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UN SÍMBOLO MISIONERO Y PEREGRINO: LA CRUZ DE CHILE O DE MAIPÚ

 

Celebraciones del Año Santo en el Santuario Nacional, el 24 de noviembre de 1974, en imagen publicada en "Maipú: historia y templo" de Hernán Poblete Varas. Al frente se ve la imagen de la Virgen del Carmen y, al fondo, la flamante Cruz de Maipú armada con bloques traídos de las Diócesis de todo el país.

Siempre aparecerá en las fiestas religiosas, en las manifestaciones de fe popular masiva y en los encuentros oficiales de la Iglesia Católica en Chile... Siempre. Quizá sea el emblema más alegre y distintivo de la fe en el país, de hecho: lo llevan los peregrinos a Lo Vásquez, lo elevan los devotos de Las Peñas, La Tirana y San Lorenzo en el extremo norte y lo pasea la procesión del Jesús Nazareno en Magallanes.

En el Te Deum Ecuménico de Fiestas Patrias realizado cada año en la Catedral Metropolitana se repite con insistencia ante las cámaras de televisión su inconfundible imagen: un símbolo que muchos identifican en su forma pero no muchos en su significado. Es la llamada Cruz de Chile, conocida también como la Cruz de Maipú por encontrarse el modelo principal de este emblema en el Santuario del Templo Votivo Nacional de Maipú, al interior y tras la entrada principal del templo, siendo sacada hasta la luz directa del sol en ocasiones precisas de las celebraciones del año.

El símbolo de marras combina corporativamente en su diseño lo formalmente litúrgico con aspectos de identidad nacional, y se ha estado asomando en varios soportes: las cruces azules levantadas por los representantes de la iglesia en sus romerías, bordado en los mantos de uso eclesiástico y hasta estampada en algunos de los gruesos cirios que se ven durante las ceremonias y celebraciones santorales. Es el mismo símbolo que aparece a la cabeza de algunas cofradías de la fiestas religiosas como la de Cuasimodo o La Tirana, además de las procesiones, encuentros eclesiásticos, misiones pastorales, etc.

La Cruz de Chile consiste, fundamentalmente, en una cruz azul con el tramo del palo vertical con frecuencia más corto que las representaciones tradicionales de los crucifijos, por encima del cruce con el palo horizontal. Allí, justo en el crucero, va una estrella blanca, alusiva a la perpetuamente misteriosa y acaso venusina Estrella Solitaria de la Bandera de Chile, que muchos interpretan hoy como alusión a la Virgen del Carmen, la patrona nacional.

Se completa el diseño de la cruz con un listón o banda roja que cuelga al frente, pasando por ambos lados del madero horizontal y parecida a otras representaciones que a veces hacen grupos de fe como las hermandades nazarenas. La intención del resultado salta a la vista: una fusión entre la cruz cristiana y la bandera chilena... "Nuestra bandera hecha cruz", como la definió alguna vez el vicario general de pastoral, padre Héctor Gallardo.

La Cruz de Chile en un gran acto litúrgico, cuando el Templo Votivo de Maipú aún estaba sin concluirse (Fuente imagen: fotografias.iglesia.cl).

La Gran Cruz de Maipú, con el templo a su espalda (Fuente imagen: fotografias.iglesia.cl).

Vieja postal religiosa con la Cruz de Chile y la Virgen del Carmen sobre el Templo Votivo de Maipú. La imagen corresponde a una obra del artista nacional Miguel Venegas Cifuentes. Otra confirmación de que la estrella representa a esta advocación mariana, patrona protectora de Chile.

Aunque hay quienes creen que la Cruz de Chile debutó recién en 1987, específicamente para los preparativos de la visita al país del papa Juan Pablo II, esto no es real. Sin embargo, debe admitirse que la popularidad del símbolo cundió especialmente en este período.

El hecho es que el diseño se estrenó oficialmente en el Sínodo Pastoral Diocesano realizado en Santiago de Chile entre septiembre y octubre de 1967, con el objeto de establecer las líneas de aplicación del Concilio Vaticano II y quizá para evitar resistencias también a la adopción del mismo. Presentada como símbolo de la Iglesia Nacional, entonces, el primer ejemplar de esta cruz habría sido hecho personalmente a mano y en madera sureña por el entonces obispo de Osorno, monseñor Francisco Valdés Subercaseaux, mismo quien desde hace un tiempo se ha convertido en otro aspirante a santo y con proceso de beatificación en curso.

