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LA ATENAS DEL BARRIO DE LA ESTACIÓN CENTRAL

El Atenas de calle Bascuñán Guerrero con Alameda, asegurando tener "el mejor cola de mono de Chile". Publicidad de 1944.

Funcionando como restaurante y depósito de mariscos con algo también de boîte, el Atenas había nacido como la sección de comedores del hotel del mismo nombre ubicado en un edificio que aún existe en Bascuñán Guerrero 23-25 con la Alameda de las Delicias, aunque últimamente con algunas modificaciones importantes en su aspecto.

Para 1918, el Atenas figuraba en la categoría segunda de hoteles, restaurantes y pensiones de la Municipalidad de Santiago. El bar, restaurante y hotel estaba propietado a la sazón por el comerciante de origen griego Teodoro Caratoso, o Karataso según autores como René León Echaíz y Lautaro García. "De aquí el helénico nombre del establecimiento", apunta este último en su "Novelario del 1900", aunque Oreste Plath dice que un posterior dueño era un italiano de nombre José, en "El Santiago que se fue". La "Guía de Santiago" de aquel año 1918, en tanto, indica que el apellido del patrón era Caratazos.

La misma fuente recién mencionada señalaba que la pensión en el Hotel Atenas costaba de siete a diez pesos diarios en aquel momento, lo que puede considerarse un precio accesible. Mientras tanto, el almuerzo se servía de 11 a 13.30 horas y costaba solo dos pesos, mismo monto que el de la comida en horario de cena. Contaba, además, con atención a la carta, lunch permanente y diner de 18 a 21 horas.

Sus servicios con salón de modernos comedores como tales fueron inaugurados a inicios de marzo del año siguiente, coincidiendo con una manifestación allí realizada con la excusa de honrar al presidente de los Estados Unidos, Woodrow Wilson, y a su comitiva. Esta visita a Chile se dio en el contexto de la intervención de Washington D.C. en la cuestión chileno-peruana de Tacna y Arica y la Conferencia de Paz después de la Gran Guerra. Una exagerada y creativa nota publicitaria del mismo evento, aparecida en "La Nación" del martes 4 de marzo, decía al respecto:

Tal como se esperaba, la llegada a Santiago de Wilson, Clemenceay, Lloyd George y Venizelos, ha despertado un indescriptible entusiasmo entre los aliados de Chile, quienes han dispensado a los ilustres huéspedes una delirante ovación que llegó a su colmo cuando, después de la conferencia, cuyos detalles damos en otra sección, los manifestantes se reunieron en el HOTEL ATENAS, BASCUÑÁN N.° 23, a fin de asistir a la INAUGURACIÓN  de los NUEVOS SERVICIOS DE COMEDORES, etc., de tan acreditado establecimiento. Corrió el Champagne y el Ponche en forma extraordinaria, partiendo los huéspedes anoche mismo en aeroplano. Todos iban muy entusiasmados, y por su parte, el Presidente Wilson, prometió hacer derogar la nueva ley norteamericana sobre bebidas fermentadas, en cuanto se refiere a la prohibición de importarlas, y ofreció establecer una prima de importación para las bebidas chilenas.

Debemos este triunfo al progresista dueño del Hotel Restaurant Atenas, Bascuñán Guerrero 23.

Contextualizando, el hotel y el restaurante eran parte de la oferta comercial crecida alrededor de la Estación Central de Ferrocarriles y el Portal Edwards vecino al mismo establecimiento, barrio abundante en boliches populares y alojamientos. El grupo de locales en el nivel de su zócalo bajo los ventanales con balconetes todavía es de usos comerciales.

Imagen del archivo Chilectra, c. 1920, a la altura de Alameda de las Delicias con Bascuñán Guerrero.

Avisos del Hotel Atenas y sus famosos "comedores reservados", en noviembre de 1919.

Publicidad para el restaurante Atenas en "La Nación", temporada de Fiestas Patrias de 1932.

"Olvide, señor, su pena, / Y le damos este dato: / Si va a comer al Atenas, / Usted pasará un buen rato". Publicidad en prensa de septiembre de 1944.

