Postal fotográfica de nueva calle Nueva York hacia 1922-1923, con el imponente Edificio Ariztía de fondo y el Bar Jockey Club en un inmueble más pequeño del costado. Fuente imagen: Biblioteca Nacional Digital.
Inicialmente llamado Bar Jockey Club, su nombre se leía tal cual en un cartel colgante en la fachada del inmueble neoclásico de dos pisos y balcones en donde estaba el alguna vez conocido restaurante, café y confitería. Su dirección era calle Nueva York 27, y se asoma tímidamente en varias imágenes del barrio La Bolsa en los años veinte y treinta, aunque destacando siempre en ellas el cercano Edificio Ariztía que se levantó en la conjunción de calles, inaugurado en 1921 como primer rascacielos chileno.
El club debió ser uno de los establecimientos pioneros con esta característica instalados en el floreciente barrio, junto a otros como el restaurante Regina, el casino del Hotel Mundial y el Bar Unión Chica. Este grupo de callejuelas en forma de Y había nacido de la venta del antiguo Convento Viejo de las monjas agustinas: el sector en donde se encontraban los patios rodeados de claustros y pasillos del gran solar fue reemplazado con los nuevos proyectos y la construcción de edificios como el de la Bolsa de Comercio. El curioso trazado de estas vías centrales en la nueva manzana fue logrado con asistencia del arquitecto y urbanista Juan Tonkin. Las tres calles interiores que dinamizan el tránsito interior y se abren espacio entre edificios son Nueva York, Club de la Unión y La Bolsa.
En la esquina perfectamente triangular de La Bolsa con Nueva York se levantó el mencionado Edificio Ariztía, robándose todas las postales junto con La Bolsa y después el Club de la Unión. En el primer nivel del Ariztía se instaló el Regina, mientras que hasta el edificio de dos pisos situado casi enfrente de la calle corta La Bolsa, llegó el Bar Jockey Club de nuestra atención, iniciando una saga de décadas bohemias y gastronómicas.
El restaurante solía promocionarse poniendo por referencia su proximidad al Club de la Unión: se ubicaba justo enfrente selecta institución y su nueva sede, en la entrada de calle Nueva York. Atendía banquetes e incluía "vino especial" en el cubierto de cada "regio almuerzo o comida" a $6 en los años treinta, valor que confirma no era de rango tan popular o económico como otros boliches del sector céntrico de Santiago. La cazuela de ave parece haber sido uno de sus platos más vendidos en aquellos años, si nos fiamos de los avisos.
Entre las muchas reuniones y eventos sociales que se realizaron en aquel escondite de calle Nueva York, hubo algunos relacionados con alumnos de la Universidad de Chile, dada la cercanía que tenía la Casa de Bello con este restaurante. Otros tuvieron más carácter político o de recreación para alta sociedad, además, especialmente durante los años veinte y parte de la década siguiente. Durante toda su existencia, sin embargo, hubo un ambiente más bien selecto dominando dentro del mismo.
Vista de calle Nueva York tomada el 17 de octubre de 1922, entre los álbumes fotográficos de Chilectra. Se alcanza a ver el edificio de fachada más oscura en donde se instaló el Jockey Club.
Vista interior de calle Nueva York, también en imagen del archivo fotográfico Chilectra. Tomada desde el costado del Edificio de La Bolsa hacia el sur, el 23 de noviembre de 1922. Aún no era colgado el cartel del Jockey Club en la fachada del edificio y el Club de la Unión aún se ve en construcción.
Otra postal de 1922-1923 de la calle Nueva York, en donde se observa el cartel colgante del Jockey Club asomándose por un lado. Fuente imagen: Flickr de Pedro Encina (Santiago Nostálgico).
La misma vista hacia 1925-1930, en imagen publicada en los álbumes de fotografía histórica de En Terreno.
Dos avisos del Jockey Club en el diario "La Nación", mayo de 1939.
En 1939, usando ya el nombre de Gran Restaurant Jockey Club y operando también con patente de confitería, la casa cambió de dueños y modernizó buena parte del local, debiendo permanecer cerrado durante el período de trabajos. Una vez concluidos, celebró este relevo de mando con un aperitivo al que invitó a su público, realizado el jueves 7 de mayo de 19 a 20 horas. La fiesta de la ocasión fue amenizada por una "regia orquesta" durante aquella reapertura, anunciada por los medios de prensa.
El jueves 25 de septiembre de 1941, el Jockey Club reinauguró su local ahora con ampliación de las salas y una nueva entrada por la dirección de calle Ahumada 20, muy cerca de la famosa Botica del Indio que hacía esquina con Alameda de las Delicias. Esto resultó de las extensiones interiores que se hicieron en la propiedad y que absorbieron otro local comercial que estaba ubicado por aquel lado de la manzana, antes alojando -entre otros negocios- a la la Sastrería Avendaño Hnos. y una tienda de aparatos fonográficos y ortofónicos, además de contar con espacios en sus altos. La apertura de estas nuevas dependencias se celebraron con la invitación a otro aperitivo de la casa, realizado en la tarde de ese mismo día a las 19.30 horas.
