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EL LEGENDARIO HOTEL, RESTAURANTE Y TEATRO VICTORIA

El elegante edificio del Hotel y Teatro Victoria hacia 1920-1930, en imagen de las colecciones fotográficas del archivo Chilectra. Tomada del álbum "75 años. Chilectra S.A.".

El Hotel Victoria fue uno de los más tradicionales espacios de la clásica bohemia santiaguina. Se lo reconocía especialmente por la elegancia aristocrática de sus instalaciones, habitaciones, comedores y mobiliario, además de disponer modernas comodidades para los pasajeros. Las instalaciones en pleno centro de Santiago contaban no solo con el servicio hotelero de reconocida calidad: había allí también un concurrido restaurante propio y una popular sala teatral y cinematográfica, en ese tramo oriental del barrio llamado "Broadway Santiaguino" por la cantidad de teatros, boîtes y clubes que había concentrados en pocas cuadras.

El Hotel Victoria estaba ubicado en la calle Huérfanos 801, haciendo esquina con calle San Antonio. Dentro del suntuoso edificio, las habitaciones para alojados ocupaban el cuarto y quinto piso, los más altos. Su arquitectura delata pretensiones neoclásicas e influencias de beaux art pero sin grandes complejidades, con adiciones en sintonía con la organicidad ornamental francesa que estuvo de moda en el período. Hoy están visibles también otros elementos posteriores, como los artísticos aleros metálicos sobre sus entradas laterales, los faros en soportes de forja en los muros y una mansarda que agregó al conjunto cómodos nuevos ambientes en los altos.

En sus inicios, el reputado hotel y restaurante contaba con azotea abierta, además de otras características que son mencionadas por Oreste Plath en "El Santiago que se fue":

...poseía amplios salones y comedores que destacaban por su estilo aristocrático antiguo, y sus muebles de gran valor. Cuando se fundó, tenía una espléndida terraza y jardines de invierno, contaba con restaurante de primer orden especializado en comida española. Fueron famosos los jueves de arroz a la valenciana. En esos tiempos era atendido por don Guillermo Piola. Fue centro de reunión de destacados políticos y de grandes personajes de la época, artistas y hombres de letras.

Detalla también que las habitaciones para los pasajeros del Victoria sumaban 45 en total, promocionadas en su momento como de las más lujosas y con mejor servicio de atención en Chile. Los clientes podían acudir también al elegante restaurante, que se convirtió en otro foco magnético para la diversión de los santiaguinos.

El mismo memorialista recuerda algo más sobre aquel inolvidable lugar concentrando actividades de recreación bohemia e intelectualidad en la capital de Chile:

El catalán don José Oller Valles, nacionalizado chileno, gran filatelista, que tenía una importante colección de sellos de la Guerra del Pacífico, quien estuvo al frente de él durante 30 años, contó que desfilaron figuras como la de don Agustín Edwards Mac-Clure, conocedor de los secretos de la cocina y de la ciencia gastronómica; Vicente Blasco Ibáñez, el escritor que publicó numerosas novelas de poderosa imaginación y de estilo ágil, viril y extraordinaria riqueza de colorido y de que dicen era “buen diente”.

Varios de los pasajeros connotados o solo visitantes diarios del Hotel Victoria pudieron disfrutar de los encantos culinarios y artísticos en aquella entretenida esquina. Otro de ellos fue Mario Colongo, a inicios de los años treinta, empresario italiano dueño de los Establecimientos Colongo, quien viajó a Chile y alojó en el hotel buscando ampliar negocios y ofreciendo, de paso, becas para que estudiantes de la Escuela de Artes Oficios estudiaran en la mágica ciudad de Turín.

Algunas delegaciones deportivas nacionales y extranjeras durmieron en el mismo hotel, a propósito de ciertos encuentros competitivos realizados en Santiago. Estuvo allí también la neblina política, con casos como el doctor Alfonso Quijano Olivares, quien llegó al hotel en 1937 desde Magallanes y con una fugaz pasada por el Ministerio de Salud en su currículum, cinco años antes durante la República Socialista.

Anuncio de una conferencia de Gabriela Mistral en el Teatro Victoria, para el 29 de abril de 1925. Fuente: Flickr de Gubama (México).

Uno de los avisos de la compañía Paramount en los años veinte. Publicado en "La Nación", octubre de 1927.

