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CUANDO EL HOTEL CARRERA ERA UNA FIESTA INTERMINABLE

Publicidad para el Hotel Carrera en la "Guía del Veraneante" de 1956. Fuente imagen: sitio del canal Mega.

Es uno de los edificios destacados en torno a la actual Plaza de la Constitución, esquina de Teatinos con Agustinas, en donde funcionó durante décadas el famoso Hotel Carrera. Ubicado entre las principales sedes institucionales del barrio cívico de Santiago, hoy es dependencia del Ministerio de Relaciones Exteriores, con dirección en Teatinos 180.

Antes de ser la del célebre hotel, sin embargo, aquella esquina era de la Casona de los Escritores, en donde tuvo se residencia y librería don Julio Walton Hesse, escritor y editor de muchos antiguos literatos del Santiago de principios de siglo XX. Se fundó como la Editorial Documentos y se en ella se abrió la tienda de libros que daría alero a los primeros pasos de varios escritores connotados, como Vicente Huidobro y Oreste Plath. Aquellas presencias anticiparon el atractivo que muchos intelectuales sintieron por este lugar de la ciudad, después que se abrió la Plaza de la Constitución y se levantó allí el atractivo gran inmueble hotelero y recreativo.

El origen del Hotel Carrera se remonta a tiempos cuando la capital chilena ya contaba con un millón de habitantes y era imperiosa la construcción de un centro de características modernas y cómodas para hotelería y turismo en la ciudad. Chile era cada vez más frecuentado por visitas ilustres y delegaciones internacionales, pero ofreciendo grandes carencias en la infraestructura que, muchas veces, se reducía a casos lidiando con rasgos de decadencia, como algunos hoteles que había en torno a las estaciones de trenes, o bien a edificios antiguos que habían ido quedando atrás en las exigencias funcionales del progreso, como los del Portal Fernández Concha y el suntuoso Hotel Crillón.

Un día de aquellos, una sociedad de accionistas anunció la construcción del Hotel Carrera en la referida esquina. Todo parece haber transcurrido bastante rápido: las obras se realizaron durante más de tres años por la empresa constructora de Enrique Alberta y Compañía, y el imponente edificio diseñado por Josué Smith Solar y su hijo José Smith Miller pudo ser entregado el 5 de agosto de 1940. Mantenía en sus formas los rasgos modernistas de la influencia art decó, con los escudos de la familia de los próceres de la Patria Vieja en su fachada, cuyo apellido había tomado. Formaba parte también del previo Plan Barrio Cívico del gobierno de Arturo Alessandri Palma, presentado en su momento por el ministro de hacienda Gustavo Ross Santa María, posterior candidato presidencial de 1938 que había sido derrotado por Pedro Aguirre Cerda.

Siendo uno de los primeros casos de edificios particulares de tal altura construidos en hormigón armado, alcanzó cerca de 32 mil metros cuadrados y 17 pisos más niveles subterráneos, con los más exigentes estándares de la arquitectura chilena de aquellos años. La propiedad era de la Sociedad de Turismo y Hoteles de Chile, a la sazón dueña también del Hotel de Tejas Verdes en el balneario de Llolleo y el famoso Hotel Puyehue de Osorno, cuya casa de venta de agua mineral se instaló en el primer piso del Carrera, además. Al comenzar los trabajos el gerente de la sociedad era don Álvaro Covarrubias A., pero correspondió a su sucesor, don Alberto Browne, recibirla concluida y presentarla en sociedad. 

Si bien sus servicios hoteleros iniciaron actividades a solo días de concluidas las obras, rápidamente amoblado y alhajado, estas tuvieron un punto de partida oficial el 1 de septiembre siguiente. El acto se hizo con ceremonia y actividades sociales festejando la inauguración de sus pisos.

En lo alto del edificio se implementó también una hermosa azotea en donde los pasajeros podían disfrutar de la piscina, sillas de sol, un mirador y jardines cuyo verdor arbóreo se distinguía desde la calle. Los pisos más altos habían sido destinados a residencia por el Departamento de Comisiones de Confianzas del Banco de Chile, además, encargándose esta de la administración de los mismos. Muchos detalles de toda la distribución y orden del proyecto habían sido publicados en el diario "El Mercurio" del viernes 23 de agosto de 1940.