El bar ha comenzado a ser visitado también por el joven estudiante y futuro escritor consagrado de la Generación del 38, el poeta Eduardo Anguita, según se recuerda en sus "Páginas de la memoria":
Terminadas las clases matinales, a mediodía, Arturo Urzúa Marín (con sobre todo azul idéntico al mío, pero con ojos también azules, que más tarde se pusieron algo rojizos por las primeras trasnochadas) y otros condiscípulos, nos marchábamos por la tranquila Alameda, todavía con álamos y todavía con idílicas acequias que fluían en sus márgenes, al exclusivista bar "Jockey Club" en Ahumada. Arturo nos deslumbró con lo que yo estimaba como gran desenvoltura con lo que yo estimaba como su gran desenvoltura mundana: "¡Full de ases...!". "¡Cuatro trenes!", y "¡Otro barril!", que gritaba al mozo. El shop costaba 40 centavos y el barril, 30. Arturo Urzúa me inició en la inocente bohemia santiaguina de la juventud, y Andrés Sabella, al regalarme su Rumbo indeciso, con dibujos de mujeres desnudas, me escandalizó, "productivamente". Me habló de Neruda, de Huidobro y de la poesía moderna, a la que accedí casi determinantemente por su influjo.
Sin embargo, poco quedaba para que el caserón de dos pisos del lado de calle Nueva York continuara en pie allí en el barrio La Bolsa, llevándose también los primeros salones y comedores del restaurante con su desaparición. La vida de este inmueble parece haber sido bastante breve, en realidad, tal vez por alguna clase de daño o venta rauda del mismo.
Otros dos avisos publicados en "La Nación": el de la izquierda es del 10 de mayo de 1939, mientras que el de la derecha es del 25 de septiembre de 1941, anunciando la apertura de sus ampliaciones por el lado de Ahumada 20.
Imagen nocturna de Ahumada con Alameda, con la esquina de la Botica del Indio en la esquina y sus carteles luminosos encendidos, hacia los años treinta. El sector de los automóviles estacionados es donde se ubicó la sección de Ahumada 20 del Jockey Club. Fuente imagen: Flickr de Pedro Encina ("Santiago Nostálgico").
Demolición en la esquina de Ahumada con Alameda, hacia 1941. El viejo inmueble vecino de tres pisos que quedó en pie por el lado de Ahumada, continuó alojando por algunos años más al Jockey Club, con entrada por el número 20 de la calle. Fuente imagen: Memoria Chilena.
Publicidad para el Jockey Club por la dirección de calle Ahumada 20, en la revista "En Viaje", año 1946.
Edificio Ossandón de calle Nueva York 25, inmueble que reemplazó en los años cuarenta a aquel que ocupaba el Jockey Club en sus primeros años.
En su lugar fue construido el Edificio Ossandón hacia 1944, el que aún existe en el número 25 de dicha calle con sus siete pisos a los que después se agregaron otros dos, conservando algunas reminiscencias del art decó en los detalles y los caracteres de la fachada. El nombre del edificio alude a la Comunidad Ossandón Guzmán, del propio arquitecto Pablo Ossandón Guzmán quien, al igual que su hermano artista pictórico y corredor de propiedades Carlos y otros miembros de la familia, tenía sus oficinas en esta propiedad. Con entrada por la planta, en su segundo nivel se instalaría, años después, un conocido restaurante llamado QuintAvenida, además de ser vecino del célebre Bar Unión Chica que aún existe, también enfrente del Club de la Unión.
Como consecuencia de aquellas modificaciones en las propiedades de la cuadra, el selecto Jockey Club quedó reducido a cerca de la mitad de lo que había sido su espacioso doble local, usando desde entonces solamente la dirección de Ahumada 20.
El club sobrevivió allí al período en que gran parte del ala oriente del antiguo edificio hotelero y comercial, su vecino en la primera cuadra de Alameda con Ahumada, fue demolido hacia 1940-1942. Se construyó en ese sitio el Edificio La Cañada, justo en la entrada de Ahumada, con departamentos y oficinas distribuidos en 12 pisos, mientras el comercio permanece en el zócalo. Este proyecto inmobiliario fue materializado más tarde, entre 1950 y 1952 aproximadamente.
El antiguo inmueble de tres pisos en donde estuvo el Jockey Club, en tanto, permaneció un tiempo más
en pie. El negocio aparece todavía en publicidad de 1946 y 1947 de la revista "En Viaje", ofreciendo sus distinguidos servicios a la carta con cocina de primer orden, además de ser el "sitio escogido de los osorninos", según rezaba cada aviso. También hubo un conocido Jockey Club de Valparaíso en aquellos años, en Pedro Montt 1746, pero no sabemos si guarda relación con el de Santiago, más allá del nombre.
Sin embargo, calle Ahumada debía ser adaptada a la nuevas normas del ancho de calzadas y aceras, algo que sí había respetado el Edificio La Cañada. No era el caso del antiguo edificio vecino, también remontado a los tiempos de las viejas propiedades agustinas, acabando su vida demolido con otros vecinos hacia el norte de aquel tramo de cuadra y reemplazados por el que ahora existe allí, más moderno y alto.
Un siguiente restaurante Jockey Club retomó este nombre y ocupó la dirección de Bombero Salas 1369 llegando a Amunátegui. Aparece allí por el año 1980, también con elegantes comedores y buena carta. Favorito de muchos diplomáticos, políticos y altos funcionarios, era conocido por su comida típicamente chilena de lunes a viernes en las horas de almuerzo, pero con preparaciones más bien refinadas y tipo gourmet, todavía solicitadas en los noventa y principios del actual milenio, antes de desaparecer del comercio.
La ubicación de aquel en la línea temporal, sin embargo, lo pone muy distante del clásico Jockey Club de la calle Nueva York y luego de Ahumada, al que acá hemos relacionado. ♣
Comentarios
Publicar un comentario