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HERRAMIENTAS DEL MALETÍN IMAGINARIO DE TODO TRABAJADOR BROMISTA

Trabajador en su hora de almuerzo, en revista "Zig Zag". Imagen de los archivos del Museo Histórico Nacional.

Existe todo un folclore laboral entre los obreros de áreas productivas de trabajo como construcción, carpintería, minería, maestranza, mecánica, electrónica y otras parecidas. Un costumbrismo que -digamos con seguridad- involucra muchas áreas en las nadan con más habilidad y jerarquía quienes acumulan mayor experiencia, como podrá suponerse, bromeando así con la situación de aprendices y novatos.

Partamos observando que la cultura obrera chilena incluye un sinfín de terminologías propias, como por ejemplo hablar del diome para referirse al medio o centro de algo; o cachos para las medidas proporcionales. También está la extendida costumbre de llamar viejos a todos los colegas sin importar la edad (en trabajos de minería, obras de construcción, talleres, etc.). Los zorreros, en cambio, son quienes que eluden el trabajo o zorrean, mientras que se denomina achillados o achillaitos a los más hábiles o astutos en las obras. En tanto, los egipcios son los encargados de las faenas de construcción propiamente tales, aludiendo al imaginario de la construcción de las Pirámides de Guiza. El muchacho, por su lado, es la identidad que toman ciertas herramientas de apoyo y quienes están encargados de usarlas.

Pertenecen a ese mismo amplio universo también ciertos patrones de juicio y evaluación laboral para con el resto, como pensar que alguien "no sirve para la pega" si se cruza de brazos en pleno trabajo, algo inapropiado en el ritmo laboral y el oficio. Se toma por algo casi ofensivo , además, al que se sienta a descansar indiferente mientras los compañeros siguen trabajando en una tarea demandante, o despreciar a  otros trabajadores que presumen de destrezas que no demuestran, etc.

Dentro de este mismo consenso cultural del obrero chileno, entonces, existe la tradición de jugarle bromas pesadas pero creativas a novatos y aprendices que llegan a un lugar de trabajo, algo no muy diferente de las tradiciones de "bautizo" que tienen lugar en casas de estudios superiores o en el mundo de la formación militar y náutica. El hecho de que estos trabajadores nuevos suelan debutar siendo solicitados en las faenas para proporcionar herramientas o materiales a los más viejos facilita bastante las cosas para que caigan en las trampas. Esto es algo que también sucede en la cultura obrera de varios otros países, se hace preciso observar.

En el caso nacional, sin embargo, la principal manifestación de tal costumbre es engañar al pollo (nuevo, inexperto; parecido a los rookies en el mundo anglosajón) solicitándole traer desde los talleres herramientas, instrumentos o artículos imposibles; piezas inexistentes y totalmente imaginarias pero que, en su candidez y aprendizaje, la víctima de la broma creerá peticiones serias y de objetos reales. Los jefes de obras son especialmente diestros en crear estas travesuras. Por su desconocimiento o sumisión a los mejores conocedores del oficio, entonces, el timado suele obedecer sin chistar ni cuestionarse algo, a veces sin descubrir jamás que está siendo objeto de una mofa laboral o de alguna clase de castigo por haber sido considerado molesto.

Dicha tradición de confundir y probar al novato solicitándole traer estos artículos mágicos llega a tal que, en algunos casos, siguen siendo embaucados a otro nivel: pidiéndoles que salgan a comprar la herramienta de marras que no encontraron en las estanterías. Allá en el comercio, continuarán siendo burlados: muchos ferreteros y vendedores eléctricos o de material para construcción, conocedores de esta costumbre, fingen desconocer el artículo imaginario que se les solicita y mandan al confundido joven hacia otro destino, hasta que alguien se apiade tras un mesón y le explique que está siendo presas de un engaño.

Novatos siendo timados en Santiago con el infame Nivel de Balanza. Fuente imágenes: canales Youtube de Marcelo Barrios (izquierda), M.O. Instalaciones Eléctricas (centro) y Jhon Buletreau (derecha).

¡El famoso "serrucho de tres cortes" ya existe!

Trabajador armando los mosaicos y baldosines de un acceso del Metro de Santiago en los años setenta (Fuente imagen: plataformaurbana.cl).

