Fachada del flamante Gran Parque de Atracciones Bulnes, en la revista "En Viaje", octubre de 1945.
Uno de los primeros parques o ferias de diversiones con juegos modernos para público masivo, al estilo de los actuales Mampato y Fantasilandia, se encontraba desde 1944 en los límites del Barrio Cívico de Santiago al final del Paseo Bulnes. Ocupaba un amplio cuadrante sobre lo que hoy es la mitad poniente de la manzana principal del Parque Almagro, a la sazón plaza y ex sede del Mercado San Diego. Sus límites estaban más o menos por las calles Mencía de los Nidos, Nataniel Cox, la ex calle Gálvez (actual Zenteno) y la desaparecida Inés de Aguilera (fusionada hoy con Santa Isabel).
El Gran Parque de Atracciones Bulnes ostentaba sus accesos alineados de frente con el paisaje urbano del monumental y elegante paseo con el mismo apellido del héroe de Yungay y ex presidente, inaugurado en 1940 y diseñado por el arquitecto austriaco Karl Brunner. Era, de hecho, el extremo sur del mismo, ocupando un antiguo lugar que había pertenecido a residencias vecinas a la Plaza Almagro y que fueron retiradas para terminar aumentando sus áreas verdes. Curiosamente, sin embargo, por este sitio el plan original contemplaba la construcción de construcción de un nuevo edificio para el Ministerio de Educación y una prolongación de la calle Bulnes desde el boulevard hacia el sur, proyecto que terminó siendo modificado.
Así informaba el diario "La Nación" del miércoles 8 de noviembre de 1944 sobre las expectativas que generaba la pronta inauguración del complejo de diversiones para niños y adultos, programada para sólo dos días después:
El Gran Parque de Atracciones Bulnes que se ha establecido al final de la Avenida Bulnes vendrá a cambiar por entero el aspecto lúgubre y punible que hasta ahora ha estado presentado el llamado Barrio Cívico en la prolongación de los rascacielos que circundan la plaza Bulnes hacia el sur. Toda la extensión de la avenida, espléndidamente asfaltada, va a transformarse en pocos días más en la vía santiaguina más concurrida, ya que no habrá un habitante que deje de transitar por ella en dirección al Parque Bulnes, cuyas monumentales portadas en elevadizas columnas, iluminadas en rojo y verde, constituyen un marco feérico y atrayente desde el punto lejano que pueden observarse, la Avenida de las Delicias, o sea, desde el mismo edificio de la Moneda.
La progresista empresa que con inversión de más de un millón de pesos, tuvo la feliz idea de construir ese Parque en un sitio despoblado y tétrico, para transformarlo en una pequeña ciudad de luz y alegría, no sólo se ha limitado a dar aspecto feérico al Parque mismo, sino que ha dotado por su cuenta a toda la Avenida Bulnes de una iluminación completa, que le viene a dar un aspecto de fiesta permanente como sólo se ve en los días de la conmemoración patria en determinadas plazas de la capital.
El atractivo centro de juegos mecánicos nació por una
iniciativa del empresario extranjero Eugenio Castro Roca, quien logró una
autorización municipal para construir y hacer funcionar dichas atracciones allí,
aunque sin saber que este permiso iba a acarrearle problemas y disgustos, un par
de años después. Trajo así máquinas de diversiones de tecnología de punta y
otros modernos juegos que representaron toda una novedad para el público chileno
de los cuarenta.
La llegada del Parque Bulnes pretendía dar nueva vida de atracciones al barrio. Parte de la flexibilidad para autorizarlo, además, puede provenir del deseo de cambiar la faz de aquella manzana, siendo no más que el sitio oscuro y de aspecto intimidante descrito en "La Nación", resultado de los despejes de la cuadra y de la postergación del plan de construcción. Intentando integrarse así a la estética de la calle Bulnes, el propietario hizo levantar una gran entrada de fantasía para su centro recreativo, formada por grandes columnas y mamparas todavía bajo la influencia del estilo art decó y de gran simetría geométrica. Sobre la cornisa de los accesos se leía en grandes letras luminosas: "PARQUE BULNES".
