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EL MANDARÍN DEL CALLE MATÍAS COUSIÑO

Uno de los extraños avisos que solía publicar el Mandarín en sus inicios, en este caso en "La Nación" de fines de octubre de 1952.

Poco después de inaugurado el pasaje comercial Matías Cousiño, en el sector entre la Alameda Bernardo O'Higgins y calle Moneda que se encuentra actualmente a espaldas del Edificio Galería Santiago Centro (construido a inicios de los años setenta) y la galería homónima (principios de los ochenta), llegó a instalarse un estupendo sitio para la entretención diurna y nocturna del medio siglo. Ubicado próximo a la fuente de aguas de las Tres Gracias, se trataba de la boîte y restaurante chino Mandarín, otro de los famosos y más centrales refugios de la extinta bohemia capitalina.

Especialmente famoso en los cincuenta, el Mandarín se hallaba en la dirección de Cousiño 82, muy cerca de la corta callecita peatonal Miguel Cruchaga. Su local era un subterráneo al interior del zócalo comercial de un edificio de 1950, que se consideraba muy moderno en aquellos años: el de la Unión Española de Seguros, obra del arquitecto Juan Martínez y construido por Enrique Albertz, que ostenta todavía la misma numeración en el pasaje peatonal. Se accedía por una escalera exterior cubierto por un galpón de ferrería, kiosco situado justo en enfrente de la entrada al edificio de la señalada numeración.

Cabe señalar que calle Cousiño se hallaba entonces en un barrio que tuvo a otros centros de entretención, algunos muy próximos y parecidos. Fue el café Lugano en la misma vía; después el Pinpilinpausha y, en la cuadra siguiente, a los boliches que acompañaban a la sazón al Teatro Cervantes. 

Ya en octubre de 1952, el Mandarín se publicitaba en la prensa impresa con uno de los avisos más extraños que han aparecido en los medios de la época, con un extenso mensaje imitando el lenguaje de un sabio chino (o algo así), acompañando una escena de arte oriental. Por la curiosidad que representa y por aportarnos algo más sobre las características de su oferta, lo transcribimos completo:

Honorables amigos:

Bondadosamente os habéis dignado dispensar vuestras elevadas e inteligentes preferencias a este templo del goce de vivir que, aun con todas las galas del esplendor oriental que ha reunido para honrar vuestras gratas visitas, se considera indigno de vuestros excelsos merecimientos.

Vuestra señorial presencia compromete a este humilde Mandarín a hacer cumplido honor a vuestro exquisito gusto y profunda sabiduría, tanto en las importantes horas de vuestras comidas, como en los poéticos y deleitosos minutos del té de la tarde; lo mismo en el breve esparcimiento entre horas de una agradable bebida, como en los magníficos instantes de sublimación de vuestras inquietudes, en las propicias horas de la elegante reunión nocturna.

Me tomo la inconsiderada libertad de recomendaros que seáis asiduos de esta casa, a fin de que vuestro humilde servidor pueda tener el singular honor de regalaros con los delicados manjares tradicionales de la culinaria oriental y los refinados y apetecibles guisos de vuestra excelsa cocina occidental. Y con muy especial agrado, iniciaros en las amables virtudes del té servido a la manera china, a menos que os sea más grata vuestra estimable tradición que con vuestra venia nos atrevemos a interpretar.

Recibid, nobles y cultos amigos, los respetos de vuestro indigno y obsecuente servidor,

Mandarín

Otro aviso del Mandarín en "La Nación", anunciando tener disponible la apetecida sopa de nido de golondrinas, plato tradicional de la cocina oriental.

Publicidad impresa del Mandarín en la prensa, marzo de 1955.

Algunos avisos del Mandarín en "Las Últimas Noticias", año 1955.

Aviso para el restaurante en la temporada de presentaciones de Los Indios Tabajaras en el local, diciembre de 1955.

Reconocido también por las tipografías pretendiéndose semejantes a caracteres chinos -en el cartel con su logotipo- y presentándose al público como "el centro de moda para sus comidas bailables", el Mandarín tenía en su cómodo salón un buen ambiente y un selecto menú, como enfatizaba en su publicidad. En aquellos años, además, se definía a sí mismo como bar, tea room, restaurante y boîte.

Insistiendo con aquella particular clase de publicidad, en noviembre de aquel año reaparece el Mandarín en los avisos de prensa, pero ahora con el siguiente invitación de cocina exótica para su público:

Sopa de nidos de golondrina (Yen Wo)

Hay una familiar reminiscencia de alados goces estéticos en este legendario manjar grato a los gourmets de la fecunda madre de sabiduría, la China que también ha ganado la predilección de los "connoisseurs" occidentales.

Paladéelo en MANDARÍN

Firmado por su autor, Ta Sui.

Contextualizando, la mencionada sopa yan wo es una especialidad china preparada con el material de los nidos que hacen en bordes rocosos y acantilados las aves salanganas (del género Aerodramus), valiéndose de su propia saliva solidificada. Considerado un manjar de Oriente y uno de los productos culinarios más caros y finos del mundo, además de atribuírsele poderes afrodisíacos y saludables, sorprende que esta receta haya estado disponible en Chile a mediados del siglo XX.