El concepto de monumentalismo palaciego dominaba su reluciente interior, con elegantísimas lámparas colgantes, tapices de lujo, columnas de mármol y pasamanos de bronce. Detrás de las grandes y estilizadas ventanas del zócalo, además, estaba el gran hall, una maravilla de diseño y elegancia. Contaría en su momento con salones de té, cafeterías, bares y comedores públicos. Parte de la decoración mural quedó encargada al artista Luis Meléndez Ortiz, el mismo autor de los relieves artísticos del ex Teatro Continental en calle Nataniel Cox y de la escena de los elefantes del edificio de Estados Unidos con Namur.

El nombre del hotel recordaba al solar que la familia de José Miguel Carrera y sus hermanos tuvieron muy cerca de allí, señalada hoy con un monolito conmemorativo en la Plaza de la Constitución, más hacia el lado de Moneda con Agustinas. Sin embargo, se recuerda también que un problema nominal complicó los días inaugurales del edificio, explicado por Plath en “El Santiago que se fue”: en la calle Castro, a tres cuadras de la Alameda y por donde está avenida Manuel Rodríguez, existía ya un Hotel Carrera, situación que enfrentó el uso de tal denominación para el nuevo establecimiento justo cuando ya lo tenía estampado en su lujosa vajilla y parte del mobiliario. Por esta razón, los dueños debieron realizar una negociación especial para poder comprar la marca.

Edificio del Hotel Carrera de Santiago en sus años de actividad. Fuente imagen: "Arquitectura y modernidad en Chile. 1925-1965", de Humberto Eliash y Manuel Moreno.

Puesta en marcha del tea room del Hotel Carrera, en publicidad de agosto de 1940 en el diario "El Mercurio".

Anuncio de la inauguración oficial de los pisos de hotelería en el Edificio Carrera, para el 1 de septiembre de 1940. Publicado en el diario "El Mercurio".

Publicidad del Hotel Carrera en septiembre y noviembre de 1940. Publicadas en revista "En Viaje". El primero, a la izquierda, es el anuncio de la inauguración.

Inauguración de la boîte del Carrera, anunciada en "El Mercurio", también en septiembre de 1940.

Publicidades del Hotel Carrera en febrero y septiembre de 1941. Publicadas en revista "En Viaje". La primera de ellas, a la izquierda, hace ostentación de la nota de agradecimientos y felicitaciones dejada por el almirante Sir Ciryl Fuller y su esposa, quien alojó en el hotel como parte de la misión económica británica encabezada por Lord Willingdon.

El famoso mozo  y cantinero Miguel Fuentes, quien celebró sus 20 años de exitoso desempeño como barman y garzón trabajando ya en el bar Robinson Crusoe del Hotel Carrera. Imagen publicada en 1951 por el diario "La Nación".

Como no podía ser de otra forma, la prensa de entonces alababa sus excelentes salones y las varias instalaciones convirtiéndose, sin duda, en el hotel más importante de Chile y uno de los más lujosos de Sudamérica. El mismo Carrera resaltaba siempre estas exquisitas características en su publicidad, durante los sesenta años en que permanecería en funciones. Eran 580 sus camas distribuidas en 364 habitaciones, 56 de ellas suites de lujo. Contaba con enfermería, tiendas de recuerdos, salas de exposiciones, librerías, ventas de periódicos en todos los idiomas, peluquerías y agencias de turismo o vuelos. En muchos aspectos, era toda una novedad para un servicio hotelero en aquellos años, cual ciudadela completa en un mismo edificio. Su personal sumaba 437 personas, a la sazón.

