Las estrellas de La Isleña en aviso publicado en "Las Noticias de Última Hora", año 1954.
Junto a Il Bosco y El Negro Bueno, La Isleña era parte de los principales atractivos del sector de la Alameda Bernardo O'Higgins enfrente del céntrico tramo situado entre la Iglesia de San Francisco y la Universidad de Chile. Se remontaba a los tiempos de la famosa Pérgola de las Flores en Alameda con San Antonio, que desapareció del bandejón central durante 1947-1948.
La Isleña se encontraba desde 1920, aproximadamente, en la dirección de Alameda 835, en el primer local al oriente del edificio centenario exactamente al lado de donde llegarían después los Almacenes París. El negocio solía definirse en los avisos como pastelería, heladería, confitería y salón de té con orquesta para amenizar tardes y veladas. El suyo era un espacioso lugar en el zócalo, con salas de elegantes comedores, con mesas metálicas y cubiertas de mármol descritas por Oreste Plath en "El Santiago que se fue". Se servía té y café "con una panera surtida de panecillos salados y de dulce, galletas y una gran cantidad de bolitas de mantequilla", estas últimas favoritas de madres y niños quienes solían llevárselas para la casa.
Agrega el mismo autor que las salas de La Isleña estaban rodeadas de espejos y que "en ellos escribían anunciado los helados Pêche Melba, cuyo nombre seguramente deriva de la Copa Melba", el postre conocido también como melocotón Melba: hecho con duraznos en almíbar, helado de vainilla, crema y salsa de frambuesa, fue creado por el chef y escritor francés Georges Auguste Escoffier en 1892 o 1893, para celebrar la llegada de la cantante australiana Nellie Melba al Hotel Savoy de Londres. Otras deleitosas sabrosuras publicitadas por la casa eran el chocolate helado a la crema, los surtidos de merengues, bombones, caramelos, galletas glaseadas y pastelillos de abundante crema chantilly.
La Isleña era propiedad de don Miguel Ramis Clar Mascaró, empresario de importancia en el comercio de los locales recreativos, dueño también del cercano Negro Bueno, del café Olympia y de la antigua compañía lechera con sus apellidos, en la Chacra Santa Bárbara de Maipú. Esta no solo proveía de leche y derivados a sus negocios, sino que vendía también sus productos lácteos en La Isleña y El Negro Bueno. Era frecuente, además, que Ramis Clar publicitara en los avisos de prensa varios de sus locales juntos, sabiendo que su nombre era sinónimo de prestigio.
Hubo una gran remodelación y modernización del mismo local de La Isleña en 1928. Posteriormente, comenzaron a hacerse también transmisiones radiales de algunas presentaciones importantes dentro del mismo club. Una curiosidad suya era, sin embargo, que a la sazón no se vendían bebidas alcohólicas en La Isleña.
De entre aquellas transmisiones realizadas estuvo una del cantante Guillermo Gutiérrez, cuyo show acompañado por Juan da Silva en La Isleña fue escuchado por los auditores de la onda CB-97, Radio SIAM, en agosto de 1940. Esta estación transmitía también los bailables y el espectáculo de variedades de 19 a 21 horas y de 12 a 2 de la noche, que incluyeron en la referida ocasión a la soprano María Rambowa.El público de la tarde llegaban al salón de té del establecimiento para tomar la once en un clima más familiar, con aquellas golosinas y pasteles exhibiéndose en los mostradores.
De acuerdo a
Manuel Peña Muñoz en “Los cafés literarios en Chile”, tales mesas también eran un
atractivo lugar de reunión para los poetas y escritores de aquellas
generaciones, quienes llegaban allí para comentar los libros que recién habían leído.
Los boy-scouts de provincias se reunían también en este salón desde las Fiestas Patrias de 1942
cuanto menos, cuando fueron festejadas en Santiago las brigadas Escuela
Industrial de Concepción, Francisco Bilbao de Tomé y Liceo Alemán de Los
Ángeles, con más de 100 concurrentes según la prensa. Ya hacia fines de 1944, la atracción eran los shows de Jeo Oquendo y su Conjunto con música afro-cubana, además de los famosos panes de Pascua del mismo establecimiento durante la temporada navideña.
Aviso de la Ramis Clar en "La Nación", durante las Fiestas Patrias de 1918. El nombre de La Isleña no estaba decidido o bien no posicionado aún, según parece, pero se trata del mismo local y dueño.
Aviso publicitario de El Negro Bueno y La Isleña en medios impresos, septiembre de 1921.