Anuncio en prensa sobre las proyecciones de películas del Teatro Victoria, en junio de 1928, con la recientemente filmada producción "Ramona", destacando a la actriz mexicana Dolores del Río.

Anuncio de la presentación del la internacional bailarina de cabaret Josephine Backer para el lunes 14 de octubre de 1929, también en el Teatro Victoria.

Tras la llegada del cine sonoro, el Teatro Victoria continuó ofreciendo sesiones "selectas" con cine clásico sonoro, como esta anunciada en mayo de 1930.

Anuncio para una obra de la compañía teatral de Alejandro Flores en el Teatro Victoria, a fines de agosto de 1934 en el diario "La Nación".

Ilustre residente del Victoria fue el periodista, escritor e inigualable cronista nacional Raúl Morales Álvarez. Hasta se dio el gusto de vivir establemente en el hotel, acompañado por su esposa, Elena Wilson. Ambos pasaron varios años en este lugar, hasta convertirse en parte del ambiente y el inventario. Y agrega Plath al respecto:

Raúl morales vivió la bohemia como amigo y periodista de grandes campañas. Su compañera, cuyo matrimonio fue mirarse, amarse y casarse, realizaba esculturas, cerámicas, hierro forjado y esmalte sobre metal, para terminar haciendo periodismo, cuyo pseudónimo La Huasa, la hizo conocida. Morales, también Sherlock Holmes, tenía en Las Últimas Noticias una columna literaria: "Un libro para hoy", la que al pie decía: "Quienes se interesen en estos comentarios deben dirigirse a Raúl Morales Álvarez, Hotel Victoria, Huérfanos 801, Santiago".

Infinidad de eventos sociales, despedidas y conmemoraciones se celebraron en aquel magnífico lugar, en donde los límites entre el hotel y el restaurante a veces se fundían en la atracción del público. En abril de 1928, por lo mismo, se anunciaba también una exposición de trajes para señoras "recién llegados desde Europa" en el Salón N° 1 del hotel, muestra organizada por doña Luisa Wilson. Esta alta propensión social fue muy característica de las primeras décadas del Victoria.

La sala del teatro, en tanto, tenía acceso de público por la dirección de Huérfanos 827, en el mismo edificio. De acuerdo a autores como Mario Cánepa Guzmán, en "Historia del teatro chileno", la sala fue inaugurada en 1924:

Para tal efecto se contrató la Compañía María Guerrero-Fernando Díaz de Mendoza y a la soprano española María Barrientos con el fin de que ofreciera conciertos líricos. La programación se había diseñado de tal manera para que los comediantes se presentaran un día y al siguiente la de Barrientos.

Desde entonces fue otro lugar de grandes presentaciones para compañías y artistas internacionales. Entre las grandes funciones que siguieron a las de apertura, estuvo una a fines de aquel año de 1924, de acuerdo a lo que indica Rogel Retes en "El último mutis": una compañía de zarzuela del eximio compositor español Amadeo Vives, que andaba en Santiago como parte de su gira. El grupo artístico presentaba obras de gran éxito en sus actuaciones, como una llamada "La Montería", en dos actos.

También fue conocida la sala por haberse proyectado en ella famosos cortos de acrobáticos comediantes clásicos como Buster Keaton, Charles Chaplin o Harold Lloyd, y después algunos de los primeros filmes sonoros llegados al país. Todavía en los años treinta se ofrecían en él proyecciones mudas, acompañadas por una gran orquesta para amenizar y reforzar la narración, a diferencia de las pequeñas salas que se valían de solamente un pianista, por lo general. Este rasgo como cinematógrafo siempre fue parte importante de la actividad del Victoria.

La sala también fue sitio para asambleas o congresos de carácter político, religioso, científico o de camaradería; y de charlas o conferencias de alto valor intelectual, como la ofrecida por la poetisa Gabriela Mistral el miércoles 29 de abril de 1925 sobre sus viajes e impresiones por el extranjero, evento que contó con un programa artístico complementario. Años después, la comunidad judía celebró el 20° aniversario de la Declaración Balfour en el mismo teatro, el 2 de noviembre de 1937, pues era lugar de frecuentes actos conmemorativos de diferentes filiaciones.

