, y la coreografía a Andriana Torres, del Instituto de Extensión Musical. El montaje de esta obra incluyó un escenario giratorio, plataformas móviles y un juego escénico con iluminación especial. La música quedó en las responsabilidades del director Rolf Alexander, siendo propia del siglo XVI y ejecutada con instrumentos de la época tocados por el Grupo de Música Antigua, con arreglos de Moisés Miranda. Actuaron María Maluenda, Agustín Siré, Roberto Parada, Héctor Maglio, Jorge Lillo, Domingo Tessier, Shenda Román, Rubén Sotoconil y los entonces debutantes en la compañía Alicia Quiroga, Marés González, Humberto Duvauchelle, Ramón Sabat y Mario Lorca.

La nueva sala de teatro, en tanto, tenía 153 butacas preferenciales (las nueve primeras filas), 228 butacas de platea en el resto de este primer nivel, y 111 plateas altas en el balcón. Los días y horarios que se anunciaron desde ese momento allí eran funciones populares los martes ($100 las primeras nueve filas, $60 el resto de la platea baja y $30 la platea alta); miércoles, jueves y viernes con funciones vermouth a las 19 horas ($250 las primeras nueve filas, $150 el resto de la platea baja y $60 la platea alta); el sábado vermouth y noche; y el domingo matinée al mismo precio popular del martes, además de una función vermouth. Los lunes, en cambio, el Teatro Experimental cedía la sala a los conciertos de cámara.

A fines de ese mismo año, el mismo teatro fue sede del segundo y cuarto día del Segundo Festival Chileno de Teatro, que en esta versión homenajeó al autor Daniel Barros Grez. En la ocasión, correspondió a la sala acoger la presentación de "Como en Santiago" a cargo del Teatro Experimental, el domingo 26, y después "El casi casamiento", el martes 28.

La actividad del año 1955 empezó tempranamente para el teatro. A las 22 horas del viernes 7 de enero se estrenó la comedia dramática "Doña Rosita, la soltera" de Federico García Lorca, obra que había sido dirigida por el exigente Pedro Morthieru, quien había sido invitado por el Teatro Experimental desde su casa en el Teatro de Ensayo de la Universidad Católica. El escenógrafo, en tanto, fue Guillermo Ñúñez. Actuaron María Cánepa, Bélgica Castro, Carmen Bunster, María Maluenda, Alicia Quiroga, Marés González, María Valle, Claudia Paz, Coca Melnick, Clara Brevis, Kerry Keller, Shenda Román, Mario Lorca, Emilio Martínez, Roberto Parada, Agustín Siré, Franklin Caicedo, Enrique Marín y Ramón Sabat.

Vista actual del edificio de Morandé 25, fusionado con la vecina casa central del Banco Estado. El primer piso aún es del Teatro Antonio Varas. El segundo era del Auditorio de Radio Corporación.

Aspecto actual del acceso a la sala teatral y su antigua boletería.

Foyer del Teatro Antonio Varas, con sus murales de inspiración pérsica remontados a cuando esta iba a ser la sala del Cine Persa.

Otra vista de los murales con hermosos motivos persas.

Otra vista de los muros del foyer, en un día con una pequeña exposición de diseño de vestuario dentro del mismo vestíbulo.

Sala y platea del Teatro Antonio Varas en la actualidad, desde el acceso al pasillo norte.

El mismo escenario fotografiado otro día.

Panorámica de la platea baja y alta, vistas desde el sector junto al escenario. Atrás se ve la caseta de control.

La compañía universitaria estrenará en la sala "Todos son mis hijos" de Arthur Miller, una obra con fuerte crítica a la deshumanización en el mundo militar. La función fue a las 19 horas del viernes 24 de junio y estuvo dirigida por Jorge Lillo durante las varias semanas en las que se mantuvo en cartelera, hasta agosto. Actuaron Roberto Parada, Bélgica Castro, Carmen Bunster, Kerry Keller, María Teresa Fricke, Domingo Tessier, Alfredo Mariño, Mario Lorca y el actor infantil Andrés Cruz. La escenografía quedó encargada al entonces debutante Ricardo Moreno, quien había sido incorporado recientemente al equipo como técnico del teatro universitario.

Al mismo tiempo, el teatro inauguraba una exposición fotográfica en el foyer del segundo piso, abierta al público ese día viernes. La muestra se relacionaba con el teatro en los Estados Unidos y fue montada con colaboración de la embajada. Esta disponibilidad del recinto a exposiciones especiales se han conservado hasta nuestros días, especialmente en la sala de los murales del primer nivel.

