Imágenes históricas del Hipódromo Chile, en "El espectáculo de la hípica en Chile", de Javier Badal Mella.
Pasado el cambio de siglo, la urbanización al interior del sector conocido como Las Hornillas, actual avenida Fermín Vivaceta, comenzaba a producir nuevas villas en torno a la vía principal y avanzando también hacia el norte, por los sectores de antiguos fundos agrícolas conocidos como El Pino y Lo Sánchez, más otras viejas chacras del mismo sector. Parte importante del poblamiento y la urbanización de esos terrenos, será un efecto colateral: consecuencia de la inauguración del Hipódromo Chile.
El gran campo hípico iba a nacer por iniciativa de una sociedad de 19 criadores equinos, quienes compraron la gran propiedad en el sector del Llano de La Palma, trasladando hasta allá la pista y las competencias que habían iniciado en otro lugar de la ciudad. A la sazón, el llano era un suburbio rural al norponiente de La Chimba, al final de la misma avenida Las Hornillas, en donde sobrevivía aún parte del estilo de vida campesino que alguna vez existió en los contornos de la ciudad de Santiago.
Hacia fines del siglo XIX, algunos de sus rústicos solares y ranchos eran usados para pequeñas presentaciones folclóricas y de títeres. Como había sucedido en varios otros lados del valle del Mapocho, sin embargo, también se habrían realizado allí carreras informales de caballos, con apostadores y todo, en una versión popular y con gañanes de lo que sucedía en el refinado Club Hípico de avenida Blanco Encalada, cuya aparición fue un enorme empujón al desarrollo a la misma actividad ecuestre.
En 1904, se había constituido formalmente ya la Sociedad Hipódromo Chile, impulsada por don Pedro del Río Talavera. Sus fundamentos declaraban como principales objetivos el fomento de la crianza y mejoramiento de caballos. Requería para ello, de acuerdo a los mismos estatutos, “de un centro adecuado para adiestrar a las razas caballares del país y nacidas en él, en todos los ejercicios de habilidad, destreza y fuerza que requieren las labores agrícolas ordinarias en el país y las exigencias del servicio militar”. También señalaba la necesidad de realizar exhibiciones, compras, ventas y otras gestiones alrededor de la actividad.
La primera pista de la sociedad había sido trazada en un terreno arrendado relativamente cerca del Parque Cousiño, del Club Hípico y del populoso barrio del Matadero. Estaba entre las calles San Diego y San Ignacio al sur del Zanjón de la Aguada, pasado el cruce con calle Franklin y la Estación Matadero del ferrocarril, en los inicios del Llano Subercaseaux. Allí comenzaron sus competencias el 19 de septiembre de aquel año, haciendo coincidir la fecha inaugural con las Fiestas Patrias, en las que los eventos hípicos solían ser parte importante.
A falta de un reglamento propio, sin embargo, los asociados debieron decidir con prontitud una salida, y la consiguieron: tomaron y adaptaron para sí el mismo que ocupaba el Club Hípico de Santiago.
Aviso del Hipódromo Chile cuando estaba ubicado aún en barrio Matadero, en calle San Diego pasado Franklin. Fuente imagen: revista "La Lira Chilena", año 1905.
Fundo del Llano de La Palma, en sus últimas décadas de existencia. Imagen publicada por la revista "Sucesos" octubre de 1915. Fuente imagen: sitio Independencia Patrimonial.
Proyecto de pabellones y pista del Hipódromo Chile, publicado en la revista “Zig-Zag” del 29 de abril de 1906.
Detalle del "Novísimo Plano de Santiago" de Nicanor Boloña, en 1910. Se observan los cambios drásticos de este sector de la ciudad en Las Hornillas, o Vivaceta desde 1908 aproximadamente, tras la construcción del Hipódromo Chile más allá de lo que había sido por décadas su barrera urbanizada.
Detalle del norte del río Mapocho en el "Plano General de la Ciudad de Santiago e Inmediaciones", de Nicanor Boloña en 1911. Vivaceta llega ya más allá del Hipódromo Chile y comienza a asimilar con el urbanismo las últimas haciendas y chacras que quedaban, como El Pino, Santa Juana, Lo Sánchez, La Palma y Las Hornillas.
Extensión actual de la avenida Fermín Vivaceta, desde Presidente Eduardo Frei Montalva y Costanera hasta su conjunción con Independencia hacia calle Módulo Lunar, con el recinto del Hipódromo Chile hacia el centro superior. Imagen de Google Earth.
El programa inaugural del Hipódromo Chile en 1904 incluyó dos pruebas de carreras con caballos mampatos en 300 metros, y otras dos eran para caballos nacidos y criados en el país, en 1.200 metros una y 600 metros otra. Cada boleto de apuestas mutuas valía dos pesos, a la sazón.