Así se refería a su presencia una nota de la revista "En Viaje", en su edición de octubre del año siguiente:
...las gigantes columnas que ornamentan las puertas de entrada al gran Parque, en medio de una multitud de luces de diversos colores que, a semejanza de un dosel, se extienden a lo largo de la avenida y se multiplican y confunden en el interior del paseo con las blancas fluorescentes que le dan un aspecto de fantasía feérica y alegran el ánimo del visitante desde que traspasa los umbrales del Parque.
En una extensión de más de una manzana cuadrada, que antes era un sitio eriazo y lúgubre, se levantaron las construcciones de este Parque, todas ellas bien delineadas, con aspecto armónico, con buen gusto en sus ornamentaciones de pinturas, con una iluminación a giorno esplendorosa y con una apropiada ordenación de sus grandes aparatos mecánicos y eléctricos y con numerosísimos stands debidamente acondicionados, en los que el visitante encuentra un medio de entretención con el aliciente de obtener algún clásico premio.
La inauguración se efectuó el viernes 10 de noviembre de 1944, a las 22 horas, con una fiesta de apertura y la presentación de la troupe de cómicos y orquesta humorística llamada Los Re-Fa-La-Do, con destacada presencia en la escena artística argentina. Fue su primera presentación en territorio chileno, de hecho, continuando sus actuaciones durante la temporada inaugural del parque. El lleno fue total y las buenas dimensiones del teatro se hicieron pocas para tanto público. También se sumó a la cartelera la cantante y bailarina Lya Zabay, quien tuvo otras importantes apariciones en varios escenarios de Santiago.
Abierto todos los días, el horario era desde las 14 horas los domingo y desde 18 horas en resto de la semana, hasta las primeras de la madrugada. A partir del año siguiente, la apertura de días hábiles se adelantó en media hora. "Todo lo que desea distraerse alegremente concurre al Gran Parque Bulnes", aseguraban los avisos publicados en periódicos y revistas. Recalcaba también su "iluminación feérica pocas veces vista", con una entrada general de solo un peso "a este paseo máximo", aunque ciertos convenios permitieron después que firmas como la Casa de Modas Versailles, de calle San Diego 202, obsequiara pases gratuitos al parque para sus clientes.
Vista de la antigua Plaza Almagro hacia la Parroquia del Santísimo Sacramento, desde la esquina de Inés de Aguilera con el sector de calle Gálvez (hoy Zenteno) y Nataniel Cox, hasta donde llegaba entonces su área verde. Fuente imagen: Lacunzabarriodesantiago.blogspot.com (tomada del filme "Largo Viaje").
Publicidad del Parque Bulnes hacia fines de su año inaugural de 1944, en el periódico "Las Noticias de Última Hora".
Publicidad para el Parque Bulnes en la revista "En Viaje", octubre de 1945.
De las varias atracciones del parque, relucieron desde su inicio algunas llamadas el Palacio de la Risa ("con sus espejos, toneles y discos"), la Pirámide con Aviones Giratorios ("a gran altura", según prometía la publicidad), el Globo de la Muerte (con el motociclista Castro haciendo acrobacias en su interior), la Casa de Locos, los Autos Escutes, el Tren Fantasma (que transitaba entre túneles tenebrosos y llenos de sorpresas, llevando al pasajero "por regiones desconocidas"), las Lanchas Motorizadas, las Sillas Voladoras, la Autopista para Niños y el Carrousel de Caballitos, entre muchos otros. Sus avisos también aseguraban que estos juegos eran comparables sólo con los existentes en Nueva York y Buenos Aires.
