♣ ♣ ♣ ♣ ♣ ♣ ♣ ♣

DAVID RODRÍGUEZ PEÑA: EL FOTÓGRAFO DE LA BOHEMIA Y EL CABARET

Retrato fotográfico de David Rodríguez Peña. Publicado en Proyecto Cabaret.

En agosto de 2008 comenzó a exhibirse en el Centro Cultural Matucana 100 de Santiago, en el marco del Día Internacional de la Fotografía, parte de la colección del retratista de vedettes, cantantes y artistas de la desaparecida bohemia chilena David Rodríguez Peña. Su caso es sorprendente y casi intrigante: lo poco que se sabe de él resultó de un redescubrimiento inesperado de su obra, reabriendo un capítulo de la historia de los espectáculos que había permanecido por largos  años olvidado y escondido, casi como si fuera un secreto vergonzoso.

La figura de Rodríguez Peña vino a ser en Chile otra de las versiones criollas de estrellas internacionales de la cámara, tipo Nickolas Muray, Eduard van der Elsken, John Deakin o Gunter Sachs. Junto a otros próceres del rubro, como Alfredo Molina La Hitte y Julio Bustamante Sotello, su generación profesional dejó un magnífico registro con la edad dorada del vodevil, la revista y las candilejas nacionales, con el retrato de varios artistas del cabaret y la bohemia de entonces. Sorprende, sin embargo, lo poco que se conoce sobre su vida y el que su obra casi se haya perdido en el rotundo olvido, de no ser por un fortuito hecho que permitió recuperarla y reponerla en el valor patrimonial.

Rodríguez Peña había nacido en Santiago en 1930. Su padre fue un inmigrante español que formó familia en Chile, pero murió cuando David era muy niño aún. Su crianza continuó a cargo de la madre y una tía paterna quien, a la larga, oficiaría también como su secretaria personal durante toda la actividad profesional del fotógrafo. Interesado en las comunicaciones, sin embargo, sus inicios fueron como locutor de la Radio Universidad de Chile.

El muchacho comenzó a dedicarse por entonces a la fotografía, aunque lo hizo de forma aficionada y sin saber aún que este oficio se convertiría en pasión y sustento. Durante el año 1960, entonces, comenzó a trabajar como reportero gráfico, labor en la que registró con su cámara, por ejemplo, la devastación provocada por el fatídico terremoto del 22 de mayo en Valdivia, además de algunas de las primeras ediciones del Festival de la Canción de Viña del Mar.

En 1963, Rodríguez Peña aprovecha una oportunidad para viajar a los Estados Unidos, en donde trabajará ahora para medios como la célebre revista “Play Boy” de Hugh Hefner, que llevaba entonces solo diez años de fundada pero ya había sido trampolín a la fama de varios otros fotógrafos, como Tom Kelley, Mario Casili y Linnea Bunny Yeager​.

Perfeccionándose en el oficio y codeándose con grandes exponentes de la fotografía internacional, aquella es la etapa en la que consolida su trabajo. Se convierte así en un experto de la cámara, a pesar de nunca haber hecho estudios de la profesión.

Vuelve a Chile un año más tarde, instalando su laboratorio y estudio en calle Miraflores 460 entre Merced y Monjitas. Comparte el taller fotográfico con su colega Gerd Hasenberg H., quien había llegado a Chile con su familia judeo-alemana en tiempos del III Reich y, además, mantuvo activo el mismo estudio por varios años más. Tanto David como Gerd se dedicaban también al trabajo en fotonovelas, por entonces: el primero había comenzado desempeñarse como fotógrafo para las revistas “Ritmo”, “Eva”, “El Pingüino” y la fotonovela “Cine Amor”, período en el que pasarán frente a su lente importantes figuras del medio nacional como Malú Gatica, Luis Alarcón, Gloria Benavides, Pepe Guixé, Rafael Frontaura, Humberto Duvuachelle y muchos otros.

Rodríguez Peña en una de sus sesiones con artistas del Bim Bam Bum. Imagen publicada por Pedro Encina en su Flickr Santiago Nostálgico.

Tarjeta de presentación y dirección del estudio de Rodríguez Peña, en imagen publicada por el Proyecto Cabaret.

Artistas de las candilejas chilenas retratadas por Rodríguez Peña. Imágenes tomadas del sitio del Proyecto Cabaret.