En un artículo de la revista “En Viaje” (“El Hipódromo Chile. Progresista institución hípica”, 1964), alguien cercano a este centro hípico como era Raúl Videla, informa sobre aquellos días de euforia y cabalgatas:
El público acogió en un comienzo con especial interés los programas que presentaba la nueva corporación hípica, a pesar de que entonces ellos se llevaban a efecto los días lunes y estaban conformadas por solo 4 modestas pruebas en las que competían caballos de ínfima categoría. Las carreras se realizaban en una corta pista rodeada de pequeñas tribunas y otras dependencias cubiertas por ramas que le daban, tal vez, un aspecto animado y pintoresco, pero que por carecer de varias comodidades elementales prontamente hizo que se limitara el entusiasmo de los concurrentes.
Por la descrita razón, la sociedad inició la búsqueda de un lugar propio y más amplio para sentar definitivamente su pista y sede, trasladando hasta allá sus "San Lunes" de competencias y todos los encuentros. Una vez hallado, adquirieron la señalada propiedad de Lo Sánchez en el todavía incipiente barrio del Llano de La Palma, entre Las Hornillas y La Cañadilla de Independencia. Trazaron allí la nueva pista con las tribunas y algunos edificios ligeros, iniciando trabajos de construcción a principios de 1906.
Solo unos meses después de aquellos trabajos, era puesto en marcha el nuevo hipódromo de la ciudad, durante el mismo año y con gran atención de la prensa, además de las expectativas del público. Revistas como “Zig-Zag” y "La Lira Chilena" publicaban los planos de la nueva cancha y los bellos pabellones del paddock, por aquellos expectantes días.
Es preciso hacer notar que La Chimba ya tenía una vieja tradición relacionada con los circos ecuestres y los primitivos hipódromos que se instalaban en las riberas del Mapocho, anteriores incluso al Club Hípico y relacionados frecuentemente con compañías de circos. Sin embargo, estas nuevas instalaciones en La Palma eran lo más moderno que había tenido la misma actividad al norte del río Mapocho. Ocuparon una enorme manzana romboidal de 32 hectáreas, entre las actuales vías Vivaceta, Independencia, David Arellano e Hipódromo Chile.
En cuanto a las pistas, contaría con cuatro, siendo la principal empastada y en forma elíptica, de 1.615 metros de largo por 25 metros de ancho, aunque en años posteriores fue cambiado su pasto por arena para evitar los altos costos de mantención. La segunda pista era de 1.540 metros de largo por 15 metros de ancho, usada solo en la temporada invernal. La interior, en cambio, siempre fue de arena, de 1.400 metros de largo por 12 metros de ancho; y la pista de obstáculos, con forma de ocho, también quedaría ubicada interiormente.
Comparación de las dos pistas de los hipódromos de Santiago: el clásico Club Hípico y en entonces recién construido Hipódromo Chile, en revista "La Lira Chilena" de 1906.
"San Lunes en el Hipódromo Chile". Un reporte gráfico de la revista "Sucesos" en 1907.
El antiguo paddock del Hipódromo Chile en 1909. Imagen publicada por la revista "Sucesos".
Imágenes de la revista "Zig-Zag" con escenas del Hipódromo Chile, año 1910.
Escenas del Hipódromo Chile en 1911, en página de la revista "Zig-Zag".
El portal de entrada del Hipódromo Chile en imagen antigua, sitio patrimonial La Cañadilla. Tomado de Chile Nostálgico.
Según lo que señala Videla, los directores de la sociedad llegaron al espacioso sitio “previendo las vastas perspectivas futuras de la institución”. Y continúa su descripción de aquel suceso:
La inauguración del nuevo local de Hipódromo Chile se verificó, con general alegría, en los meses finales del año citado. El importante suceso atrajo a una verdadera muchedumbre, de la que formaban parte connotadas personajes, antiguos hípicos, vecinos del barrio y deportistas en general, quienes hicieron los mejores augurios al referirse al brillante futuro que esperaba a la colectividad turística.
Los vaticinios formulados en aquella oportunidad resultaron exactos, pues con el correr del tiempo la institución se fue expandiendo más y más. Amplió y mejoró sus programas de carreras, aumentó la cuantía de sus premios -en especial los asignados a los clásicos reglamentarios- y cada vez proporcionó mayores comodidades a los asistentes; medidas que dieron como resultado un notable aumento en la afluencia de público, el que pudo aquilatar concretamente el auténtico valor de las funciones cumplidas por la corporación.
Cabe observar también que, hasta la llegada del enorme centro hípico, la urbanización de este lado de la capital parecía no poder sobrepasar el sector de Lo Bezanilla y la calle Matta. Un gran terreno ubicado a la altura del mismo complejo, al costado poniente de la avenida, se mantuvo escasamente intervenido y conservó el nombre de Las Hornillas todavía pasando el Centenario Nacional, siendo usado para cultivo de viñas. Sus parronales y plantas trepadoras dieron nombre a una de las calles laterales, hasta hoy: Las Enredaderas.
