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LAS HUELLAS DEL TONY CHALUPA

El tony Chalupa en imagenpublicada por la revista "Zig Zag". Tomada de los archivos de la Biblioteca Nacional (Exposición "Años de Circo").

El tema es discutible, sin duda, pero Chalupa pudo ser, acaso, el primer payaso chileno en auténtico modo de tony "moderno" y criollizado. En el ambiente circense se lo recuerda por haber dejado un gran legado para el espectáculo nacional, algo que se ha ido recuperado de las sombras en tiempos más bien recientes, por varios estudiosos del circo chileno.

Tal era su popularidad en vida de Chalupa que incluso aparece al inicio de una cueca tradicional recopilada y cantada por Violeta e Hilda Parra, en sus tiempos jóvenes:

El Chalupa está esperando,
con la niña cupletista
que le toquen la cueca’el payaso,
pero la contorsionista,
que celosa, le sigue los pasos.

El tony es el payaso adaptado de los antiguos “augustos” del circo clásico: el personaje pintado y vestido con prendas exageradas, que desarrolla su rutina esencialmente humorística fingiéndose en permanentes apuros y cometiendo una torpeza tras otra. Se ha dicho que el nombre usado para estos payasos en países como Chile, Argentina, Perú y Bolivia sería una influencia del clown inglés Tony Grice, tras hacer una gira por América Latina a fines del siglo XIX. Los tonis chilenos como Chalupa incorporan elementos artísticos culturalmente propios, que se fusionan con la influencia europea y americana del rubro.

Luis Alberto Díaz Hidalgo, el artista que tuvo por alter ego al tony Chalupa, provenía de una familia más bien acomodada y había comenzado su vida en las tablas también como actor serio. Esto se verifica en la “Historia del teatro chileno” de Mario Cánepa Guzmán y en la “Histórica relación del teatro chileno” de Benjamín Morgado. Actuaba como galán en compañías de principios de siglo y, según parece, con cierto éxito entre el público femenino. Antes había sido seminarista, sin embargo, pero en su juventud prefirió cambiar la vocación religiosa por la de los espectáculos, tras ser "sacado" por el dramaturgo Antonio Acevedo Hernández en una tarde de teatro infantil en el auditorio del colegio.

Habría debutado en el circo un día de octubre de 1909. Alguna vez dijo que fue solo dos días después de dejar el Seminario. Compartiendo vocaciones con el ambiente de la actuación,  llegó a trabajar con figuras como Alejandro Flores, Pedro Sánchez y Luisa Otero. Díaz también actuó con Clemencia Venegas en el cortometraje “El violín de Inés”, obra realizada ena 1914-1915 por Adolfo Urzúa Rosas. Si bien se la consideró la primera película chilena con trama de enfoque argumental y fuera de la sencillez del formato de “teatro filmado”, su producción franco-chilena quedó interrumpida, no pudiendo completarse de acuerdo al guión proyectado ni estrenarse.

Debió ser frustrante para Urzúa aquel fracaso, considerando que venía recién de rodar con apoyo de Julio Cheveney la exitosa obra “Manuel Rodríguez” para los días de festejo del Centenario, con la actuación de Nicanor de la Sotta. Esta había sido considerada la primera película chilena de ficción y de argumento histórico.

El rodaje de “El violín de Inés” se realizó también en el primer estudio cinematográfico que intentó establecerse en Chile, en un galpón de calle San Isidro, en donde el francés Fédier Vallade había invertido casi todas las utilidades de sus negocios en 1913. Jorge Coke Délano fue parte de aquel proyecto usando el pseudónimo de René Blas, conociendo en persona a Díaz durante aquellas jornadas. Y aunque Délano comentó no saber las razones por las que el proyecto quedó trunco, podría relacionarse también con la depresión que produjo al francés la muerte de su hijo en Europa,  mientras servía en la Gran Guerra, muy poco después de estallar.