A pesar de la extenuante actividad de los actores de la Universidad de Chile, el Teatro Antonio Varas lograba hacerse tiempo en la agenda para acoger otros espectáculos doctos como ópera y música orquestal, tal como sucede en nuestros días. En la prensa del año mencionado pueden rastrearse, por ejemplo, la ópera-concierto de "La Traviata" de Verdi, con una presentación extra de compositores nacionales, el lunes 1 de agosto. La Orquesta Filarmónica de Chile también hizo presentaciones en esta sala ya entonces. A inicios del año siguiente llevarían de vuelta al escenario "Noche de reyes".

El domingo 17 de marzo de 1957, el Teatro Experimental de la Universidad de Chile lleva ahora a la sala la clásica obra cómica y de vodevil "El sombrero de paja italiano", del dramaturgo francés Eugène Labiche. Las funciones fueron en horario matinée a las 15.30 horas y luego vermouth a las 19 horas, "con precios excepcionalmente rebajados", anunciaba la prensa.

Para abril de 1958, la compañía entrenó un par de obras con dos elencos diferentes: "La verdad sospechosa", obra clásica de Juan Ruiz de Alarcón, desde el día 1 en vermouth, y "Largo viaje hacia la noche", pieza póstuma de Eugene O'Neill, desde el día 10. Estas funciones comenzaban cuando la temporada del mismo teatro aún no empezaba oficialmente. La primera obra estuvo dirigida por Orthus y la escenografía se encargó a Guillermo Núñez. De la segunda, se supo que los ensayos que para entonces realizaba con los actores el director Morthieru, llegaban a abarcar ocho o diez horas cada día.

Hacia inicios de 1959, el Teatro Experimental se fusionó con el Departamento de Teatro Nacional, sólida aleación de la surgió el Instituto del Teatro de la Universidad de Chile. La agenda de actividades se vuelve especialmente interesante y, al parecer, más intensa aún a partir de aquellos momentos. Prácticamente, todos sus integrantes sonarán como figuras imprescindibles de las artes escénicas de las décadas que siguen al teatro, el espectáculo docto e incluso en la televisión.

Para el martes 14 de julio de ese año, el Antonio Varas acogía ahora a la obra "El camino más largo" en horario vermouth, cuya autora era María Asunción Requena, escritora y dramaturga argentino-española quien se radicó en Punta Arenas, viajando después a Santiago para estudiar odontología en la Universidad de Chile. La obra tenía la particularidad de estar inspirada en la vida de Ernestina Pérez Barahona, la segunda mujer médico titulada en Chile después de Eloísa Díaz. El papel protagónico fue de Marés González, mientras que sus dos pretendientes fueron representados por Alfredo Mariño y Humberto Duvauchelle.

Otra actividad interesante de ese año en el teatro fue la presentación del Coro Polifónico del Liceo Coeducacional de Ancud, dirigido por el profesor de música Mario Peña Mera. De los 120 integrantes totales del coro, llegaron a Santiago 73: 28 voces masculinas y 45 femeninas. Habían arribado en la mañana del lunes 14 de septiembre alojando en la Escuela Hogar N° 1 del paradero seis de Gran Avenida, por una gestión de doña Brunilda Cartes, jefa del Departamento de Cultura y Publicaciones. Se presentaron ese mismo día en el Salón de Honor de la Universidad de Chile y ante numeroso público, como parte del Tercer Programa del Plan de Relaciones Humanas organizado por la Asociación de Educación Musical. Fue durante el día siguiente cuando llegaron al escenario del Antonio Varas, con un exitoso programa iniciado a las 22 horas y que incluyó diferentes composiciones de autores conocidos y otros menos populares.

En los años sesenta, el atractivo de la sala se combinaba no sólo con el salón bailable del auditorio radial en el segundo piso, donde tocaban orquestas en vivo, sino también con el clima y público que aportaba el restaurante Escorial, de notorio perfil turístico y ubicado en la misma Galería Antonio Varas. Este centro culinario tenía sus propios espectáculos en vivo y veladas bailables, por lo que complementaba bastante bien con el alma bohemia de muchos de los asistentes a la sesiones teatrales de la vecina sala y con el espíritu universitario de aquellos años.

Aunque continuó siendo llamado Teatro Experimental por largo tiempo, en 1968 el instituto pasó a ser el Departamento de Teatro de la Universidad de Chile, y en nuestros días el Teatro Nacional Chileno. La sala logró sobrevivir al ambiente político adverso de los años setenta y ochenta, manteniendo siempre su servicio al cuerpo teatral universitario y a otras presentaciones especiales que todavía se realizan allí.

Durante el año 2008, el Fondo de la Cultura y las Artes cedió un importante aporte de financiamiento a la compañía Teatro Nacional Chileno. Esto recursos se utilizaron en la reparación de 420 butacas del teatro, mejoramientos en la grifería de sus baños para el público y otros arreglos que estaban pendientes en la sala. ♣

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