Pero, a pesar del optimismo en la descripción de Videla, varios problemas debió enfrentar el rubro en sus primeros años, como la escasez de caballos disponibles, atasco que obligó a iniciar sus programas -y por largos años más- con ejemplares no inscritos. Otra dificultad fue la urgencia de atraer al público, para lo que comenzaron a anunciarse algunas carreras tipo “clásicos” en 1908, con premios iniciales de 2.500 pesos y que aumentaron en el tiempo hasta 5.000 pesos. Estas incluían pruebas como el Premio Nacional, el Premio Mapocho, el Premio Santiago, el Gran Premio Hipódromo Chile y el Premio St. Leger, existiendo aún solo las últimas dos nombradas.
Como aún suele suceder también con estos grandes espacios abiertos, el Hipódromo Chile fue varias veces un lugar de grandes encuentros deportivos o de espectáculos de las más variadas naturalezas, como exhibiciones de equitación, ferias, atletismo, golf, etc. El 2 de mayo de 1909, por ejemplo, fue base de la primera maratón chilena, organizada por Jorge Díaz Velasco, en donde Antonio Creuz resultaría la estrella de la competencia, destacando también deportistas como Pablo Flores y César Cornejo.
Acceso de estilo art decó al complejo del Hipódromo Chile, en la calle con su nombre esquina Vivaceta, antiguo sector La Palma.
Homenaje de los socios del Hipódromo Chile a don Alberto Solari Magnasco, sector del acceso al complejo por calle Hipódromo Chile llegando a Vivaceta.
Diseño art decó del actual acceso principal al Hipódromo Chile, por la calle del mismo nombre llegando a Vivaceta.
Deteriorado edificio de la antigua hacienda La Palma, enfrente del Hipódromo Chile y en la calle del mismo nombre, ocupado hasta hace poco por alegres restaurantes y boîtes que intentaron mantener el ambiente de clásica bohemia local.
Sector norte y principal de la pequeña Plaza Alberto Solari M., en Vivaceta con Hipódromo Chile.
Antiguos inmuebles sobreviviendo enfrente del Hipódromo Chile en avenida Vivaceta, cerca del cruce con Las Enredaderas en el antiguo sector del Fundo Las Hornillas.
Hasta aquí la historia del Hipódromo Chile que corresponde al período que más nos interesa, concentrado en sus orígenes. Sin embargo, se hace preciso y necesario aclarar que, después del Centenario Nacional, ciertos vaivenes siguieron afectando a la institución y hasta la hicieron pasar por algunos sustos para su continuidad. De hecho, recién el 1 de enero de 1922 se normalizaron las inscripciones de los caballos que competían allí, con los registros del Stud Book para los ejemplares de los programas hípicos.
Durante el año siguiente, se realizó en el Hipódromo Chile un festival de aviación cubierto por revistas como “Zig-Zag”, en su edición del 16 de noviembre de 1923, dejando testimonio de la variedad de actividades para las que podía servir el extenso recinto. Y además de este hipódromo y del Club Hípico, hacia 1930 Santiago tenía a la Cancha Sportiva fundada por ciclistas en San Pablo 4848, como otro espacio disponible a las competencias hípicas de aquellos años tan intensos para las carreras de caballos.
Empero, cuando falleció el criador y empresario caballar Carlos Braga en 1939, presidente y principal accionista, la sociedad quedó en crisis y en peligro de desaparecer. Ante esto, el hipódromo fue vendido al Estado, el que quedó con participación accionaria del 67% a través de la Junta de Exportación Agrícola; el resto permaneció en la Sociedad de Criadores de Caballos Fina Sangre de Carrera. Así serían las cosas por cuarenta largos años, con buenos y malos momentos.
En tal período, es completado el cierre perimetral con las hermosas estructuras y portalones de acceso estilo art decó que aún existen. Se adicionaron hermosos jardines, se remozó el paddock y las tribunas populares con cómodas aposentadurías, y se plantaron las arboledas interiores en el recinto. Sse incorpora también una clínica veterinaria, pesebreras, partidores automáticos con capacidad para 18 caballos, una sección fílmica registrando las competencias y varios otros avances.
La institución del turf también adoptó la costumbre de realizar encuentros de beneficencia para la Cruz Roja, la Asistencia Pública, el Cuerpo de Bomberos de Santiago y otras ciudades, el Comité Nacional de Navidad y diferentes municipalidades, por lo que sus directores y colaboradores han sido tradicionalmente apreciados como activos filántropos. Uno de los más queridos y homenajeados ha sido don Alberto Solari Magnasco (1912-1986), hombre de tremenda influencia en el progreso de las competencias hípicas y hoy conmemorado con el nombre de la plazoleta en los límites del Hipódromo Chile con Vivaceta, además de un monumento memorial dentro del recinto.
Recién en 1979, el entonces semifiscal Hipódromo Chile sería privatizado del todo. El porcentaje que pertenecía al Estado quedó repartido entre la Sociedad de Criadores y la Tattersall S.A.I., fusionándose después en la Sociedad Hipódromo Chile S.A., con estatutos aprobados en 1982. Su principal carrera sigue siendo el Clásico St. Leger, realizado un sábado a fines de noviembre o inicios de diciembre. ♣
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