Lo primer servicio comercial en entrar en funciones formales dentro del flamante Edificio Carrera parece haber sido el restaurante table d'hotel y "a la carta", con el tea-room (salón de té) del mismo, a mediados de agosto. Con venta de buffet ambulante (tortas, pasteles, sándwiches, etc.), quedó situado en el lobby del segundo piso, en el sector del hall al que se ascendía por una hermosa escalera que aún existe. "Sus fastuosas decoraciones sobre marithé negro, sus columnas de mármol, lámparas de cristal de Bohemia y magnífico amoblado le dan un aspecto grandioso", aseguraba su publicidad anunciando la apertura. El primer grupo musical que tocó en este salón fue la Orquesta La Manna, desde el mismo día de la apertura.

El principal lugar de fiestas abiertas del Carrera fue llamado después Roof-Garden y Jardín de Invierno. Era un elegante salón en el que tocaban -desde que fuera dispuesto al público- la Orquesta Aránguiz durante los llamados “tés danzantes”, correspondientes a horas de té con música en vivo y baile de 17 a 18:30 horas, creadas por la administración Bonfanti del hotel. Eran eventos diarios los realizados en este lujoso salón y su valor de entrada era el mismo del servicio corriente del té.

Las presentaciones que hizo en el Roof-Garden del Carrera la Orquesta de Ray Ventura y otros artistas fueron transmitidas por la Radio Sociedad Nacional de Minería. Posteriormente, tocaba también en el lugar la Orquesta Melódica de Guy de Nogrady, ya en el año 1943, habiendo pasado por el mismo espacio el cantante argentino Gonzalo Amor y la folclorista e intérprete de baile español Carmencita Ruíz. Fue una actracción con vida y cartelera propia dentro del mismo hotel, por la que desfiló una gran cantidad de artistas.

La boîte del hotel se había inaugurado el domingo 15 de septiembre de 1940, cuando aún no tenía nombre. De hecho, durante la fastuosa fiesta de apertura se realizó un concurso para "bautizala" con alguna de las 3.000 propuestas que se habían hecho a la Radio Sociedad Nacional de Agricultura, ganando la propuesta Millaray hecha por Adita Moreno, señorita que aparecía domiciliada en calle Julio Prado, derrotando a otras como La Quintrala o La Cañada, que también contaron con gran apoyo del público.

Aquella noche del “bautizo”, iniciada a las 23:30 horas, había contado con el debut del conjunto Loefler y sus Gitanos, contratados en Buenos Aires y haciendo algunas presentaciones importantes en el país desde entonces; y el Trío Calaveras, románticos y rancheros de México. Concurrió tanta gente a esta inauguración, la mayoría de ellas con reserva, que las puertas debieron cerrarse una hora después de recién iniciado el evento.

Como desde un inicio se entendió que era uno de los hoteles más lujosos de la capital, en tanto, el Carrera iba a convertirse en lugar de grande reuniones, banquetes, conferencias, encuentros sociales y fiestas. Tuvo también algunos residentes ilustres desde su primer período, como el comediante argentino Pepe Arias, quien llegó a vivir a uno de los departamentos durante el año 1942, mientras trabajaba en Santiago. Su restaurante y su tea room casi nunca descansaban, y las celebraciones se podían encontrar en todos sus salones, hasta en la mencionada azotea con su propio roof garden. Y en su bar Robinson Crusoe atendía también el mozo y chef Miguel Fuentes Fuentes, conocido personaje de esos años con experiencia previa en el café Lucerna, el Royal de Valparaíso, el Gran Hotel de Viña y el Patio Andaluz, entre otros ya de vuelta en Santiago. Sus primeros 20 años dedicados al oficio los celebró en el Carrera, precisamente, como se lee en "La Nación" del lunes 17 de septiembre de 1951.

Superado el señalado problema para usar el nombre de Hotel Carrera, la gerencia se encontró con un nuevo entuerto muy parecido al que afectó al Waldorf Astoria de Nueva York, durante la década anterior: la falta de una clientela fija en sus primeros años de operaciones. Esto era frecuente en las casas nuevas del negocio hotelero, afectando también a otras empresas de la época como fue el caso del Hotel Capri. A pesar de todo, los encargados confiaron en el futuro del proyecto y apostaron especialmente a la publicidad, tanto del hotel como de sus espacios de reunión social y diversiones.

