♣ ♣ ♣ ♣ ♣ ♣ ♣ ♣

EL ALEGRE INSOMNIO DEL CLUB DE LA MEDIA NOCHE

Aviso de 1954 para el Club de la Media Noche destacando el espectáculo de Cantares de Chile, en el periódico "Las Noticias de Última Hora".

Pasado ya el Centenario Nacional, las filarmónicas provenientes de modelos recreativos y de actividad social del siglo XIX comenzaron a ser desplazadas por la nueva propuesta de las "filóricas". De acuerdo a lo que puede interpretarse desde lo que dejaron escrito varios próceres de las noches románticas de Santiago, como Osvaldo Muñoz Romero, Armando Méndez Carrasco o Enrique Lafourcade, estos eran un paso importante en el desarrollo comercial de la diversión desde los clásicos salones de baile a los modernos centros con orquestas en vivo y ritmos más novedosos a la vez que populares, formatos que pudieron prescindir de los factores de elegancia y alta sociedad de las viejas filarmónicas, por supuesto.

Uno de aquellos locales recreativos con perfil de "filóricas" pero transicionales entre las antiguas salas de grandes vestidos y caballeros elegantes, a los más novedosos clubes dancings de la bohemia nacional, fue el casi mítico Gran Restaurant Boite Club de la Media Noche, a veces llamado también Medianoche, ubicado en el segundo piso de la dirección de calle San Diego 1071. El inmueble con su amplio salón y sus largas escaleras de ingreso aún existen, haciendo esquina con avenida Manuel Antonio Matta.

El nombre del establecimiento, que aludía -como puede adivinarse- a su actividad principalmente nocturna, en aquellos tiempos cuando la capital chilena resistía irse a la cama y convertía el insomnio en razones de alegría. Era una proposición comercial para la fiesta diferente a las de otros centros de más alta categoría de público, además. Preferido así por muchas parejas trasnochadoras y grupos de amigos amantes de las horas oscuras, debió ser uno de los puntos de encuentro más interesantes de la perdida diversión nocturna chilena, precisamente en sus años de apogeo.

Tampoco es casual la presencia del Club de la Media Noche en aquel histórico sitio. En primer lugar, porque calle San Diego casi hasta las puertas mismas del tradicional barrio Matadero era una arteria abundante en bailables, boîtes, cabarets y teatros del bataclán o la revista. Y segundo, porque la misma esquina con Matta había sido antes de otro celebérrimo centro "filórico" llamado Chantecler, muy bien conocido por muchos periodistas de la época y que ya su tiempo presentaba también números de varieté. De hecho, muchos lo consideraban a él y su sucesor, el Club de la Media Noche, como de las mejores "filóricas", boîtes populares y dancings de su tiempo.

Un artículo titulado "Por San Diego... Con nostalgia", de la revista "En Viaje" de mayo de 1968, trae del recuerdo algo más sobre aquella particular relevancia de la calle y el barrio completo en el plano cultural urbano:

San Diego con Matta... San Diego con Franklin. ¡Qué esquinas! En tiempos del viejo carro 36, que tenía por dotación los tranvías más largos del país, verdaderos vagones de ferrocarril, Matta y Franklin eran como dos estaciones. El maquinista se iba despacio, por temor a peatones bamboleantes de alcohol o carretelas peligrosamente altas con su carga excesiva de hortalizas o aves. El cobrador desesperaba tratando de hacer bajar a una señora que, despistada, había tomado su viaje al revés y que en verdad iba a la plaza Chacabuco, en lo que entonces era el "otro extremo" de la ciudad. Desde allí salía el carro 36 y llegaba hasta San Bernardo: el recorrido más prolongado para un tranvía.

Al Club de la Media Noche llegaban los aventureros sin que faltaran aquellos tranvías, entonces. El nuevo salón había sido inaugurado en aquellos altos con una fiesta organizada por su propietario, don Leonidas Acuña Molina, el viernes 19 de marzo de 1943, anunciado su inicio entre las 22 y 23 horas. Participaron de la celebración orquestas de Chile y Argentina, con una avalancha de globos y regalos justo al llegar la medianoche, más un show titulado "El Ritmo Loco".

Anuncio de la presencia del maestro Mario Escobar en la inauguración del Club de la Media Noche, en "La Nación" de marzo de 1943.

Club de la Media Noche en enero de 1947, en aviso de "Las Noticias de Última Hora".

Aviso de marzo de 1954 con la pléyade de estrellas del Club de la Media Noche, también publicado en "La Nación".

Publicidad para El Club de la Media Noche de calle San Diego a mediados de los años cincuenta, en el periódico "Las Noticias de Última Hora".

Curiosamente, el establecimiento había pasado por un período sin actividad después de cerrar el Chantecler, pero desde aquella noche "dejarán de existir la pena y la tristeza", decía el articulista del diario "La Nación" en el mismo día inaugural.

