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BEAT 4: LA PROLÍFICA AVENTURA DE CUATRO PIONEROS DEL ROCK CHILENO

Los integrantes originales de Beat 4, en 1967. Fuente imagen: portal Música Popular Chilena.

El 15 de agosto del año 2009, falleció en La Serena y tras una larga agonía provocada por la inclemente esclerosis múltiple, el músico y cantante Rhino González. Su partida cerró la historia de una de las más importantes vidas-epopeyas del rock chileno, género que tuvo también sus propias noches de oro en el Santiago romántico de antaño. Como suele suceder con esa clase de decesos, además, una tajada de la música popular se perdió irremediablemente, arrastrada a la cripta casi como una inhalación soberbia y brava obligando a los pocos que aún recuerden su historia a tratar de aferrarse a ese registro.

Aquel capítulo último era el de la aventura de uno de los primeros grupos influyentes en las artes musicales modernas de Chile. La banda había comenzado a calentar motores hacia 1965, cuando cuatro amigos adolescentes se reunieron para tocar sus propias propuestas inspirados por el fenómeno mundial de The Beatles, con su fama provicando ya taquicardias en el público chileno. El grupo estaba conformado por Mario Benítez en batería, su hermano el conocido humorista de años posteriores Willy Benítez en bajo, Johnny Paniagua en guitarra principal y, por supuesto, Reinaldo González en guitarra y voz, más conocido para la posteridad como Rhino, quien lucía con frecuencia un gorrito tipo greco, suerte de amuleto o fetiche.

Gran parte de las composiciones de la joven banda quedó en manos de González y Paniagua, generalmente haciéndose cargo de la letra el primero y la música el segundo. Aunque en un principio solo ejecutaban covers de música anglo y adaptaciones de temas populares, destacaron por estar en la generación de primeras bandas rock y pop nacionales que cantaron en castellano, una vez que se aventuraron en tocar temas propios y conseguir escenarios.

Su propuesta de pop beat debutó en 1966 con el nombre de Electrones, en pleno impulso de la llamada Nueva Ola chilena. Como sus influencias de la banda de Liverpool eran obvias, sin embargo, no tardaron rebautizarse Beat 4, acierto que facilitó la popularidad que alcanzarían en el breve período de actividades. Si bien usaban como distintivos ropa colorida y algo psicodélica, inicialmente mantuvieron su pelo corto y sin demasiada extravagancia, pues la mayoría de sus integrantes todavía estaba en edad escolar al momento de comenzar su andanza musical. Por la misma razón, sus presentaciones iniciales eran en ferias estudiantiles, además de algunas quintas y locales de reunión de aquellos años, llenando de canciones pegajosas los rincones que la juventud sesentera que ya se hacía de sus propios refugios en la ciudad de Santiago.

Los contenidos de sus temas de la banda también tenían vinculación con temáticas juveniles mezcladas con un romanticismo un tanto cándido e inocente. En lo musical, junto a The Beatles, sus influencias provenían también de Rolling Stones, The Kinks, The Animals y The Beach Boys, entre otras vertientes no difíciles de advertir. Sondeando más profundo, había también algo de blues, jazz, rock californiano y progresivo en los arreglos instrumentales, y quizá lo que hoy llamaríamos garage.

El gran salto de los Beat 4 a los medios de comunicación se produjo durante una transmisión de Radio Minería, trampolín de tantas figuras de los medios y la cultura popular en aquellos años. Su primera presentación en vivo de carácter masivo tendrá lugar en una versión de la Feria Internacional de Santiago (FISA), que se realizaba año a año en el Parque Cerrillos, en Maipú, para promover novedades internacionales de tecnología y vanguardia en el mercado.

Los primeros EP y LP del grupo fueron publicados casi uno detrás de otro en 1967. Los discos extensos de su debut aparecen con los títulos “Boots a-go-go” y “Juegos prohibidos”, ambos de RCA Victor. En el primero, venía el tema de nombre “Llora conmigo”, que había logrando un éxito sorprendente para lo que era la limitada producción discográfica nacional en esos años. Correspondía a la versión en castellano de una canción italiana del grupo The Rokes (“Piangi con me”) y fue tocada profusamente en las radio. Había también algunos covers de The Beatles, más canciones propias recién salidas de los estudios.

En octubre de ese año, los Beat 4 aparecieron pomposamente en la entonces joven revista “Ritmo”. En vista del logro y la popularidad alcanzados en tan corto período, además, se organizó una extenuante gira que los llevó a presentarse en vivo por casi todo Chile, especialmente por los balnearios costeros. En el año siguiente y aún rebozando de energías, vuelven a los estudios y lanzan nuevos trabajos, partiendo por “Había una vez…” en 1968. Nuevamente, arman el disco con temas propios y convers, siempre al alero de RCA Victor.

En tanto, la banda había publicado un sencillo que fue conocido popularmente como “El Bananino”, en realidad "Dame un Bananino". Hay poca información sobre su factura y producción, sin embargo, señalándose a veces que salió de los talleres discográficos de la Corporación de Radio Chile o bien del sello Arena, la misma casa que, en sus inicios, había lanzado al mercado a The Ramblers. Lo seguro es que “Dame un Bananino” era un tema producido como jingle de un comercial de helados de la marca Savory, y resultó tan pegajoso en esos días que llegó a ser una canción popular de ese y otros veranos, cuando comenzó a circular en su formato EP.