Poco después, en diciembre, el Mandarín inauguraba su boîte permanente con presentaciones de la pianista Sonia Waalosky, el organista rítmico Pepe Carrera y el acordeonista Don Esteban con su orquesta. En aquellos momentos debutó como parte del show el dúo brasileño Los Indios Tabajaras, famosos paseando por el mundo temas para bailables y fiestas como "Mamá yo quiero". Comenzaron su temporada allí el sábado 6 de diciembre, presentándose todos los sábados, domingos y lunes.

Por entonces, el Mandarín ofrecía cocina china pero no como exclusividad, porque también había francesa e internacional disponible en almuerzos y comidas. De lunes a viernes el cubierto valía $120 en 1952 y contaba con una cocktail-party al mediodía. En la hora del té se presentaban artistas como Waalosky, quien se unía en el show  con Don Esteban y su orquesta, en la que estaba el maestro Mario Roibo, para las horas de aperitivo, comida y boîte.

Menos de tres años después, ya a mediados de aquella inflacionaria década, la misma visita a los comedores del Mandarín se cubría con $180 en hora de almuerzo, mientras que el servicio extrarrápido era por $160. Las veladas de comida con baile eran amenizadas con orquesta en vivo y se cubrían con $320.

Aviso del Mandarín en "Las Noticias de Última Hora" de junio de 1954, con las estrellas de la cartelera en aquel período.

Otro aviso del restaurante, esta vez en el diario "La Segunda", año 1955.

Edificio y galpón ferretero de Matías Cousiño 82. En este último kiosco están las escaleras de ingreso al salón subterráneo que fue del Mandarín.

Kiosco metálico en donde está el ingreso a los bajos de Matías Cousiño 82. Su último ocupante fue el restaurante Perú Mío, ya retirado de allí.

No obstante la competencia en el mismo sector de cuadras, el gobernador oriental supo ser importante en el pequeño imperio de todo aquel barrio, logrando una gran actividad casi diaria y con una estupenda plantilla de artistas en cada temporada. Atendía durante todo el día, según aseguraba su publicidad.

Para 1954, el Mandarín ofrecía almuerzos, aperitivos, hora del té y comida con ambiente de celebración que incluía al maestro Carlos Arci y su orquesta característica, acompañado de Mario Armando López, el pianista Mario Ahumada y las voces de Virginia Day y Fernando Longas. Para mediados del mismo año, los avisos confirman que los shows iban a las 17.45, 23.30 y 1.30 horas, con la presencia de Alejandro Lira, Virginia Day, Dana Kelly y el cantante Leo Marini. Parece tratarse ya de la mejor época y con cartelera más activa pues, durante el año siguiente y estando a cargo de la orquesta estable el maestro Nello, figura allí una nueva avalancha de estrellas como Mirtha Carrasco y su Conjunto, Carmencita Rey, la vedette y show woman Gitanne, el fonomímico Víctor Hugo Goodman y Jascha Fridman y su Orquesta Espectáculo, el grupo artístico Los Chavales y Guido Bragnoli, entre muchos otros.

Durante el sábado 3 de noviembre de 1956, en el Mandarín tuvo lugar un gran torneo artístico con  varios representantes y repertorios del cancionero de Hispano América: el conjunto altiplánico Larrea Terán por Bolivia y Perú, el dúo argentino Flores Luna, los cantantes de cuecas y tonadas chilenas Hermanos Cavada, la escena tropical de la hermosa y escultural María Teresa Grey, las Hermanas Ramírez, Dalila Yons, la bailarina de danza española Perla Alegría y el acordeonista Licinio Malerba con su conjunto.

El Mandarín fue, también, lugar de reuniones de camaradería y encuentros institucionales varios, como la cena de homenaje extendida al coronel Ramón Salinas y su esposa el 2 de junio de 1953, celebrando el haber sido elegido director de la Escuela Militar; o el almuerzo realizado por la Asociación de la Pequeña Industria de Chile hacia fines de agosto de 1956. Son solo dos ejemplos de entre muchos aparecidos en las páginas sociales de aquellos años.

El restaurante asoma en algunas guías recomendado como uno de los mejores de Chile, luciéndose también con el título boîte "internacional". Todavía se lo elogia en algunas publicaciones de la primera mitad de los años sesenta, pero después se le pierde la pista. Se sabe que el lugar fue completamente remodelado y, así, los bajos del edificio terminaron con otro destino, aunque manteniendo la entrada por el exterior, enfrente del acceso al edificio en calle Cousiño. El gran salón subterráneo ha sido ocupado por otros establecimientos, por supuesto, como el Baños Cousiño y una sucursal del famoso restaurante Bavaria ya en los noventa.

Actualmente, el lugar que pertenecía al Mandarín carga con nuevas modificaciones y remodelaciones, pero coincidiendo con el mismo sitio que podía reconocerse por la presencia de la cevichería y restaurante Perú Mío, al que se descendía también por el kiosco central de Cousiño. Había sido fundado cuando aún se estaba en el boom comercial de esta clase de establecimientos de gastronomía peruana gourmet, pero cayó herido durante el período de la crisis social y sanitaria, esperando aún a su reemplazo en aquel local. ♣

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