Cabe indicar que la estrella de aquella primera cruz original fue confeccionada con plata fundida desde una colección de monedas que un minero iquiqueño donó para la misma obra, mientras que la característica cinta roja fue tejida por artesanas de Doñihue.

Hernán Poblete Varas, en su "Maipú: historia y templo", nos recuerda la adopción de dicha cruz como emblema de fe:

El 3 de septiembre de 1967, una multitud calculada en ochenta mil personas peregrina a Maipú, como acto final del Sínodo de la Arquidiócesis de Santiago, según lo solicitado a todas las iglesias del mundo por el Concilio. Nace en esa oportunidad la Cruz de Maipú: maderos azules, una estrella blanca al centro, una cinta roja colgando de los brazos. Cada grupo de iglesia, cada parroquia trae una. Esta cruz será llamada más tarde la Cruz de Chile. El 10 de noviembre de 1968, otra peregrinación de unas cien mil personas presididas por todos los obispos de Chile, culmina la campaña evangelizadora, durante la cual fue llevada por todo el país la histórica imagen de la Virgen del Carmen. Los obispos bendicen la Cruz de Chile que, desde entonces, presidirá todas las ceremonias en el Santuario Nacional.

Por la procedencia de sus diferentes materiales (madera sureña, monedas iquiqueñas y tejidos rancagüinos), se enfatizó desde el inicio que la vieja Cruz de Chile fue fabricada con aportes que representan las tres grandes zonas de nuestra extensa geografía: norte, centro y sur. Además, en el año siguiente y en medio del llamado eclesiástico titulado "Chile: voluntad de ser", la misma Cruz de Chile fue paseada por la gran peregrinación por todo el país, ocasión a la que se refiere el citado autor, confirmándose así como un nuevo símbolo nacional.

Cabe recordar que aquella era una época de mucha sensibilidad social para la Iglesia de Chile, acrecentada por hechos como el movimiento sindical llevado adelante por líderes cristianos como Clotario Blest y las exigencias de compromiso con las clases trabajadoras. Súmese a esto la agitación universitaria que ese mismo año culminó en el atrincheramiento de la Casas Central de la Universidad Católica y, pocos meses después, en la propia Catedral de Santiago.

La Cruz de Chile siendo paseada por en Santuario Nacional de Maipú y entre las ruinas de la antigua Capilla de la Victoria durante la celebración del Jubileo del Años 2000.  (Fuente imagen: fotografias.iglesia.cl).

Una versión de la Cruz de Chile cargada por los miembros de una cofradía religiosa de la Parroquia de la Inmaculada Concepción, durante la Fiesta de Cuasimodo (Fuente imagen: noticias.iglesia.cl).

La Cruz de Chile Misionera en el Templo Votivo de Maipú, bajo la Virgen del Carmen.

Versión de la Cruz de Chile tras el templo de San Lorenzo de Tarapacá.

El ángel del pesebre de la Catedral de Santiago, con la Cruz de Chile en brazos.

Gran Cruz de Maipú dentro del Templo Votivo.

Acercamiento a la cruz de madera de olivos betlemitas y al actual listón colgante rojo.

El entusiasmo católico generado en la nueva fuerza y sus símbolos, permitió retomar también los trabajos pendientes para concluir el Templo Votivo de Maipú (aunque con algunas oposiciones, hay que decirlo), que estaban realizándose por etapas y con retrasos desde la destrucción misma de la antigua Capilla de la Victoria en el mismo santuario, razón de ser del santuario como agradecimiento a la Virgen del Carmen por la Independencia de Chile. De esta manera, la Fundación Voto Nacional O'Higgins consiguió que el esperado templo pudiese ser inaugurado por fin el 24 de octubre de 1974.

Como parte de aquella celebración, se realizó otra gran Procesión Nacional que también destacó entre los festejos que fueron ejecutados hasta el cierre del Año Santo Chileno al que se había convocado. Estos últimos se consagraron a la reconciliación entre los chilenos luego de la reciente ruptura total de 1973 y a la invocación de la Virgen del Carmen como protectora nacional.

