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ÉRASE UNA VEZ LA CONFITERÍA GOYESCAS

Luminarias nocturnas y marquesinas del Goyescas en 1959, en imagen de la revista "En Viaje".

El llamado Edificio Oberpaur, de la esquina surponiente de Estado con Huérfanos, es uno de los iconos más reconocibles de Santiago y un temprano caso de arquitectura bauhaus expresionista en Chile. Concluido entre 1929 y 1930 por encargo del Banco Hipotecario de Chile, fue diseño de los arquitectos Sergio Larraín García-Moreno y Jorge Arteaga, dos importantes configuradores de la ciudad de Santiago en el siglo XX. En su local del acceso por el zócalo, exactamente en la dirección Huérfanos 900, sobrevive en la esquina -a pesar de la modernización y las transformaciones- el alero que sirvió de marquesina en esa suave y redondeada curva arquitectónica, como testimonio de un pasado esplendor.

La primera firma que ocupó aquella tienda tenía el nombre que se daría al edificio: la próspera Casa Alemana Oberpaur. Estuvo antes en el 27 y 364 de la misma calle Estado, además de tener una sucursal en Valparaíso, con ventas especializadas de telas y artículos de género. Solía realizar importantes ofertas en el período de las Fiestas de los Estudiantes, con accesorios y productos para las comparsas como máscaras y disfraces.

El nuevo edificio de Estado con Huérfanos, de acuerdo al trabajo "Arquitectura y modernidad en Chile. 1925-1965" de Humberto Eliash y Manuel Moreno, fue hecho por petición directa del comerciante alemán Oberpaur con la idea de servir como tienda de departamentos tipo Almacenes Schocken de Erich Mandelsohn (Stuttgart, 1927). También iba a ser llamado Germania Haus como respuesta de gratitud la inauguración del edificio Chile Haus en Hamburgo.

Dado el encarecimiento que experimentaban los espacios comerciales de aquel sector de Santiago, Oberpaur llevó todas sus bodegas y almacenes de venta al subterráneo inaugurándolo con una Gran Venta de Propaganda el lunes 15 de diciembre de 1930. Sin embargo, con la crisis económica mundial afectando ya a Chile durante ese año, la idea de utilizar todo el edificio en tienda de departamentos no prosperó y solo los primeros niveles fueron destinados a comercio; el resto de los pisos se adaptaron para oficinas.

La tienda quedó ocupando entonces el local central del primer piso, entre los otros laterales. El público confirmó allí que era un lugar moderno, con calefacción para invierno y ventilación para verano, y Oreste Plath recuerda en "El Santiago que se fue" que se instaló en él la primera escalera mecánica conocida en la capital chilena, siendo de gran atractivo para los niños y curiosidad para las familias visitantes.

Aunque la casa Oberpaur duró varios años allí, iba a ser su sucesor en aquel espacio, el Goyescas, lo que inmortalizó en el imaginario colectivo de la metrópolis aquel punto preciso del centro. De hecho, quedó registrado en la nomenclatura de entonces la “esquina Goyescas”, precisamente en referencia al fastuoso y concurrido local de entretenciones artísticas, uno de los principales puntos de reunión santiaguina de día y noche por más de una década.

Nacido originalmente como la Confitería Boite Goyescas, el mítico centro recreativo abrió en agosto de 1949 con un salón de té y restaurante que heredó la famosa escalera mecánica, llevando ahora hacia su sala de célebres espectáculos en vivo. El particular nombre aludía al pintor español Francisco de Goya, pues había reproducciones de las famosas “majas” del autor allí adentro. Con el tiempo, sin embargo, comenzó a ser llamado informalmente también como el Goyesca, a secas y en singular, al punto de que muchos lo recuerdan todavía así.

El glorioso establecimiento también ostentaba una concurrida confitería y pastelería, que atraía a la clientela más familiar. En la planta a nivel de piso la recreación era más llana y mansa: los adultos pedían té o café con galletas o tajadas de torta, mientras los niños eran engolosinados con copas de helados o leche chocolatada. Era la cara visible y más diurna del club, premio de muchas buenas notas en el colegio y celebraciones de cumpleaños.

Publicidad para las tiendas Oberpaur en "La Nación", antes de que emigraran al edificio con su nombre. Aviso publicado en octubre de 1927, período de las Fiestas de la Primavera de los Estudiantes.

Imagen del Edificio Oberpaur y parte del Teatro Huérfanos, en "Arquitectura y modernidad en Chile. 1925-1965" de Humberto Eliash y Manuel Moreno.