El edificio de la Compañía Sud America (Bandera con Agustinas) en plena construcción hacia 1929, en imagen publicada por Max E. Aguirre González en el trabajo de investigación "La arquitectura moderna en Chile", en tesis para Universidad Politécnica de Madrid (2004)

Dicho todo lo anterior, entonces, a continuación compartimos los nombres y conceptos de algunos de aquellos quiméricos y delirantes instrumentales o herramientas para engañar a los primerizos:

  • Serrucho de tres cortes: Se trataría de un serrucho o sierra de mano capaz de cortar un material con sólo tres movimientos de corte manual. Sin embargo, quizá aprovechando la existencia del concepto, algunas marcas ya han sacado líneas de serruchos de tres cortes (de doble hilera de dientes en ángulos alternados, lo que hace una triple eficiencia de corte en la madera), quitándole posibilidades al chiste.

  • Serrucho para zurdos: No necesita explicación, aunque sigue haciendo caer a muchos ingenuos.

  • Martillo de tres golpes: Corresponde a un martillo tan eficaz que sería capaz de meter un clavo con sólo tres golpes diestros, sin importar la dureza de la superficie o de qué material esté hecha. Y, como en el caso del serrucho, si al novato no le funciona así un martillo corriente que le pasan por tal en sus manos, es porque "aún no aprende a usarlo".

  • Martillo de goma: Se supone que es un martillo blando capaz de martillar como lo haría el de metal pero sin causar bulla ni romper superficies. Algunos creen que el chiste no es preciso por existir el martillo de goma o de desabolladura de carrocerías y planchas metálicas, además del fijador de baldosas y pastelones, aunque en rigor estos últimos se llamaban masas o combos de goma y masetas.

  • Mango de chuzo: Algo así como una asadera para manipular el chuzo, que facilitaría su uso o incluso aumentaría su fuera, casi como la estólica de las lanzas.

  • Nivel de balanza: Es una de las herramientas más surrealistas del maletín de bromas, implicando en el engaño también a una puesta en escena completa que ridiculizará al novato ante otros. Se supone que el nivel medidor de superficies sería "inútil" para ciertos casos específicos, y por eso se le solicita al nuevo colocar en uno de sus hombros o sobre su espalda un palo en el que amarran dos pesos, uno en cada extremo, generalmente ladrillos, bloquetas, baldes con agua o sólidos. En ocasiones, esto se ejecuta con el mismo nivel de bolsillo atado al centro del palo, en el eje de la balanza específicamente, debiendo mantener la burbuja en sus centros. Para supuestamente "medir" niveles de terrenos, radieres, losas, escaleras o pasillos, entonces, el novato debe pasear con este pesado e inútil artilugio evitando que se balancee, pues si se inclina hacia algún lado, se toma por señal de un problema de nivelación y se le pide repetir la tarea, mientras el resto de los testigos contienen las risas. Hay algunos casos de este engaño publicados en videos de internet.

  • Nivel de agua: Es lo mismo que el nivel de balanza pero cuando se utilizan baldes con agua como peso. Lo usan para engañar a la víctima con asuntos de mediciones en pozos, piscinas, canales y obras que involucran aspectos hídricos. La idea es que el novato trate de no agitar los baldes ni derramar una gota de agua durante la prueba, o se descalibrará la balanza.

  • Nivel de mar: Es el nivel de balanza con agua, pero con la fantástica propiedad de ajustarse a la medición del nivel del mar en las alturas donde se usa.

  • Escuadra circular: Sería una escuadra redonda, capaz de medir y trazar diferentes ángulos de manera circunferencial (no confundir con los trazadores circulares). Por supuesto, jamás ha sido vista por alguien. Algunos hablan incluso de una escuadra esférica.
     

  • Clavo lancero: Se denomina clavo lancero al que, siendo un clavo normal, por un requerimiento específico en la tarea del carpintero, debe ser clavado en forma perpendicular y en un ángulo diferente al vertical u horizontal, generalmente cruzado con la rectitud del palo o muro en que se usa. Sin embargo, hay trabajadores que piden a su aprendiz traer supuestos clavos lanceros que estarían especialmente diseñados para tal empleo: cuando llegan con clavos normales, los mandan de vuelta diciéndoles que esos sólo son clavos "corrientes".

