Un vaso del ponche Tom and Jerry. Fuente imagen base: Cheers Online.
Este dato es poco conocido en los países de habla hispana, pero los nombres de ambos personajes en la famosa caricatura estadounidense "Tom and Jerry", creada en 1940 por los maestros de la animación William Hanna y Joseph Barbera, podrían provenir de un tradicional ponche navideño de ese mismo país, con el mismo título del famoso dúo del gato y el ratón eternamente enfrentados... Un trago del siglo XIX que, sin embargo, también parece haber sido conocido en Chile poco después de su creación.
Entrando en detalles, el cocktail llamado Tom and Jerry formaba parte de las costumbres navideñas de la mitad norte del mundo, principalmente en los Estados Unidos. Ofreciendo algo de sí a tono con los embriagadores grocs marineros y con las preparaciones más inocentes que involucraban leche, huevo y especias, este ponche era ofrecido en la Nochebuena, de preferencia. A pesar de ser considerado antiguo y casi vintage en nuestra época, aún mantiene cierta popularidad en gran parte del Midwest.
Cierta legenda atribuye la creación o -cuanto menos- inspiración al periodista británico Pierce Egan, quien gustaba de escribir sobre boxeo y otros deportes, costumbrismo urbano y cultura popular. El nombre de la dulce y fragante preparación provendría de su libro titulado "Life in London, or the day and night scenes of Jerry hawthorn esq. and his elegant friend corinthian Tom", de 1821, al que en ediciones posteriores se intituló más simplemente como "Tom and Jerry, or life in London". Así lo informa, por ejemplo, Stephen Block en el artículo titulado "The history of egg nog", publicado en el sitio de cultura culinaria Food History. Dicho trabajo de Egan fue dramatizado y pasado a versión teatral, en cuyo debut su autor habría lanzado también el ponche.
Otra historia comentada por el historiador neoyorkino de bebidas espirituosas David Wondrich en su obra "Imbibe!", ya en nuestra época, señala una versión que era difundida por el cantinero Henry Thomas, quien había comenzado a trabajar como barman en 1840, siendo niño. De acuerdo a su explicación, habría colocado tal nombre al ponche tomándolo de los que tenían dos ratones mascotas. Wondrich pone en duda esta propuesta, sin embargo, pues observa que Thomas había nacido en 1830, mientras que una nota periodística del periódico "The Salem Gazette" publicada en 1827, ya se refería a un caso policial de un joven que fue liberado de cargos de robo por haber estado posiblemente ebrio tras una gran ingesta de Tom and Jerry. Agregaríamos que tampoco es dato menor el que dicho ponche aparezca mencionado como tal en el poemario "Fugitive poems" de Elizabeth C. Jones, publicado en 1828, y en las memorias de "The rambler in North America" de Charles Joseph Latrobe, publicado en 1835.
Básicamente, el preparado podría corresponder a una
adaptación de famoso ponche de huevo (eggnog) que incluye adiciones
especiales de brandy y ron. También se sirve tibio o caliente en una taza o copa,
presentación apropiada a los fríos días del invierno en que tiene lugar la Navidad boreal. Semeja un poco a ciertas preparaciones del territorio andino y altiplánico hechas con leche y alcohol durante las madrugadas de las fiestas religiosas, pero en el caso del Tom and Jerry hay algo más propio de los ponches navideños del hemisferio septentrional.
De acuerdo a la propuesta que hizo Egan para promocionar el lanzamiento de la obra con un trago que llevara ese nombre, entonces, este ponche debía incluir media onza de brandy, unos 15 mililitros. Se combinaba con leche caliente, yemas de huevo batidas con azúcar flor y, finalmente, una capa de polvo de nuez moscada encima de todo. Esto fue del gusto del público, incluso del presidente Warren G. Harding (1865-1923), adoptándolo con rapidez en la tradición navideña.
Con el tiempo, sin embargo, la receta se fue desarrollando tanto a nivel doméstico como comercial, e incluyó aditivos como claras de huevo batidas a punto de nieve y especias como vainilla o canela, además de crema batida y espumada en ciertos casos, parecidos al aspecto de un cream coffee, un capuchino o un café vienés. Algunas recetas incluyen coñac, además.
La pista de que el clásico Tom and Jerry se conoció en Chile está señalada en uno de los capítulos de "Prosas de otros días", con escritos del memorialista, folclorista y filólogo Julio Vicuña Cifuentes. Este artículo republicado de manera póstuma en la selección “Estampas del Nuevo Extremo. Antología de Santiago. 1541-1941”, además. Recordando sus andadas juveniles hacia los años alrededor de la Guerra del Pacífico o poco después, el autor reporta la presencia del cocktail en el llamado Café de la Bolsa de don Carlos Wise (Karl Wiese), refinado sitio de reuniones y tertulias que ocupaba buena parte de la cuadra de calle Merced al costado de de la Plaza de Armas, reemplazando en estos servicios al anterior Bar de León Bruc, que era el restaurante del Hotel Central, ubicado hacia la esquina con San Antonio.
A mayor abundamiento, el Café de la Bolsa había sido fundado al extremo oriente del Portal Mac-Clure, que existía a la sazón en el lugar donde está ahora el Portal Bulnes. A su lado estaba el Portal Alcalde, fusionados ambos en donde se puede ver la calle Phillips y donde estuvo por varios años la imponente Galería San Carlos, con su cielo en arco de cañón de cristales. Todos aquellos espacios eran importantes centros de actividad y recreación para la alta sociedad de esos años, incluso hasta pasado el Centenario Nacional. Los establecimientos recibían también público del vecino Teatro Politeama, ya en los años del gobierno de José Manuel Balmaceda y desaparecido el Hotel Central, recinto de espectáculos que más tarde pasó a ser del Teatro Santiago de la misma calle Merced.