El Goyescas en su época como restaurante y salón de té. Imagen publicada por Alan Bruna en el sitio Antigua Bohemia Santiaguina.

El periodista de espectáculos Osvaldo Muñoz al centro de la mesa, durante la despedida del cantante chileno Mario Arancibia (de pie) en la confitería Goyescas, antes de iniciar una gira que culminaba en Estados Unidos. Entre los presentes están también Eliana Mayerholz (esposa de Arancibia) y el compositor José Goles. Imagen publicada por revista "Ecran" en diciembre de 1949.

Liquidaciones de las tiendas Oberpaur en "La Nación" del 25 de septiembre de 1929, poco antes de emigrar a Estado con Huérfanos.

Las fiestas más adultas, en cambio, tenían lugar en los salones de sus bajos que no estaban a la vista, con proyecciones de cine y veladas extraordinarias, además. Incluían la presencia de artistas internacionales y de orquestas de gran fama en el ecosistema del bailable capitalino, algunas de ellas traídas desde Cuba y contratadas por el empresario de espectáculos César Marasso, el principal miembro la sociedad propietaria Marasso, Panizza, Sobral y Cía. Ltda. Él era la cara más conocida y prestigiosa del Goyescas, pues fue gerente general durante todo aquel tiempo e informante a la prensa de espectáculos sobre los nombres que entraban en la cartelera de la boîte.

Entre los primeros artistas llegados a aquel escondite hubo cierta fijación hispánica: estuvieron los bailarines Gloria y Antonio con sus fantasías de danza y castañuelas, y la cantante española Gracia de Triana, “agradable de oír… y de ver”, anotaba la crítica de revista “Ecran”.

En esos días también se realizó allí la despedida del artista Mario Arancibia, quien partía de gira de canto que iba a culminar en los Estados Unidos, acompañado de su esposa Eliana Mayerholz. Al encuentro asistieron Osvaldo Rakatán Muñoz y y el compositor José Goles, entre otros.

Desde aquellas primeras temporadas se notó la variedad de números. La orquesta estable sería dirigida por el maestro Pedro Mesías, tras retornar de Argentina en donde fue pianista de Leo Marini. Actuaron por entonces el humorista e imitador uruguayo Hebert Castro, quien fue contratado también en Radio Cooperativa para el programa “Fresca Primavera”; el cantante mexicano Juan Arvizú, con apariciones en Radio Agricultura; el comediante argentino Rafael Carrat, conocido como El Pato, quien actuó junto a Jorge Luz como parte del show titulado “Cinco grandes del buen humor”; y también su compatriota el cantante Antonio Tormo, quien fue contratado para hacer otras presentaciones en la Radio Cooperativa Vitalicia. Como se advierte, el mundo de las radioemisoras tuvo muchos nexos e intercambios con la actividad del Goyescas.

Plath repasa otros de los nombres tomados desde la gran cantidad de estrellas que allí mostraron sus talentos, en esos años iniciales:

En los primeros tiempos fue animador Mario Subiabre. En el recuerdo están la orquesta de Francisco Canaro, las canciones de Libertad Lamarque, Domenico Modugno, Carmen Sevilla, la Tongolele, Mario Clavel, los Churumbeles de España, el zorro Iglesia, Doris y Rosie, Gladys Ocampo, Dolly Sisters, las mellizas Castilla, Eduardo Farrell, Leo Marini, Pedro Vargas, Sonia y Myriam, los Cinco Latinos, Alberto Castillo y los chistes de Manolo González (Manuel Carrasco González).

En 1952, el Goyescas presentaba a la bailarina de danza española Gloria Alonso y luego a su afamado Trío Alonso. Después, llegó hasta allá la actriz y cantante afroargentina Rita Montero. Los ritmos de la Orquesta Huambaly también sonaban en los bailables, y ciertas compañías de teatro cómico y café concert realizaban sus presentaciones regulares, en años cuando se rodaron algunas escenas de filmes de la época en el lugar, según se recordaba también.

Siguieron las huellas sobre esa alfombra de oropel el infaltable Trío Moreno, con largas temporadas en el loca, y el grupo hispano Los Bocheros (presentado como “el conjunto más famoso de América”), Los Indios Tabajaras, los Lecuona Cuban Boys, Los Cuatro Ases, el Indio Aimara (“con sus versos camperos argentinos”), el cantante internacional Oscar Ticas, el joven cantor melódico Sergio Cancino, un también chiquillo Mr. Twist Luis Dimas, el actor cómico Alejandro Lira, el humorista y parodiador Mario Carrillo, la cantante española Margarita Sierra y la sensual bailarina exótica La Antillana (solo en la noche), entre muchos otros.