Bautizado profesionalmente en 1920, toma el nombre de Chalupa que lo acompañará hasta su muerte. Una de las primeras grandes compañías en las que sería incorporado fue la del Circo Riego, de mucho atractivo e importancia en aquellos años. Su nombre se debía a la propiedad y principal atracción del mismo, los entonces célebres hermanos Riego, considerados de los mejores acróbatas del momento. Las experiencias en esa y otras arenas convertirían al tony, en poco tiempo, en el más famoso de las funciones circenses del país, y su primera incursión internacional fue en Bolivia, con gran éxito y aplauso, regresando a Chile para recibir las mismas gratificaciones en barrio Mapocho.

Ya entregado por completo al rol cirquero, se caracteriza con sus grandes zapatos, el chaquetón negro y el sencillo maquillaje con unas grandes cejas arqueadas, muy altas sobre un rostro pálido. Sus rasgos fuertes, con boca pequeña, nariz grande y algo ganchuda, aportaban también a la identidad física del personaje. “No necesitaba colocarse nariz postiza, porque había nacido con una descomunal”, escribiría Délano, quien recordaba en “Yo soy tú” cómo se reencontró con él durante una función:

Años más tarde, diez o tal vez quince, en circunstancias que había llevado a mis hijos al circo, apareció un gracioso tony. Dio una vuelta por la pista y, al verme, se detuvo frente a nuestro palco. Jorge y Adriana se mostraron encantados con las gracias que les dedicó el artista.

Grande fue mi sorpresa cuando en tono confidencial, pero despistando al público con una pirueta, me dijo estas palabras:

-¿Te acuerdas de “El Violín de Inés?...

Era el tony “Chalupa” (Alberto Díaz Hidalgo), el más famoso de nuestras pistas. Después de la función fui a saludarlo a la pequeña carpa que le servía de camarín. ¡Cuántos recuerdos hicimos mientras se limpiaba la cara!

El tony Chalupa podía usar también un sombrero, frecuentemente tipo bombín inclinado hacia un lado o bien de copa. Para algunos de sus personajes se acompañaba de un monóculo, caracterizando un bufonesco señor de alta categoría. De sus tiempos como galán de teatro, además, quizá conservó la imagen de elegancia inusual en los payasos y que fue característica de su personaje, vestido con prendas y atuendos elegantes a veces alusivos a la gente de sociedad, incluso con un perfecto frac que utilizó en muchas de sus rutinas.

Su nombre artístico,en tanto, se relacionaba con los grandes zapatos que utilizaba, llamadas chalupas por comparación con las embarcaciones rústicas empleadas en navegación fluvial o de orillas costeras. Aunque fue un artículo frecuente en la indumentaria del payaso chileno procedente de los “augustos” del oficio, creadores del estereotipo internacional de estos artistas, el tony Chalupa parece haber popularizado y uniformado el uso del mismo calzado en cieras compañías de circos nacionales.

Siempre preocupado por los intereses y bienestar de su gremio, en la pista mantenía algo intrigantemente chaplinesco con su caracterización, ya en esos años, pero habiéndose anticipado en ciertos aspectos al famoso personaje Charlot, antes de que este fuera bien conocido y que sus películas hicieran furor en el mercado sudamericano. Desde muy joven, las giras también llevaron sus risas aseguradas por el público de prácticamente todo Chile y después en ciudades extranjeras, siendo el plato fuerte de varios circos a lo largo de su itinerante vida. Incluso fue estrella de temporadas completas en algunos teatros, en algún momento.

Empero, a pesar de su exterior tan alegre y jovial, Coke aseguró tras su reencuentro: “Como en todos los humoristas, había en ‘Chalupa’ un dejo de tristeza. Su eterna sonrisa era más bien una mueca para ocultar sus penas”. Quizá su maquillaje decía algo más que solo lo visible.