Pero la sociedad propietaria se estrelló otro gran problema en 1943, que incluso amenazaba con su clausura ante el asombro e indignación de la sociedad santiaguina. El asunto era que la Ley N° 7242 recargaba con un 10% el consumo de hoteles y restaurantes para la propina de los garzones con ajuste a las leyes sociales, pero la cantidad de trámites y gestiones que requería en la práctica esta norma era tal que obligó a la dirección hotelera a tomar medidas urgentes. Al mismo tiempo, quedaban fuera del beneficio empleados como los grooms, ascensoristas, conserjes, auxiliares de aseo y otros, cuyos sueldos debían ser ajustados ahora a cuenta del propio hotel. Esto llevó a la sociedad directora a evaluar incluso el cierre y venta de la propiedad, pues parecía un escollo insuperable. La creación de un departamento especialmente dedicado en el hotel a cumplir con aquellas exigencias, aliviaría un poco estas cargas y ordenaría el caos.

Entre sus ilustres alojados de las primeras generaciones de pasajeros, estuvo en el hotel la destacada cantante y actriz argentina Libertad Lamarque, quien recibió amablemente a los periodistas en el mismo recinto para ser entrevistada, tal como muchas celebridades internacionales de esos años lo hicieron allí también. "La charla duró cerca de tres cuartos de hora -informaba la revista "Ecran" de fines de marzo de 1944-. Luego, los periodistas se retiraron y la estrella pudo descansar de la ardua jornada recién cumplida".

Cuenta la leyenda que, en esos mismos años cuarenta, en un arrebato de locura, Libertad intentó suicidarse saltando desde una ventana el segundo piso del mismo. Sin embargo, Plath asegura que el incidente había ocurrido durante su primera visita a Chile para actuar en el Teatro Coliseo, cuando aún no era tan conocida: el lugar en donde alojó la artista y protagonizó aquel intento de suicidio fue la Residencial La Florida, de Monjitas cerca de la Plaza de Armas. Su salto mortal fue motivado por el dolor al creer que era engañada por el bandoneonista con el que vivía una aventura romántica, cayendo sobre un señor que caminaba abajo, el dentista Julio Besoaín Robles, quebrándole una pierna. La noticia llamó la atención de todos, por supuesto, y fue publicidad gratis para la residencial, cuyo restaurante quedó con mesas y barras llenas. Esto habría sucedido hacia 1935.

La estadía en el Carrera por parte de Libertad, la Novia de América, tendrá lugar mucho tiempo después, en 1944, cuando ya estaba consagrada. Pudo recibir un gran saludo de bienvenida por parte de sus admiradores que la esperaban ya en la Estación Mapocho, unas 5.000 personas. Cantó en radios chilenas como la Prat y fue aplaudida a destajo, cuando faltaba poco para su famosa ruptura con la actriz y colega Eva Duarte durante el rodaje del filme “La cabalgata del circo”, conflicto tras el que esta última se habría valido de sus influencias con Juan Domingo Perón para perseguirla y hacer que se exiliara en México.

Entre los otros visitantes del hotel que tuvieron las recepciones apoteósicas, destaca el cantante mexicano Jorge Negrete, ídolo de la cultura popular en aquel momento, arribado a Santiago en julio de 1946. De acuerdo a la descripción que hace Álfonso Calderón de este magno evento en “Memorial de la Estación Mapocho”, 3.000 personas esperaban su llegada a las 15 horas de aquel día, escoltándolo desde la terminal ferroviaria hasta el Carrera, en donde otra cantidad similar de almas aguardaban para verlo pasar.

Actividad en el Roof Garden del Hotel Carrera durante el verano de 1943, en imagen del diario "La Nación".

Concurso de Belleza Nuevo Zig-Zag de 1950, en el salón de eventos del Hotel Carrera. Fotografía de Marcos Chamudes R. De las colecciones del Museo Histórico Nacional.