Vista del lado Oriente de la Plaza de Armas, hacia 1880, desde la torre de la Catedral de Santiago. Detrás del Portal Mac Clure, en cuya vecindad estaba el Café de la Bolsa.
Aviso del Café de La Nueva Bolsa en la "Guía de Santiago", año 1886.
Imagen de un elegante y aristocrático salón de té y tertulias en la revista "Sucesos", enero de 1916.
Los primeros "Tom and Jerry" humanos, y los siguientes "Tom and Jerry" gato-ratón, en imágenes publicadas por el sitio IMBD.
"Caravana" (hoy lo llamaríamos "Maratón") de las caricaturas "Tom and Jerry" en el Cine Sao Paulo, en aviso de "La Nación" de enero de 1956.
De acuerdo a lo que detalla Eugenio Pereira Salas en "Apuntes para la historia de la cocina chilena", en café aquel era "un espacio de sociabilidad masculina". En "Sabor y saber de la cocina chilena", Hernán Eyzaguirre Lyon agrega que gozaba de las mejores instalaciones en el rubro, a la sazón. Su espacioso sitio contaba así con salas de billar y comedores que incluso llegaban hacia el lado de calle Monjitas, al otro extremo de la manzana.
Vicuña Cifuentes nos da la sorpresa justo en aquel punto de su descripción, mientras aborda algo sobre los personajes del mismo café y recuerda con algún grado de perturbación en su memoria la presencia del Tom and Jerry, según parece:
La cantina del viejo Café de la Bolsa, estaba a cargo del simpático Juanito (que en seguida fue propietario de La Nueva Bolsa, en calle del Estado, en una de las tiendas que ahora ocupa la casa inglesa de Reedel) y atendía las mesas ahí instaladas el popularísimo Granifo, que nuestros contemporáneos recordarán, sin duda. En el invierno se servía en copas de plaqué con bigoteras que afectaban la forma de elegantes vasos griegos, un ponche muy estimulante que no hemos vuelto a probar, conocido con el peregrino nombre de Tom and Jerom (Tomás y Jerónimo), que los clientes pronunciaban Tomayeri. Los comedores reservados del fondo, a los que se llegaba por un largo y oscuro pasaje lateral, eran el ordinario refugio de las parejas de “vamos a comer juntos”.
Eyzaguire Lyon, tomando la misma información reportada por Vicuña Cifuentes, señala que el nombre en que se corrompió Tom and Jerry fue Tom-Yeri. También enfatiza que aquel local de Juanito, en general "no era elegante, ni tampoco muy aseado".
Con relación a La Nueva Bolsa, hay avisos publicitarios de este establecimiento en las páginas de la "Guía de Santiago" de 1886, apareciendo con dirección en calle Estado 17. Era la misma dirección en donde había estado antes el bar Hinternof, otro famoso refugio de esos días. Empero, La Nueva Bolsa aparece a la sazón como propiedad de un señor llamado Jorge H. Steventon.
Vicuña Cifuentes asegura que en las paredes de la sala de aquel bar había colgado un antiguo óleo en donde aparecían varios caballeros alemanes retratados, todos ellos clientes del lugar: se los veía bebiendo cerveza y conversando alrededor de una mesita. Entre los que podía reconocer, estaba el profesor de música Tulio Eduardo Hempel, director del Conservatorio Nacional entre 1877-1886 y quien desplegó grandes esfuerzos para subir el prestigio de los músicos de esos años, cuando eran considerados artistas de acompañamiento o para mera entretención. Otro de los retratados era un popular mozo llamado Manuel quien, 40 años después de confeccionado aquel cuadro, continuaba trabajando en el mismo establecimiento.
No pudiendo establecer desde nuestros días si el señor Juanito era el mismo que el señor Steventon, sí podemos presumir que, como conocedor del aromático y sabroso Tom and Jerry que se servía en La Bolsa, también pudo haberlo llevado para hacer entrar en calor a sus clientes de La Nueva Bolsa durante los meses fríos. Quizá haya perdurado su oferta hasta los años a inicios del siglo XX, queremos pensar.
La primera creación de las tiras animadas con el nombre de "Tom and Jerry", tomado del ponche o directamente de la obra de Egan (que, para el caso, es casi lo mismo), fue de la firma Van Beuren Corporation, con cortos animados entre 1931-1933. Eran representaciones de dos personajes humanos, uno alto llamado Tom y otro bajo llamado Jerry, en caricaturas de un estilo muy parecido al que tenían las producciones de Fleischer Studios y la Walt Disney. Uno de los animadores y guionistas de esta serie, el ilustrador Barbera, se uniría después con Hanna para crear la exitosa saga de "Tom and Jerry" como gato y ratón, respectivamente, lanzándolos en 1940 con sello de los megaestudios Metro-Goldwyn-Mayer de Hollywood. La caricatura entró rápido a Chile y, para la década siguiente, ciertos cines ya ofrecían jornadas con "maratones" de capítulos proyectados en su sala.
En tanto, la distancia del original trago Tom and Jerry con el favoritismo nacional hacia ponche refrescante de la Navidad en nuestros veranos, como el cola de mono, no debió permitir que su consumo se ajustara al público chileno más allá de lo que algunos bares audaces como La Bolsa hayan ofrecido solo en invierno, quedando abandonado en el camino como otra excentricidad decimonónica de la recreación santiaguina. ♣
Comentarios
Publicar un comentario