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EL BALCÓN VOLADO DEL CERRO SANTA LUCÍA

 

El Balcón Volado en 1874.

Coordenadas: 33°26'26.92"S 70°38'39.34"W

Casi no existen muchos antecedentes ni referencias sobre el prodigioso y audaz balcón que hiciera construir el ilustre intendente Benjamín Vicuña Mackenna, como parte de las obras de hermoseamiento del Cerro Santa Lucía, inauguradas en septiembre de 1874. Por lo que se observa en la maqueta del mismo paseo del cerro en el Museo Histórico Vicuña Mackenna y lo que el propio artífice del parque urbano dejó en el "Álbum del Santa Lucía", formó parte de las obras originales que allí se hicieron durante su intendencia, desde 1872 hasta la apertura.

El balcón permitía una visión dominante y monumental de Santiago, desafiando desde alturas de vértigo el gran empedrado que hay por la cara oeste del cerro, en el llamado Desfiladero del Paraguay y el Camino del Poniente (llamado más tarde Camino del Ferrocarril, por pasar allí un tranvía que después fue retirado). Este sendero desemboca en lo que hoy es la Terraza Caupolicán, pasando junto a las piedras enormes donde se encuentra la estatua del caudillo indígena, por entre el sector del camino a la Ermita y el Jardín de los Naranjos.

Llamado Balcón Volado por sus constructores, aquella plataforma permitía desde su posición de privilegio esta panorámica extraordinaria del valle, realmente formidable. Curiosamente, sin embargo, no parece haber muchas fotografías ni postales tomadas desde él, lo que hace sospechar que no duró demasiado y que su desaparición sobrevivo no muchos años después de ser abierto al público. Esto, por supuesto, si tomamos en consideración que la producción en serie de postales fotográficas en Chile comienza a popularizarse más o menos a principios del siglo XX, y de las que el cerro fue uno de los escenarios favoritos para los hombres de la cámara en Santiago.

Según el señalado "Álbum del Santa Lucía" de 1874, el paisaje visible desde aquel lugar era majestuoso desde antes de los trabajos en el cerro, y por eso se escogió colocar allí al Balcón Volado:

La vista de la ciudad y de sus campos se dilata por el norte hasta las cumbres de San Ignacio y de su famoso Pan de Azúcar, destacándose en este horizonte la alta torre de la Recolección franciscana en el barrio de la Recoleta.

Se encontraba también enfrente de una pequeña plazoleta que servía de parada para los carruajes que iban hacia la terraza y que fue llamada Plaza Buenos Aires. Allí cae hasta hoy una pequeña cascada artificial, la que fluye desde la pileta del Naranjal un poco más arriba, aunque sus líneas sean muy poco reconocibles con el aspecto actual del sector.

El acceso a aquella estructura desafiando la altura contaba con un portalón y una especie de toldera o glorieta de base redonda. Aquel magnífico portal de acceso estaba precedido por escalas cortas, en una grada baja.

Camino de los Jardines, hoy llamado Sendero de la Mina, por el lado de calle Santa Lucía entonces llamada Calle del Bretón, en 1874. En la altura, se observa al Balcón Volado.

Imagen del Cerro Santa Lucía desde calle Moneda, hacia 1890. En el extremo izquierdo se observa al Balcón Volado, aún en su vertiginosa posición en el paseo.

Postal de 1903 del Cerro Santa Lucía, mostrando el Camino del Poniente y parte de las estructuras del Castillo González en lo que hoy es la Terraza Caupolicán. Esta imagen sólo podría haber sido obtenida desde el Balcón Volado.

Imagen captada en el Santa Lucía en 1930, por el fotógrafo alemán Roberto Gestsmann, perteneciente a la colección del Museo Histórico Nacional. Demuestra que el balcón ya había sido retirado. Nos parece que la fotografía fue tomada desde el sector de la Ermita o el camino aledaño.

 

Formalmente, aquel balcón era una plataforma con forma base de abanico, que salía del borde del precipicio amurallado por la parte más estrecha de su geometría. Como su nombre lo dice, era de tipo volado o colgante, desafío ingenieril que no tenía travesaños, ni codos ni escuadras que ayudaran a soportar su peso, lo que sugiere una posible explicación de por qué debió ser retirado en años posteriores. Esto, a pesar de que el "Álbum del Santa Lucía" declara que esta estructura gozaba de "una solidez a toda prueba", por encontrarse "sobre una verdadera red de rieles y mampostería".