Como músico,  Díaz se hacía acompañar también por instrumentos, generalmente minúsculas guitarras y bajos. Vestido con su uniforme de fantasía, entonces, su show incluía a veces parodias musicales, algo frecuente en la actividad de los payasos de esos días; también monólogos, bailes graciosos, sainetes, rutinas con otros actores y sesiones de chistes que nunca fallaban, soltando avalanchas de carcajadas desde las graderías y las plateas. Por esto fue llamado el Rey de las Risas y Rey de los Payasos en el ambiente de la bohemia criolla y cirquera.

Hubo un momento en que las grandes demandas del circo lo agotaron y Díaz trató de dejar el oficio. Se instaló con un boliche en calle General Mackenna, en pleno período de la intensa diversión nocturna que allí colmaba las noches de barrio Mapocho. El negocio vendía chicha, vino y sándwiches, pero no prosperó y debió cerrarlo. El alma de payaso vuelve a poseerlo y lo empujó de regreso al circo, entonces.

Junto al tony Perico, Díaz se presentaba frecuentemente en los circos que llegaban también al Luna Park, en donde está ahora la plaza y el mercado Tirso de Molina. Realizó varias apariciones entre 1928 y 1929, especialmente con la compañía de la empresa Hinostrosa. En su extenso currículo, se observa que trabajó en los circos Corales, Brasileño, Winter, Fischer, Faro, Liverpool, Europeo, Barnum y en elencos como la Compañía Peruana de Comedias, entre innumerables otros equipos. 

Compartió arena con artistas de gran atractivo en aquellos años, como Valsanini y su “auto misterioso”, la contorsionista Gioconda, los equilibristas del Tatalí, los gimnastas Braden, los acróbatas humorísticos Sachini, el ventrílocuo Bucal, la Orquesta de Lorenzo, la troupe imperial china de los Pan Jan Shuin, los equilibristas hermanos Balaza, las Hermanas Arozamena, los Huasos de Pichidegua y muchas otras leyendas de la edad dorada del circo y las candilejas, tanto nacionales como extranjeras.

Escena del filme de 1915 "El violín de Inés", en portada de la revista "Cine Gaceta", primera quincena de noviembre de 1915, con Alberto Díaz y Clemencia Venegas en la actuación.

Teatro Balmaceda, antes llamado Reina Victoria, en donde se presentara varias veces Chalupa durante los años treinta. Imagen del Archivo Zig-Zag/Quimantú, publicada en el sitio Fotografía Patrimonial del Museo Histórico Nacional.

Publicidad impresa para el Circo Liverpool, con el tony Chalupa entre las principales estrellas, septiembre de 1942.

El Circo Liverpool  en publicidad de espectáculos de octubre de 1943, anticipando que venía en camino un festival de homenaje para Chalupa.

El tony Chalupa ya en la madurez de su vida, en imagen publicada por el diario "La Nación", años cuarenta.

Siendo también un estupendo declamador, al igual que su colega el tony Nicolás Maturana y muchos otros payasos de la vieja escuela, ya hacia el final de su vida profesional una de las obras que paseó por “todos los pueblos que levantaban carpa”, como recuerda Oreste Plath. Correspondía al poema titulado “A la botella”, de Augusto Santelices Valenzuela, escrito en 1929 y que alcanzó veloz popularidad recitado por su autor en radios capitalinas y, por invitación del escritor Salvador Reyes, en la revista “Letras” del Teatro Recoleta. Además de Chalupa, su colega el tony Caluga también llevó aquel poema por diferentes destinos del país.

Ese mismo año, el artista es contratado para trabajar en la compañía Circo Chileno, que estrena el 12 de diciembre bajo los auspicios de la Compañía de Cigarrillos Faro y con el nombre de Circo Nacional. El elenco es dirigido por el destacado hombre de teatro y dirigente gremial, don Carlos Cariola. Estaba integrado fundamentalmente por juglares del medio chileno, entre otros el tony Maturana, el jefe de pista Yáñez, las bestias africanas del veterano domador Echiburú y la familia de trapecistas Castro.