Otras imágenes perpetuadas por la cámara del fotógrafo, tomadas del sitio del Proyecto Cabaret.

Un retrato de la actriz Iris del Valle, realizado al parecer por David Rodríguez Peña, y la presentación del Proyecto Cabaret.

 

En aquel impulso laboral, Rodríguez Peña comienza a especializarse también en el retrato de figuras del espectáculo santiaguino, inmortalizando con su cámara a innumerables vedettes y artistas del abundante circuito bohemio de entonces. De esta manera, dejó un catastro único sobre la época luminosa de la revista chilena, de valor inconmensurable a estas alturas. La mayoría de los retratados, además, estaban relacionados con el Teatro Ópera y la Compañía de Revistas Bim Bam Bum, el más famoso escenario del barrio llamado "Broadway Santiaguino", que existía por entonces en calle Huérfanos más o menos entre Estado y San Antonio, a escasas cuadras del estudio.

Su ubicación geográfica también lo volvió cliente habitual de una de las primeras discotecas de Santiago, llamada El León Rojo, de acuerdo a lo que señala periodista de espectáculos Osvaldo Rakatán Muñoz. En aquel último período de su vida del fotógrafo acudía, entonces, a dicho piano-bar y bailable abierto en Miraflores llegando a Huérfanos por la sociedad formada entre el cantante Guido Romagnoli, el decorador Daniel Zamudio y el dentista Tuto Campos, en 1967. Rodríguez Peña compartió tiempo allí con otros concurrentes como Felipe Ravinet, María Elena Gertner, Antonio Varas y Mario Gómez López, entre otros.

Tal dedicación valdría a Rodríguez Peña ser apodado el Fotógrafo de los Artistas. Y dice Felipe Ravinet en su novela "Los Trepadores" que era también el fotógrafo asistente de Rakatán, firmando por entonces como Osmur. "Estos profesionales gozaban de gran estimación en el ambiente por su cordialidad y bonhomía", comenta en la obra.

Salvo por las sesiones hechas en clubes musicales y camerinos de las estrellas fotografiadas, buena parte de aquel trabajo testimonial fue realizado por Rodríguez Peña en el taller y salón de calle Miraflores. Incluye retratos de músicos y algunos desnudos bastante audaces, aunque con la elegancia y sugerencia que había aprendido de los maestros del oficio en los Estados Unidos. Había cierta tendencia al mínimo en sus ambientaciones, y al contraste de luces de composición en sus retratos en su estilo, según se aprecia.

Lamentablemente, Rodríguez Peña iba a fallecer de manera prematura en agosto de 1968. Tenía solo 38 años de vida al momento de su deceso. Recordado desde entonces solo a la pasada y por un puñado de protagonistas de su época, como Alfredo Lamadrid, tan abrupta partida iba a condenar a un largo olvido su nombre y la extraordinaria colección fotográfica de toda una época del espectáculo nocturno chileno, con unos 5.000 negativos que acabarían guardados en un baúl y durmiendo el sueño de los justos entre el polvo y las telarañas de las décadas.

La maravillosa y romántica colección de imágenes permaneció más de 30 años en aquella penosa situación, hasta que, accidentalmente, fueron redescubiertas en el desván de una anciana. El asombro provocado por el tesoro fue enorme, motivando casi al instante la creación del Proyecto Cabaret, llevado adelante con apoyo del Fondart y que se puso en marcha con actividades como la exhibición de una pequeña parte del inmenso material en la exposición de Matucana 100.

El tremendo esfuerzo general de rescate ha sido conducido por la antropóloga Cristina Guerra Pizarro, a la sazón gestora cultural de la Fundación Salvador Allende. Fue ella quien redescubrió del legado dejado por Rodríguez Peña, de hecho, al hallarlo de forma casual en el entretecho de la casa de su propia abuela. Su voluntad de divulgar esta valiosa colección quedó manifiesta con la publicación de una parte de la misma en Internet: el llamado Proyecto Cabaret que, además, permitió conocer información biográfica del fotógrafo, como la que acá hemos reproducido.

Así pues, por un feliz azar de las vueltas del destino, la patrimonial galería fotográfica de David Rodríguez Peña ha vuelto a las estanterías culturales desde el completo olvido, para ser contemplada y admirada hoy y en la posteridad como testimonios de toda una etapa histórica en la recreación chilena. ♣

Comentarios

♣ ♣ ♣ ♣ ♣ ♣ ♣ ♣