Al cumplir su primer lustro de vida en 1954, el Goyescas preparó una suculenta agenda de presentaciones especiales para celebrar con su público, destacando allí otras estrellas de la época como Miguel Aceves Mejías y sus Mariachis, el “astro de la canción mexicana” Paquito Lucena, el conjunto folclórico nacional Cantares de Chile, la cantante cubana Sarita Santana, el humorista y “el galán de la canción” Enrique Fontana, y el dúo de cantaores Niño de Utrera (Juan Mendoza) y Trini de Morén. El bailable de amanecida quedaba a cargo de las orquestas de los maestros Federico Ojeda y Rafael Hermosilla.

La bailarina de danza española Gloria Alonso, realizando una presentación en el escenario de la confitería Goyescas. Imagen de 1952 publicada por la revista "Ecran".

El talentoso y popular Trío Moreno, tras su brillante debut en el escenario del Goyescas. Nota de espectáculos de 1954, del periódico "Las Noticias de Última Hora".

Durante su exitoso paso por Chile de 1954, el entonces famoso grupo español Los Bocheros realizó presentaciones en varios clubes, destacando el Goyescas. Nota del diario "Las Noticias de Última Hora".

Publicidad del Goyescas en sus primeros años, cuando aún presentaba Mario Subiabre.

Cartelera de artistas del Goyescas en aviso de prensa, publicado en 1954.

El Goyescas celebrando sus primeros cinco años de vida, 1949-1954.

Ese mismo año, hacia agosto, estaban despidiéndose en aquel escenario Los Churumbeles de España, por entonces novedoso y atractivo grupo musical fundado recientemente por el músico José Fernandez Ruiz, haciendo carrera principalmente en Cuba y México hasta la disolución de esta banda en 1966 o 1967. Junto a ellos, figuraban en la cartelera de aquella temporada otros artistas ya conocidos de la casa, como los bailarines tropicales Minina y Joe Pernía.

Para abril de 1955, además, están también el Gran Conjunto Vocal de Isolina Carrillo, con el Trío Sepia, formado por Gilda Berta y Gloria, y la Voz de Oro de Cuba el cantante Guillermo Arronte; la cantante italiana Yolante Fasce, el mímico y parodista Larry Dixon; y Larry Godoy y su Quinteto, con la voz de Raúl Ledesma. También sube al escenario la Orquesta Espectáculo Española Casino de Sevilla dirigida por Pío Torrecillas, con las voces de José María Madrid y Pedro da Silva. Estando de moda estos artistas españoles, la cartelera se completaba con figuras como el cantante Pepe Castro, "revelación" de la escena hispana en esos momentos. Estaba allí también el director orquestal D'Acosta, quien seguía presentándose con su gran conjunto chileno del que formaban parte Kiki González y Tito Flores. El maestro de ceremonias aún era Subiabre.

En noviembre de 1956, los avisos del Goyescas informan que el almuerzo en su salón de recepciones, en los altos, era de 300 pesos, mientras que el servicio de té era de 138 pesos. Abajo, en el sótano, el salón de espectáculos tenía un servicio de once por 530 pesos, de 17 a 19.30 horas. La comida se servía de 21 horas hasta medianoche por 960 pesos, incluyendo opciones de aperitivos, tres entradas, tres cremas, tres platos de fondo y tres postres a elección, más bajativo, café y media botella de vino reservado. En la boîte, que funcionaba con sus elencos artísticos de 12 a 4 horas, el consumo nocturno mínimo era de 700 pesos. Adicionalmente, se ofrecían servicios de banquetes, matrimonios y despedidas tanto en los salones como a domicilio.

En cierto período del Goyescas, además, dos artistas argentinos actuaron de forma regular en sus salones de té, principalmente para entretener a los niños: Humberto Gambino, actor de fonomímica humorística, y la histriónica Victrolita (Inés Fernández, llamada también Vitrolita), quien hacía el papel y la voz de niña pequeña con sus temas musicales. Sin embargo, existe una historia bastante curiosa con relación a su caso, cuando a la sazón se popularizaba en las radios la que sería la conocida canción tipo guaracha con su voz chillona, titulada “El ladrón”:

Corra mamá
¡ay! pero corra papá
enciendan pronto las luces
traigan pronto la escopeta
que en mi pieza hay un ladrón.