En 1930, Chalupa forma parte de la cartelera principal del Circo Dumbar y Schweyer, que a principios de año se presenta en Santiago con artistas como el domador Otto Stevenson, el tony Cigarrito y el trío artístico europeo Terra. Con su propia compañía, además, quiso montar otro estupendo espectáculo netamente chileno, algo que justificó en el amor incondicional que sentía por el país, especialmente hacia principios de la década. Se rodeó así de algunos de los mejores números disponibles en el país y los paseó por diferentes latitudes con uno de los circos más atractivos de la época, con el nombre de su propio personaje.

Alfonso Cajigal recuerda en “La hora de las imágenes” que parte de aquel show era el llamado “perro matemático”, que con algún inteligente adiestramiento se presentaba resolviendo desafíos aritméticos y entregando los resultados con ladridos. “Lo abismante era que el perro contestaba sin equivocarse las operaciones numéricas”, enfatiza el autor.

Para septiembre de 1932, Chalupa está presentándose en el Teatro Esmeralda de calle San Diego, en unas funciones de honor y beneficio con populares actores y artistas como Evaristo Lillo, Pepe Rojas, Olga Donoso, Alberto Mery, Nemesio Martínez, Aníbal Plaza, el acordeonista Bernardo Zunino y el guitarrista Bruno Manetti, además de la Orquesta Típica de Chile. Para entonces, ya está trabajando en una autobiografía que verá la luz durante el año siguiente: "Las pistas de Chalupa"

En 1934, el payaso ha estado de gira por Argentina y, en agosto, presentándose con ahora el Winter Circus, en el Teatro Reina Victoria de La Chimba, después llamado Teatro Balmaceda. Contratado por la empresa circense Bidwell y trabajando allí con el tony Mosquito, el elenco incluía al prestidigitador Profesor Ruchimanoff y otros sorprendentes números. A partir del 7 de septiembre, además, se presentarían sainetes chilenos protagonizados con el actor Juan Ibarra, con obras de Pedro J. Malbrán ("Topeando en la vera"), Antonio Acevedo Hernández ("Un dieciocho típico") y Luis Romero ("La tragedia en el Circo Winter"). "La Nación" del día 29 de agosto anunciaba al lector sobre aquellos espectáculos:

"Chalupa" se ha hecho popular interpretando en la pista algunos graciosos y sabrosos monólogos cómicos, desarrollando entre estos el titulado "La Federación del Chuico", el que, seguramente, presentará en su debut de hoy vermouth y noche.

Posteriormente, el sábado 13 de octubre, después de una larga temporada por el sur del país, comenzó en el Teatro Imperial de calle San Diego una gran celebración para las bodas de plata del tony Chalupa, tras 25 años de quehaceres en los circos. Se programó para el aniversario una gran evento que incluía teatro, variedades y actos de circo, participando -además del festejado- payasos y cómicos como Pepino (quien interpretó a su personaje bandera: un escolar “porro”), Maturana, Machaquito y Martín Montes de Oca. Estuvieron en la ocasión también el bufo Evaristo Lillo, los monólogos de Ricardo Segundo Villagra, el show de dibujo en vivo de Labarca Montenegro, el campeón del látigo Fredy, el artista negro Sam Brown y sus músicos, entre muchos otros.

Díaz ya era un hombre muy querido en el gremio en esos años, pues solía participar frecuentemente en las funciones a beneficio o caritativas para trabajadores del espectáculo y los teatros, incluso llevando sus buenas acciones a hospitales y comunidades de niños menesterosos. Había ayudado a fundar el Sindicato Circense de Chile en 1935, además, del que fue uno de sus directores en la mesa provisoria junto a Luis Sánchez, Alberto Flores, Luis Videla y Adolfo Kenyot.