Como parte de aquellas celebraciones durante la procesión, entonces, se acordó que cada Diócesis de Chile aportara ese año un cubo tallado en madera de 50 x 50 centímetros cada uno. Debían llevar imágenes típicas alusivas al lugar de su procedencia, confeccionándose algunos con labrado artístico, pinturas o esmaltes, además de aplicaciones de metal y cerámica. Los 24 cubos fueron dispuestos como módulos, formando la gran Cruz de Maipú que se encuentra desde entonces en el Templo Votivo, obra en cuyo armado, montaje y pintado colaboró el destacado pintor Claudio Di Girolamo, junto a otros artistas.

El color azul de la estructura y la base base, tomado del turquí de la bandera chilena, es interpretado como representación del anhelo del cielo. Se colocó originalmente un listón rojo tejido por las mujeres de las Diócesis y, aunque también es del color de nuestra bandera, se lo estimó como representación de la Sangre de Cristo y del sacrificio. La estrella de madera de olivo, en tanto, fue encargada a artesanos de Belén. Aunque cuentan que había intenciones de pintarla blanca se decidió mantener la nobleza de su madera y sus vetas a la vista en esta enorme pieza. Como hemos dicho, en el símbolo original de la bandera jurada de la Patria Nueva, esta estrella representa a la advocación de la Virgen del Carmen y su patronato sobre el territorio chileno, además de la protección encargada por sus hombres de armas.

El el sitio web del Santuario Nacional de Maipú encontramos esta interesante cita que hizo sobre la Cruz de Maipú el Padre Joaquín Alliende, primer rector del mismo santuario:

Cuando Chile tiene forma de Cristo, tuya es la patria. En las islas chilotas, en los valles del norte, en sindicatos y barrios santiaguinos, en todas partes: la Cruz de Maipú, la Cruz de Chile. Es un tricolor hecho a imagen y semejanza de Jesús. Un desafío y una tarea.

Cabe señalar que, según se puede observar, la gran Cruz de Maipú tenía en principio sus brazos más largos que la actual. Esto se puede advertir con cierta facilidad en las fotografías de la época. Alguna posterior reubicación de algunos de los cubos en la base redujo el largo de las mismas y aumentó su altura hasta poco más de diez metros actuales contando el plinto, quizá para mejorar la entrada y salida de la instalación por las puertas del templo.

 

Si bien el símbolo de las celebraciones religiosas se integró de inmediato a la emblemática nacional, incluso más allá de la instancia meramente eclesiástica, fue la mencionada visita de su santidad Juan Pablo II en 1987 lo que parece haber expandido mucho más la popularidad de la Cruz de Chile, aunque aún haya poca gente que se detenga a comprender su significado preciso y origen. En efecto, su empleo durante aquellos momentos se expandió por todo el país y se hizo más presente que nunca antes.

La figura ha sido llamada también la Cruz Misionera y la Cruz Peregrina de Chile, si bien se prefiere hablar de la Cruz de Chile Misionera para referirse a la pequeña que sale en misión, a diferencia de la Gran Cruz de Maipú que se encuentra siempre en el santuario.

La representación de la Cruz de Chile tiene actividades todo el año, como puede suponerse: aparece en visitando enfermos en abril, por la zona del Maipo; viaja al sur en los días del trabajador de mayo, llegando a obreros y cesantes; las autoridades de gobierno la toman en estas fiestas de septiembre y reaparece a fin de año en los festejos de diciembre, entre muchas otras ocasiones. Sus reproducciones se hacen presente por todo Chile: la Fiesta de Ramos, las de la Virgen del Carmen, la Caminata de los Andes, la Fiesta de Cuasimodo, la Peregrinación de Lo Vásquez, la Misa de los Trabajadores del Arzobispado, San Lorenzo, Las Peñas, Andacollo, etc. El logotipo del Camino Pastoral de 2012 estableció la imagen de esta Cruz Misionera como símbolo gráfico, además.

Otro factor de popularización del símbolo en Santiago, fuera de su empleo en ceremonias y fiestas, es la presencia del mismo en los brazos del ángel que custodia el Nacimiento de Belén que se instala en temporadas navideñas dentro de la Catedral Metropolitana, entre las piezas del pesebre chileno que fueron donadas a fines de los años noventa por los artistas y hermanos Gerardo, Claudio, Aurelio y Patricio Rodríguez.

En fin: dejamos esta síntesis sobre el origen y la tradición del símbolo que se erige ya como uno de los iconos más reconocibles de la actividad eclesiástica y las solemnidades litúrgicas de la vida chilena, aunque su historia no siempre sea bien conocida y a pesar de que la unidad nacional -que se le ha jurado en todos estos años- todavía sea más aspiracional que verdadera. ♣

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