Turistas llegando al Hotel Carrera, en fotografía de Togo Blaise, año 1971. Imagen de las colecciones del Museo Histórico Nacional.

Salón de descanso del segundo piso del hotel hacia sus últimos años activo, en fotografía de Juan C. Astudillo, sección Fotografía Patrimonial en el sitio del Museo Histórico Nacional.

Edificio Carrera visto desde la Plaza de la Constitución, hacia el período en que era adquirido y ocupado por el Ministerio de Relaciones Exteriores.

Edificio Carrera ya en manos del Ministerio de Relaciones Exteriores, después de su restauración y refacción para el nuevo uso.

Aún está el blasón heráldico de la familia Carrera en el exterior del edificio.

La boîte del Carrera continuaba siendo famosa no solo por sus llamativas reuniones, sino también porque en ellas nacería a la vida artística la denominada Orquesta Los Peniques, fundada en 1953 y que llegó a ser la favorita del mismo centro de espectáculos hotelero. A la larga, Los Peniques fueron un engranaje fundamental de la historia de la música popular chilena, surgiendo de su obra y legado las más famosas bandas musicales del país cultoras del estilo tropical y especialmente la cumbia, en años posteriores.

De esta forma, el Carrera destacaba especialmente por su boîte, de la que Plath agrega que fue “escenario de sonadas fiestas sociales animadas por grandes orquestas, en más de una actuó como solista el maestro Víctor Tevah”. Hubo algunos conciertos de cámara pareecidos también en el Salón Sur del Carrera, durante los años cincuenta. 

Por su parte, el restaurante del Carrera y su bar, llamado El Dorado a partir de alguna época, fueron otros de los lujos impecables dentro del hotel. Aunque hubo cambios importantes en los mismos años cincuenta, cuando la administración quedó en manos de la Intercontinental Hotels Co., la cocina siempre mantuvo su prestigio y llegó a abastecer a cuatro restaurantes de diferentes estilos y cartas, destacando en ella personajes como el chef francés Guy Lassosaie, toda una eminencia de su profesión.

Sin embargo, por la proximidad de la cocina a los salones y otras dependencias en el edificio, esta se convirtió en el lugar hasta donde varios pasajeros célebres corrían a refugiarse de sus admiradores o del acoso de la prensa. El actor francés Alain Delon, por ejemplo, una vez se escondió entre ollas y quemadores de sus insistentes seguidoras chilenas; y el futbolista argentino Diego Armando Maradona, evadiendo a los reporteros que colmaban la planta, escapó discretamente a la concina en donde, quizá buscando simpatías y cómplices, ofreció al reputado chef Luis Cruzat firmarle un autógrafo. Curiosamente, este rechazó la propuesta con un respetuoso “no, gracias”, según confesaba años después en una entrevista.

Mención especial merece uno de los garzones más famosos del Santiago romántico que pasó también por las salas del Hotel Carrera: el entonces conocido Miguel Fuentes, personaje con destacada trayectoria en el boliches históricos como el Rosedal de Gran Avenida, el Lucerna, La Quintrala y el Tap Room de Estado, entre otros, como lo destacó Osvaldo Rakatán Muñoz en “¡Buenas noches, Santiago…!”.

Todo en el festivo Carrera, entonces, supo permanecer a la altura de los pasajeros que alojaron allí hallándose de visita en Chile, incluyendo a la reina Isabel II de Inglaterra, John Wayne, Charles de Gaulle, Nelson Rockefeller, Robert Kennedy, Tyrone Power, Fulgencio Batista, Javier Cugat, Maurice Chevalier, Henri Kissinger, Gary Grant, Claudio Arrau, Ava Gardner, Indira Ghandi, Orson Welles, Yan Shankun, María Félix, Montserrat Cavallé, Ray Charles, Fidel Castro, James Stewart, Neil Amstrong, Ion Iliescu, Richard Nixon, Daniel Ortega, el papa Juan Pablo II, Julio Iglesias, Lola Flores, Carlos Menem, Alberto Fujimori, Plácido Domingo, Alan García, Felipe González, Joan Manuel Serrat, Violeta Chamorro y Pelé. Los nombres más destacados quedaron en el Libro de Oro del hotel.

