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EL GORDO Y ALEGRE RESTAURANTE LOS GUATONES

Aviso de Los Guatones invitando a su Fiesta del Año Nuevo 1947, en el periódico "Las Noticias de Última Hora".

El local de Los Guatones fue especialmente famoso en los años cuarenta y cincuenta, cuando ofrecía su servicio de restaurante con espectáculos en vivo. Y aunque su carta era especialmente de comida típica y popular, en ocasiones del año podía organizar fiestas especiales más elegantes y con menú sofisticado. Decían, por la misma razón, que las celebraciones de fin de año y las Fiestas Patrias en este negocio llegaron a ser legendarias.

El restaurante y quinta de recreo estaba en los contornos de las poblaciones San Eugenio y Pedro Montt, en la esquina norponiente que hasta hoy da forma a la punta de diamante en el cruce de calle Mirador 1899 con San Dionisio, muy cerca de la Plaza Yarur. Ya en 1944 figuraba como bar y restaurante en el "Diario Oficial". 

Cuesta creer que el ahora silente y antiguo inmueble que ocupaba haya sido uno de los centros folclóricos y culinarios más importantes del Santiago clásico, lamentablemente muy olvidado y quizá hasta desdeñado por los memorialistas. La música y el vino eran sagrados en este santuario popular, especialmente para el público obrero de aquellos barrios tan próximos al Club Hípico y vinculados principalmente a la fuerza de trabajo de las maestranzas de ferrocarriles y la industria textil.

Desconocemos si el curioso nombre del restaurante tenía alguna inspiración en el conjunto de música criolla Los Guatones Cantores de la Vega, conocido también como el Quinteto de Guatones, en el que estuvo Mario Catalán. Además, existieron otros boliches con el mismo nombre como la Quinta Los Guatones de Renca. Esta abría también una ramada Los Guatones en la fiesta del Dieciocho Chico que se celebraba en esta localidad. Otros aseguraban que el nombre provenía del apodo de Los Guatones que se daba a la familia propietaria del local de Mirador o acaso vecinos del mismo. Lo cierto es que el apelativo ha sido frecuente en el mundo cuequero, con exponentes como Los Guatones de Oro y el maestro Guatón Zamora, por ejemplo.

El valor del establecimiento en el ambiente folclórico fue defendido por Nano Acevedo, quien lo recuerda en "Los ojos de la memoria" como otro local de la generación de oro de Santiago a la que pertenecieron también El Escorial, el Jai-Alai, la Quinta Gardel, la Quinta Quilicura, El Rancho Grande, La Ermita y El Pollo Dorado. Oreste Plath, en tanto, lo incluye en "Folklore chileno" como parte de su lista de casas y negocios con nombres "enraizados con la nacionalidad", que incluyen al Chancho con Chaleco, El Viejo de la Pera, la Mamita Charo, El Padre Negro, el Pancho Causeo, La Poto con Yapa, la Vieja Hereje, El Rey del Pescado Frito, el Guatón Lucho, Los Gorditos, Ño Pizarrito, Las Tinajas de Talca y las Tinajas de Chillán.

Todo indica que su ambiente debió ser menos refinado que el de muchos clubes y quintas famosas en aquel período, sin embargo, sobre todo con aquellas más relacionadas con la bohemia de las boîtes y los dancings del sector céntrico de la ciudad. Sin embargo, esto no fue óbice para que escritores como Enrique Lafourcade lo conocieran y después mencionaran en sus obras. Este último señala que la dirección oficial de la quinta era avenida Mirador 1869, sin embargo, en su libro "Cuando los políticos eran inteligentes".

Empero, sobre el dato de Lafourcade es preciso observar que, en 1950, Los Guatones aparece a veces en la contigua dirección del 1889 a nombre de doña Inés Crespo Hidalgo. Lo hace en no auspiciosas circunstancias: con una orden de remate por deudas del Servicio de Cobranza Judicial e Impuestos, hacia inicios de octubre. En otras ocasiones, el negocio apareció también con la dirección precisada en los números 1893 y 1899 de la misma calle Mirador, a principios de los cuarenta. Todas estas numeraciones pertenecen al mismo gran inmueble que aún existe allí, sin embargo.

Cantoras en una fonda tipo quinta de recreo, a principios del siglo XX. Detalle de una ilustración publicada en "La Lira Chilena".

Año Nuevo de 1956 en Los Guatones, en aviso del diario "La Segunda".

Vista del local en donde estuvo el restaurante y cantina, en calle Mirador con San Dionisio. Imagen tomada de Google Street View.