Como Victrolita cantaba usando su habitual falsete de niña pequeña muy bien logrado, muchos creyeron que, efectivamente, se trataba de una infanta o una muchacha joven. De este modo, cuando hizo sus primeras apariciones en televisión y en escenarios de centros como el Goyescas, causó cierta frustración en parte del público chileno -incluidos algunos niños- al enterarse solo entonces que era una actriz adulta imitando el tono y las vestimentas de una nena.

La gran fiesta del Goyescas se repitió en el sexto aniversario, armándose de un estupendo elenco de artistas para agosto de 1955 con el tanguero argentino Charlo (Carlos José Pérez), en cantante infantil uruguayo Jorgito Riverón, la cantante chilena Magdalena de Paula, el artista mexicano Carlos Mora, los bailarines internacionales Marita & Walter, el dúo vocal Doris y Rosie, el poeta declamador argentino Héctor Gagliardi, su paisano humorista y animador Carlos Rayero, los comediantes Iris del Valle y Gabriel Araya, y las orquestas para bailables de Lorenzo D'Acosta y Larry Godoy. El espectáculo de dos horas por programa permanecía distribuido en tandas: 18 horas, 22.45 horas y 1 de la madrugada.

En su apogeo de popularidad, el Goyescas también abrió un “anexo” con su nombre, más o menos a partir de 1953: la sala de los subterráneos del Teatro Central, en Huérfanos a escasos metros del Edificio Oberpaur, en el recinto donde se instalaría también el Cine Huérfanos. Hubo en ese sitio proclamaciones de candidatos como el entonces representante del Partido Nacional Cristiano, don José Musalem Saffie, aquel mismo año, quien resultara electo diputado por Santiago.

El Anexo Goyescas tuvo grandes fiestas particulares y comidas de homenajes. También recibió al Carnaval de los Artistas que era parte del Festival de Primavera de Santiago, el sábado 2 de noviembre 1957, en donde estuvieron muchos artistas de importancia: Alfredo de Ángelis y su Orquesta, la Orquesta Huambaly, Los Peniques, Manhattan, Federico Ojeda y su Conjunto, Pablo Herrera, Los Kings y Willie Villarroel, más presentaciones del Sindicato de Actores, la lección de la Reina de los Artistas y Miss Simpatía, junto con varios otros premios.

Los Churumbeles de España en el escenario del Goyescas, julio de 1954.

Despedida de Los Churumbeles de España en el Goyescas. Aviso publicado en "La Nación" de agosto de 1954.

Sexto aniversario del Goyescas en aviso de agosto de 1955, con una gran cantidad de artistas nacionales e internacionales en el programa.

Carnaval de los Artistas del Festival de Primavera de 1957, celebrado en el Anexo Goyescas que se encontraba vecino al establecimiento principal del Goyescas. Publicado por "La Nación" en noviembre del mismo año.

Los Caporales y otros artistas de la época, como estrellas del Goyescas en enero de 1959. Publicado en el diario "La Nación".

Vista hacia 2009 del ex local del Goyescas desde el Edificio España, cuando la esquina era ocupada ya por una conocida farmacia.

Aún se ve el alero que servía de antigua marquesina del Goyescas en el Edificio Oberpaur.

El número de Huérfanos 900, que muchos aún no olvidan como la casa del Goyescas.

Aquel satélite del Goyescas no iba a ser de muy larga duración, sin embargo, cerrando tras algunos años y terminando ocupado después para presentaciones de comedias, algunos banquetes, centros de juegos y otros clubes. De todos modos, cuartel principal del Goyesca sí sirvió como lugar de reunión, previas y salidas para los concurrentes de aquellas salas de cine.

 Se sabe además que, siendo tanta la popularidad del lugar todavía en esos años, muchos dirigían hasta su dirección de calle Estado y Huérfanos las cartas de contacto para los varios y famosos artistas que allí se presentaban, como si se tratara de una agencia de estrellas. Esta esquina también era punto de reunión de personas en horas de la tarde, por la importancia y reconocimiento que tenía entre los santiaguinos, magníficamente iluminada con neones y focos de la fachada al caer la oscuridad de cada día, cuando aún había tránsito vehicular por sus calzadas.