Había sido grabado en 1967, pero fue lanzado durante el verano del año siguiente, en una astuta jugada publicitaria.

La Enciclopedia del Rock Chileno destacaba que, por entonces, la banda participara también en parte de la creación y presentaciones de la obra musical satírica “El Degenéresis”, aunque casi todos los temas fueron compuestos por el músico Jorge Rebel. Sus contenidos tenían un énfasis más político y una extraña última pista simplemente llamada “Cagar”, casi como anticipando una inminente despedida para el grupo que sus seguidores quizá no sospechaban. Esta obra de 1970, muy experimental y vanguardista para aquellos días, fue montada por Eduardo Villarroel en el Instituto de Teatro de la Universidad de Chile.

La publicación del LP con la música de “El Degenéresis” durante el año siguiente y otra vez por RCA Victor, iba a ser la última aparición de Beat 4 en un disco: con el advenimiento de la fama y la consagración, habían llegado también los problemas dentro de la misma sociedad musical. Fue inevitable la aparición de los proyectos más personales en los cuatro virtuosos y el primer revés para la inestabilidad de la alineación fundadora ocurre con Willy Benítez, debiendo ser reemplazado en el bajo por Tilo Mandiola en las últimas presentaciones en vivo del grupo, durante algunos meses de ese mismo año de 1971.

Cuando aún sonaban repetidamente en las radios sus temas “Ta ta ta”, “El sábado llegó”, “No pisen las flores” y “Dame un Bananino”, entonces, los Beat 4 deciden sacrificar los buenos prospectos que se les abrían en el medio y concretan su separación, marchando a hacer carreras independientes y desligándose entre sí... Era el final de la corta pero vertiginosa y prolífica aventura creativa.

A continuación, Rhino González fundó la agrupación Frutos del País, otra de las bandas históricas del rock chileno, aunque -decían sus críticos- demasiado parecida a Procol Harum, por entonces de moda. Willy Benítez, por su parte, se dedicó a la actuación que consumía buena parte de su tiempo para la música, por entonces: había entrado a la Escuela de Teatro de la Universidad Católica de Chile antes de dejar la banda y, más tarde, optó por la carrera de comediante que le hiciera especialmente conocido durante las siguientes décadas, alcanzando a conocer los últimos años que le quedaban a la industria revisteril y al teatro popular de humor. De hecho, hay quienes aseguran que hubo cierta influencia suya canalizada desde ese mismo rubro artístico y teatral sobre los últimos tiempos de actividad de Beat 4.

Más tarde, Benítez emigró a la televisión, en donde continuaría buena parte de su carrera en los escenarios, aunque con algunos tremendos tropiezos, como fue su subida intempestiva a la Quinta Vergara con un tarro e interpretando al personaje Juan Gallo, pretendiendo hacer una protesta a favor de los comediantes chilenos que fueron marginados del Festival de la Canción de Viña del Mar en 1983. A pesar de todo, pudo restaurar su carrera de comediante y dejar atrás aquel resabio.

Los demás ex integrantes de los Beat 4 también siguieron planes propios e independientes, destacando en diferentes áreas durante el resto de su vida. De un modo u otro, sin embargo, permanecieron relacionados a sus instrumentos.

La revisión retrospectiva de la historia musical chilena que ha tenido lugar más cerca de nuestros tiempos y facilitada por la información instantánea, ha repuesto en la mesa del reconocimiento a Beat 4, convirtiéndose en una banda revalorada y admirada por generaciones nuevas. El año 2000, los sellos discográficos Arci y Warner remasterizaron “Boots a-go-go” para la colección “Pioneros del rock chileno”. Allí figurarían junto a otros próceres como Los Jockers, Los Vidrios Quebrados y Los Mac's.

Hacia el año 2003, los hermanos Benítez se reunieron con Paniagua para hacer nuevas presentaciones con el nombre de Beat 4 en el Parque O'Higgins, en un festival por la celebración de los 40 años del rock chileno. Se les sumaría Mandiola en la guitarra y Germán Silva al teclado. Otros veteranos invitados a aquella celebración fueron las bandas Los Picapiedras, Tumulto y Panzer. Rhino González, en tanto, por estar residiendo en La Serena y afectado por la complicada enfermedad que lo llevaría a la tumba seis años después, lamentablemente no pudo participar de estos reencuentros.

En 2004, los integrantes volvieron a reunirse para tocar en la presentación del libro “Se oyen los pasos” del músico y periodista Gonzalo Planet. Durante el año 2008, estuvieron también en el pub Café Pan y Agua, más tarde en el bar Entre Paréntesis, ambos en Ñuñoa, celebrados acontecimientos que coinciden con las celebraciones del aniversario 42 del debut de Beat 4. Este regreso a los escenarios revitalizó el interés por la banda entre un nuevo público, además. Se suponía que los reencuentros serían transitorios; empero, tras anunciarse la muerte de Rhino en 2009, los miembros de Beat 4 realizaron nuevos conciertos, esta vez como homenaje, acompañados por grupos más jóvenes de la escena musical.

Aquel fue el final casi feliz, entonces, para uno de los grupos pioneros del rock-pop nacional y de los experimentos más intrépidos de la historia musical chilena, justo al final de la edad de las noches de oro en la diversión santiaguina.

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