Por la misma época, la revista teatral “La Escena” publicó el trabajo “Monólogos y tallas del tony Chalupa y Romanangel”, que se vendía en la Librería Cultura de calle Huérfanos entre Bandera y Morandé. Romanangel, pseudónimo de Joaquín Moscoso, conocido humorista y escritor de esos años, además de ser otro habitué de las tertulias en el bar El Jote de calle San Pablo cerca de Bandera, lugar que solía ser frecuentado por algunos artistas del ambiente circense.

En marzo de 1935, el Winter Circo realizó una función nocturna a beneficio y homenaje de Chalupa, en su carpa levantada en calle San Diego esquina Coquimbo. Estuvieron en el show colegas suyos como Pollito y Cigarrito. Otras funciones a beneficio del veterano se realizaron en agosto, en el Teatro Coliseo de Arturo Prat llegando a Matta, con un festival de bandas. En aquel momento, además, se preparaba para un viaje a Lima.

Durante el mes siguiente, las compañías del Winter Circo y el Circo de Fieras Broadway hacen nuevas funciones para beneficio de Díaz, esta última en Vicuña Mackenna con Alameda, con un festival que incluyó un show de fuegos artificiales y números de variedades. El tony y humorista de monológo había hecho una corta temporada en el Circo Broadway, pero se ganó de inmediato el cariño del público y sus colegas, que decidieron despedirse de él con esta fiesta.

Antes de fin de año, Chalupa también formaba parte de los números que se ofrecerán en el desfile conocido como la “Marcha de los Niños”, tradicionalmente realizada en Santiago cada mes de diciembre. Se efectuaba entre el Parque Forestal y el Club Hípico, regresando después a Plaza Baquedano. Gran parte de su trabajo era preparar eventos como este y dirigir compañías de artistas para los mismos.

Un ya maduro tony Chalupa cercano a las cinco décadas de edad, ocultaba bajo el maquillaje las marcas de la incipiente vejez en el Teatro Balmaceda de calle Artesanos, en 1936, actuando con un elenco de bailarinas. Parece haber tenido mucha proximidad, por entonces, con la Compañía de Revistas Cóndor de don Enrique Venturino, bajo dirección de Rogel Retes. De acuerdo a publicaciones realizadas por Maximiliano Salinas, por ejemplo, se hicieron en el Balmaceda las llamadas “Tardes del Humor” que combinaban números de teatro y circo. Chalupa actuaba allí con otros colegas como los tonis Enano, Miguelín, Canarito, Zanahoria, Mosquito, Nico Perinola, Fosforito, Cachimbita y Perico. En el mismo teatro, poco antes, Díaz había organizado un festival a beneficio del Sindicato Circense de Chile, junto con la misma compañía Cóndor.

El artista también fue parte de los shows de variedades que acompañaban algunos encuentros de boxeo, como el sábado 30 de diciembre de 1939. Este combate fue realizado en el ring del Gimnasio Guillermo Arroyo B. C., que estaba en avenida Portugal 1496, barrio de rasgos industriales. El festival incluía una pelea de academia pactada a dos rounds entre Raúl Carabantes y Miguel Aronowsky, más dos peleas de fondo, la primera entre Alfonso Aguilera del Club Bádminton, y Enrique Ramírez del Club Pablo Muñoz; la segunda entre Arturo Estévez del Club Guillermo Arroyo dueño de casa, y Pedro Gómez del Club Green Cross. En aquella ocasión, el tony Chalupa se presentó ante el público con su colega Maturana y otros artistas, a los que tocó dirigir.

Por esos mismos días, el consagrado tony había regresado a la actuación teatral y de acento más revisteril trabajando con el cantante, actor y coplista Joaquín Montero, en una obra cómica y de revista de la Compañía de Revistas y Music-Hall, en el Teatro Carrera de la Alameda. El programa incluía las presentaciones de la actriz Blanquita Negri, Lolita Cortés, Anita Granados, el dúo Clarissa y Christian, Giselle Chrys, Les Hardings y Lilian Stunday, entre otros artistas.