Sobre los espectáculos en vivo de Los Guatones, estos solían hacerse con artistas de tonada y cueca, pero no era el material exclusivo de la música allí imperante. En la celebración del Año Nuevo de 1947, por ejemplo, el club invitaba a sus clientes para asistir a una gran cena de amanecida que, además de ser amenizada por la regia orquesta del establecimiento, contaría en su cartelera con la presentación del pianista Tody Palomiro, conocido en esos años por sus incursiones en varias boîtes y quintas. Como plato artístico principal, se presentó aquella vez al trío de guitarristas peruanos Borne, Márquez y Góngora. 

Con respecto a la actividad que acogía la tradicional quinta, se puede observar que el sábado 4 de diciembre de 1943, a las 18 horas, se realizó en el lugar un gran homenaje para el ciclista Rafael Chacón, campeón del Club Cóndor y ganador de la prueba Circuito de Asturias hacía seis días. La manifestación fue organizada por los socios del mismo club deportivo,  correspondiente a uno de los pioneros del ciclismo profesional en Chile.

La especialidad de la casa era el cola de mono en culén, variedad del ponche navideño del que Santiago no parece haber tenido nuevas noticias después de su epopeya en este establecimiento. Por solo $60, la carta de la referida fiesta de fin de año incluía corvina con mayonesa, consomé de ave con huevo, pavo asado con ensalada, duraznos frappé y café. La publicidad enfatizaba que el transporte colectivo hasta el lugar podía confiarse a los recorridos de "micros San Pablo, Matadero y Vivaceta, Yarur, Matadero, micros San Pablo-Matadero y Vivaceta-Yarur-Matadero". No había cómo perderse o quedarse afuera.

En los años cincuenta aún eran famosos también los porotos granados de Los Guatones, servidos en plato de greda y con la mantecosa salsa color, a la usanza tradicional y de campo, por 140 pesos de la época. No era de lo más barato disponible en el mercado, sin duda, pero sí no de los más aplaudidos por su sabrosa receta. Varios platos como este continuaron siendo los preferidos de muchos trabajadores ferroviarios de la Estación Central quienes vivían, precisamente, a lo largo de la calle Mirador y frecuentaban también otros negocios célebres de esos grandes barrios, como fueron El Rancho Grande, el Mervilles, La Nave y El Hoyo.

Como centro así de importante para la actividad social de entonces, el sábado 19 de diciembre de 1953 se realizó en la quinta  Los Guatones otro encuentro interesante, esta vez de la Novena Comuna del Partido Socialista Popular. Correspondió a un homenaje para el senador por Tarapacá y Antofagasta don Raúl Ampuero, quien estaba celebrando aquel día sus 36 años de vida. Al acto de celebración asistieron, entre otros, el secretario general del partido y también senador, Aniceto Rodríguez, en calidad de invitado especial.

Para el Año Nuevo de 1956, la celebración programada de Los Guatones incluye una extensa parrilla artística en la están al grupo Los Caribeños, Tito Monge, Fernando Rivas, la agrupación Voces de Nuestra Tierra y el conjunto Los Capiros. Amenizaba en la temporada el Cuarteto Dámaso, presentes aquella noche. Esta fiesta de fin de año sirvió también para hacer la despedida oficial a las Hermanitas Castillo, trío internacional que estuvo haciendo presentaciones en este y varios otros clubes durante estadía en Santiago. El maestro de ceremonias era Sten Martínez.

Muchos artistas del barrio fueron asiduos concurrentes de la "picada" desde los inicios y todavía por aquellos años de economía el situación adversa. El testimonio de un antiguo vecino llamado Benito Rojas, tomado en el trabajo "Memorias barriales. Barrio San Eugenio" del Programa de Intervención Comunitaria y la Universidad de Las Américas (editado por Jorge Bozo, 2019), señalaba:

Hacia el año 60 el Clan de los Guatones, le decían a un grupo de vecinos artistas que tenían en este lugar música en vivo con folclore mambo. Era el centro artístico del barrio. La única que sobrevive al clan es la señora Adriana.

Pasada la época de Los Guatones, la casa esquina que por tantos años acogió a la "picada" y quinta de recreo recibió entre sus paredes, a un centro médico y también a un almacén. Sus muros de ladrillos y vanos en arcos escarzanos, pintados rojos en nuestro tiempo, nunca volvieron a experimentar el calor bullicioso de la energía bohemia y recreativa del pasado. ♣

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