En efecto, los soportes eran sólidas vigas de rieles metálicos, algo que puede confirmarse mirando sus actuales restos. Pero, como en el caso del Acueducto Romano, sin embargo, los optimistas cálculos de los constructores no parecen haber sido del todo correctos, y las demoliciones por razones de seguridad se hicieron inevitables.

A su vez, rodeaba al balcón un enrejado de pretiles metálicos de seguridad y tenía por esta razón un elegante aspecto como de palco. La intención del intendente de Santiago era no sólo que sirviera de mirador para los visitantes, por cierto, sino también como  otro de los anfiteatros del cerro, particularmente para conciertos de grupos musicales y parece ser que fue usado como tal, según lo que se desprende de la lectura del referido álbum:

Disfrútase desde esta atrevida plataforma de la más deleitosa vista de la ciudad y de sus campiñas al norte, poniente y medio día, y especialmente del arbolado y jardines que crecen en las laderas inferiores.

Fórmase el balcón volado y sirve por ahora de anfiteatro a las bandas de música.

No hay tanta claridad sobre cuándo desapareció el Balcón Volado en las reseñas publicadas sobre el cerro, aunque es probable que esto sucediera con las intensas remodelaciones que sufrió el paseo del Santa Lucía hacia principios de siglo y por los tiempos del Primer Centenario de la República, quizás como consecuencia del terremoto del 16 de agosto de 1906, además. Al menos puede observarse que, en las fotografías próximas al cambio de siglo, todavía aparece visible. De hecho, aún lo estaba en postales de la década del veinte, aunque puede tratarse sin duda de escenas fotográficas anteriores republicadas por las casas fotográficas.

Vista actual del lugar donde estaba el balcón.

Aún está la cascadilla que cae desde la fuente del Naranjal, en el paseo del llamado "Camino del Ferrocarril". Exactamente al frente de ella estaba el balcón.

Esto es todo lo que queda del ya clausurado y removido balcón.

Actualmente, en el lugar del borde del desfiladero donde se encontraba el balcón, sólo quedan estas dos vigas cortadas abruptamente sobre el vacío. Parecen corresponder a rieles de ferrocarril, por su grosor y forma. Como se trata de bases de gran resistencia, no nos queda del todo claro si fue alguna razón estructural la que llevó al retiro del balcón.

En imágenes del Santa Lucía cercanas al período del Centenario Nacional, entonces, ya se hará claro que el hermoso Balcón Volado ha sido removido.

A pesar de todo, cuesta aceptar la idea del daño estructural como única causa de su retiro, no sólo por las apasionadas defensas de Vicuña Mackenna a su ya discutible solidez. Hoy, mirando los restos de la estructura que quedó cercenada junto al vacío, se advierten ya cortadas las rígidas y resistentes barras metálicas de rieles ferroviarios que servían de sustento a la plataforma del balcón. Puede que hayan influido aspectos de seguridad para los paseantes que pisaban esa misma estructura o se asomaban por sus contornos, entonces.

Algunas opiniones suponían que el Balcón Volado pudo haber sido retirado tras el terremoto del 3 de marzo de 1985, cataclismo que lo habría dejado severamente dañado. Esto no puede ser exacto, sin embargo, pues ya desaparece en las mencionadas imágenes, como las de la casa fotográfica del alemán Roberto Gestsmann, fechadas hacia 1930. Basta revisar fotografías de catálogos turísticos y otras publicaciones de principios de los años ochenta, además, para confirmar que ya no estaba en su sitio para aquella década.

Apostaríamos más a los problemas estructurales y de seguridad para el público a inicios del siglo XX, en consecuencia, como muchos otros que se detectaron en las obras del Santa Lucía con el correr del tiempo.

En nuestros días, la vegetación dificulta un tanto el poder reconocer el lugar donde se encontraba el famoso balcón. Poco y nada queda de él: sólo unas escalinatas de cuatro peldaños y dos pilares del descrito portal que lo antecedían, señalando en silencio el punto exacto donde se tuvo sus breves tiempos de esplendor. Una gruesa reja cierra el paso hacia el abismo a los visitantes, precisamente en donde antes estaba la entrada a la temeraria plataforma vigilante de todo el valle mapochino. ♣

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