El dúo musical y humorístico Los Caporales era la estrella del Goyescas en enero de 1959, cuando todavía ofrecía sus tres concurridos shows diarios: el horario de té a las 18 horas, el de comida a las 23 horas y el de boîte hacia las 1 de la mañana. Eran parte de los números también el Ballet Moderno de Tino Amigo, la cantante María del Carmen y Los Sembradores, Tita García, Carmen Peláez y Domingo Santos.

En los inicios de abril de 1961, llega al Goyescas el cantante y actor norteamericano Dean Reed, quien por entonces residía en Argentina estaba aún en sus inicios, antes de consagrarse y ser apodado el Elvis Rojo, por sus ideas proclives al bolchevismo que incluso lo llevaron a establecerse en la Alemania Oriental. De aquel contacto con la escena chilena surgió una relación de cercanía entre Reed y algunas figuras artísticas del canto más político de esos años, como Víctor Jara.

El ocaso del Goyescas, sin embargo, sobrevendría al iniciar la década siguiente, de manera tan súbita como lo sería una enfermedad catasfrófica. La costumbre de tomar once fuera de casa había ido modificándose en la sociedad chilena, volviendo a ser más íntima y lejana al espectáculo artístico o la entretención, mientras que los vaivenes inflacionarios y las dificultades económicas deben haber hecho su parte, afectando también la llegada del público más bohemio hasta sus bajos.

Aunque el club seguía siendo atrayente y seductor para los nocherniegos de entonces, los shows comenzaron a bajar de calidad y resplandor, por razones que no quedan claras. Había muchas otras confiterías y salones de té con ofertas parecidas, además, compitiendo por la misma clientela en el caso de las horas diurnas.

Estando ya entonces al mando de una sociedad representada por el comerciante Elías Albaglia, el club inició una agresiva cruzada para recuperar el prestigio y subir su categoría al inicio de los sesenta, anunciando presentaciones del cantante americano de rock-folk George Green, la actriz y sex symbol inglesa Diana Dors, el cantante y guitarrista francés de jazz Sancha Distel, la blusera Sandy Lee desde Estados Unidos, el regreso del tanguero argentino Alberto Castillo y el lanzamiento todos los meses de un número chileno, partiendo por Los Gitanos, bailarines de danza hispana. La orquesta del local, en esos momentos, era dirigida por el maestro Luis Barragán. El resultado parece haber sido auspicioso al inicio, pero después volvería a rendir poco en la contabilidad.

Sin ver los resultados esperados ni razones para dilatar más las angustias, el Goyescas cerraría sus puertas en los meses que vinieron. Plath asegura que esto sucedió el 31 de marzo de 1963, aunque en la prensa de espectáculos de la época se verifica que su show ya no existía en el año anterior. De hecho, los problemas de la boîte habían llegado al punto de tener que postergar presentaciones de la joven artista nacional Monna Bell acordadas para julio de 1961, por controversias y desacuerdos de último momento. “Fui contratada por ‘Goyescas’, y cuando ya iba a emprender el viaje a Chile me llegó un cablegrama diciendo que no viajara…, pues el ‘Goyescas’ había quebrado y cerrado sus puertas”, recordaba después la exitosa Monna, en revista “Ecran” de noviembre de 1964.

El Goyescas desapareció ante la tristeza de sus adictos últimos feligreses, que quedaban huérfanos de un alero tibio, con bocadillos deleitosos y tazas vaporosas de chocolate o café. Sus grandes salones y subterráneos del edificio Oberpaur, ya ausentes de las risas inocentes de niños y de las pícaras de los adultos, pasaron a ser después alojo de zapaterías como Artigas y Mingo, estas últimas de las más finas y exclusivas que han existido en Santiago para tal rubro, así como de las tiendas Bostonian. Siguieron otros negocios de diferente giro y, actualmente, lo ocupa una conocida cadena de farmacias. Su otrora alegre sótano, tras haber sido reducido a bodegas, quedó prácticamente condenado y subutilizado.

En 2007, se realizó un montaje para los conciertos teatrales del Instituto de Música de la Universidad Católica de Chile: titulado “Una noche en el Goyescas”, fue homenaje para aquella saga. Tras debutar en Talca, la obra fue presentada en Santiago recreando en su argumento una cena del Año Nuevo de 1960 en el Goyescas, con repertorios de Lucena, Sonia y Myriam, las Hermanas Loyola, la Orquesta Huambaly y los pioneros del rock en Chile, William Reb & his Rock Kings… Un buen recuerdo final, para lo que fue todo un hito de la bohemia santiaguina. ♣

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