La citada revista "En Viaje" se refería al frenesí de alegría y emociones que dichos entretenimientos eran capaces de despertar en el público:
Cuando al irse la tarde y el sol va ocultando sus rayos, se abren las puertas del paseo al compás de las notas alegres de una marcha, seguida de música melodiosa y de canciones en boga que vibran en sus altos parlantes; cuando todos los aparatos mecánicos inician el laberinto de sus movimientos; cuando el público invade el paseo anheloso de elevarse en una silla voladora, de manejar un pequeño auto escute para experimentar la sensación de un choque, sin exponerse a ningún peligro, a subir a una lancha motorizada y darse por la gran laguna artificial un veneciano paseo; cuando los conmutadores eléctricos van irradiando millares de bujías eléctricas y luces fluorescentes, el Parque se transforma, como un embrujo maravilloso, en una verdadera ciudad de luz y alegría, que la multitud de paseantes hace más atrayente y cautivador con el natural bullicio de gente que circula, que corre, que busca una atracción, que ríe carcajadas con las diversiones risueñas que va encontrando; que se sorprende y emociona al recorrer, bajo oscuros túneles y en un endemoniado carrito, el vertiginoso tren fantasma; que se estremece de espanto al presenciar los actos acrobáticos de un experto motorman circulando a fantástica velocidad y en todas direcciones, con mano firme y pulso seguro, cabalgando una moto dentro de un enorme globo metálico y desafiando así todos los peligros de tan temeraria prueba; cuando, en una palabra, ese público ya se siente cautivado en medio de tanta emoción recibida en las primeras múltiples diversiones del Parque, comprende y se convence de que un paseo como el Parque Bulnes constituye un sitio predilecto para todo el que quiera gozar de sanos momentos de entretención.
Otras atracciones menores o más tradicionales allí eran los tiros al blanco, simuladores de fenómenos, canchas de palitroques, las "ametralladoras", máquinas electrónicas de juego, grúas, arcos y flechas, algo llamado "fútbol" (¿taca-tacas?), un punching ball y una muestra llamada Horrores de la Gran Guerra. Disponía también de un servicio de buffet que aseguraba ser "del agrado de todos".
Contaba el lugar con un anfiteatro propio y al aire libre, al estilo del Circo Romano que existía por entonces al centro del Parque Japonés de Buenos Aires. Se presentó en este nuevo espacio de Santiago la forzuda atleta circense llamada La Tarzana Chilena, además de Jael Bejarano con la cantante nacional Violeta Araya y los guitarristas del conjunto, en noviembre de 1944. Poco después, hubo aquí también encuentros de Catch as Catch Can (o Cachacascán), con luchadores chilenos y otros extranjeros residentes en el país. El primer campeonato de esta disciplina de lucha fue abierta allí el sábado 16 de diciembre de 1944, a las 9.30 horas.
El lugar se había permitido servir como espacio cultural con números artísticos de primera calidad, con puede desprenderse, entre los que estuvieron algunas obras de interés más docto en aquel auditorio abierto. Estas funciones de variedades y números artísticos allí solían ser cuatro al día: dos en la tarde (19.15 y 20.15 horas) y dos en la noche (22.15 y 23.15 horas).
En la noche del martes 6 de febrero de 1945, por ejemplo, la Compañía de Comedias de la actriz Elena Puelma llevó al público del parque la obra radioteatral "El carrousel del aire". Fue transmitida en vivo por Radio del Pacífico y en ella los artistas representaron a personajes llamados Celedonio, Sinforosa y Colegial Capucha, entre otros. La obra fue parte de una velada con festival, encuentro que incluyó otros números de espectáculo.
Siendo ya un elenco estable en la casa, el mismo equipo artístico dirigido por Puelma se presentó nuevamente en el teatro abierto al poco tiempo, ahora con la obra cómica "Malditas sean las suegras", ofrecida el 7 de marzo. La agrupación siempre contó con una gran cantidad de números adicionales de variedades, que saltaban al escenario al final de la presentación teatral.
Unos días después, martes 20 de marzo, vuelven al teatro los actores de la compañía con el sainete "No te lleves a mi hijo". Hubo también números de variedades a cargo de la actriz y cantante Rosa Alba, show animado por Oscar de Alba. Siendo un encuentro a beneficio de ambos, estuvieron allí artistas como Monicaco, Olguita Núñez, Chito Faró y su conjunto, los guitarristas Bascuñán-Riquelme, Armando Carrera, Alejandro Lira, el conjunto típico Los Sureños, Rolando Caicedo, Julio Verty, el Trío Fredes-Astudillo-Esquivel, Carlos Valencia y Vicente Encina, entre otros.
Posteriormente, a partir de las 22 horas del martes 17 de abril, la misma compañía de teatro de Puelma presentó allí con un gracioso sainete de su repertorio y una posterior fiesta en el programa de aquella noche. Tuvieron varias actuaciones más antes en aquel período, pues fueron parte de algo que se hizo costumbre en el Parque Bulnes: ofrecer una función popular cada semana, con entrada rebajada.