Publicidad de Ramis Clar para sus establecimientos La Isleña y El Negro Bueno, en el diario "La Nación" del 17 de febrero de 1927. Retrata bastante bien el ambiente familiar y refinado con el que había nacido el negocio.
La pintoresca esquina de Alameda de las Delicias con San Antonio, hacia 1920-1930. La Isleña estaba en el edificio que se ve hacia la izquierda del encuadre, en donde empieza la fila de automóviles estacionados bajo el gran cartel blanco. El antiguo edificio vecino con locales comerciales ubicado justo en la esquina fue reemplazado después por el de las tiendas de Almacenes París. Fuente imagen: portal En Terreno, subida por Alejandra Rojo.
Aviso navideño de 1930 del Negro Bueno, junto al Olimpia y La Isleña. Como lo señala su publicidad, sus panes de pascua tuvieron gran demanda y prestigio en aquellos años.
Anuncio de las transmisiones radiales que se hacían desde La Isleña, en 1940. Diario "La Nación".
Aviso de La Isleña en el diario "Las Noticias de Última Hora", a mediados de 1954.
Las atracciones como boîte de La Isleña fueron famosas a mediados del siglo pasado, con las presentaciones del grupo Cantares de Chile con Mirtha Carrasco, Humberto Maldonado y Los Campesinos, artistas centrales de la cartelera. También subían a este escenario el "humorista de América" Herbet Castro, la cantante melódica Coraly Díaz y el cantor flamenco Manolo Navarro, casi todos ellos con una intensa agenda de la bohemia nacional que incluía presentaciones en el Club de la Media Noche de calle San Diego con Matta, durante la misma temporada.
"Abierto de día y de noche", las horas de espectáculo en la función de la tarde quedaron definidas a las 16.30 horas (en ciertos períodos a las 16:15), y las de la noche, a las 12.30 horas y otra más ocasional a las 2 de la mañana. La música de aquellos bailables era tocada por la Orquesta La Isleña, dirigida por el maestro O. Muñoz. En 1954, pasaban por su cartelera estrellas como Dolores Santelmo, el grupo Los Chamacos, Lía Guerrero y Cora Díaz, entre otros. Ya inicios de diciembre de 1956, se presentó también en el lugar el show romántico de los artistas conocidos como la Princesa Ling Yu-Ki y el Poeta Erik.
Como sucedía con otros establecimientos de aquella época y con ubicación central, La Isleña estaba entre los favoritos de muchos estudiantes pensionistas y de provincia, pues informa Plath que partían al negocio cada vez que recibían su mesada: esto se debía a que este local lo tenían como un apoyo a su alimentación de pensionados. "Se organizaban grupos de cinco o seis y ocupaban las mesas de a dos o tres, para así lograr mayor ración al repartirse el sobrante de las rebanadas de pan negro, bollos y galletas". Como atractivo para los universitarios, además, en el lugar se reunían los estudiantes para conversar hasta altas horas nocturnas.
Gran atracción en aquellas reuniones y tertulias de trasnochada era el entonces estudiante de medicina de origen árabe Roberto Sarah Comandari, hacido en 1916 y quien se tituló en 1943; ejerció así como médico general hasta especializarse en psiquiatría. "Mantuvo una audición radial sobre el cine, luego su preocupación se volcó a la literatura e imprime su obra A nadie daré una droga mortal, 1950".
Cabe comentar que Sarah Comandari también escribía para la prensa firmando como Andrés Terbay, y como dramaturgo produjo y estrenó las obras "Idolatrados", "Por encima de los dioses", "Algún día" y "Un viajero parte al alba". Un argumento suyo sirvió de base al filme "Amor en la sombra", rodado por Tito Davison en México entre 1959 y 1960, con Libertad Lamarque como protagonista. Su posterior novela de 1961, "Los turcos", tratará sobre los problemas que aquejan a las comunidades palestina y siria residente en Chile.
Sin embargo, fueron "razones comerciales" las que
condujeron al cierre de La Isleña, concluye Plath, cuando la época de noches de
plata del Santiago de entonces ya había terminado. Muchas historias suyas, como las revisadas, se deshicieron en el solvente del tiempo, quedando solo como memorias ambiguas e ingrávidas, condenadas al olvido.
Hoy en día, el elegante edificio neoclásico que alojaba a La Isleña está deteriorado, quedando principalmente la fachada y los pisos inferiores. El espacio que fue del clásico negocio se ve muy transformado en la actualidad: fue fusionado con el que ocupa la famosa tienda electrónica Casa Royal. El inmueble fue afectado por un incendio en julio de 2022, de hecho, aunque pudo ser controlado a tiempo. ♣
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