  • Clavo de goma: Supuesto clavo flexible, que ayudaría a no dañar materiales ni partir tablones mientras es clavado.

  • Clavo para vidrios: Serviría para poder ser martillado sobre una superficie de vidrio o similarmente quebradiza, pero sin agrietar ni romper el material.

  • Tornillo para vidrios: Lo mismo que el clavo para vidrios, en versión tornillo.

  • Tornillo de balance: Otro de los más delirantes instrumentos del maletín imaginario. Se supone que cuando un muro, nivel o viga quedan chuecos o desnivelados, un mágico tornillo de balance se debe colocar al centro y permitirá precisar el grado de error o incluso corregirlo. Parece que este instrumento nace de otro concepto imaginario: el remo de balance, con el que bromeaban algunos pescadores y hombres de mar cuando una nave se movía mucho en la marea y requería estabilizarse.

  • Pegamento de bisagras: Tampoco necesita mayores explicaciones, aunque sigue cobrando víctimas.

  • Brocha de dos manos: Una mágica brocha o rodillo para pintura que, con sólo dos pasadas de mano, dejaría lista la superficie que está siendo pintada.

  • Atornillador vs. destornillador: Es más bien un juego de conceptos, pues le solicitan a un novato traer un destornillador y, cuando vuelve con la herramienta hasta quien se la pide, este  reclama que se trata de un atornillador y que se ha equivocado. Sucede lo mismo en viceversa, para confundir más al nuevo antes de caer en cuenta del engaño.

  • Grasa en polvo: Corresponde a un pretendido material similar a la grasa para herramientas o piezas mecánicas, pero en polvo seco. No obstante, la aparición de algunos productos parecidos en este concepto quizá acaben mandando el chiste a la obsolescencia.

  • Guaipe en polvo: Siendo el guaipe ese trapito multiuso de fibras de telas, preferido para limpiar ciertos objetos y superficies, el guaipe en polvo corresponde a una inexistente versión industrial del mismo, que sólo se espolvorea y se frota para dejar algo limpio tal como lo haría uno real.

  • Vapor el polvo: Otro material en polvo que, en este caso, reemplazaría el vapor, para algunas labores de lavado o lubricado.

  • Soldablanda: se supone que es lo contrario a la soldadura, una especie de fabulosa sutura metálica que se mantiene siempre flexible.

  • Soldadura de madera: tampoco requiere de más explicación. Muchas veces y como sucede con varios otros casos, el comerciante se suma al engaño y manda de regreso al timado con la instrucción de consultar si es para madera blanda o dura, pino o aglomerada, etc.

  • Cable inalámbrico: uno de los timos favoritos entre los trabajadores del sistema eléctrico, talleres de electrónica y reparación automotriz.

  • Otros ejemplos (no necesitan explicación): clavos 22 corto o largo, clavo de medida adaptable, clavos de olor, tornillo sin hilo o liso, destornillador de doble cruz y doble paleta, diluyente al agua, lienza invisible, huincha medidora para maderas o muros, tizador transparente, lubricante para ampolletas, llana-plana-platacho cóncavo, perfiles de cemento, alambre de plástico, aceite en polvo, serrucho para hormigón, lubricante de ladrillos.

Cabe señalar que en labores con cierta característica de camaradería o de comunidad a veces se usan esta misma clase de trucos con los primerizos, como sucede en el ambiente de los cocineros y garzones (sartén de dos mangos, tostador para hielo, taza sin orejas, chuleta de pescado, vegetariano carnívoro, gas en olla, etc.) y voluntarios de bomberos (grifo portátil, escalera mecánica, máquina o aguja para coser mangueras, pitón con silenciador, chuzo retráctil, etc.). Sabemos que, con matices, la costumbre está presente hasta en rubros como el de médicos internistas, deportistas, marinos uniformados y marineros mercantes, para amenizar las jornadas y tareas.

Veamos si este texto sirve para salvar los honores e integridades de potenciales víctimas del imaginario maletín de herramientas del obrero chileno; ese donde sólo guarda su incorregible pero imaginativo sentido del humor. ♣

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