Justo por entonces, el parque tenía a la vista un curioso desafío llamado "El Chuico Millonario": una garrafa llena de dinero que sería regalada a quien adivinara cuántos pesos fuertes contenía. "Vaya a verlo al Parque y, al mismo tiempo, entreténgase en los juegos mecánicos y demás diversiones que le harán pasar momentos deliciosos", invitaba en la prensa. Había incluso una ceremonia de cambio de envase para "El Chuico Millonario", que se realizó a las 17.30 horas del domingo 21 de octubre, día en que el horario de funcionamiento del parque ya era ahora desde las 15 horas hasta la medianoche.
Publicidad para el Parque Bulnes en el diario "La Nación", septiembre de 1946.
Publicidad para el Parque Bulnes en el periódico "Las Noticias de Última Hora", noviembre de 1946.
Conjunto monumental de homenaje a Pedro Aguirre Cerda, hacia 1967, en lo que era a la sazón la cuadra del extremo poniente de la plaza, misma en donde estuvo antes el Parque Bulnes. Se observan las antiguas viviendas cuyo espacio hoy ocupa un edificio de la Universidad Central. Fuente imagen: Biblioteca Nacional Digital.
Vista actual del sector del Parque Almagro hacia donde existió alguna vez el acceso al centro de entretenciones y juegos.
Durante el año de 1946 se enfatizaron en la propaganda juegos como los Aviones Fantasmas Atómicos (aún se vivía el impacto histórico del Enola Gay y los lanzamientos de las bombas atómicas sobre Japón), con 60 participantes distribuidos en 16 aerodinámicos aviones colgando a 50 metros de altura. Esta la sensación de esos momentos y generó largas filas de ansiosos envalentonados con el deseo de subir. Y, por el mes de septiembre, ya estaba implementado también un servicio para registrar la voz de los visitantes en una sala de grabaciones, la que era reproducida por los parlantes del parque. Fue la novedad para la apertura de la temporada de primavera.
Hacia noviembre de ese mismo año, el complejo recreativo contaba con una galería de exhibiciones tipo biógrafo y auditorio. Allí se ofreció, por ejemplo, una proyección con el caso de la niña peruana Lina Medina, quien había conmocionado al mundo en 1939 cuando fue madre a sus tiernos cinco años de vida, producto de abusos sexuales.
En aquella temporada contaba el parque también con cerca de diez orquestas, sumando 75 instrumentos de diferente tipo para la entretención de los visitantes y dirigidas por un solo director. Ofrecían repertorios de música clásica de diferentes autores y seleccionada desde todo el mundo. También se incorporó a la propuesta el Gran Festival de Carnaval, que en 1946 prometía premios para candidatas a reina de la fiesta elegidas entre las postulantes de diferentes barrios de la capital: dos pasajes de ida y vuelta a Buenos Aires y ocho días de estadía pagada en Argentina.
Se decía que, por sus señaladas características y seducciones, el Parque Bulnes era el centro más importante de este tipo en el Santiago de entonces, sabiendo explotar con astucia su ubicación en aquel sector privilegiado de la ciudad. No parecía cansar ni a sus más asiduos visitantes, principalmente familias con niños. Además, quedaba cerca de las demás atracciones del barrio como el Teatro Almagro y el alguna vez famoso bar Cola de Mono, ambos por el contorno de la plaza. Otros centros eran de recreación más adulta, como la cercana boîte El Submarino y el Tap Room de la misma calle Bulnes.
El éxito del Parque Bulnes permitió mejorar el negocio y su participación en otras instancias llevando sus aparatos mecánicos. Sin embargo, ya desde ese mismo año de 1946 la administración estaba experimentando serios desacuerdos con las autoridades, según todo indica por el destino que querían darle ahora aquellos terrenos para conectarla con la Gran Avenida San Bernardo (cosa que nunca se hizo) y por una ley promulgada en febrero que exigía pagar gravámenes a las propiedades vecinas al sector de la entonces llamada Avenida Presidente Bulnes, por concepto urbanización, gastos de ornato y financiamiento de las mismas expropiaciones que faltaba concretar.