El Atenas en las páginas de prensa de espectáculos y recreación de 1947. Promociona la calidad de sus mariscos y su cola de mono.

Aviso de julio de 1948 en "La Nación", con el Atenas promocionándose por sus cotizadas ostras de los criaderos de Solminihac, en Chiloé.

Vista del edificio del ex Hotel Atenas hacia 2015, en captura de Google Street View. Actualmente, el mismo inmueble está muy transformado y con sus ventanas de balconetes ya tapiadas.

Por entonces, el cubierto costaba solo 1,50 pesos. Publicidad impresa en los periódicos ese mismo mes inaugural agregaba sobre las tentaciones del restaurante, con su extraño y particular estilo de promocionarse:

Después de las fatigas del veraneo hay que engordar.

Para obtener esta deseada gordura, lo único que hay que hacer es no perder ni uno solo de los suculentos almuerzos, o las espléndidas comidas que el Hotel Atenas, de calle Bascuñán Guerrero  N.° 23, ofrece en sus nuevos comedores a su distinguida clientela y al público de buen gusto.

El establecimiento contaba con salón principal de atención y comedores llamados "reservados"; muy "reservados" según enfatiza Plath, quien agrega que eran espacios concurridos por políticos y de los que se hacían entre la clientela bromas tales como decir "si usted quiere ser cónsul vaya al Atenas". Incluso habría asistido a los "reservados" el presidente Arturo Alessandri Palma, barajando allí con sus asesores los nombres para ocupar sus ministerios. Y Enrique Lafourcade agrega que el restaurante con orquesta era "escenario de conspiraciones, pactos, efemérides", en cuya puerta "doña Nora Fernández de Atala condescendía a que montaran guardia pequeneros y vendedores de tortillas con chicharrones", según deja anotado en "Cuando los políticos eran inteligentes" y señalando a esta posterior patrona del negocio.

A quienes iban solo por diversión, en cambio, solían ubicarlos en la llamada mesa del rincón, que de situaba al fondo. Todas las mesas tenían flores y, jugando con esta característica y la política del negocio, un atento mozo anfitrión o maître recibía al público diciendo "la mesa con flores es la suya". El personaje de un cuento de Luis Espejo, en "Relatos del Santiago de entonces", terminaba siempre concurriendo al Atenas "entre hípicos y cartilleros o en las casas de vida alegre, donde pagaba, sin chistar, las poncheras y los vidrios rotos". La influencia de la pecaminosa calle Maipú, atravesando la Alameda, debió tener alguna influencia en aquello, sin duda.

La gastronomía del lugar era de buena y probada calidad. Inicialmente, el Atenas ofrecía ravioles y tallarines a la italiana, su tentación de los jueves y domingos. Empero, con el tiempo, la especialidad culinaria serían las ostras, locos y jaibas, especialmente durante los años cuarenta, aunque siempre acompañando su carta de comidas tradicionales y otras internacionales. Sus mariscos eran de los mejores disponibles en la capital, además de contar con expertos chefs para las preparaciones de los mismos. La publicidad en medios impresos de septiembre de 1944 incluía el esfuerzo de la poesía:

Olvide, señor, su pena,
Y le damos este dato:
Si va a comer al Atenas,
Usted pasará un buen rato

En 1947, el restaurante recibía aún ostras desde los viveros de la firma Molina Hnos., pero a partir del año siguiente su proveedor era la famosa familia Solminihac, con criaderos del molusco en Ancud. "En el Atenas se come bien y se toma el mejor cola de mono de Chile", decía su lema a la sazón, siendo uno de los principales expendios de esta deleitosa bebida en Santiago, especialmente en período de fin de año. También se colmaba de ofertas e invitaciones especiales en el período de las Fiestas Patrias, y su principal proveedor de vinos en los cincuenta era la Viña Concha y Toro.

Actualmente, el edificio que alguna vez fuera el Hotel Atenas está reconvertido y muy modificado, aunque aún en servicios comerciales. El salón que pertenecía al restaurante en su zócalo ha sido ocupado por casas comerciales, guarderías de equipaje, importadoras de productos populares y, ya en nuestros días, por una tienda de vestuario y moda principalmente femenina. ♣

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