Fue lugar de estadía para varias delegaciones, equipos deportivos y cuerpos de corresponsales extranjeros, además. Así, durante la mañana del golpe militar de 1973, reporteros alemanes allí alojados captaron algunas de las más famosas imágenes de los movimientos en la Plaza de la Constitución y el bombardeo al Palacio de la Moneda. Nadie lo sabía en esos momentos, pero las restricciones que siguieron después de aquel episodio a la vida nocturna y las reuniones, resentirían fuertemente en las fiestas del famoso salón interior del hotel, trayendo problemas a la administración del edificio propietado aún por la Sociedad de Renta Edificio Carrera S.A.

A pesar de esto, el hotel mantuvo activo en sus dependencias el llamado Teatro Sur, por aquellos mismos años, en donde se hicieron presentaciones de jazz y proyecciones de películas en lo que había sido su antigua sala auditorio. Como muchos clubes hicieron en aquellos años para enfrentar las dificultades, se volcaron entonces a la recreación diurna, aunque también con las fiestas de amanecida autorizadas para ocasiones especiales y celebraciones como Navidad y Año Nuevo.

Años más tarde, en 1990, gran parte de las delegaciones y corresponsales internacionales que llegaron a ver el histórico cambio de mando en que el general Augusto Pinochet entregaba la banda presidencial a Patricio Aylwin Azócar, se quedaron en el mismo edificio. Había una esperanza por recuperar su importancia, a la sazón, y en algunos períodos se creyó que podría haber un renacer de su actividad como fue en los mejores años.

Sin embargo, lo cierto era que la época de esplendor del hotel había cesado, y sus servicios de lujo eran cada vez menos solicitados. Coincidentemente, por su perfecta ubicación en el barrio cívico de la capital, el Gobierno de Chile comenzó a interesarse en adquirir el edificio, siendo vendido a mediados del año 2003 por el grupo Luksic, último propietario del Carrera. La transacción con el Estado de Chile se hizo por de 20 millones de dólares, aunque el monto generó algunas controversias, discusiones y denuncias por parte de algunos parlamentarios opositores de entonces.

Concretada la transacción, el ex hotel remató gran parte de su mobiliario el 29 de enero de 2004 y, poco después, todos los artículos y utensilios de la legendaria cocina. Cerró definitivamente sus puertas el 29 de febrero siguiente.

Fue una triste mañana la de aquel día del año bisiesto cuando, como un último adiós, se ofreció un gran desayuno a los últimos huéspedes alojados, quienes simbólicamente hicieron el último chequeo de salida. Ya al mediodía, el apreciado gerente general del hotel, don Paulo Rosales, procedió a despedirse de todo el personal: empleados, cocineros, mucamas, mozos, personal de aseo, etc., algunos de larga trayectoria en el edificio. Solo quedaban activos algunos de los 150 que llegó a tener en sus últimos años. Rosales cerró las pesadas puertas metálicas, puso un gran candado, y entregó las llaves a los funcionarios… Concluían más de 60 años de historia, de esta forma.

No todo fue calamidad, sin embargo: diez empleados del hotel fueron contratados en el tradicional Café Torres de Alameda con Dieciocho, para la reinauguración de aquel antiguo local. Gran parte de la batería de cocina del Carrera también quedó en el Torres, felizmente.

Siendo remodelado intentando conservar lo que más fuera posible del aspecto histórico del edificio y unificando varias de sus habitaciones en salas mayores, el Ministerio de Relaciones Exteriores procedió a ocuparlo formalmente el 1 de enero de 2005. Desde entonces, aquel lugar donde se escribieron algunos de los capítulos más interesantes de las visitas internacionales a Chile por parte de figuras artísticas, políticas, personajes históricos y miles de pasajeros de todos los rincones del mundo, con el pasado de bohemia y espectáculos como no se vieron más, pasó a ser definitivamente el Edificio José Miguel Carrera, sede ministerial de la Cancillería. ♣

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