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EL ENCANTO MUSICAL DE LAS DAMAS VIENESAS

Una orquesta femenina hacia el 1900 (Imagen base publicada por el sitio "The Guardian").

Aproximadamente desde el Centenario Nacional, el Casino Bonzi del Portal Edwards, en la Alameda de las Delicias y próximo a la Estación Central, publicitaba su concurrida boîte y centro social anunciando la presencia de la llamada Orquesta de Damas Vienesas, a veces presentada también como el Conjunto Orquestal Las Damas Vienesas. Hermosas y elegantes instrumentistas sinfónicas, llevaban al tantas veces insolente público de este establecimiento y otros parecidos de Santiago las piezas musicales de Strauss, Liszt o Mozart, con sus violines, violoncelos y contrabajo.

Hoy podría sonar asombroso, pero incluso populares boliches de la clásica e irreverente bohemia capitalina, como el Teutonia del “barrio chino” de Mapocho, contaron con el espectáculo de las austríacas que cautivaron oídos tanto como corazones criollos, de seguro rompiendo algunos en el camino. Oreste Plath había alcanzado a ver algunas presentaciones de las damas vienesas en este último local, cerca de Bandera con la actual Aillavilú, aunque comentándolo brevemente en “El Santiago que se fue”. Sin embargo, en publicidad de los primeros ejemplares de la revista “Claridad” en 1921, ya entonces el Teutonia las anunciaba como sus artistas y atracciones estables:

Orquesta de Damas Vienesas (…)

Orquesta todas las noches a cargo de la distinguida concertista vienesa JUDIT SEYLER contratada especialmente en Buenos Ares para dar audiciones en este establecimiento.

Tales agrupaciones musicales femeninas, llamadas también “orquestas de señoritas”, estuvieron de moda en varios países entre fines de la década del diez y durante los años veinte, luego de que comenzaran a aparecer en Alemania y Austria. Eran integradas por alumnas egresadas de conservatorios que, tras años de afanoso estudio y perfeccionamiento, se estrellaban con las escasas oportunidades laborales en el medio artístico, decidiendo formar así sus propias bandas y emigrar hasta otras latitudes para poder ofrecer su hermosa música.

En el caso chileno, parecen haber iniciado presentaciones en Santiago y Valparaíso pocos años antes de la Gran Guerra, también durante los años diez. Como la escena europea era la que se copiaba en las grandes ciudades de Hispanoamérica, se cree que entraron con celeridad a Chile gracias a algunos empresarios de espectáculos y restaurantes de influencia germánica. Resultaron ser la novedad y atracción importante para los centros recreativos, confiterías y clubes bohemios, en consecuencia.

En Valparaíso aparecían en establecimientos como el restaurante del Gran Hotel Central de Ítalo Bonzi, en calle Serrano 101-121. Allí eran anunciadas como novedad y algo exclusivo por medios impresos, hacia 1912. Ese mismo año, en el Teatro Victoria del puerto la Compañía de Operetas y Zarzuelas de Joaquín Monteros había presentado una obra titulada "Las Damas Vienesas", con la representación de un orfeón y coro integrado por actrices, sugiriendo que el concepto de estas agrupaciones femeninas ya se instalaba o estaba instalado en el conocimiento del público, a la sazón.

Las Damas Vienesas tocaron desde entonces y lograron acumular cerca de tres décadas o más de vigencia en el país, aunque con algunos ajustes y renovaciones de la generación original teutona… Si hasta Daniel de la Vega la mencionaría en sus versos:

¡Oh, las calles pobladas,
de risas y rumores.
Derroches de miradas
y almacenes de flores;

y como enamorados
que dicen sus tristezas,
los violines cansados
de las damas vienesas…

Aunque también fueron objeto de algunas críticas en su momento, en especial entre quienes no comprendían la presencia de este tipo de espectáculo en tales clubes, no cabe duda de que se trató de uno de los episodios más curiosos de las primeras noches de plata en la capital chilena y de su carta de diversión nocturna. Lautaro García describió con ciertos detalles esta singular orquesta , recordando cuando era la principal atracción del Casino Bonzi:

Las Damas Vienesas eran la sensación del Casino. Con su maestría musical -cada una de ellas era una magnífica instrumentista- y sus cabelleras rubias más o menos auténticas, levantaron polvareda entre los tenorios de 1910, muchos de los cuales que hoy son respetables abuelos, disimularán la nostalgia de aquellas noches con una grave carraspera y la frase de puntos suspensivos: ...¡Cosas de la juventud!

 Esas violinistas y chelistas que tocaban sonriendo y que una vez concluidos sus números, pasaban con aires recatadamente desenvueltos entre los piropos de la afiebrada concurrencia nocherniega, le quitaron el sueño a muchos santiaguinos. Vestían unos vaporosos trajes blancos de gasa “chambery”, que solo dejaban ver sus insinuantes escotes y sus rosados brazos de aldeanas; una banda azul les cruzaba el pecho, como defendiendo con su místico color la castidad de sus portadoras. ¡Cómo tocaban el Danubio Azul! Los hacendados de Colchagua y Curicó que hacían sus escapatorias extraconyugales a la capital, encontraban que las “gringas hacían hablar a los instrumentos”. ¡Quién las hubiera llevado para un rodeo!

Las Damas Vienesas anunciadas como artistas principales en el restaurante del Gran Hotel Central de calle Serrano, en Valparaíso. Aviso de revista "Sucesos", año 1912.

Publicidad para el Casino Bonzi en la revista "Juventud", año 1918. La "Orquesta de Señoritas (Única en Santiago)" no es otra que la de Damas Vienesas.

Aviso del Teutonia en la revista “Claridad”, septiembre de 1921. Anuncia las presentaciones de las Orquesta de Damas Vienesas, que fue una de sus principales atracciones.