Según las palabras expresadas por el fundador del club al señalado medio, había escogido aquel lugar casi en las puertas del Barrio Matadero por razones prácticamente estratégicas:

Por otra parte, el "Club de la Media Noche" tiene vista al mar... inmenso de la Cordillera de los Andes. Se ha elevado sobre la tierra unos cuantos metros y tiene al alcance de las ventanas las copas frescas de los árboles.

Así mientras los asistentes llenen y vacíen copas, en busca de la alegría, habrá parejas románticas que mirando las copas de los árboles se embriaguen de felicidad.

Cabe añadir que el señor Acuña Molina había viajado a la escena bohemia de Argentina, Uruguay y Brasil para inspirarse y dar forma a su propuesta en calle San Diego. Consideró así que era apropiado partir las actividades desde esa noche con la Orquesta de Mario Escobar, proveniente del Casino de Viña del Mar, contratando también una orquesta típica de Buenos Aires. El periódico aseguraba que el club "es algo nuevo en esta capital, donde hasta hace poco tiempo se creía que era imposible montar un sitio de reunión, de confianza y de alegría, que tuviese la tranquilidad del hogar", además de contar con las necesarias comodidades para los concurrentes. También se implementaron transmisiones radiales propias para el club, poco después de inaugurado.

Cuentan los testigos, sin embargo, que el ambiente de aquella esquina era intimidante en ciertos momentos, tanto afuera como dentro del local. Fue un estigma que pesaría por mucho tiempo en los tramos bohemios de San Diego, por lo demás. En el caso del Club de la Media Noche, esta fama suficientemente bravo para que una noche, al final de un baile, un rufián apodado el Pelao Ríos diera muerte al artista Pablo Cid en una pelea, ambos conocidos de la casa.

Hacia el verano a inicios de 1947, el club tenía reclutados para el show al crooner español Jaime Camino y la orquesta Los Diamantes Negros, músicos y cultores afrocubanos quienes llegaron acompañados de la bailarina "eléctrica" Mercedes, el Negro Juan y el Gran Israel. Con ellos tuvo lugar un festival tropical del sábado 18, en donde participó el "quinteto de ébano" Los Chicombos, provenientes de la escena del Harlem, la sensual bolerista y cantante de guarachas Marion Randall con sus bailarines mexicanos, y Roberto Rufino y su Orquesta Típica de Argentina, acompañados por el violinista David Abramsky.

Los años cincuenta parecen haber sido los más prósperos del negocio, dada la publicidad que aparecía del mismo en los medios de comunicación y el incesante desfile de grandes artistas que pasaban por el local, combinando segmentos de baile para el público, presentaciones artísticas y otros números que tenían de ambos elementos. Orquesta estable de aquellos años era la de Luis Aránguiz, con la voz de Nino Lecuona para repertorios de jazz y música tropical, que tocaban principalmente en los bailables. La otra era la Orquesta de Alfredo Fanuele que, hacia mediados de la década, tocaba tangos allí con la elogiada voz de Juan Carlos Aguilera. Aunque estas dos eran las principales, también tocaba en ocasiones el maestro Luis Bahamonde y su Conjunto Fiesta Linda.

Artistas propios del período y lugar fueron los integrantes del grupo musical Cantares de Chile, dedicado principalmente a música típica y folclórica de corte huaso, con Mirtha Carrasco, Humberto Maldonado y Los Campesinos. También subieron al escenario la melodiosa voz de Coraly Díaz, la "rubia del bolero" Lisa Laino, Maruja Ravanal, Los Camperos, Minina, Joe Pernia, Nene Donoso, Lalo Arán y el "embrujo de Cuba" Zenaida González. Más audaz era el número de la show-woman Chola de Sicca, mientras que el humor quedaba encargado al comediante Herbert Castro y el querido humorista nacional Eduardo Aránguiz, futuro integrante del dúo Los Morisquetos junto a su esposa Helvecia Viera.

Anuncio de las "revistas de bolsillo" del Club de la Media Noche, en "La Nación", agosto de 1954.

El Blue Ballet del Club de la Media Noche, en aviso de 1954 publicado por el periódico "Las Noticias de Última Hora".

La Cubanacán en su noche de debut en el Club de la Media Noche, a fines de 1955. Imagen del archivo de Ricardo Barrios, publicada en el libro "¡Hagan un trencito! Siguiendo los pasos de la memoria cumbianchera en Chile (1949-1989)", de las investigadoras Lorena Ardito Aldana, Eileen Karmy Bolton, Antonia Mardones Marshall y Alejandra Vargas Sepúlveda.

Publicidad del Club de la Medianoche a principios de 1960, en "Las Noticias de Última Hora".

Vista actual del inmueble en cuyo salón de los altos se encontraba el Club de la Media Noche, ya ocupado por una agrupación religiosa. Fuente imagen: Google Street View.

Por la misma época, año 1954, el club presentaba las llamadas "Revistas de Bolsillo", consistentes en pequeñas presentaciones o "teatro en miniatura" (así lo definía) que quizá anticipaban la propuesta de los café concerts importados también a la escena chilena. En sus avisos publicados en agosto de ese año prometía un gran espectáculo y ambiente simpático... "Y luego comentará... que para divertirse sin hacer derroche, solamente Club de la Media Noche".