El Teatro Victoria contaba con un elegantísimo pasillo tipo foyer, muy decorado, y su platea principal disponía de dos balcones en segundo y tercer nivel, además de los palcos laterales y el sector anfiteatro, que era el más económico. Tal como el hotel, la sala se jactaba de ser uno de los espacios teatrales más modernos de su época, sirviendo a las proyecciones cinematográficas más novedosas que iban dejando atrás a la romántica generación anterior del modesto biógrafo.

Revisando su larga historia, vemos que a mediados de los años veinte, el Victoria recibió a la compañía de perros comediantes del Profesor Tenof, un espectáculo sumamente novedoso de canes amaestrados. Después llegó el impresionante espectáculo de la bailarina mulata franco-americana Josephine Baker, en 1929, causando gran polémica por su tono audaz y de contenido nudista. Ella alojó en el propio hotel y la leyenda dice que la artista creó o ayudó a promover un guiso ofrecido en el restaurante del lugar. Lo seguro es que ella y su marido tuvieron mucha buena relación con el personal y los encargados del hotel, al punto de ser llevados de viaje por el administrador hasta Valparaíso, en algún espacio entre la intensa agenda de la bailarina.

Las artes teatrales propiamente dichas también encontraron un espacio estable  en el Victoria. Se exhibieron obras de nivel internacional como "La escuela de contribuyentes", de George Berr y Louis Verneuil, que traída hasta Chile a inicios de agosto de 1934 y tras su largo éxito en Francia. Actuaron en la comedia Alejandro Flores, Rafael Frontaura, Lucho Córdova, Venturita López y Sylvia Villalaz, entre otros.

Cabe señalar que la compañía teatral de Flores ya estaba presentándose por entonces en la misma sala, con la farsa "Bluff". De hecho, el actor estuvo fuertemente relacionado en sus años jóvenes con este teatro. Allí ofreció también algunas sesiones de declamación, como el recital poético que dio el lunes 21 de octubre de 1927, tras regresar de una larga estadía en el extranjero.

La sala recibiría otras históricas presentaciones en sus mejores tiempos, las que incluyeron la compañía del tanguero argentino Discépolo, además de orquestas de jazz o tango, troupes artísticas como la de María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza. En octubre de 1936, se presentaba la compañía de espectáculos orientales de Wu Li Chang, que combinaba comedia y cabaret. Y en febrero de 1939, debuta la compañía cubana de espectáculos de la vedette Josefina Mecca, apodada la Alondra de Cuba, con la obra revisteril "Melodías de Cuba". Participan en los cuadros Marta Caray, Emiliano Valdés, Héctor Sáez, Berta Reyna, Marta Lis y parejas de danzas típicas y folclóricas cubanas.

Foyer del Teatro Victoria en 1927, en imagen publicada por el diario "El Mercurio". Fuente imagen: Flickr de don Patricio Lazcano Campino.

Platea del Teatro Victoria en 1927, en imagen publicada por el diario "El Mercurio". Fuente imagen: Flickr de don Patricio Lazcano Campino.

Publicidad con la cartelera del Teatro Victoria en enero de 1960, destacando las presentaciones de la artista española Paquita Rico. Publicado en el diario "Las Noticias de Última Hora".

El Edificio Victoria cuando el teatro y el hotel ya habían cerrado, siendo remodelado y restaurado. Imagen de los archivos editoriales de la Universidad de Chile.

Aspecto exterior actual del Edificio Victoria, en Huérfanos con San Antonio.

Acceso por el sector de calle San Antonio, con pasillo conectado a la Galería España.

El mismo sector del acceso por calle San Antonio, visto desde adentro. Las cortinas metálicas cerradas a la derecha son del supermercado que, hasta hace algún tiempo, ocupaba el espacio que pertenecía al antiguo teatro.

Entrada al edificio por el lado de calle Huérfanos. Era el acceso del público al famoso Teatro Victoria.

Ese mismo año se realizó con un espectáculo en el Teatro Victoria el primer concurso Miss Radio, organizado por los redactores de la revista "Ercilla", los periodistas Julio Lanzarotti y Orlando Cabrera Leyva. En "Silvia Infantas. Voz y melodía de Chile", David Ponce informa que ganó la destacada artista Ester Soré, quien había debutado hacía poco en Radio Pacífico. Ganadoras de las siguientas versiones del certamen fueron Meche Videla en 1940, Raquel Ferreyra en 1941 y Carmen del Río en 1942.