Para las Fiestas Patrias de septiembre de aquel año, los avisos ofrecen un programa de entretenciones especial con la entrada de solo un peso. Sin embargo, llama la atención el que la publicidad ya no menciona siempre el nombre del parque, sólo sus atracciones. En octubre siguiente, sin embargo, el Bulnes fue parte de las actividades de los Juego Florales, en el contexto de las Fiestas de la Primavera, ocasión en la que se realizó allí también un festival a beneficio de los fondos sociales para las escuelas.
Por las sugeridas razones y seguramente otras más, el
propietario que antes fuera tan elogiado en la prensa por su participación en el
mejoramiento de la nueva vía Bulnes, ahora debía publicar una oferta de
gratificación de 5.000.000 "a la persona que ubique un terreno para instalar el
Gran Parque de Atracciones Bulnes", cuanto menos desde abril de ese año. Los
requisitos que pedía eran que contara con 15 a 40 mil metros cuadrados,
ubicación céntrica que pudiera cubrir con facilidad por la locomoción y un
contrato mínimo de cuatro años. Era, claramente, el final de la feria de diversiones en Santiago Centro.
Tras peregrinar con su ciudadela de entretenciones, el dueño de la empresa aparecerá consiguiendo un permiso municipal ahora en la ciudad de Quillota, para instalar su parque de juegos mecánicos en calle San Martín, entre Maipú y Concepción. Empero, esto generaría una controversia hacia julio de 1959: la gobernación consideró ilegítima la autorización extendida por el alcalde, ordenando un desalojo y la reapertura de calle San Martín. El caso fue a parar al Ministerio de Interior y al Consejo de Defensa del Estado en 1966.
El señor Castro Roca también había llevado sus juegos mecánicos hasta la primera versión de la Feria Internacional de Santiago (FISA), realizada en el Parque Cerrillos entre octubre y noviembre de 1963. El éxito fue total y sentó un precedente de la tradición de incluir entretenciones de ese mismo tipo en cada versión que se realizó de la feria en tiempos posteriores. La experiencia de uno de los reporteros en los juegos, el gráfico Carlos Dalenz del diario "El Mercurio", serviría para inspirar su obra titulada "Volando voy", la que fue premiada en el concurso fotográfico organizado por la Sociedad Nacional de Agricultura.
En tanto, la manzana que había sido antes del Parque Bulnes acabó positivamente arbolada y absorbida por el verdor de la Plaza Almagro, tras haber servido también a los buses de un terminal rodoviario que existió allí alguna vez. El 17 de septiembre de 1967 se inauguró enfrente de ella la conocida obra escultórica de homenaje al presidente Pedro Aguirre Cerda, hecha por el artista Galvarino Ponce y en donde se representa al mandatario y educador acompañado de unos niños, exactamente al final del paseo.
A espaldas de aquella estatua, ocupando un lugar rellenado que antes había sido el estanque semi-oval del parque, se ubica hasta ahora un conjunto de siete grandes bloques sobre la plazoleta, algunos parcialmente esculpidos. Este grupo conmemorativo que alguna vez fue apodado el Pequeño Stonehenge por su aspecto, originalmente iba a ser el monumento para Aguirre Cerda, de cemento y piedras canteadas, obra de Lorenzo Berg elegida en tres años antes para instalarse allí. Empero, quedó inconcluso por posteriores críticas de la comisión encargada y algunas discrepancias con la autoridad. La huella de la otrora fuente veneciana y las enormes piedras blancas encima permiten señalar el lugar en donde existió el Gran Parque de Atracciones Bulnes.
Otra demolición de edificios antiguos del sector tuvo lugar en 1983, ampliando las plazas y habilitando espacio para nuevos edificios en el entorno, hasta calle Lord Cochrane por el poniente. Aparecieron así los centros de carácter universitario, principalmente. De estas intervenciones nació el Parque Almagro, inaugurado como tal el 5 de septiembre de 1985 durante la alcaldía de Carlos Bombal Otaegui. Continuaron algunas intervenciones hasta el año 1989, cuando se completa también la conversión del Paseo Bulnes y su boulevard en vía exclusivamente peatonal. ♣
Interesante recopilacion, gracias por la información
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