A partir del año siguiente, comienza a presentarse la famosa orquesta chilena de espectáculos y cumbias La Cubanacán, dirigida a la sazón por Luis Molina. Debutaron allí el 27 de diciembre de 1955, de acuerdo a información publicada en la obra "¡Hagan un trencito! Siguiendo los pasos de la memoria cumbianchera en Chile (1949-1989)", de las investigadoras Lorena Ardito Aldana, Eileen Karmy Bolton, Antonia Mardones Marshall y Alejandra Vargas Sepúlveda. En el mismo género tropical habría estado allí también la Sonora Los Caribes.

Otros artistas de aquel escenario y período fueron las Mellizas del Campo, "reinas de los cantares de España", la bailarina internacional Gladys Nelson, la cantante peruana Velia La Morenita y la Orquesta de Hugo Bustamante con su destacado cantante Tino Méndez. Las presentaciones son transmitidas por Radio del Pacífico, llegando también al club la afamada Orquesta Huambaly, que continuaba con su carrera después de una primera etapa en el café Nuria, donde fueron artistas estables. El portal Música Popular de Chile señala que fue en este período y forma que el locutor Raúl Matas se enteró de la existencia del conjunto, llevándolos a la Radio Minería, pero perdiendo en el trayecto a su vocalista original Jack Brown, quien decide independizarse y regresar al Nuria. Sin embargo, sus adversarios profesionales y reyes de la boîte del Hotel Carrera, la Orquesta Los Peniques, también estuvo haciendo historia en el club.

Para 1956, se presentaba el show artístico y cómico titulado "Abrojo, Pampita y Marín", cuyos artistas participaban también de la Compañía Bim Bam Bum, además del Tibor Ballet. Otras estrellas eran el grupo musical Los Demonios del Trópico, el Dúo María-Inés (María Venegas e Inés Sotelo), el bolerista Lucho Oliva y la artista de la escena porteña Carmen Corena. A la sazón, el el Club de la Media Noche figuraba como propiedad de la empresa del maestro Fanuele, quien continuaba haciendo allí presentaciones con su orquesta.

Historia aparte fueron las hermosas bailarinas del equipo bataclánico del Club de la Media Noche, con jóvenes curvilíneas que llegaron a hacer cierta leyenda en el ambiente de mediados de los cincuenta, según algunos recuerdos. Sus nombres artísticos eran Marión, Malisa, Silda, Rosita, Violeta, Sherry y Perla. Eran las integrantes del entonces llamado Blue Ballet o Ballet Azul, que fue juzgado como sensacional en su época.

Durante sus viajes a Chile la internacional orquesta Los Wawancó hicieron sus presentaciones allí también, durante aquella misma década y las siguientes según recordaba el músico Sergio Solar, entrevistado para "¡Hagan el trencito!":

Estaba en Santiago el año ‘60, en el Club de la Medianoche, con dos trompetas, con piano, con contrabajo y percusión, y un cantante muy bueno, esa era la orquesta delicada que había aquí, la que se podía ir a escuchar conversando en voz baja igual, sin problema, en el Club de la Medianoche. Los demás eran mucho más apaleadores.

El establecimiento siguió activo por varios años más, incluso enfrentando la caída de la antigua bohemia de San Diego. Dicen sus contemporáneos que también servía como restaurante diurno y, horas después, como una suerte de casa de cena para los nocherniegos, en alguna época, aunque no hemos podido confirmar del todo este dato. Se hace preciso volver al texto de la revista "En Viaje", de 1968, ya en los últimos respiros del club, cerrado ese mismo año:

En San Diego con Avenida Matta siempre ha habido algunos restorantes que disimulan la excelencia de su cocina tras el descuido de sus instalaciones. Todavía existen por lo menos dos en esos lugares y con la ventaja de que permanecen abiertos "las 24 horas del día". Y en la misma esquina enclava su hospitalidad bohemia el "Club de la Medianoche" que, con altos y bajos, con épocas buenas y otras apenas soportables, de todos modos nos merece el título de primer "cabaret popular" de Santiago. Porque hasta su apertura los que no se sienten bien en medio de "estiramiento" de las boites del centro solo iban a las "quintas de recreo".

Sin embargo, siendo incapaz de soportar los cambios drásticos sufridos por el medio recreativo en esa misma década, cuando gran parte de la bohemia y el público de las boîtes había emigrado a quintas y discotecas de La Reina y Apoquindo, el famoso centro recreativo acabó cerrando sus puertas. Lo que fuera el salón del club de los trasnochadores se convirtió en tiempos más recientes en la sede de una organización religiosa llamada Iglesia Mundial del Poder de Dios, con sus devotos miembros tal vez ignorando el pasado bastante disipado y esencialmente recreativo que tuvo alguna vez el lugar. ♣

Comentarios

♣ ♣ ♣ ♣ ♣ ♣ ♣ ♣