Posteriormente, otra prestigiosa compañía de music-hall llegó al lugar a fines del mismo año, tras haber sido traídos desde el Casino de Buenos Aires por el empresario Guzmán Palacios y realizar presentaciones previas en el Teatro Carrera. Formaban parte de aquel elenco la vedette y bailarina Blanca Negri, las artistas Lolita Cortés y Anita Granados, el animador Artinelli, la pareja artística internacional Less & Harding y varios otros números.

Pasaron por el mismo escenario también doctos espectáculos de ópera, ballet y música de cámara. Estuvo entre ellos la Orquesta Sinfónica de Chile y el Coro de la Universidad dirigido por Víctor Tevah. Otras notables figuras escénicas de entonces harían lo propio: el 29 de noviembre de 1930, por ejemplo, se presentó el Cuarteto Nacional dirigido por el maestro musical Alfonso Sanfeliú; y el  27 de abril de 1941, se realizó un festival de arte en el que participaron los alumnos de las escuelas de la actriz y directora española Margarita Xirgu y del pianista chileno Armando Palacios. Más aún, cuando el Teatro Municipal cerró sus puertas a grupos artísticos que se valían de él en 1957, el Ballet Nacional emigró sus funciones al mismo Teatro Victoria, como informa María José Cifuentes en "Historia social de la danza en Chile".

La influencia artística y recreativa del circuito del "Broadway Santiaguino" incluyó varias otras salas, clubes y tiendas de venta de discos musicales en aquel sector de calle Huérfanos en donde estaba el Victoria, determinando el ambiente imperante. No extraña, por lo tanto, que en los altos del hotel se estableciera en 1943 el estudio de Marta de Caro, una maquilladora chilena con experiencia en el cine platense, específicamente en los estudios cinematográficos Establecimientos Filmadores Argentinos (EFA). Marta retornó al país  ofreciendo ahora clases en aquellas disciplinas en su oficina del Victoria, además enseñar maquillaje fotográfico y teatral.

En 1959 la sala de teatro del Victoria fue arrendada a la Compañía Chilena de Espectáculos S.A., dirigida por Luis del Villar Valenzuela. Sin embargo, esta relación se fracturó y desemboco en pleitos judiciales, en 1966, al vencer los plazos contractuales con la Sociedad Renta Urbana Pasaje Matte que, a la sazón, tenía las riendas del mismo recinto. Eran, quizá, las primeras señalas de decadencia de la importancia que tenía el teatro y que, a la larga, iban a dejarlo reducido a una mera sala de proyecciones de películas, en sus últimos tiempos de actividad con cada vez menos utilidades.

Después de 57 años funcionando en el edificio, el Hotel Victoria cerró sus puertas el 16 de enero de 1981, ofreciendo a remate todas las finas piezas de decoración, mueblería, mampostería y enlozados que tenía, las que fueron adquiridas por coleccionistas y anticuarios. En 1983 se realizaron grandes remodelaciones del edificio a cargo de los arquitectos Jaime Burgos Frías, Jorge Swinburn Pereira y P. Álvaro Pedraza González. Entre otras modificaciones, también se unió el pasillo interior del edificio con la Galería España, así que un paseo por la llamada Galería Victoria tiene salida también por la calle San Antonio, con su hermoso alero de forja.

El espacio que fue el antiguo Teatro Victoria, en tanto, conservó por varios años una estatua de mármol que antes estaba en el foyer. Era de lo poco que recordaba la presencia de aquella histórica sala, símbolo de la bohemia de otros tiempos y otras generaciones. Después del período en que el teatro estuvo condenado a ser un mero rotativo de cine, también fue totalmente remodelado; o mejor dicho reconvertido.

Aquel espacio teatral fue dividido entre un restaurante y después un supermercado, aunque el clima desfavorable al comercio y la paz social cobraron su cuota a este último sitio y cerró sus puertas, hace no demasiado tiempo. Hacia el centro del lugar en donde está el mismo supermercado, en sus niveles superiores, se mantuvo un cielo abovedado con pinturas que perteneció a la sala teatral, cual testimonio de aquella época perdida entre las noches de plata del clásico Santiago.

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