El tony Chalupa permaneció activo por largo tiempo más, tanto en el circo que llevaba su pseudónimo como en varios otros por los que pasó durante sus últimas décadas de vida, llegando a compartir algo con la mejor época del mismo rubro en Chile tras la fundación del Circo de las Águilas Humanas por Venturino, el mismo empresario que había dado vida al Balmaceda y a su mencionada compañía bataclánica Cóndor, ya en los años cuarenta, cuando toda la atención escénica se mudó al Teatro Caupolicán. 

Chalupa también hizo algunas presentaciones en el Circo Fischer durante esa misma década, con otros artistas como Machaquito, el japonés Tacamura, los lanzadores de puñales Los Indios, el infaltable Sam Brown y, como estrella principal, el domador de fieras Osvaldo Fischer con sus ocho leones.

Aquellos, sin embargo, ya eran tiempos en que la fama del tony Chalupa definitivamente iba siendo eclipsada por la más novedosa figura de Abraham Lillo Pacheco, el tony Caluga, quien sería recordado como el más grande y famoso de todos los payasos de la historia circense chilena. A pesar de ello, Díaz seguía recibiendo apodos elogiosos como el Príncipe de las Risas y Rey de los Payasos.

El 21 de octubre de 1943, en el Circo Liverpool que estaba en Alameda con Cienfuegos, se realizó un festival en honor a Chalupa organizado por sus compañeros de aquel elenco, pues el tony iba a partir a Brasil contratado por otra empresa de espectáculos. Participaron de aquel homenaje su gran amigo tanguero y director musical Armando Bonansco con su Orquesta Típica, el Trío Añoranza, Los Trovadores del Puente Inca, las hermanas Zúñiga y la joven cantante Chita Bravo, entre muchos otros artistas.

Pocos años después, sin embargo, Alberto Díaz debió retirarse a causa de una malévola complicación respiratoria derivada de un contagio de tuberculosis. Su situación financiera se había visto claramente complicada, pero la salud era lo que más resentía. "No quiero morirme, tengo derecho a vivir un poco más", diría en su última entrevista a un medio, prometiendo que volvería a las carpas a provocar carcajadas. "Debo caer en el aserrín, porque ese es mi destino", remataba en su reflexiones.

A pesar de su voluntad, el gran señor de los circos falleció en la madrugada del 12 de abril de 1949 en el Pabellón Cousiño del Hospital El Salvador, acompañado por Alberto Villablanca en la cabecera de su lecho de muerte. Rondaba los sesenta años de edad al momento de expirar, muy deteriorado ya por los padecimientos pulmonares a pesar de las fuertes drogas que debían serle sumistradas. "Ha terminado la Edad de Oro del circo chileno", diría en primera página el diario "La Nación". Su deceso fue anunciado incluso en los obituarios de revistas extranjeras, como la gaceta norteamericana de espectáculos “The Billboard” de ese mismo mes.

Los restos de Díaz fueron velados en un local del Teatro del Pueblo, en San Diego con Cóndor, tras hacer esta petición a Bonansco pidiendo que se cumpliera como deseo póstumo. Desfiló ante su ataúd repleto de flores rojas y blancas la interminable fila de artistas y gente del mundo circense, agradecidos de las luchas que diera por la comunidad de trabajadores. Las concurridas ceremonias de despedida se realizaron con un paseo de su ataúd por las calles de Santiago, seguido de una caravana de ex colegas del circo.

Cuenta la tradición oral que sus características chalupas, esas que le daban nombre y con las que dejara una larga senda de grandes y graciosas huellas por la historia del circo chileno, las habría heredado el propio tony Caluga, legatario connatural de su fama en el espectáculo popular.

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