Palace Hotel de Alameda cerca de la Estación Central, promocionando sus colas de mono y su Orquesta de Señoritas, en diciembre de 1930. No sabemos si esta agrupación se relaciona también con la Orquesta de Damas Vienesas.

La Orquesta de Damas Vienesas en una fiesta infantil del café Lucerna, famoso centro culinario de calle Ahumada. Aviso publicado en "La Nación" a inicios de octubre de 1938.

Eduardo Balmaceda, por su lado, al referirse en sus memorias al apogeo del Bonzi y cuando era especialmente atractivo entre la juventud, de moda sobre todo para salidas durante las noches, también agrega algo sobre las míticas damas vienesas:

...las damiselas del barrio latino se pirraban por llegar a ese recinto donde un romántico pianista llamado Pons ejecutaba una especie de coro, melancólicos valses y trozos de operetas; después, en cierta época, fue este pianista sustituido por una desusada orquesta de damas vienesas que desentonaban en aquel ambiente con sus semblantes virginales y sus albas y sencillas túnicas, y cuyo director veíase obligado a poner cara de palo al escuchar las intencionales cuchufletas que el público les lanzaba a cada instante.

Las vienesas participaron también, desde 1912 cuanto menos, en funciones de gala en el vecino Teatro Politeama, sala que era del mismo señor Bonzi. Ocupaban los intermedios del programa para mostrar sus artes. Algunos veteranos recordaban, además, algún posible paso también otros conocidos boliches de la época en donde más atenciones provocaron, aunque se hace difícil rastrear ya estos datos.

Por otro lado, al comentar la obra de Plath dedicada al Santiago de antaño, el también aventurero escritor Enrique Lafourcade -otro ex turista profesional del “barrio chino” de Mapocho y de varios vecindarios bohemios- aportó algún recuerdo de su propio tiempo sobre aquella orquesta ya hacia la mitad de siglo, en artículo de “El Mercurio” (“El Santiago que se fue”, 1997). Dice allí, refiriéndose al Teutonia:

…tenía una orquesta vienesa, mientras la gente comía vienesas. Las damas eran medio viejonas, como señoritas profesoras de música jubiladas. Yo creo que hacían “dobletes” porque las encontré después, por lo menos a una, en el “Club Alemán de Canto” de la calle Esmeralda, frente al “Can-Can”.

En los años treinta pueden rastrearse muchas nuevas presentaciones de la Orquesta de Damas Vienesas en diferentes espectáculos, intermedios musicales y programas de salas de Santiago, como en el Teatro Carrera de la Alameda en barrio Concha y Toro, el Teatro Nacional de avenida Independencia 801, y establemente en las noches del Teatro Miraflores del 378 en la calle del mismo nombre, todos ellos casos en 1935. En septiembre del mismo año están en el Teatro La Comedia de calle Huérfanos 1180, concierto transmitido por Radio Teatral y en el que participó también la Orquesta de Buddy Day y el trío de música clásica Lederman, Cerutti y Vidal, además de otros artistas.

Para entonces, el grupo estaba “formado por los más destacados elementos femeninos de nuestro mundo musical”, decía “La Nación” refiriéndose a sus presentaciones en el Miraflores, a principios de noviembre. También participaron de jornadas de beneficencia en el Teatro Novedades por aquellos meses.

Durante ese mismo año, especialmente activo para ellas según parece y cuando había cerrado ya el Casino Bonzi para ser reemplazado por el Cabaret Viena, las artistas se presentaron en varios otros eventos que pueden detectarse en la prensa de espectáculos de entonces, algunos transmitidos por estaciones radiales. Para el año siguiente, están en el Teatro Balmaceda de calle Artesanos, como entremés para funciones de obras nocturnas de variedades, en las que actuaban artistas como Alejandro Flores, Emperatriz Carvajal, Rafael Frontaura y Silvia Villalaz.

Ya en 1938, las blancas y rubias artistas vuelven a ser estrellas del Lucerna, el entonces célebre café, confitería y boîte de don Pedro Harguindeguy que hizo su leyenda en Ahumada 262, hasta que un terrible incendio lo arrasó en enero de 1949. En este querido y reputado centro, las damas vienesas se venían presentado allí desde hacía tiempo, en los años veinte, siendo publicitadas en 1929 como “La incomparable Orquesta de Damas Vienesas” que inauguraba la temporada de otoño, a fines de marzo. Ahora, abrirían el show de la matiné infantil de 12 a 13 horas, en las que también estaba el Profesor Verdi y sus “perritos amaestrados”, además de números de malabarismo y actores cómicos como Perico y Lechuguita.

Ya no eran novedad, sin embargo: en sus trabajos sobre la historia social de la música, Juan Pablo González y Claudio Rolle mencionan otras agrupaciones musicales femeninas parecidas de entonces, como la Orquesta de Damas Amalia Acevedo, un cuarteto de piano; la Orquesta de Damas Chilenas del Salón Boyarín, en Santiago; la Orquesta de Damas del Café Vienés, en Valparaíso; y la Orquesta Húngara de Señoritas, con diez integrantes que debutaron en el Teatro La Comedia, en 1935. El desaparecido Palace Hotel de Alameda con San Alfonso también tenía una llamada Orquesta de Señoritas en 1930, a escasa distancia de la Estación Central y del Portal Edwards en donde iniciaron su fama las Damas Vienesas.

Aunque la senda de la Orquesta de Damas Vienesas desaparece tras los años de la Segunda Guerra Mundial, estas clásicas artistas de la bohemia santiaguina dejaron en el recuerdo una de las expresiones europeístas más importantes y rotundas de la Belle Époque en Chile. ♣

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